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Protocolos y procedimientos en el paciente crítico EL LIBRO MUERE CUANDO LO FOTOCOPIA AMIGO LECTOR: La obra que usted tiene en sus manos posee un gran valor. En ella, su autor ha vertido conocimientos, experiencia y mucho trabajo. El editor ha procurado una presentación digna de su contenido y está poniendo todo su empe- ño y recursos para que sea ampliamente difundida, a través de su red de comerciali- zación. Al fotocopiar este libro, el autor y el editor dejan de percibir lo que corresponde a la inversión que ha realizado y se desalienta la creación de nuevas obras. Rechace cualquier ejemplar “pirata” o fotocopia ilegal de este libro, pues de lo contrario estará contribuyendo al lucro de quienes se aprovechan ilegítimamente del esfuer- zo del autor y del editor. La reproducción no autorizada de obras protegidas por el derecho de autor no sólo es un delito, sino que atenta contra la creatividad y la difusión de la cultura. Para mayor información comuníquese con nosotros: Protocolos y procedimientos en el paciente crítico DR. PEDRO GUTIÉRREZ LIZARDI Jefe de Cuidados Intensivos, Hospital y Clínica OCA, Monterrey, Nuevo León. Presidente fundador de la Asociación de Medicina Crítica y Terapia Intensiva del Noreste. Profesor de posgrado del curso Urgencias Médicas en Odontología, Facultad de Odontología, Universidad Autónoma de Nuevo León. Profesor de pregrado en la materia de Urgencias Médicas en el consultorio dental, Facultad de Odontología, Universidad Autónoma de Nuevo León. José Luis Morales Saavedra www.medilibros.com Director editorial: Dr. Marco Antonio Tovar Sosa Editora asociada: Lic. Vanessa Berenice Torres Rodríguez Portada: Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en sistema alguno de tarjetas perforadas o transmitida por otro medio —electrónico, mecánico, fotocopiador registrador, etcétera— sin permiso previo por escrito de la Editorial. Protocolos y procedimientos en el paciente crítico D.R. © 2010 por Editorial El Manual Moderno, S.A de C.V. ISBN: DG. Víctor González Antele Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en sistema alguno de tarjetas perforadas o transmitida por otro medio —electrónico, mecánico, fotocopiador registrador, etcétera— sin permiso previo por escrito de la Editorial. es marca registrada de Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V. 978-607-448-061-0 Gutiérrez Lizardi, Pedro Protocolos y procedimientos en el paciente crítico / Pedro Gutiérrez Lizardi. –- México : Editorial El Manual Moderno, 2010. xxv, 584 p. : il. ; 28 cm. ISBN 978-607-448-061-0 1. Medicina de cuidado intensivo. 2. Unidades de cuidado intensivo. I. t. 616.028-scdd20 Biblioteca Nacional de México V © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Colaboradores Dr. Daniel Agustín Godoy Jefe Unidad de Cuidados Neurointensivos, Sanatorio Pasteur, Catamarca,Argentina. Capítulo: 3 Dra. Gisela Rocío Acosta Beltrán Servicio de Neumología, Unidad de Cuidados Intensivos Adultos, Facultad de Medicina y Hospital Universitario, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León. Capítulo: 39 Dr. Eduardo Ahumada Garza Jefe del Departamento de Anestesia, Clínica Vidriera A.C., Monterrey, Nuevo León. Profesor adjunto de Anestesiología, Hospital José A. Muguerza, Monterrey Nuevo León Capítulo: 36 Dra. Florina Alonso Osorio Unidad de Terapia Intensiva. Hospital Juárez de México. Capítulo: 74 Dra. Amada Álvarez Sangabriel Médico Adscrito al servicio de Urgencias y Unidad Coronaria, Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”. Capítulo: 25 Dra. Eva Arana Alonso Servicio Especial de Urgencias, Servicio Navarro de Salud, Navarra, España. Capítulos: 1, 69 Dr. Humberto Arenas Márquez Presidente SANVITE, “Excelencia en Servicios de Salud”. Líder del Equipo de Excelencia Quirúrgica. Ex Presidente de la Asociación Mexicana de Alimentación Enteral y Endovenosa. Ex Presidente de la Asociación Mexicana de Cirugía General. Miembro Titular de la Academia Mexicana de Cirugía General. Capítulo: 78 Dr. Diego Arenas Moya Director General SANVITE, “Excelencia en Servicios de Salud”. Líder del Equipo de Nutrición Clínica. Maestría en Nutrición Clínica. Capítulo: 78 Dr. Sergio Arévalo Espinoza Médico adscrito, Unidad de Cuidados Intensivos Posquirúrgicos, Unidad Médica de Alta Especialidad No. 34, Instituto Mexicano del Seguro Social, Monterrey, Nuevo León, México. Ex presidente de la Asociación de Medicina Crítica y Terapia Intensiva del Noreste. Jefe de Terapia Intensiva y Enseñanza Médica. Hospital CIMA, Monterrey. Capítulo: 26 Dra. Alexandra Arias Mendoza Médico Adscrito al servicio de Urgencias y Unidad Coronaria, Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”. Capítulo: 25 Dra. Ana María Arredondo Martínez Jefa de Anestesiología Clínica hospital, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, Irapuato, Guanajuato. Anestesióloga adjunta, Hospital General, Irapuato. Hospital General de Zona No. 2. Instituto Mexicano del Seguro Social, Irapuato. Capítulo: 27 Dr. Murillo Assunção Médico asistente, Centro de Terapia Intensiva Adulto, Hospital Israelita “Albert Einstein”. Médico Coordinador de la Unidad de Terapia Intensiva de la Disciplina de Anestesiología, Dolor y Terapia Intensiva, Universidad Federal de San Paulo, Brasil. Capítulo: 5 Dr. Cesar Eduardo Barragán Salas Nefrólogo, Coordinador de Donación y Trasplante, OCA Hospital, Monterrey Nuevo León, Jefe de Hemodiálisis, Unidades Médicas de Atención Ambulatoria, No 65, Instituto Mexicano del Seguro Social, Monterrey, Nuevo León. Coordinación de Nefro-Urología, Hospital Regional de Alta Especialidad, Ciudad Victoria, Tamaulipas. Capítulos: 68, 72 Dr. Salvador Benito Vales Director del Servicio de Urgencias y Semicríticos, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Profesor titular de Medicina, Universidad Autónoma de Barcelona. Capítulo: 47 Dr. Carlos Benítez Cotino Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Juárez de México. Capítulo: 74 Dr. Carlos Gabriel Briones Vega Unidad de Investigación en Medicina Crítica, Hospital Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulo: 71 Dr. Jesús Carlos Briones Garduño Unidad de Investigación en Medicina Crítica, Hospital Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulo: 71 Dr. Elizabeth Caballero Flores Médico Residente de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI. Capítulo: 45 Dra. Mariana Calderón Vidal Adscrita al departamento de Anestesiología, Hospital General Manuel G.A. González, S.A. Profesora adscrita del curso de Anestesiología, Universidad Nacional Autó- noma de México, Fundación Médica Sur. Capítulo: 46 Dr. Adrián Camacho Ortíz Profesor, Coordinación de Infectología, Hospital Univer- sitario “José E. González”. Capítulos: 83, 84 Dra. Ana Paula Cancino Núñez Hospital General Zona Núm. 50, Instituto Mexicano del Seguro Social, San Luis Potosí, Universidad La Salle, México, Distrito Federal. Capítulo: 24 Dr. Gerardo Cárdenas Molina Jefe del departamento de Radiología e Imagen, OCA Hospital. Capítulo: 41 Dr. José Antonio Carmona Suazo Hospital Juárez de México. Capítulo: 67 Dr. Luis Castillo Fuenzalida Profesor Adjunto, Departamento de Medicina Intensiva, Hospital Clínico, Pontificia Universidad Católica de Chile. Capítulo: 50 Dr. Guillermo Castorena Arellano Subdirector de Áreas Críticas y Anestesia, HospitalGeneral Manuel G. A. González, S. A. Profesor Titular de Anestesiología, Universidad Nacional Autónoma de México en Fundación clínica Médica Sur. Consejero, World Federation Critical Society Capítulo: 46 Dr. Edgar Celis-Rodríguez Jefe Servicio de Medicina Crítica y Cuidado Intensivo, Hospital Universitario Fundación Santa Fe de Bogotá, Miembro Consejo World Federation Societies of Intensive and Critical Care Medicine, Bogotá, Colombia. Capítulo: 7 Dra. Ailyn Cendejas Schotman Medicina Respiratoria, Hospital Ángeles del Pedregal, México, Distrito Federal. Capítulo: 49 VI • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Colaboradores) Dr. Jorge Cerna Barco Médico Internista, Intensivista, Diplomado en Ecografía, Maestría en Enfermedades Infecciosas. Presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva. Departamento de Cuidados Intensivos, Hospital Edgardo Rebagliati Martins, Essalud, Perú. Capítulo: 60 Dr. Ulises W. Cerón Díaz Médico adscrito, Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Español de México. Médico Jefe, Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Ángeles Lindavista. Capítulo: 21 Dr. Daniel H. Ceraso Jefe Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Juan A. Fernández, Buenos Aires, Argentina. Capítulo: 23 Dr. Uriel Chavarría Martínez Servicio de Neumología, Unidad de Cuidados Intensivos Adultos, Programa de Trasplante Pulmonar, Centro de Prevención y Rehabilitación de Enfermedades Pulmo- nares, Facultad de Medicina y Hospital Universitario, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León, México. Capítulos: 2, 38, 39, 48 Dr. Raúl Chio Magaña Jefe de la Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Ángeles Mocel. Profesor Adjunto del Curso “Medicina del Enfermo en Estado Crítico”. Facultad de Medicina, División de Estudios de Posgrado, Universidad Nacional Autónoma de México. Capítulos: 62, 65 Dr. César Cruz Lozano Jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de PEMEX, Madero Tamaulipas, Profesor Titular del Curso de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Universidad Autónoma de Tamaulipas. Capítulos: 9, 12 Dra. Marcela s Court Médico Residente de segundo año Medicina Interna, Médica Sur. Capítulo: 30 Lic. Verónica de la Peña Gil Servicio de Medicina Crítica HSJ-TEC, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Capítulo: 79 Dr. R. Phili Dr. Juan Carlos Díaz Cortez p Dellinger Professor of Medicine, University of Medicine and Dentistry, New Jersey. Director Critical Care, Cooper University Hospital, Camden,USA. Capítulo: 15 Dr. Manuel Antonio Díaz de León Ponce Unidad de Investigación en Medicina Crítica, Hospital Anestesiólogo, Intensivista, Hospital Universitario Fun- dación Santa Fe de Bogotá. Capítulo: 7 Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulos: 71, 73 Dr. Guillermo Domínguez-Cherit Subdirector de Medicina Crítica, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Mirano”. Coor- dinador del Comité Académico de Medicina del Enfermo Crítico, Universidad Nacional Autónoma de México. Capítulos: 55, 70 Enf. Gloria Duarte Garay Jefa de enfermería de Unidad de Cuidados Intensivos, OCA Hospital. Capítulo: 61 Dr. Carmelo Dueñas Castell Médico Neumólogo Intensivista. Profesor Universidad de Cartagena. Jefe Unidad de Cuidados Intensivos, Clínica Universitaria San Juan de Dios, Unidad de Cui- dados Intensivos, Nuevo Hospital Bocagrande. Capítulo: 57 Dr. José J. Elizalde González Jefe del Servicio de Neumología, Subdirección de Medicina Crítica. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México, Distrito Federal, Profesor Medicina Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México. Capítulo: 8 Dr. Jesús Escuchuri Aisa Servicio de Medicina Intensiva, Hospital Virgen del Camino, Pamplona, España. Capítulos: 1, 69 Dra. María de Lourdes Espinosa Pérez Residente de primer año de Anestesiología, Programa Multicéntrico, Escuela de Medicina, Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Capítulo: 70 Dr. Ramiro Flores Profesor de medicina y cardiología. Hospital Universitario, Universidad Autónoma de Nuevo León. Jefe de Cardiología e Imagen cardiovascular, OCA Hospital, Monterrey. Capítulo: 29© E d it o ri al E l m an u al m o d er n o F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Colaboradores VII Dr. Jorge M. Flores Dávila Jefe, Unidad de Hemodiálisis, OCA Hospital, Monterrey, Nuevo León. Capítulo: 72 Dr. Juan Antonio Flores Torres Radiólogo, Posgrado en Imagen Seccional, Universidad Autónoma de Nuevo León. Médico adscrito, Depar- tamento de Radiología e Imagen, OCA Hospital. Capítulo: 41 Dr. Juvenal Franco Granillo Jefe del Departamento de Medicina Crítica “Dr. Mario Shapiro” Medicina Crítica, Santa Fé, Centro Médico ABC. Profesor titular, Universitario de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Universidad Nacional Autó- noma de México. Capítulo: 19 Dr. Carlos García Médico Intensivista. Jefe de Unidad de Cuidados Intensivos, Hospital Ginequito. Presidente Asociación de Medicina Crítica y Terapia Intensiva del Noreste. Médico adscrito a la Unidad de Cuidados Intensivos, Unidad de Medicina de Alta Especialidad Núm. 21. Capítulo: 37 Dra. Sandra García López Adscrito a la Unidad Coronaria y Terapia Posquirúrgica Cardiovascular, Médica Sur. Capítulo: 30 Dr. Javier J. García Moreno Médico Adscrito, Unidad de Cuidados Intensivos, OCA Hospital. Capítulos: 28, 61 Dr. David Gómez Almaguer Jefe del servicio de Hematología del Hospital, Universitario, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Nacional de Medicina. Capítulo: 75 Dra. Gloria E. González Orta Médico Adjunto, Anestesiología, Hospital General Zona Núm. 50, Instituto Mexicano del Seguro Social, San Luis Potosí Capítulo 24 Dr. Octavio González Chon Jefe de la Unidad Coronaria y Terapia Posquirúrgica Car- diovascular, Médica Sur. Capítulo: 30 Dr. Eugenio Gutiérrez Jiménez Médico General. Cátedra de Terapia Celular, Escuela de Medicina, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Capítulos: 17, 85, 86 Dr. René Gutiérrez Jiménez Médico General. Residente del Servicio de Ortopedia y Traumatología, Hospital Regional Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, Monterrey, Nuevo León. Capítulo: 81 Dr. Pedro Gutiérrez Lizardi Jefe de Cuidados Intensivos, Hospital y Clínica OCA, Monterrey, Nuevo León. Presidente fundador de la Asociación de Medicina Crítica y Terapia Intensiva del Noreste. Profesor de posgrado del curso Urgencias Médicas en Odontología, Facultad de Odontología, Universidad Autónoma de Nuevo León. Profesor de pre- grado en la materia de Urgencias Médicas en el consul- torio dental Facultad de Odontología, Universidad Autónoma de Nuevo León. Capítulos: 17, 28, 53, 54, 61, 81, 85, 86 Dr. Ricardo Guzmán Gómez Coordinador de Urgencias y Terapia Intensiva, Hospital Regional 1º de Octubre, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. Capítulo: 76 Dr. David Hernández López Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Juárez de México. Capítulo: 74 Dra. Magali Herrera Gomar Adscrito a la Unidad Coronaria y Terapia Posquirúrgica Cardiovascular, Médica Sur. Capítulo: 30 Dr. Luis Ize Limache Miembro del Cuerpo Médico, Hospital Ángeles del Pedregal. Académico Emérito, Academia Mexicana de Cirugía, Miembro del Consejo Consultivo, Asociación Mexicana de Cirugía General y Asociación de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Capítulo: 77 Dr. Vanina S. Kanoore Edul Médica especialista en Medicina Crítica, Hospital Juan A. Fernández, Buenos Aires, Argentina. Sanatorio Otamendi y Miroli, Buenos Aires, Argentina. Capítulo: 23 VIII • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Colaboradores) MD, PhD Elias Knobel Médico Fundador y Director Emérito del Centro de Terapia Intensiva del Hospital Israelita Albert Einstein. Vicepresidente de la Sociedad Benévola Israelita Brasileira Albert Einstein. ProfesorAdjunto del Departamento de Medicina, Escuela Paulista de Medicina, Universidad Federal de San Paulo, Brasil. Master, American College of Physicians. Fellow, American Heart Association. Fellow, American College of Critical Care Medicine. Capítulos: 5, 18 Dr. Ernesto la Mata Cardiólogo, Intensivista, Ecocardiografista. Jefe, Unidad de Ecocardiografía, del Departamento de Cuidados Intensivos, Hospital Edgardo Rebagliati, Martins. Capítulo: 60 Dra. Clara Laplaza Santos Servicio de Medicina Intensiva, Hospital Virgen del Camino, Pamplona, España. Capítulo: 69 M. en C. Sebastian Larrasa Rico Maestro en Ciencias, Especialidad en Biotecnología, Hospital Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulos: 45, 56 Dr. David Lasky Marcovich Centro Médico ABC, Ciudad de México. Capítulo: 64 Dra. Clara Laplaza Santos Servicio de Medicina Intensiva, Hospital Virgen del Camino, Pamplona, España. Capítulo: 1 Est. Desirée del Carmen Leduc Galindo Médico General, egresada, Universidad Autónoma De Nuevo León. Capítulo: 17 Dr. Hervy Loiseau Avin Unidad de Investigación en Medicina Crítica, Hospital Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulo: 71 Dr. Víctor Manuel López Raya Médico Adjunto, Unidad de Terapia Intensiva, Hospital General de México. Capítulo: 11 Dr. Aldo Saúl Lozano Alvarado Médico Cardiólogo adscrito, Unidad de Cuidados Intensivos, OCA Hospital, Monterrey. Capítulos: 29, 59 Dr. Sergio Lozano Rodríguez Especialista en Medicina Interna. Médico Adscrito a la Unidad de Terapia Intensiva Adultos, Hospital y Clínica OCA, Monterrey, Nuevo León. Coordinador de Apoyo a Publicaciones Científicas. Subdireccion de Investigación, Hospital Universitario Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León. Capítulos: 53, 54 Dr. José Antonio Luviano García Médico Intensivista adscrito al servicio de Terapia Intensiva, Unidad Médica de Alta Especialidad, Instituto Mexicano del Seguro Social, Monterrey, Nuevo León. Médico Intensivista adscrito al servicio de Terapia Intensiva, Clínica Nova, San Nicolás de los Garza, Nuevo León. Capítulo: 82 Enf. Amelia Maraví Aznar Enfermera especialista en Medicina Intensiva, Clínica San Miguel, Pamplona, España. Capítulos: 1, 69 Dr. Enrique Maraví Poma Medicina Intensiva, Unidad de Cuidados Intensivos General, Coordinador de Trasplantes Comisión de Infección Hospitalaria y Política de Antibióticos. Presidente Sociedad Española, Norte de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias. Profesor Clínico Asociado de Medicina Intensiva, Facultad de Medicina. Universidad de Navarra, Pamplona, España. Capítulos: 1, 69 Dr. Francisco Javier Marín Gutiérrez Medicina interna, Cardiología. Coordinador División de Medicina Interna. Cardiólogo adjunto, Terapia Intensiva Hospital General, Irapuato, Guanajuato. Cardiólogo Internista Sociedad Beneficencia Española. Capítulos: 24, 27 Dra. Ma. Carmen Marín Romero Unidad de Choque, Hospital de Traumatología Magdalena de las Salinas, Instituto Mexicano del Seguro Social. Capítulo: 76 Dr. César Gerardo Martínez Hernández Cardiólogo adjunto del Hospital General de Zona Núm. 50, Instituto Mexicano del Seguro Social, San Luis Potosí. Cardiólogo nuclear, Centro Médico El Potosí Grupo Ángeles, San Luis Potosí. Capítulo: 27 Dr. Carlos Martínez Sánchez Jefe del servicio de Urgencias y Unidad Coronaria, Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”. Capítulo: 25© E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Colaboradores • IX Dr. Hector R. Martínez Rodríguez Jefe del Departamento de Neurología, Hospital San José. Director de posgrado de Neurología de Hospital San José. Jefe de Investigación de Neurología del Hospital San José, Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Jefe de investigación de neurología del Hospital Universitario, Monterrey, Nuevo León. Capítulo: 66 Dr. Marino Medina Rodríguez Miembro Fundador de la Asociación Mexicana de Vía Aérea Difícil. Director Fundación Internacional de Docencia e Investigación en Vía Aérea Difícil, México. Tesorero de la Asociación Mexicana de Vía Aérea Difícil. Profesor titular del diplomado “Manejo de Vía Aérea Difícil en Niños y Adultos”. Profesor titular del curso “Manejo de la Vía Aérea Normal y Difícil en Niños y Adultos”. Médico Adscrito a la unidad de terapia inten- siva pediátrica del Hospital Regional “Lic. Adolfo López Mateos”, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. Médico Adscrito a la unidad de Transplantes del Hospital General Centro Médico Nacional “La Raza”. Miembro de la Asociación Americana de Vía Aérea Difícil Capítulo: 4 Dra. Elva Medina Villalobos Jefa de Departamento de Anestesia Cardiotorácica, División Cardiocirugía, Hospital Núm. 34, Instituto Mexicano del Seguro Social, Monterrey, Nuevo León. Capítulo: 35 Dra. Raquel Méndez Reyes Jefa de Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Regional 1º de Octubre, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. Capítulo: 76 Dr. Andrés Mendoza Contreras Anestesiólogo adscrito, Departamento de Anestesia Cardiotorácica, División Cardiocirugía, Hospital de Cardiología, Núm. 34, Instituto Mexicano del Seguro Social, Monterrey, Nuevo León. Capítulo: 35 Dr. José Meneses Calderón Unidad de Investigación en Medicina Crítica, Hospital Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulo: 71 Dra. Tatiana Mohovic Médica Intensivista, Centro de Terapia Intensiva, Hospital Israelita Albert Einstein. Capítulo: 18 Dr. Enrique Monares Zepeda Médico adscrito, Departamento de Medicina Crítica “Dr. Mario Shapiro”, Centro Médico ABC. Capítulo: 19 Dr. Jorge Luis Montemayor Montoya Jefe del Banco de sangre del Hospital Crhistus Muguerza. Especialista en Medicina Interna y Hematología. Profesor de Medicina Interna y Patología Clínica para residentes en el Hospital Crhistus Muguerza. Capítulo: 88 Dr. Freddy Morales Alava Past Presidente, Sociedad Ecuatoriana de Cuidados Intensivos. Jefe del Departamento de Cuidados Críticos. Hospital Oncológico “Julio Villacreses Colmont”, SOLCA, Autopista del Valle Manabi Guillem. Capítulos: 20, 43 Dr. Francisco Moreno Hoyos Abril Servicio de Neumología, Unidad de Cuidados Intensivos Adultos, Facultad de Medicina y Hospital Universitario, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León, México. Capítulos: 2, 38 Dr. Jorge Neira Fellow, ACCM. Fellow, AAST. Miembro de Número, Academia Nacional de Medicina. Jefe Unidad de Cuidados Intensivos, Sanatorio de La Trinidad, Buenos Aires, Argentina. Capítulo: 80 Ing. Eduardo Nieva Ingeniero consultor, Casa Dräger Capítulo: 55 Dr. Carlos Alejandro Olais Moguel Unidad de Cuidados Intensivos, Centro de Especiali- dades Médicas del Sureste. Jefe de División de Medicina Interna, Hospital Escuela Dr. Agustín O´Horán, Mérida, Yucatán, México. Capítulo: 14 Dr. Ángel Orta Lozano Medicina interna, cardiología, ecocardiografía. Cardió- logo adjunto Hospital General de Zona Núm. 50, Instituto Mexicano del Seguro Social. Cardiólogo, Centro Médico El Potosí Grupo Ángeles. Capítulo: 24 Dr. Guillermo Ortíz Ruiz Médico Neumólogo Intensivista, Profesor Universidad del Bosque. Jefe posgrado de Medicina Interna, Universidad del Bosque. Jefe Unidad de Cuidados Intensivos, Hospital Santa Clara. Capítulo: 57 X • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Colaboradores) Dr. Fernando Pálizas Jefe de Unidad de Terapia Intensiva, Clínicas Bazterrica y Santa Isabel, Buenos Aires, Argentina. Coordinador, Clínica Bazterrica, Buenos Aires, Argentina. Médico Especialista en Terapia Intensiva. Miembro del Comité de Shock y Sepsis, Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, Argentina. Capítulo: 6 Dr. Felipe de Jesús Pérez Rada Especialidad en Medicina Interna y Medicina Crítica. Jefe de la Unidad de Terapia Intensiva, Hospital San José, Tecnológico de Estudios superiores de Monterrey. Profesor de la Especialidad de Medicinadel Enfermo en Estado Crítico del Hospital San José, Instituto Tec- nológico de Estudios Superiores de Monterrey. Profesor y Coordi-nador de la Residencia de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Unidad de Medicina de Alta Especia-lidad, Num. 25, Insituto Mexicano del Seguro Social, Monterrey, Nuevo León. Capítulo: 22 Dra. Lidia Angélica Plasencia Zurita Ex Residente del Curso: Especialización de Medicina Interna, Facultad Mexicana de Medicina, Hospital Ángeles Mocel, Universidad La Salle. Ex Residente del Curso: “Medicina del Enfermo en Estado Crítico”, Facultad de Medicina. División de Posgrado, Hospital Ángeles Mocel, Universidad Nacional Autónoma de México. Médico Adscrito de la Unidad de Terapia Intensiva, Hospital San José Satélite, Naucalpan, Estado de México. Capítulo: 62 Dr. Gustavo Piñero Coordinador de Cuidados Neurointensivos, Hospital Municipal de Agudos “Dr. Leónidas Lucero”, Bahía Blanca, Buenos Aires, Argentina. Capítulo: 3 Dr. Manuel Poblano Morales J. Jefe de Servicio de la Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Juárez de México. Profesor Titular de la Especialidad de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México. Departamento de Medicina Crítica, Centro Médico ABC Observatorio. Capítulo: 74 Enf. Ma. Del Carmen Puga Arroyo Enfermera adscrita a la Unidad de Hemodiálisis, Hospital de Especialidades Siglo XXI, Centro Médico Nacional, Instituto Mexicano del Seguro Social, México, Distrito Federal. Capítulo: 73 Dr. Juan Alberto Quintanilla Gutiérrez Cardiologo Intensivista. Jefe Del departamento de Hemodinamia, Hospital San José, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Capítulo: 33 Dr. Néstor Raimondi Médico especialista en Terapia intensiva, Hospital Juan A. Fernández, Buenos Aires, Argentina. Fellow of American College of Critical Care Medicine. Tesorero, Federación Panamericana e Ibérica de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Capítulo: 40 Dr. Luis A. Ramos Gómez Jefe del Servicio de Medicina Intensiva. Hospital General de La Palma, La Palma. Islas Canarias, España. Capítulo: 47 Dr. Javier A. Ramírez Acosta Médico Internista e Intensivista, adscrito a la Unidad de Cuidados Intensivos, Hospitales Regionales, Petróleos de México, Insituto Mexicano del Seguro Social, Ciudad Madero. Coordinador Nacional de Filiales, Asociación Mexicana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Capítulo: 49 Dr. Enrique Ramírez Gutiérrez Coordinador de Educación Médica Continua, Asociación Mexicana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Jefe de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Centro Médico del Noroeste, Hermosillo, Sonora. Médico adscrito, Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Cima Hermosillo. Capítulo: 13 Dr. Paul Rangel Medina Médico Residente de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI. Capítulo: 56 Enf. Ma. de los Ángeles Reyna Quintanilla Ex jefe de Enfermeras. Ex jefe de Cuidados Intensivos Adultos. Coordinadora de Enseñanza en Enfermería, Hospital Regional Monterrey, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. Coordinación de Enseñanza de Enfermería, Hospital Regional Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, Monterrey, Nuevo León. Capítulos: 16, 31, 32© Ed ito ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Colaboradores • XI Dr. Shalim Rodríguez Giraldo Especialidad en Medicina Intensiva, Médico Asistente, Unidad de Cuidados Intensivos Generales, Entrenamiento en Ecografía General y Ecografía de Tórax, Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins, Lima, Perú. Capítulo: 42 Dr. Félix Héctor Rositas Noriega Profesor, Coordinación de Infectología, Hospital Universitario “José E. González”. Capítulos: 83, 84 Dra. Turmalina I. Salgado Hernández Residente de primer año de la especialidad de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Facultad de Medicina, Universidad, Nacional Autónoma de México, sede Hospital Español de México. Capítulo: 21 Dra. Celia Carela Sandoval Villa Especialidad en Medicina Interna y subespecialidad en Hepatología. Adscrita al departamento de Medicina Interna, Hospital Nova. Capítulo: 88 Dr. Rosendo Sánchez Medina Médico Internista e intensivista, Adscrito Unidad de Cuidados Intensivos de los hospitales regionales de Petróleos Mexicanos, Instituto Mexicano del Seguro Social, Ciudad Madero. Coordinador Nacional, filiales Asociación Mexicana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Capítulo: 58 Dr. Victor Manuel Sánchez Nava Especialista en medicina Crítica. Presidente del Comité de Educación, Federación Latinoamericana de Nutrición Clínica, Terapia Nutricional y Metabolismo. Presidente, Asociación Mexicana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva. Director Académico de la especialidad Medicina Crítica, Área de posgrado, Instituto Tecno- lógico de Estudios Superiores de Monterrey. Capítulo: 79 Dr. Víctor Manuel Santana Enríquez Jefe de Medicina Crítica y Terapia Intensiva, Hospital Metropolitano “Dr. Bernardo Sepúlveda”. Profesor Titular de Residencia Médica de Medicina del Enfermo en Estado Crítico. Programa Multicéntrico de Residencias Médicas, SSNL, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Profesor Adjunto de Medicina del Enfermo en Estado Crítico, Instituto Mexicano del Seguro Social, Unidad Médica de Alta Especialidad, Num. 25. Profesor Auxiliar de Medicina Interna, Cirugía General, Anestesiología y Urgencias Médico-Quirúrgicas, Instituto Mexicano del Seguro Social, SSNL, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Capítulos: 51, 52, 87 Dr. Alfredo Sierra Unzueta Jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos, Hospital Español México, Profesor Titular del Curso “Medicina del Enfermo en Estado Crítico”, Universidad Nacional Autónoma de México, Jefe de enseñanza del Hospital Español, México, Distrito Federal. Capítulo: 9 Dra. Liliana Silva Peza Residente de Anestesiología, Hospital Universitario, Universidad Autónoma de Nuevo León. Capítulo: 34 Dra. María Tayde Olvera Martínez Médico Especialista en Medicina interna, Neumología y Terapia Intensiva. Jefe del Departamento de Medicina interna, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado de Nuevo León. Capítulos: 38, 44 Dr. Julián Enrique Valero Rodríguez Director, Hospital General de Irapuato. Intensivista adjunto, Hospital General, Zona 3, Celaya, Guanajuato. Capítulo: 27 Dr. Gilberto Felipe Vazquez de Anda Profesor Investigador, Centro de Investigación en Ciencias Médicas, Universidad Autónoma del Estado de México. Jefe del Departamento de Robótica en Medicina Crítica, Hospital Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulos: 45, 56 Dra. Blanca Alicia Vargas Pecina Investigadora asociada, St. Luke's Episcopal Hospital, Houston,Texas, EUA. Capítulo: 10 Dr. Joseph Varón Clinical Professor of Medicine and Professor of Acute and Continuing Care, University of Texas, Health Science Center at Houston. Clinical Professor of Medicine, University of Texas Medical Branch at Galveston. Profesor de medicina, Universidad de Monterrey, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, Universidad del Noroeste, Universidad Anahuac, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Universidad Autónoma de California, Universidad Autónoma de Chiapas, México. Critical and Intensive Care Medicine, Pulmonary and Chest Diseases Internal Medicine, Sleep Disorders, Geriatrics and Emergency Medicine Capítulo: 10 XII • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Colaboradores) Dr. Gilberto Felipe Vázquez de Anda Profesor Investigador, Centro de Investigación en Ciencias Médicas, Universidad Autónoma del Estado de México. Jefe del Departamento de Robótica en Medicina Crítica, Hospital Materno Perinatal “Mónica Pretelini”, Instituto de Salud del Estado de México. Capítulo: 45 Dr. Moisés Vidal Lostaunau Especialidad en Medicina Intensiva, Subespecializaciónen Terapia Intensiva Cardiovascular y Transplates, Médico Asistente Unidad de Cuidados Intensivos I, Unidad de Posoperatorio, Cardiovascular y Trasplantes. Maestria en Medicina Humana mención Ecografía. Entrenamiento en Ecografia General y Ecocardiografia Avanzado, Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins, Lima, Perú. Capítulo: 42 Dr. Walter Videtta Neurointensivista, Hospital Nacional Alejandro Posadas, Buenos Aires, Argentina. Capítulo. 3 Dr. Bernardo Villa Cornejo Especialista en Medicina Interna y Medicina del enfermo en Estado Crítico Capítulo: 63 Dr. Asisclo J. Villagómez Ortíz Jefe de Unidad de Terapia Intensiva, Hospital Regional 1º de Octubre, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. Capítulo: 76 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o • XIII XV © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Prefacio La medicina del paciente en estado crítico tiene como base fundamental el proporcionarle una atención lo más efectiva posible, mediante una vigilancia muy estrecha de las funciones vitales con el objetivo de mantenerlas dentro de los límites más cercanos a la normalidad, o bien, revertir las alteraciones fisiológicas que se presen- ten durante su evolución. Para tal motivo, es imprescin- dible aplicar una serie de procedimientos que nos darán la pauta para el manejo de estos pacientes, dichas técni- cas se han modificado con el paso del tiempo y otras se han desechado por obsoletas, lo que obliga a estar fami- liarizado con estos cambios y avances en su aplicación, de tal forma que en muchos de los casos se ha dicho que la vida del paciente crítico depende de la elección, rapi- dez y certeza con que se realiza el procedimiento, lo que crea una necesidad inegable de que el personal de la unidad de cuidados intensivos, tenga muy claras su indicaciones, contraindicaciones, complicaciones, entre otros; pero sobre todo, la destreza para realizarlos. Es de especial relevancia el tener protocolos de carácter universal, aceptados por expertos en la materia que nos permitan tomar medidas más adecuadas en cada caso en particular. Es sabido que, hoy en día la información en todos los ámbitos cambia a velocidades nunca antes imaginables, es mucho más fácil prender una computadora u ordena- dor para teclear escasos dígitos y obtener lo que ayer, antes de la media noche, el experto en la materia perso- nalmente dejó impreso en el texto más reciente de los estudios realizados por su grupo de colaboradores. Hoy mismo, lo que en el otro lado del mundo puede parecer la regla de oro en medicina, será debatido por el panel de expertos recientemente reunido para discernir lo que debe ser o no ser para el enfermo. El poder tener guías clínicas, procedimientos, proto- colos de diagnóstico y tratamiento para poder decidir en cuestión de minutos qué hacer con alguien que pende de nuestras decisiones no es tan fácil como parece, nuestra mente debe de reunir todo lo leído, aprendido, visto y ponerlo rápidamente en práctica para tomar la mejor decisión en el momento crítico para nuestro enfermo grave, es ahí donde esta profesión más que técnica debe de ser considerada todo un arte. El que el enfermo de esta naturaleza logre su cometido gracias a la ejecución de técnicas adecuadas en tiempo y forma, individuali- zando cada una de las decisiones, es pilar fundamental en el haber del éxito de nuestra profesión. El reunir en un texto actualizado y conciso los criterios actuales y técni- cas vanguardistas para el paciente, es una misión titánica y pocas veces bien lograda y valorada, la labor del espe- cialista en pacientes en estado crítico debe estar sustentada en muchas variables, pero principalmente en los criterios actuales que apoyen a este ser tan especial que, dicho sea de paso, es el objetivo fundamental de este texto. Es la intención del autor y sus colaboradores que en cual- quier parte del mundo exista siempre el criterio claro, accesible y práctico con el que se beneficie al paciente crítico. Teniendo el apoyo con protocolos ya validados, ela- borados por expertos en la materia y que son los que uti- lizan en sus unidades, brindándonos la experiencia ya vivida por ellos, así tenemos: Protocolos del choque sép- tico, cardiogénico, SIRA, control glucémico, vía aérea difícil, lesión neurológica aguda, analgesia y sedación, y retiro de la ventilación mecánica; herramientas que ser- virán al intensivista para utilizar protocolos plenamente probados en la clínica. Expreso mi agradecimiento a todos los colaborado- res por su enorme esfuerzo y su destacada labor en cada uno de los capítulos, haciendo notar que el libro reúne lo más selectos y connotados médicos intensivistas de México, del Continente Americano y algunos europeos, lo que le da al libro carácter de universabilidad. Es nuestro mayor anhelo que este libro llene su cometido, que es ayudar al médico y enfermera intensi- vista a tomar decisiones adecuadas para bien de nuestros queridos paciente críticos. Dr. Pedro Gutiérrez Lizardi XVII © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Prólogo En los últimos años hemos sido testigos de un gran desa- rrollo de la práctica médica y el uso cada vez más fre- cuente de los nuevos recursos tecnológicos, en particular en el área de cuidados intensivos. El conocimiento desarrollado, la diversidad y varia- ción en la utilización de los procedimientos de atención al paciente grave han resultado en gran necesidad de una mayor uniformidad en esta práctica. Estas directrices basadas en evidencias llevaron a la creación de protocolos que permiten su calificación de manera más adecuada y sistemática, evaluados a través de indicadores estrictos de calidad. Los medios de comunicación, incluyendo la electró- nica, son fundamentales para la difusión de estas prácti- cas y conceptos que se basan en las guías y directrices elaboradas por las diferentes sociedades médicas. Este libro viene a llenar esta necesidad básica a tra- vés de la elaboración de protocolos y los más comunes procedimientos sobre los distintos aspectos de la asisten- cia a los pacientes graves. Elaborado con esmero y cariño será muy útil para todos los intensivistas que defienden esta área de la aten- ción a pacientes críticos, pero no debemos olvidar que la intuición médica, así como el razonamiento clínico, son perennes y atributos inherentes a los profesionales de la salud. Así, estos protocolos y los procedimientos serán herramientas muy útiles, que en esencia les ayudarán para una mejor atención de estos pacientes. Elias Knobel, MD XIX © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Prólogo Dada la gran profusión de información existente, debe- mos alabar la tenacidad de los autores que encaran una obra como la que nos convoca. La importancia del libro Protocolos y procedimien- tos en el paciente crítico radica en la virtud especial de su editor de presentar la información publicada más reciente e importante, en una forma que la hace accesible para la mayoría de los intensivistas, desde aquellos más experimentados a los de reciente inicia- ción en la especialidad; encontrarán en sus páginas información relevante y de fácil traducción al uso clínico. Están reunidos en la obra prestigiosos autores conna- cionales del autor y renombrados profesores expertos de diferentes países en los temas que desarrollan. No es menor la importancia de un texto pensado en idioma español y, por lo tanto de fácil comprensión de sus obje- tivos básicos y de la orientación de cada capítulo. Protocolos de uso ineludible en la práctica diaria validados por especialistas connotados en cada uno de los temas son uno de los aportes más importantes de la obra. La valoración de equipamiento de diferentes fabri- cantespermite acceder a información de difícil obten- ción y de gran utilidad. La descripción de los procedimientos más importan- tes de la especialidad son capítulos imperdibles y aquellos capítulos de monitoreo, y gestión a cargo de referentes internacionales constituyen un hito distintivo de la obra. Es difícil prologar un libro conducido por una perso- na de gran prestigio médico nacional e internacional y que además es un amigo de años. Sin embargo, la importancia de la obra del Dr. Pedro Gutiérrez Lizardi ha hecho fácil describir con objetividad sus contenidos y virtudes. Ha sido un gusto y un honor especial redactar el pró- logo de una obra que enorgullece a los intensivistas lati- noamericanos. Dr. Fernando Pálizas XXI © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . Dedicatoria A mis padres y hermanos, pero en particular a mi hermano Julio... como un recuerdo imborrable de su transitar por esta vida. A mi esposa Irma Yolanda, A mis hijos Pedro, Héctor, Rene y Eugenio, A mis hijas Clara y Adriana, A mis nietos Pedro Massimo, Maky y Clarissa... por formar parte de una maravillosa familia, por su comprensión y apoyo incondicional. A todas las enfermeras y enfermeros, A los médicos intensivistas por su extraordinaria labor asistencial, al paciente crítico, motor de nuestro accionar diario dentro de las unidades intensivas. XXIII © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Contenido Prefacio...................................................................................................................................................................XV Prólogo.................................................................................................................................................................XVII Prólogo..................................................................................................................................................................XIX Dedicatoria............................................................................................................................................................XXI SECCIÓN I Protocolos universalmente aceptados Capítulo 1. Protocolo para diagnóstico y tratamiento del choque séptico...................................................................3 Enrique Maraví Poma, Clara Laplaza Santos, Jesús Escuchuri Aisa, Amelia Maraví Aznar y Eva Arana Alonso Capítulo 2. Protocolo de manejo de SIRA..................................................................................................................9 Uriel Chavarría Martínez, Juan Francisco Moreno Hoyos Abril Capítulo 3. Protocolo diagnóstico-terapéutico de la lesión cerebral aguda................................................................15 Daniel Agustín Godoy, Walter Videtta y Gustavo Piñero Capítulo 4. Protocolo de vía aérea difícil..................................................................................................................21 Marino Medina Ramírez Capítulo 5. Protocolo de diagnóstico y manejo del choque cardiogénico..................................................................29 Elias Knobel, Murillo Assunção Capítulo 6. Protocolo para el control glucémico.......................................................................................................37 Fernando Pálizas, Fernando Jorge Palizas Capítulo 7. Protocolo de sedación y analgesia...........................................................................................................41 Juan Carlos Díaz Cortés, Edgar Celis Rodríguez Capítulo 8. Protocolo de retiro de la ventilación mecánica.......................................................................................55 José J. Elizalde González SECCIÓN II Normas actuales para un adecuado funcionamiento de las unidades intensivas Capítulo 9. Criterios de ingreso, egreso, reglamento y flujograma de la unidad......................................................61 Alfredo Sierra Unzueta, César Cruz Lozano Capítulo 10. Escalas de evaluación...........................................................................................................................71 Joseph Varon, Blanca A. Vargas Capítulo 11. Políticas de calidad en la unidad intensiva............................................................................................79 Víctor Manuel López Raya Capítulo 12. Normas básicas de seguridad para el paciente crítico......................................................................... . 81 César Cruz Lozano Capítulo 13. Integración de los equipos de respuesta rápida....................................................................................85 Enrique Ramírez Gutiérrez Capítulo 14. Importancia de la Informática..............................................................................................................89 Carlos Alejandro Olais Moguel Capítulo 15. Los diez mandamientos en la UCI.......................................................................................................91 Phillip Dellinger SECCIÓN III Monitoreo en la unidad intensiva PARTE 1 Monitoreo general y esp Capítulo 16. Monitoreo en la UCI..........................................................................................101 María de los Ángeles Reyna Quintanilla Capítulo 17. Técnica de toma de electrocardiograma y su interpretación básica....................................................107 Desirée del Carmen Leduc Galindo, Eugenio Gutiérrez Jiménez y Pedro Gutiérrez Lizardi SECCIÓN IV Procedimientos cardiovasculares PARTE 1 Técnicas de abordaje vascular y su aplicación clínica Capítulo 18. Cateterización venosa central.............................................................................................................115 Elías Knobel, Tatiana Mohovic Capítulo 19. Presión venosa central........................................................................................................................121 Juvenal Franco Granillo, Enrique Monares Zepeda Capítulo 20. Punción, cateterización y presión arterial media (PAM)....................................................................125 Fredy Morales Alava PARTE 2 Monitoreo hemodinámico Capítulo 21. Catéter de de la arteria pulmonar (Swan-Ganz).................................................................129 Ulises W. Cerón Díaz, Turmalina I. Salgado Hernández Capítulo 22. Gasto cardiaco y monitoreo hemodinámico mínimamente invasivo...................................................133 Felipe de Jesús Pérez Rada PARTE 3 Otros procedimientos cardiovasculares Capítulo 23. Importancia del transporte de oxígeno...............................................................................................139 Vanina S. Kanoore Edul, Daniel H. Ceraso Capítulo 24. Ecocardiografía Doppler en el paciente crítico...................................................................................145 Francisco Javier Marín Gutiérrez, Ángel Orta Lozano, XXIV Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Contenido) Gloria E.Gonzalez Orta, Ana Paula Cancino Núñez © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o • XXV Capítulo 25. Arritmias en el paciente crítico..........................................................................................................153 Carlos Martínez Sánchez, Amada Álvarez Sangabriel y Alexandra Arias Mendoza Capítulo 26. Cardioversión y desfibrilación............................................................................................................157 Sergio Arévalo Espinoza Capítulo 27. Utilización de marcapasos temporal en la unidad de cuidados intensivos..........................................161 Francisco Javier Marín Gutiérrez, César Gerardo Martínez Hernández, Julián Enrique Valero Rodriguez,Ana María Arredondo Martínez Capítulo 28. Guía terapéutica del derrame pericárdico..........................................................................................167 Javier Jerónimo García Moreno, Pedro Gutiérrez Lizardi Capítulo 29. Papel actual de la trombólisis en el infarto agudo al miocardio..........................................................171 Ramiro Flores Ramírez Capítulo 30. Balón intraórtico de contrapulsación..................................................................................................175 Octavio González Chon, Sandra García López, Magali Herrera Gomar, Marcela Deffis Court Capítulo 31. Reanimación cardiopulmonar básica..................................................................................................183 María de los Ángeles Reyna Quintanilla Capítulo 32. Reanimación cardiopulmonar avanzada y algoritmos.........................................................................189 María de los Ángeles Reyna Quintanilla Capítulo 33. Cuidados en el posoperatorio de cirugía cardiovascular.....................................................................197 Juan Alberto Quintanilla Gutiérrez SECCIÓN V Procedimientos respiratorios PARTE 1 Manejo de vías aéreas Capítulo 34. Intubación y extubación.....................................................................................................................205 Liliana Silva Eza Capítulo 35. Fijación de cánulas y administración de fármacos endotraqueales......................................................213 Andrés Mendoza Contreras, Elva Medina Villalobos Capítulo 36. Mascarilla laríngea y otros dispositivos supraglóticos..........................................................................217 Eduardo Ahumada Garza Capítulo 37. Técnica de aspiración de secreciones y toma de cultivos....................................................................225 José Carlos García Ramos Capítulo 38. Inhaloterapia......................................................................................................................................229 Uriel Chavarría Martínez, Francisco Moreno y María Tayde Olvera Martínez Capítulo 39. Drenaje postural y fisioterapia respiratoria.........................................................................................233 Uriel Chavarría Martínez, Gisela Rocío Acosta Beltrán Capítulo 40. Traqueostomía clásica y percutánea....................................................................................................237 Nestor Raimondi PARTE 2 Imagenología en Unidad de Cuidados Intensivos Adultos Capítulo 41. Interpretación radiográfica e imagenología del tórax..........................................................................241 Juan Antonio Flores Torres, Gerardo Cárdenas Molina Capítulo 42. Ultrasonografía en la valoración de la volemia central y la respuesta a fluidos...................................249 Moisés Vidal Lostaunau Contenido • XXV PARTE 3 Manejo ventilatorio Capítulo 43. Técnica de toma e interpretación de gasometría arterial y venosa......................................................255 Fredy Morales Alava Capítulo 44. Oxígenoterapia..................................................................................................................................259 María Taydee Olvera Martínez Capítulo 45. Indicaciones de ventilación mecánica.................................................................................................265 Gilberto Felipe Vázquez de Anda, Elizabeth Caballero Flores, Sebastian Larrasa Rico Capítulo 46. Vigilancia ventilatoria no invasiva......................................................................................................269 Guillermo Castorena Arellano, Mariana Calderón Vidal Capítulo 47. Vigilancia de la ventilación mecánica.................................................................................................273 Luis A. Ramos Gómez, Salvador Benito Vales Capítulo 48. Técnicas y modos de ventilación mecánica........................................................................................281 Uriel Chavarría Martínez Capítulo 49.Ventilación mecánica no invasiva........................................................................................................291 Javier A. Ramírez Acosta, Ailyn Cendejas Schotman Capítulo 50. Soporte vital extracorpóreo en adultos...............................................................................................295 Luis Castillo Fuenzalida PARTE 4 Ventiladores Capítulo 51.Ventilador Adult-Star..........................................................................................................................303 Víctor Manuel Santana Enríquez Capítulo 52. Ventilador Servo.................................................................................................................................307 Víctor Manuel Santana Enríquez Capítulo 53. Ventilador Puritan Bennett 7200.......................................................................................................311 Sergio Lozano Rodríguez, Pedro Gutiérrez Lizardi Capítulo 54. Ventilador Púritan Bennett 840.........................................................................................................313 Sergio Lozano Rodríguez, Pedro Gutiérrez Lizardi Capítulo 55. Ventilador Evita XL (Dräger)............................................................................................................317 Eduardo Nieva, Guillermo Dominguez-Cherit Capítulo 56. Ventilación de alta frecuencia oscilatoria............................................................................................323 Gilberto Felipe Vazquez de Anda, Sebastián Larrasa Rico, Paul Rangel Medina PARTE 5 Otros procedimientos Capítulo 57. Fibrobroncoscopia en el paciente grave..............................................................................................327 Carmelo Dueñas Castell, Guillermo Ortíz Ruíz Capítulo 58. Toracocentesis. Manejo de sondas y sistemas para drenaje torácico....................................................335 Rosendo Sánchez Medina Capítulo 59. Trombólisis en tromboembolia pulmonar...........................................................................................345 Aldo Saúl Lozano Alvarado Capítulo 60. Ultrasonido en patología respiratoria: ultrasonido pulmonar..............................................................349 Jorge Cerna Barco XXVI • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Contenido) © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o • XXVII SECCIÓN VI Procedimientos gastrointestinales Capítulo 61. Inserción de sonda nasogástrica y lavado gástrico...............................................................................353 Gloria Duarte Garay, Javier Jerónimo García Moreno, Pedro Gutiérrez Lizardi Capítulo 62. Lavado peritoneal diagnóstico............................................................................................................359 Raúl Chio Magaña, Lidia Angélica Plascencia Zurita Capítulo 63. Paracentesis abdominal.......................................................................................................................363 Bernardo Villa Cornejo Capítulo 64. Procedimientos quirúrgicos endoscópicos en la Unidad Intensiva......................................................367 David Lasky Marcovich Capítulo 65. Presión intraabdominal.......................................................................................................................371 Raúl Chio Magaña SECCIÓN VII Procedimientos neurológicos Capítulo 66. Punción lumbar..................................................................................................................................379 Héctor Ramón Martínez Rodríguez Capítulo 67. Monitoreo de la presión intracraneal con fibra óptica........................................................................383José Antonio Carmona Suazo Capítulo 68. Procedimientos para evaluar muerte cerebral.....................................................................................397 Enrique Maraví Poma, Jesús Escuchuri Aisa, Clara Laplaza Santos, Amelia Maraví Aznar y Eva Arana Alonso Capítulo 69. Procedimientos para el mantenimiento del donador multiorgánico....................................................401 César Eduardo Barragán Salas Capítulo 70. Cuidados en posoperatorios de cirugía neurológica............................................................................407 María de Lourdes Espinosa Pérez, Guillermo Domínguez Cherit SECCIÓN VIII Procedimientos renales Capítulo 71. Interpretación de las pruebas de función renal...................................................................................415 Carlos Gabriel Briones Vega, Manuel Antonio Díaz de León Ponce, José Meneses Calderón, Hervy Loiseau Avin y Jesús Carlos Briones Garduño Capítulo 72. Diálisis peritoneal.............................................................................................................................. 425 César Eduardo Barragán Salas, Jorge M. Flores Dávila Capítulo 73. Diálisis extracorpórea.........................................................................................................................429 Manuel Antonio Díaz de León Ponce, Ma. Del Carmen Puga Arroyo Capítulo 74. Terapia de reemplazo renal continua (TRRC)....................................................................................433 Manuel Poblano Morales, David Hernández López, Carlos Benítez Cotino, Florina Alonso Osorio Capítulo 75. Plasmaféresis terapéutica....................................................................................................................443 David Gómez Almaguer Contenido • XXVII SECCIÓN IX Procedimientos en alteraciones hidroelectrolíticas y nutricionales Capítulo 76. Diagnóstico y tratamiento de trastornos hidroelectrolíticas................................................................447 Asisclo J Villagómez Ortiz, Ricardo Guzmán Gómez, Raquel Méndez Reyes, Ma. Carmen Marín Romero Capítulo 77. Evaluación del estado nutricional del paciente crítico........................................................................455 Luis Ize Lamache Capítulo 78. Nutrición parenteral total..................................................................................................................459 Humberto Arenas Márquez , Diego Arenas Moya Capítulo 79. Nutrición enteral................................................................................................................................463 Victor Manuel Sánchez Nava, Verónica de la Peña Gil SECCIÓN X Procedimientos en pacientes politraumatizados y quemados Capítulo 80. Normas de atención inicial de pacientes traumatizados.....................................................................469 Jorge Alberto Neira Capítulo 81. Control de daños en el paciente politraumatizado.............................................................................483 René Gutiérrez Jiménez, Pedro Gutiérrez Lizardi Capítulo 82. El paciente quemado en estado crítico...............................................................................................489 José Antonio Luviano García SECCIÓN XI Procedimientos en infecciones Capítulo 83. Procedimientos para control de infecciones.......................................................................................495 Félix Héctor Rositas Noriega, Adrián Camacho Ortíz Capítulo 84. Antibióticos de uso común en cuidados intensivos............................................................................503 Adrián Camacho Ortiz, Félix Héctor Rositas Noriega SECCIÓN XII Apéndices Capítulo 85. Fármacos intravenosos en cuidados intensivos....................................................................................509 Eugenio Gutiérrez Jiménez, Pedro Gutiérrez Lizardi Capítulo 86. Rutina de laboratorio, gabinete y su interpretación............................................................................519 Eugenio Gutiérrez Jiménez, Pedro Gutiérrez Lizardi Capítulo 87. Fórmulas para monitoreo y su aplicación clínica................................................................................527 Víctor Manuel Santana Enríquez Capítulo 88. Uso de hemoderivados en el paciente crítico.....................................................................................539 Jorge Luis Montemayor Montoya, Celia Carela Sandoval Villa Índice......................................................................................................................................................................543 XXVIII • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Contenido) 1 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . Sección I Protocolos universalmente aceptados Capítulo 1. Protocolo para diagnóstico y tratamiento del choque séptico....................................................................3 Capítulo 2. Protocolo de manejo de SIRA...................................................................................................................9 Capítulo 3. Protocolo diagnóstico-terapéutico de la lesión cerebral aguda................................................................15 Capítulo 4. Protocolo de vía aérea difícil...................................................................................................................21 Capítulo 5. Protocolo de diagnóstico y manejo del choque cardiogénico..................................................................29 Capítulo 6. Protocolo para el control glucémico........................................................................................................37 Capítulo 7. Protocolo de sedación y analgesia...........................................................................................................41 Capítulo 8. Protocolo de retiro de la ventilación mecánica........................................................................................55 INTRODUCCIÓN La sepsis es una enfermedad prevalente en las unidades de cuidados intensivos (UCI), con una frecuencia de 30 a 60%.1 En 2004, a fin de disminuir la mortalidad en cerca de un 25% durante los siguientes cinco años, surge una iniciativa llamada Surviving Sepsis Campagne (SSC), en la que las principales sociedades científicas interna- cionales establecen las pautas de actuación ante el paciente séptico mediante la elaboración de una guía de práctica clínica. OBJETIVO El objetivo del presente capítulo es establecer un proto- colo para tratar la sepsis, que es una emergencia en las áreas de urgencias y de la UCI. En base a la guía de prácti- ca clínica de la SSC y a los últimos artículos publicados se adopta una serie de recomendaciones ante la sepsis. DIAGNÓSTICO (figura 1-1) Diagnóstico clínico (definiciones)2 • Sepsis: síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS) en respuesta a una infección documentada clí- nica, microbiológicamente o ambas (cuadro 1-1). • Sepsis grave: sepsis más al menos un signo de disfun- ción orgánica, hipotensión o incremento del lactato como reflejo de hipoperfusión. • Choque séptico: sepsis grave más hipotensión (presión arterial media < 60 mm Hg o < 80 mm Hg en pacien- tes hipertensos), tras reanimación con líquidos o nece- sidad de agentes vasoactivos para estabilización hemodinámica. Anamnesis y exploración física adecuadas Son indispensables un interrogatorio y una exploración física dirigida a la búsqueda de la fuente de infección. Estudios complementarios. Analítica básica, lactato como marcador de hipoperfusión. Determinar marcado- res biológicos de sepsis: proteína C reactiva (PCR), pro- calcitonina (PCT) e interleucinas 6 y 8.1,3 Estudios de imagen. Éstos incluyen radiografía, eco- grafía, tomografía axial computarizada; de acuerdo a la orientación clínicadel sitio de infección, valorando el riesgo/beneficio de trasladar al paciente.2 Diagnóstico microbiológico1-3 • Extracción de dos muestras para hemocultivos (al menos una obtenida por punción) • Cultivos de orina, esputo o líquido cefalorraquídeo. • La toma de muestras se debe realizar, si es posible, antes de iniciar la antibioticoterapia, pero nunca debe retrasar el inicio de la misma. 3 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 1 Protocolo para diagnóstico y tratamiento del choque séptico Enrique Maraví Poma, Clara Laplaza Santos, Jesús Escuchuri Aisa, Amelia Maraví Aznar y Eva Arana Alonso Cuadro 1-1. Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica: dos o más de los siguientes - Temperatura > 38º C o < 36º C - Taquicardia (> 90 lpm) - Taquipnea (> 20 rpm o paCO2 < 32 mm Hg) o necesidad de ven- tilación mecánica - Leucocitosis (> 12 000), leucopenia (< 4 000) o más de 10% de formas inmaduras TERAPÉUTICA DE LA SEPSIS Los cuatro pilares básicos en el tratamiento de la sepsis grave y el choque séptico son (figura 1-2): 1) reanima- ción inicial; 2) tratamiento de la infección; 3) tratamiento coadyuvante, y 4) tratamiento de soporte vital. Reanimación inicial1-3 Enérgica e inmediata. Objetivo: mejorar el transporte de oxígeno para corregir y evitar la hipoxia celular y la disfunción orgánica. Durante las primeras 6 h se deben alcanzar los siguientes parámetros hemodiná- micos: a) Presión arterial media (PAM) > 65 a 70 mm Hg. b) Presión venosa central (PVC) 8 a 12 mm Hg (12 a 15 mm Hg). c) Diuresis > 0.5 mL. d) Saturación venosa de O2 > 70%. Las medidas terapéuticas iniciales son las siguientes: • Oxigenación y ventilación. Asegurar un adecuado aporte y menor consumo de oxígeno, con intubación bucotraqueal y conexión a ventilación mecánica, en caso de insuficiencia respiratoria intensa o bajo nivel de conciencia. • Fluidoterapia. Con cristaloides, coloides o ambas. Se 4 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 1) ¿Antecedente de infección? ¿Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS)? Pruebas complementarias Sepsis Sepsis grave Choque séptico Neumonía, meningitis, infección de vías urinarias, dispositivo intravascular • TA > 38ºC / < 36ºC • FC > 90 lpm • FR > 20 rpm • PaCO2 < 32 mm Hg • Leucocitos > 12 000/ < 4 000 • Analítica general • Marcadores de hipoperfusión • Marcadores biológicos de sepsis • Estudios de imagen • Cultivos para diagnóstico microbiológico. Sepsis más disfunción orgánica, hipotensión o hiperlactacidemia Hipotensión inducida por sepsis que persiste a pesar de reanimación con líquidos Figura 1-1. Flujograma del diagnóstico de sepsis. administran 1 000 mL de cristaloides o 300 a –500 mL de coloides en 30 min (20 mL/kg/h de cristaloi- des), con posterior valoración de su efecto. Debido al estado de venodilatación y fuga capilar, muchos pacientes requieren fluidoterapia intensa durante las primeras 24 h de evolución (hasta 6 a 10 L de crista- loides o 2 a 4 L de coloides). En cuanto al tipo de solución no se dispone de evidencia sobre la superio- ridad de una sobre la otra. Si después de la reanima- ción inicial se observa mejoría de los parámetros de hipoperfusión, el médico permanece alerta y realiza reevaluación seriada del paciente. En caso de no pre- sentar respuesta se continúa con el protocolo. • Canalización de vía venosa central y medición de la presión venosa (PVC). Administrar líquidos hasta conseguir una PVC de 8 a 12 mm Hg o 12 a 15 mm Hg sin ventilación mecánica, hipertensión pulmonar o hipertensión intraabdominal. • Agentes vasopresores. Utilizar cuando la expansión volémica no restaura la hemodinámica, o si aparece© E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Protocolo para diagnóstico y tratamiento del choque séptico • 5 Sepsis severa Fluidoterapia •TAS < 90 mm Hg •TAM < 65 mm Hg •Lactato > 3 mm ol/L Cristaloides 1 000 mL Coloides 300 – 500 mL En 30 min •TAS > 90 mm Hg •TAM > 65 mm Hg •Lactato < 3 mm ol/L Sí No PVC > 8 Vía venosa central Fluidos Vasopresores Noradrenalina / Dopamina TAS > 90 mm Hg Si • Dobutamina • Hematócrito > 30% PVC < 8 >70% <70% NoReevaluación • Esteroides • Proteína C activada Sat venosa O •Oxígenoterapia •Antibióticoterapia 1 hora 6 horas 24 horas • Optimización hemodinámica • Control del foco 2 Figura 1-2. Terapéutica de la sepsis grave y el choque séptico. hipotensión arterial grave durante la reanimación ini- cial. La noradrenalina o la dopamina son los medica- mentos de elección. La adrenalina o vasopresina son fármacos de segunda línea, y se administran en caso de respuesta subóptima. • Dobutamina, transfusión de sangre o ambos. Una vez alcanzada una PVC adecuada y una presión arterial sistólica (PAS) > 90 mm Hg, y el paciente presenta hipoperfusión, gasto cardiaco disminuido y una satu- ración venosa de O2 < 70%, se proporciona dobutamina y/o se transfunde sangre para mantener un hematócri- to > 30%. • Cuando hay una adecuada volemia, hemodinámica y perfusión, se mantiene el tratamiento iniciado y se hace reevaluación periódica. • En caso de choque refractario, se considera iniciar tera- péutica con esteroides. Tratamiento de la infección2,3 Antibioticoterapia. Inicio temprano una vez obtenido el diagnóstico, de ser posible en la primera hora; adminis- trar después de haber tomado las muestras microbiológi- cas. Tratamiento inicial de amplio espectro hasta obtener los resultados de los cultivos (una vez recibido el antibio- grama, reducir el espectro antibiótico y administrar monoterapia siempre que sea posible); la elección del fármaco depende de la presentación clínica, localización de la infección y factores propios del paciente (antece- dentes personales, tratamientos previos o factores de riesgo de gérmenes multirresistentes). Tanto la monote- rapia con carbapenems o cefalosporinas de tercera o cuarta generación como la terapéutica combinada de betalactámicos con aminoglucósidos han mostrado igual eficacia. Los glucopéptidos se deben usar en pacientes con infección relacionada con el catéter, o en centros donde predomina S. aureus resistente a meticilina. No se deben utilizar antimicóticos (antifúngicos) de forma empírica, salvo en presencia de factores de riesgo (anti- bioticoterapia previa, catéter central de larga duración o nutrición parenteral). Duración del tratamiento de 7 a 10 días, prolongando éste si la respuesta clínica es lenta, no hay drenaje o en caso de inmunodeficiencias. Control del foco infeccioso. En el tratamiento inicial del paciente séptico (las primeras 6 h) descartar la pre- sencia de un foco infeccioso susceptible de tratamiento quirúrgico. Tratamiento coadyuvante/inmunomodulador2,4,5 Esteroides. Su uso se sustenta en la teoría de que duran- te la sepsis se produce una respuesta inflamatoria des- proporcionada y una insuficiencia suprarrenal relativa; además actúa incrementando la sensibilidad del múscu- lo liso vascular a los vasopresores. La Surviving Sepsis Campgne recomienda el uso de hidrocortisona en pacien- tes con choque séptico refractario junto con volumen y apoyo vasopresor. No es necesario realizar pruebas de estimulación con ACTH antes de iniciar la terapéutica. La dosis es de 200 a 300 mg/día de hidrocortisona durante cinco días con descenso progresivo posterior- mente (fludrocortisona a razón de 50 μg es la alternati- va).4, 5 Proteína C activada. Es una proteína endógena que actúa como modulador de la respuesta inflamatoria y de la coagulación en caso de sepsis. Tiene efecto antiinfla- matorio, anticoagulante, profibrinolítico y antiapoptoico. En la actualida, se usa en pacientes sépticos con disfun- ción multiorgánica y alto riesgo de muerte, con un APA- CHE > 25, en ausencia de contraindicaciones (hemorragia, neurocirugía previa, traumatismo craneoencefálico grave, enfermedad intracraneal, presenciade catéter epi- dural, hepatopatía grave, cirugía en las 12 h previas o pla- quetopenia intensa). No se debe utilizar en niños, pacientes sépticos con bajo riesgo de muerte, disfunción orgánica aislada y presencia de contraindicaciones.1,2,5 Tratamiento de soporte1,2 Ventilación mecánica. En caso de lesión pulmonar aguda o síndrome de dificultad respiratoria aguda secundarios a la sepsis, empleando protocolos de ventilación de protec- ción pulmonar. Control estricto de la glucemia. Mediante insulina intravenosa para mantener niveles de glucosa < 150 mg/dL. (En la actualidad, se realiza control con cifras de 150 a 200 mg/dL, dada la importancia de las hipogluce- mias en el pronóstico). Tratamiento de reemplazo de la función renal: Las técnicas continuas son equivalentes a las intermitentes en cuanto a eficacia, pero son las de elección por mejor tolerancia hemodinámica. Transfusión de hemoderivados: • Concentrados de hematíes en resucitación inicial, para mantener hematócrito > 30%, y en el paciente estabi- lizado si hemoglobina < 7 kg/dL (salvo en presencia de cardiopatía isquémica o hemorragia activa). • Transfusión de plaquetas, sí < 5 000/mm, o de 5 000 a 30 000 si hay riesgo significativo de sangrado, o si < de 50 000 ante procedimiento quirúrgico o invasivo. • Profilaxis de trombosis venosa profunda y de úlcera gastroduodenal por estrés. PUNTOS CLAVE 1. La sepsis es una alteración que conlleva altas morbili- dad (30 a 60%) y mortalidad (25%). 2. Establecer un protocolo para el diagnóstico y trata- miento rápido, porque su retraso se traduce en un incremento de la mortalidad. 6 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 1) 3. Los puntos esenciales de la terapéutica son: estabilización hemodinámica más tratamiento antimicrobiano tempra- no y de amplio espectro más control del foco infeccioso. 4. Puntos por resolver: búsqueda del marcador biológico ideal, confirmar el efecto beneficioso del tratamiento con esteroides y con proteína C activada. © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Protocolo para diagnóstico y tratamiento del choque séptico • 7 REFERENCIAS 1. Morrell MR, Micek ST, Kollef MH: The management of severe sepsis and septic shock. Infect Dis Clin N Am 2009;23:485–501. 2. Dellinger RP, Levy MM, Carlet JM et al.: Surviving sepsis campaign: international guidelines for management of severe sepsis and septic shock: 2008. Crit Care Med 2008;36(1):296–327. 3. Rivers EP, Cova V, Visbal A et al.: Management of sepsis: early resuscitation. Clin Chest Med 2008;29:689–704. 4. Minneci PC, Deans KJ, Eichacker PQ et al.: The effects of steroids during sepsis depend on dose and severity of ill- ness: an updated meta-analysis. Clin Microbiol Infect 2009;15:308–318. 5. Colin G, Annane D: Corticosteroids and human recombi- nant activated protein C for septic shock. Clin Chest Med 2008;29:705–712. INTRODUCCIÓN En 1967,1 Petty describió el síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (SIRA). De acuerdo a la conferencia de consenso americana-europea, el SIRA se define como la presencia de infiltrados alveolares bilaterales de inicio agudo, relación pO2/FiO2 menor de 200 (entre 200 y 300 para daño pulmonar agudo), y ausencia de datos clí- nicos y hemodinámicos de hipertensión auricular izquierda.2 A pesar de grandes avances en la descripción y atención de los pacientes que presentan este síndrome, la mortalidad aún es alta. Para entender los principios de tratamiento actuales, es necesario puntualizar el daño que puede producir la ventilación mecánica en pulmo- nes con distensibilidad pulmonar disminuida como la de los pacientes en SIRA. DAÑO INDUCIDO POR VENTILACIÓN MECÁNICA En el decenio de 1980-89 se reconocía que el ventilador podía causar daño a los pulmones cuando se generaba pre- siones inspiratorias excesivas que producían ruptura alveo- lar y fuga aérea hacia el espacio pleural, mediastino, peri- toneo o tejido subcutáneo. Dicho daño es conocido como barotrauma, y se sabe que es más frecuente con presiones inspiratorias superiores a 45 cmH2O.3 Después se informó de un daño más sutil que aparecía con presiones no tan excesivas como aquellas > 30 cmH2O, llamado “daño inducido por ventilación mecánica”. Es una tríada de efec- tos biofísicos y bioquímicos, siendo el primero el llamado “volutrauma”,4 que es el producto de sobredistensión alve- olar causando estrés de “estiramiento” en las membranas alvéolo-capilares, y que origina mayor daño agregado al SIRA con la creación de “fracturas” en la membrana alvé- olo-capilar hasta la formación de quistes. El colapso y rea- bertura repetitivos tidales en los alvéolos producen tam- bién daño, dicho fenómeno se denomina atelectrauma (figura 2-1).5 Algunos autores han sugerido que el daño inducido por la ventilación mecánica (VM) es causa de daño a otros órganos al mediar una gran liberación de cito- cinas a nivel pulmonar que se liberan y originan alteración a otros órganos e insuficiencia orgánica multisistémica. A este trastorno causado por el ventilador se le llama “bio- trauma”.6 La mayor parte de los estudios multicéntricos respecto de la asistencia ventilatoria en caso de SIRA se han basado en la denominada “terapéutica protectora pul- monar”; ésta tiene como objetivo el evitar al máximo la presencia del daño inducido por la ventilación mecánica. USO DE VENTILACIÓN NO INVASIVA La ventilación no invasiva (VNI) es útil en casos de EPOC aguda, retiro de ventilación mecánica y ventila- ción en el paciente inmunodeficiente.7-9 Su utilidad en la insuficiencia respiratoria hipoxémica es menos clara,10 pero en el SIRA es definitivamente controvertido. Otra característica de los ventiladores no invasivos es que por lo general no proporcionan una FiO2 exacta (a excep- ción del Vision de Respironics©), y la oxigenación se basa en un flujo de O2 continuo que se dosifica en base a la saturación de O2 observada. Como la generación del aire inspirado es a través de una turbina que obtiene aire ambiente, las concentraciones de oxígeno no pueden ser altas a pesar de utilizar flujos altos en la fuente de oxíge- no. Dichos equipos tienen la posibilidad de manejar FiO2 exactas, de entre 21 y 100%. Por tal motivo, se sugiere que sólo se utilicen ventiladores como éstos cuando se decida utilizar VNI en el SIRA. Respecto a la interfase, es conveniente utilizar interfases lo más cerradas posibles como mascarilla buconasal o el “casco”, y evitar interfa- ses más abiertas como mascarilla nasal para evitar al máximo la fuga aérea. 9 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 2 Protocolo de manejo de SIRA Uriel Chavarría Martínez, Juan Francisco Moreno Hoyos Abril VENTILACIÓN CONVENCIONAL A partir de estudios en animales, en los que se demostró el daño inducido por ventilación mecánica, se realizaron investigaciones clínicas para probar la hipótesis de que evitar el daño que el ventilador causa al pulmón en SIRA, podía disminuir la mortalidad. La primera hipóte- sis probada fue el disminuir la posibilidad de volutrauma al limitar la presión meseta a 35 cmH2O. Lo anterior se logró al reducir el volumen corriente en un rango de 6 mls/kg hasta 4.5 mls/kg. Se publicaron varios estudios en el decenio de 1990-99 con resultados discordantes.11-16 En el 2001, se publicó el estudio ARDS network con mayor número de pacientes, que demostró beneficio en la mortalidad de un 10% cuando se limitan los volumenes tidales a 6 mL/kg con el propósito de mantener la presión de la meseta inspiratoria (referente de presión alveolar) menor a 30 cm H2O.17 Utilizando el protocolo menciona- do, la mortalidad se reduce 30%, cifra que es el referente actual de la mortalidad por SIRA (figura 2-2). La segunda hipótesis a probar fue la protección pul- monar al evitar el atelectrauma, utilizando mayores nive- les de PEEP que los tradicionales. El estudio llamado ALVEOLI,18 realizado también por elARDS network, probó la hipótesis de que una estrategia con un nivel de PEEP más alto o agresivo podía disminuir la mortalidad al compararse con una estrategia con PEEP más baja, aunado en los dos grupos a la estrategia ya probada de limitación de la presión de la vía aérea. El resultado fue negativo. En el 2008, se publicaron dos estudios multi- céntricos más llamados ExPRESS y LOVS19,20 que tam- poco pudieron demostrar una diferencia en la mortalidad. En la figura 2-3 se sugiere el tratamiento de los pacientes con SIRA con base en estos principios de pro- tección pulmonar. En éste se indica que inmediatamente después de intubar al paciente, se pueden intentar de manera opcional maniobras de reclutamiento alveolar. Lo anterior consiste en aplicar presiones sostenidas de presión continua (CPAP) con el paciente en apnea de 40 cmH2O durante 45 seg.21 En vista de que no hay pruebas acerca del beneficio constante o impacto en la mortalidad de dichas maniobras, su uso se considera opcional. Se recomienda el uso de PEEP y FiO2 de acuerdo a la tabla sugerida en el estudio ARDS network. Se sugiere una estrategia protectora con volúmenes corrientes bajos que limiten la presión de la meseta a 10 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 2) Normal Volutrauma Atelectrauma E E E I I Figura 2-1. Daño inducido por ventilador. Figura 2-2. Evidencia en SIRA. Ventilación mecánica en SIRA Daño inducido por el ventilador Protección pulmonar Bajo volumen tidal Reclutamiento Nivel de PEEP Maniobras dereclutamiento © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Protocolo de manejo de SIRA • 11 Paciente con infiltrados bilaterales y relación pO2/FiO2 menor de 200 Iniciar VM en modo de volumen o presión suficientes para presión meseta menor de 30 cmH2O, volumen menor de 6 mL/kg o ambos Iniciar con FiO2 de 100% y PEEP de 15 cmH2O (De manera opcional, se pueden considerar maniobras de reclutamiento alveolar) Tratar de bajar FiO2 hasta el 60% en 2 h Iniciar con FiO de 100% y PEEP de 15 cmH O Tratar de bajar FiO hasta el 60% en 2 h Seleccionar PEEP en base a la siguiente tabla y continuar manejo FiO < 60% 20-1816141414121010108855 PEEP 10090909080707070605050404030% FiO FiO > 60% Considerar: Hipercapnia permisiva Decúbito prono Ventilación alta frecuencia oscilatoria Disminuir PEEP en base a la siguiente tabla manteniendo SatO2 > 90%.* Continuar manejo. * De forma alternativa se puede mantener el PEEP en 15 hasta FiO2 40% FiO2 < 60% FiO2 30% 40 40 50 50 60 70 70 70 80 90 90 90 100 PEEP 5 5 8 8 10 10 10 12 14 14 14 16 18 20-24 FiO2 > 60% Considerar: relajación muscular, APRV/Bilevel, ECMO, Decúbito prono, óxido nítrico inhalado, ventilación alta frecuencia oscilatoria Incrementar PEEP en base a la siguiente tabla manteniendo SatO2 > 90%. Continuar manejo 2 2 2 2 2 Figura 2-3. Algoritmo de manejo ventilatorio en SIRA. 30 cmH2O. Se puede utilizar ventilación ciclada por volumen o limitada por presión. Los volúmenes tidales que suelen generar baja presión de la meseta, son de alre- dedor de 6 mls/kg de peso corporal ideal. Lo anterior debido a la distensibilidad pulmonar baja propia del SIRA. Si el paciente desarrolla hipercapnia a causa del al bajo volumen/minuto alveolar, se introduce el concepto de hipercapnia permisiva, en el cual se permite la hiper- capnia dentro de un margen de seguridad de pH provo- cado por la compensación paulatina renal.22 Es contro- vertido el uso de bicarbonato para mantener el pH mayor a 7.15, pero se puede utilizar.23 En el caso de ausencia de mejoría e imposibilidad para bajar la FiO2, se sugiere considerar maniobras de “rescate” no conven- cionales como la relajación muscular continua, el decú- bito prono, el uso de ventilación con liberación de pre- sión de las vías aéreas (APRV o BiLevel), ventilación del alta frecuencia oscilatoria, uso de óxido nítrico inhalado y oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO). Dichas maniobras han adquirido renovado interés debi- do a la pandemia de la influenza H1N1, y a continuación se describen de manera breve cada una de ellas.24,25 Maniobras de rescate Bloqueo neuromuscular. Las recomendaciones actuales de la campaña “Sobreviviendo a la sepsis” sugieren que el uso de bloqueo neuromuscular se evite a toda costa en la asistencia ventilatoria del paciente con SIRA, a menos que sea indispensable para oxigenar.26 En pacientes con SIRA relacionado a H1N1 es frecuente su uso. Cuando se utiliza ventilación de alta frecuencia oscilatoria es indispensable la relajación muscular. Cabe mencionar que se debe utilizar con sedación profunda en conjunto. Decúbito prono. Colocar a los pacientes en prono ha demostrado una mejoría constante en la oxigenación, al cambiar las fuerzas gravitacionales sobre la disposición espa- cial de los colapsos alveolares en SIRA. Se ha demostrado un efecto de reclutamiento y un efecto protector pulmonar.27 Sin embargo, los estudios multicéntricos no han demostrado mejoría en la mortalidad con su uso sistemático, de tal modo que el decúbito prono está reservado para situaciones de res- cate.28,29 Se utiliza en periodos de 12 a 24 h, alternando con decúbito supino, o incluso durante varios días en caso de desoxigenación el regresar a decúbito supino. 30 Ventilación de alta frecuencia oscilatoria (VAFO). Hay un auge renovado por el uso de VAFO en adultos. El beneficio de esta modalidad fue variable en el pasado. Varios estudios multicéntricos se llevan a cabo para demostrar su utilidad en SIRA. Se basa en usar frecuen- cias respiratorias extremadamente altas medidas en hertz, produciendo una oscilación en la vía aérea y en el tórax. Es un método protector pulmonar que permite el uso de presiones medias mayores que en convencional, sin causar tanto daño al evitar las excursiones de volúme- nes tidales de presión alta. De este modo, se permite mayor reclutamiento que en la ventilación convencional con menor daño. En la figura 2-4 se presenta un proto- colo para el tratamiento. El único ventilador actual para VAFO en adultos es el Sensormedics 3100B©. La oxige- nación se controla con la presión media (sustitutiva del PEEP) y con la FiO2. El valor inicial de presión media sugerido es 5 cmH2O mayor a la presión media en ven- tilación convencional. Los valores habituales son 25 a 35 cmH2O de presión media. La ventilación (pCO2) se logra con la amplitud de las oscilaciones y con la frecuen- cia respiratoria. Los valores utilizados de amplitud varí- an de 60 a 90 cmH2O. La frecuencia se mide en hertz (1 hertz = 60 resp/min). Los valores iniciales son 5 a 6 hertz, que significan 300 a 360 resp/min. Contrario a la ventilación convencional, la ventilación incrementa al disminuir la frecuencia, la cual se puede disminuir hasta 4.5 en presencia de hipercapnia. Si se mantiene hiper- capnia a pesar de optimización de la amplitud y frecuen- cia, se puede desinflar el globo del tubo endotraqueal. Los pacientes deben tener bloqueo neuromuscular y deben ser monitoreados de manera estrecha mediante radiografías de tórax y evaluación visual de la excursión torácica, ya que no existe monitoreo de volumen o presión como en la ventilación convencional. Además, dichos ven- tiladores no cuentan con filtro espiratorio, de tal modo que en la influenza H1N1 es recomendable adaptar un fil- tro en el puerto exhalatorio HEPA para protección.31 Bilevel/APRV. La ventilación con liberación de la pre- sión de las vías aéreas (airway pressure release ventilation, APRV) es un modo ventilatorio en el que se generan dos niveles de presión: uno superior (IPAP o PEEP alto) y otro inferior (EPAP o PEEP bajo), que tienen la capacidad de permitir respiraciones espontáneas. El concepto se deriva de la ventilación de relación inversa en la que se prolonga el tiempo inspiratorio más allá del 50% con el propósito de producir reclutamiento inspiratorio y espiratorio, al dis- minuir el vaciamiento pulmonary provocar auto-PEEP. La ventaja de la APRV contra VRI es que el paciente no necesita relajación muscular, ya que puede respirar de modo espontáneo aún en la fase inspiratoria prolongada (IPAP/PEEP alto). La utilidad clínica propuesta es el pro- ducir reclutamiento alveolar con el concepto agregado de terapéutica protectora pulmonar en SIRA.32 ECMO. La oxigenación con membrana extracorpórea ha adquirido relevancia en la influenza H1N1 debido al informe del grupo australiano acerca de su utilización como medida de rescate.24 Consiste en la utilización de una membrana extracorpórea externa que puede ser veno- venosa (no provee soporte hemodinámico) o venoarterial (provee soporte hemodinámico). Durante la permanencia en ECMO, que puede ser utilizada varios días como resca- te hasta la mejoría del pulmón, se puede recurrir a la lla- mada ventilación apneica, con frecuencias respiratorias muy bajas o ausentes y el uso de CPAP. De este modo, el pulmón se sustrae del daño del ventilador y conseguir el reposo de los tejidos. Su utilización está limitada a centros 12 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 2) de referencia que cuentan con equipos para esta modalidad. La evidencia inicial de su uso en adultos data de los dece- nios de 1970-79 y 1990-99 con resultados inciertos.33,34 Actualmente, el estudio CESAR evalúa el beneficio de esta modalidad en un gran estudio multicéntrico.35,36 Óxido nítrico inhalado. El efecto vasodilatador pul- monar del óxido nítrico inhalado se ha propuesto como un coadyuvante en SIRA, al mejorar la vasoconstricción hipóxica pulmonar y la relación V/Q pulmonar, favore- ciendo una mejoría en la oxigenación. Los estudios mul- ticéntricos realizados a la fecha no han demostrado que este tratamiento mejore la sobrevida en SIRA.37,38 Cuando se utiliza, se sabe que las dosis más bajas pro- ducen el mejor efecto vasodilatador con menos efectos secundarios (5 a 10 ppm). Un grupo canadiense utilizó óxido nítrico inhalado en el 13.7% de sus pacientes con SIRA más influenza H1N1.39 PUNTOS CLAVE 1. Es una entidad relativamente frecuente y con alta mortalidad en el paciente crítico. 2. Su etiología es multifactorial, pero el daño inducido por la ventilación mecánica ocupa un lugar muy importante. 3. El enfoque de manejo más actual se basa en la denominada “terapéutica protectora pulmonar”; que tiene como objetivo el evitar al máximo la presencia del daño inducido por la ventilación mecánica. 4. Se debe de manejar el SIRA en forma sistematizada por lo que se sugiere un algoritmo terapéutico que permita hacer las adecuaciones pertinentes de acuer- do a evolución clínica. © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Protocolo de manejo de SIRA • 13 1. Sedación y relajación 2. Iniciar con presión media 5 cmH2O mayor a convencional (p. ej., 30 cmH2O) 3. Amplitud 60 cmH2O 4. Frecuencia 5 Htz 5. Rel I:E 1:2 6. FiO2 100% Objetivo: Mantener SatO2 > 90%, pH > 7.20 sin importar el valor de pCO2 Maniobra de reclutamiento opcional: 1. Apagar el oscilador 2. Subir la presión media a 40 cmH2O durante 40 seg 3. Encender el oscilador y regresar la presión media al valor previo ¿No se logra el objetivo de SatO2? ¿No se logra el objetivo de pH/pCO2? 1. Incrementar presión media hasta un máximo de 37cmH2O 2. Incrementar rel I:E 3. Mantener FiO2 al 100% 1. Incrementar amplitud hasta 90 cm H2O 2. Bajar frecuencia hasta 4.5 Htz 3. Desinflar el globo del TE Se logran objetivos de SatO2 y pH/pCO2 1. Bajar FiO2 hasta 40% 2. Después bajar presión media, al llegar a 25, retorno a convencional Se logran objetivos de SatO2 y pH/pCO2 hasta 1:1 Figura 2-4. Algoritmo sugerido para uso de ventilación de alta frecuencia oscilatoria (VAFO) en SIRA grave. REFERENCIAS 1. Ashbaugh DG, Bigelow DB, Petty TL et al.: Acute respira- tory distress in adults. Lancet 1967;2(7511):319-323. 2. Bernard GR, Artigas A, Brigham KL et al.: The American- European Consensus Conference on ARDS. Definitions, mechanisms, relevant outcomes, and clinical trial coordina- tion.Am J Respir Crit Care Med 1994;149(3 Pt 1):818-824. 3. 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Taylor RW, Zimmerman JL, Dellinger RP et al.: Low-dose inhaled nitric oxide in patients with acute lung injury: a ran- domized controlled trial. JAMA 2004;291(13):1603-1609. 39. Kumar A, Zarychanski R, Pinto R et al.: Critically ill patients with 2009 influenza A(H1N1) infection in Canada. JAMA 2009;302(17):1872-1879. 14 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 2) INTRODUCCIÓN El cerebro agudo es una emergencia verdadera. Cualquiera que sea su causa (traumatismo, isquemia, hemorragia y otras más) constituye un verdadero desafío para todos aquellos que intervienen en la atención inicial. El tiempo es crucial, por lo que el abordaje diagnóstico debe ir de la mano de un tratamiento temprano que cumpla con dos características principales: integral o general (todo el orga- nismo) y sistematización, dado que juega un papel deter- minante en el pronóstico de paciente. Los estadounidenses han acuñado la frase tiempo es cerebro (time is brain) para resaltar el efecto deletéreo sobre el cerebro que tiene la pérdida de tiempo innecesario o injustificado para acceder a la terapéutica apropiada. Es en esta situación donde cobra gran relevancia la calidad de la atención inicial. La alteración del sistema nervioso central (SNC) es progresiva e inicia en el momento del traumatismo o enfermedad cerebrovascular (ictus) y se prolonga mucho más allá del momento inicial. Se reconocen dos compo- nentes de la lesión denominados en forma genérica como lesión primaria y lesión secundaria. OBJETIVOS • Brindar al lector las bases fisiopatológicas para com- prender el daño cerebral agudo. • Definir la lesión (primaria o secundaria). • Crear un protocolo para el diagnóstico y tratamiento iniciales comunes a todos los escenarios posibles de lesión cerebral aguda. FISIOPATOLOGÍA Como se mencionó antes, las lesiones cerebrales agudas, independientemente de su origen, se caracterizan por ser dinámicas, evolutivas y coincidentes en el tiempo. Tras retroalimentarse forman un continuum, de modo tal que, a manera de esquema, se identifican dos tipos básicos de alteraciones: daño primario y daño secundario.1-3 Daño primario1-3 Ocurre inmediatamente después del impacto. A nivel celular puede continuar su desarrollo durante las prime- ras horas de la lesión. Las consecuencias de este fenóme- no son lesiones funcionales o estructurales, reversibles e irreversibles, focales o difusas. Desde el punto de vista microscópico, el daño prima- rio se caracteriza por lesión celular, laceraciones, desgarro y retracción de los axones, rotura y torsión vascular. La lesión axonal difusa (LAD) constituye el exponente bási- co del daño cerebral difuso, pudiendo incluirse aquí el daño cerebral hipóxico o isquémico. La LAD traumática se produce por rotación de la sustancia gris sobre la sus- tancia blanca, por efecto de fuerzas que actúan sobre los axones en sentido lineal o angular, produciendo su altera- ción física (axotomía primaria) o funcional (axotomía secundaria). En cuanto al aspecto macroscópico, se caracteriza por la presencia de lesiones múltiples y pequeñas en áreas encefálicas específicas, como los centros semiovales de la sustancia blanca subcortical de ambos hemisferios cere- brales, el cuerpo calloso, cuadrantes dorsolaterales del mesencéfalo, en los pedúnculos cerebelosos e incluso en el bulbo. El daño cerebral isquémico que suele acompañar o sobreponerse a la LAD, puede ser consecuencia de hipoxia cerebral, aumento de las necesidades cerebrales de oxíge- no (fiebre, convulsiones), alteración en la regulación del flujo sanguíneo cerebral (vasoplejía), obstrucciones de la microcirculación o lesión por excitotoxicidad. Sea cual fuere la causa, enseguida de la lesión se ini- cia un círculo vicioso de fenómenos neurotóxicos que se 15 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 3 Protocolo diagnóstico-terapéutico de la lesión cerebral aguda Daniel Agustín Godoy, Walter Videtta y Gustavo Piñero “ En las enfermedades muy agudas, y a causa de su gravedad, las medidas más activas son siempre las mejores’’ Aforismo hipocrático retroalimentan y refuerzan entre sí, y cuyo destino final es la isquemia y muerte celular (figura 3-1). La cascada tóxica tiene diferentes componentes, como: liberación de radicales libres de oxígeno, peroxida- ción lipídica, trombosis de la microcirculación, inflama- ción, apoptosis y la formación de edema que puede ser vasogénico y citotóxico. El edema vasogénico se debe a alteración de la barrera hematoencefálica (BHE) con aumento de su permeabilidad y la consiguiente acumu- lación de líquidos en el parénquima encefálico. Por su parte, el edema citotóxico se desencadena como conse- cuencia de degradación de estructuras celulares que mantienen los gradientes iónicos, con lo cual se incre- menta de manera notable la osmolaridad intracelular. El cerebro se encuentra rodeado por estructuras rígi- das, no distensibles: la duramadre y la calota craneal. La presión intracraneal (PIC) es la resultante de la suma de presiones de los distintos componentes (parénquima cerebral, LCR y volumen sanguíneo cerebral), de acuer- do a los postulados de Monro y Kellie. Por lo general, el contenidocraneal se halla interre- lacionado y balanceado, existiendo mecanismos de com- pensación que tratan de impedir aumento de la PIC; sin embargo, una vez agotados dichos mecanismos, tiene lugar la hipertensión endocraneal (HTE), vía final co- mún de casi todo el espectro patológico neurocrítico. Entre las causas de HTE se encuentran: • Nueva masa que ocupa espacio: hematoma, tumor, absceso. • Aumento del volumen del tejido cerebral: edema vaso- génico o citotóxico. • Acumulación de LCR: hidrocefalia obstructiva comu- nicante. • Incremento del volumen vascular: congestión vascular (vasodilatación), obstrucción del drenaje venoso. La HTE ejerce un efecto devastador, generado por isquemia cerebral, ya sea por disminución de la presión de perfusión cerebral (PPC) o por desplazamientos de estructuras cerebrales, los cuales pueden originar hernia- ciones o grandes infartos por compresión vascular. Los más comunes y de mayor significancia clínica son las her- niaciones del uncus del temporal y las infratentoriales, que comprimen el tallo encefálico y originan el síndrome de dilatación pupilar unilateral o bilateral (compresión del III par craneal), posturas motoras anómalas, bradicar- 16 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 3) Productos de degradación oxihemoglobina, trombina Injuria cerebral aguda Daño primario vascular y celular Apoptosis Vasoespasmo Aumento permeabilidad Barrera Hematoencefálica Bloqueo LCR Microglia, astrocitos Citocinas, RLO Efecto masa Hidrocefalia Inflamación Alter ARC Vasoparálisis VSCCompliance PIC PPC HerniasDesplazamientos FSC Isquemia Trombosis Microcirculación Edema Ctx Edema vasogénico Muerte celular Figura 3-1. Cascada de eventos que se desencadenan inmediatamente después de la lesión cerebral. LCR: líquido cefalorraquídeo; RLO: radi- cales libres de oxígeno; ARC: autorregulación cerebral; VSC: volumen sanguíneo cerebral; FSC: flujo sanguíneo cerebral; PPC: presión de per- fusión cerebral; PIC: presión intracraneal. dia, hipertensión arterial y cuadros ventilatorios irregula- res seguidos de apnea. Daño secundario1-3 Éste se debe a aquellas noxas (causas) capaces de agravar y perpetuar la lesión primaria, las cuales pueden ser de origen sistémico o intracraneal (cuadro 3-1). Aparecen en cualquier momento evolutivo, y como la lesión pri- maria no tiene tratamiento específico, son de gran importancia la prevención, detección y terapéutica de las mismas. Entre las causas sistémicas, las de mayor peso pro- nóstico y más documentadas son la hipotensión arterial y la hipoxemia.2,3 La presencia de ambas en las etapas iniciales incrementa de modo notable la posibilidad de resultados desfavorables, de ahí que su tratamiento resul- ta perentorio. Sin duda alguna, la HTE es la lesión secundaria intracraneal más frecuente y la que más incide de mane- ra negativa sobre el pronóstico del daño cerebral agudo.1,4,5 Como se ha mencionado, puede desencade- narse como consecuencia del desarrollo de edema o la formación de hematomas intraaxiales o extraxiales, ejer- ciendo su efecto nocivo al producir isquemia cerebral o desviaciones del parénquima cerebral que conllevan daño a estructuras vitales. Las alteraciones sistémicas secundarias desencade- nan y empeoran la HTE; por lo tanto, resulta indispensa- ble y clave su control durante el inicio de toda neuroin- juria. ALGORITMO DE MANEJO A la luz de los conocimientos fisiopatológicos, el trata- miento inicial debe centrarse en el logro de los siguien- tes lineamientos (figura 3-2): • Limitar de inmediato la lesión primaria. • Prevenir daño secundario. • Tratamiento específico de la lesión, según su causa. Por la magnitud y complejidad de una lesión cerebral aguda, en los pacientes afectados es de suma importan- cia la atención multidisciplinaria. Si bien en este capítulo se describen de manera exclusiva las opciones terapéuti- cas no quirúrgicas, nunca debe olvidarse que el neuroci- rujano es uno de los pilares, sino es que el más importante, a la hora de la toma de decisiones. Como toda emergencia, el cuidado inicial de estos pacientes se rige por el ABC, esto es, control de la vía aérea y el logro de ventilación, oxigenación y estado hemodinámico adecuado; luego se efectúa un estudio neurológico abreviado mediante la escala de Glasgow (GCS); también se revisa la forma, tamaño y reactividad pupilar y cuadro ventilatorio.4-10 No olvidar que la valoración neurológica mediante la GCS debe efectuarse siempre antes de sedar a los pacientes, y luego de lograda la estabilización cardiorres- piratoria (regla de los 90: PAS mayor de 90 mm Hg y saturometría mayor del 90%). La decisión de usar intubación endotraqueal debe realizarse con máxima celeridad, sin dudas y basada en el juicio clínico, ya que el retraso en la implementación de tal medida agrava las lesiones preexistentes y aumenta la morbimortalidad como consecuencia del daño secunda- rio, originado por la hipoxemia, hipercapnia o aspiración de contenido gástrico. El objetivo primario es tener SaO2 > 95%; paO2 > 90 mm Hg, normocapnia, (paCO2 entre 33 y 38 mm Hg).4-10 Si se detectan signos de herniacion cerebral, se hiperventila a los pacientes hasta el diagnóstico y trata- miento específico de lesión.4-10 La hipotensión arterial se corrige rápidamente mediante soluciones isotónicas o hipertónicas y vasopre- sores, de ser necesarios, para mantener adecuada presión de perfusión cerebral. Para ello deben insertarse catéte- res cortos y de grueso calibre (14 French), que permitan la administración de grandes cantidades de solución en el menor tiempo posible.4-10 Con respecto al tipo de soluciones a utilizar, se reco- miendan las isotónicas de cloruro de sodio al 0.9% (solu- ción fisiológica), o ligeramente hipertónicas (3.5%), pudiendo administrarse concentraciones mayores si se sospecha hipertensión endocraneal.8 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo diagnóstico-terapéutico de la lesión • 17 Cuadro 3-1. Causas de daño secundario Sistémicas Hipotensión arterial Hipoxemia Hipercapnia Hipocapnia severa Fiebre Hiponatremia Hipoglucemia Hiperglucemia Anemia grave Acidosis Coagulación intravascular Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS) Intracraneales Hipertensión endocraneal Hematomas cerebrales tardíos Edema cerebral Hiperemia cerebral Vasoespasmo Convulsiones Bajo ningún concepto (salvo hipoglucemia), deben prescribirse soluciones hipotónicas como las glucosadas o el lactato de Ringer, ya que favorecen, agravan o ambos el edema cerebral, promueven la síntesis de neurotóxicos como el glutamato, provocan acidosis tisular local, la cual tiene gran riesgo de originar vasodilatacion cerebral, 18 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 3) Lesión cerebral Lesión quírurgica No Sí Historia clínica Estudio neurológico GCS Pupilas Patrón ventilatorio ABC Control vía aérea Ventilación-Oxigenación Estado hemodinámico Alinear cabeza-cuello-tórax Control del dolor Laboratorio ECG Rx Tórax Estabilización del paciente Evitar lesión secundaria TAC Diagnóstico de lesión Análisis junto al neurocirujano Quirófano Punción lumbar EEG GCS< 13 Compromiso vía aérea-ARM Inestabilidad clínica Hipertensión endocraneana Posoperatorio GCS> 14 Estable clímicamente Sin necesidad de ARM Unidad de Cuidados Neurointensivos Unidad terapia Intensiva Unidad de cuidados cerebrovasculares Tratamiento especifíco de acuerdo a lesión Figura 3-2. Tratamiento inicial para la lesión cerebral aguda. ECG: electrocardiograma; GCS: escala de coma de Glasgow; TAC: tomografía axial computarizada; ARM: asistencia respiratoria mecánica; EEG: electroencefalograma. Normovolemia PVC 10 a 12 cm H O PCP 10 a 14 mm Hg 2 Normotermia Temperatura rectal < 37.5 Normonatremia 135 a 145 mEq/L Normoglucemia > 90 < 150 mg% Normoxemia paO > 90, SaO > 95% Normocapnia paCO 35 a 40 mm Hg N 2 2 2 Figura 3-3. Nemotecnia de lasseis N. aumento del volumen sanguíneo cerebral y, por ende, incremento de la PIC.4-10 Otros estudios coadyuvantes incluyen parámetros de laboratorio (biometría hemática, glucemia, uremia, crea- tinina, electrólitos, coagulograma, enzimas cardiacas, proteína C reactiva, gases sanguíneos y perfil toxicológi- co, de ser necesarios); electrocardiograma y radiografía de tórax.4-10 Nunca y bajo ningún aspecto deben trasladarse pacientes inestables para estudios complementarios.Los estudios de “emergencias” se subordinan a la estabilidad del paciente. Lograda la estabilización clínica, se realiza una tomografía axial computarizada (TAC) sin medio de contraste.4,5,7,8 Obtenida la información, y siempre con la asistencia del servicio de neurocirugía, se decide el destino inicial del paciente, ya sea quirófano, terapia intensiva o unidad de cuidados cerebrovasculares o de cuidados especiales, donde continuará el monitoreo y el tratamiento de acuerdo a los protocolos que se que se presentan en las figuras 3-2 y 3-3. Se dispone de medidas generales inherentes al cuida- do de pacientes críticos, que se comparten plenamente con otras entidades que tienen en común el daño cere- bral agudo. Dichas medidas neuroprotectoras están orientadas o dirigidas a alcanzar la homeostasis fisiológi- ca del organismo,8 y para ello se dispone de la nemotec- nia de las seis N o seis normalidades (figura 3-4). La fiebre debe tratarse perentoria y agresivamente, dado que posee efectos deletéreos notorios sobre las neuronas y la BHE; además, al estimular la producción de radicales libres de oxígeno e incrementar los niveles © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo diagnóstico-terapéutico de la lesión • 19 Lesión cerebral aguda atención inicial- diagnóstico-estabilización Meningitis encefalitis Estado convulsivo TEC ACV Hemorrágico HICE - HSA Tumor cerebral ACV Isquémico Neurocirugía Sí No Sí No Quirófano Tratamiento específico ATB - Esteroides Antivirales Trombolíticos Anticomiciales UCI- Unidad de cuidados cerebrovasculares Hipertensión endocraneana Protocolo Tto HTE Sedoanalgesica Cabecera 30ºC Drenaje LCR Osmoterapia Hiperventilación Tratamiento médico general - Examen clínico - TAC seriadas s/n 6 N Profilaxis TVP Anticonvulsivos Antiacidos/Gastroquineticos Alimentación precoz Higiene bucal-protección ocular Profilaxis úlcera por decúbito Figura 3-4. Árbol de decisiones después del tratamiento inicial. 1. Stochetti N, Cormio M: Fisiopatología de la lesión neuroló- gica aguda. Terapia Intensiva. Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. 3ª ed. Editorial Médica Panamericana, 2000:181-186. 2. Chesnut RM, Marshall LF, Klauber MR et al.: The role of secondary brain injury in determining outcome from severe head injury. J Trauma 1993;34: 216-222. 3. Stochetti N, Furlan A, Volta F: Hypoxemia and arterial hypotension at the accident scene in head injury. J Trauma 1996;40:764-767. 4. Manual del Comité de Trauma del Colegio Americano de Cirujanos: Advanced Trauma Life Support (ATLS). 7ª ed. Buenos Aires, Argentina: Editorial Prensa Médica, 2004. 5. Brain Trauma Foundation;American Association of Neurological Surgeons;Congress of Neurological Surgeons; Joint Section on Neurotrauma and Critical Care, AANS/CNS: Guidelines for the management of severe traumatic brain injury. J Neuro- trauma. 2007;24(Suppl 1):S1-106. 6. Piek J: Guidelines for the pre-hospital care of patients with severe head injuries. Working Group for Neurosurgical Intensive Care of the European Society of Intensive Care Medicine. Intensive Care Med. 1998;24(11):1221- 1225. 7. American Heart Association Guidelines for Cardiopul- monary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care: Part 9: Adult stroke. Circulation 2005;112 (Suppl 1): IV,111-120. 8. Godoy D, Piñero G: Manejo de la Hemorragia Intracerebral Espontánea. En Terzi R, Falcao A, Videtta W Eds, Manejo Neurointensivo. Editora Atheneu, San Pablo, Brasil 2008:265-283. 9. Mittal R, Vermani E, Tweedie I et al.; Critical care in the emergency department: traumatic brain injury. Emerg Med J 2009;26(7):513-517. 10. Bederson JB, Connolly ES Jr, Batjer HH et al.: American Heart Association. Guidelines for the management of aneurysmal subarachnoid hemorrhage: a statement for healthcare professionals from a special writing group of the Stroke Council, American Heart Association. Stroke 2009;40(3):994-1025. de aminoácidos excitatorios; aumenta las demandas metabólicas cerebrales de oxígeno y disminuye el umbral convulsivo. En múltiples enfermedades neurológicas crí- ticas es un factor independiente de malos resultados.8 Estudios de cohorte han evidenciado que la mortali- dad de este grupo de pacientes se reduce en una unidad de cuidados intensivos especialmente dedicada a la asis- tencia de enfermos con enfermedad neuronal crítica, tal vez por la ausencia de nihilismo con respecto a la enti- dad, interés especial en la misma, mayor adherencia a los distintos protocolos terapéuticos, rápida transición a uni- dades de rehabilitación, y otras medidas. PUNTOS CLAVE 1. En las lesiones neuronales (neurolesión) se reconocen dos mecanismos: el primario y el secundario. 2. El daño primario (que ocurre en el momento de la lesión) se caracteriza por su irreversibilidad y carencia de terapéutica específica. 3. La lesión cerebral aguda requiere intervención multi- disciplinaria. 4. Evitar y corregir los desencadenantes de lesión secun- daria constituyen la piedra fundamental en la que asienta el tratamiento del daño cerebral agudo. 5. Tratar la hipoxia y la hipotensión. 6. Procurar lograr la homeostasis fisiológica (6N). 7. Abordaje integral del paciente (no debo tratar un cerebro, trato a un paciente) y sistematizado (proto- colos claros de atención). 8. “Tiempo es cerebro’’. 20 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 3) REFERENCIAS INTRODUCCIÓN El manejo de la vía aérea normal es un problema impor- tante a nivel nacional, en todas las áreas clínicas, (urgen- cias, adultos y niños; terapias intensivas, adultos y niños, medicina interna, entre otros). El problema más grave es que los médicos de áreas clínicas en su mayoría no saben ventilar con mascarilla facial, esto a hecho que en algu- nos servicios clínicos esté la indicación “prohíbido usar relajantes musculares”, debido a que el paciente que hace apnea no se puede ventilar y el riesgo de paro car- diorrespiratorio y muerte es muy alto. Otro problema, es que al paciente con vía aérea nor- mal, lo convierten en paciente de vía aérea difícil (VAD), debido a una mala preparación para la intubación orotra- queal o nasotraqueal, ya que no se aplica sedación ópti- ma, analgesia y relajación, así el paciente mal preparado al sentir un objeto en la faringe que le molesta o le produce dolor, se pone combativo o por lo menos tiene dificultad para abrir la boca, lo que equivale a una larin- goscopia difícil o laringoscopía fallida. Otra situación que lleva a muchas fallas en la intuba- ción, es la posición de la cabeza (figura 4-1A). Para un adulto, la altura mínima de la cabeza es diez centímetros (fi-gura 4-1B), para que con la extensión de la cabeza, se obtenga la posición de olfateo (figura 4-1C). Así la laringe debe verse hacia abajo y no se requiere de guía para darle curvatura al tubo para poderlo dirigir hacia la tráquea a través de las cuerdas, con esta posición se obtiene la dis- tancia más corta de comisura a laringe. 21 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F o to co p ia r si n a u to ri za ci ó n e s u n d e lit o . 4 Protocolo de vía aérea difícil Marino Medina Ramírez B 1. Eje oral 2. Eje faringeo 3. Eje laringotraqueal 1 2 3 C 1. Eje oral 2. Eje faringeo 3. Eje laringotraqueal 1 2 3 B 1. Eje oral 2. Eje faringeo 3. Eje laringotraqueal A Figura 4-1. A) Posición neutra sin elevación de cabeza tres ejes desalineados. B) Elevación de la cabeza 10 cm, alineados ejes faríngeo y traqueal. C) Posición de olfateo con la extensión de la cabeza casi alineación de tres ejes: oral, faríngeo y traqueal. Hay pacientes que requieren una elevación de la cabeza de hasta 20 o 25 cm para poderlos intubar (figu- ra 4-2). Basándose en la experiencia con 17 paciente a los que se le fue suspendida la cirugía debido a que los anestesiólogos expertos no los pudieron intubar, fueron reprogramados y clasificados como de vía aérea difícil, posteriormente todos fueron inubados con laringosco- pia directa, con elevación de la cabeza de 18 a 25 cm, sin maniobra BURP (significa que hay que hacer pre- sión sobre el cartílago tiroides hacia atrás, hacia la dere- cha y hacia arriba) para alinear al campo de visión (figura 4-2).1 OBJETIVOS 1. Establecer las pautas para hacer un diagnóstico rápi- do de una vía aérea difícil no diagnosticada, con sólo dos o máximo tres laringoscopias directas y maniobra BURP. 2. Conocer todos los criterios para anticipar una vía aérea difícil y planear su manejo. 3. Reconocer como el Glasgow determina que se mane- je un paciente con analgesia y despierto o con induc- ción de secuencia rápida o anestesia general. VÍA AÉREA DIFÍCIL La importancia de la vía aérea difícil inicia en 1991, cuando Benumoff2 encuentra que 30% de las demandas por complicaciones en quirófano, eran por mal manejo de la vía aérea, La ASA (American Society of Anesthesio- logists) formó un comité de expertos para que buscaran la manera de disminuir esta incidencia. Este grupo desa- rrolla el algoritmo de vía aérea difícil, que se publica en 1993,3 que fue modificado en 2003.4 DEFINICIÓN La vía aérea difícil es característica de pacientes que serán: 1. Difíciles para ventilar. 2. Difíciles para hacer la laringoscopia. 3. Difíciles para pasar el tubo a través de las cuerdas vocales. Ventilación difícil1,5 Se llevará a cabo de manera exitosa al hacer modificaciones de técnica, como el cambio de ventilación por una persona, a ventilación por dos personas, agregar una cánula de Guedel o una nasofaríngea, o mejorar la posición. Pero habrá pacientes que en ocasiones, aunque se hagan todos estos cambios, serán imposibles de ventilar, entrando en una urgencia extrema, que requerirá una cricotirotomía percu- tánea. Si se cuenta con dispositivos supraglóticos para el res- cate de la ventilación, como cualquier mascarilla laríngea o tubos laríngeos; si no se dispone de estos dispositivos se res- cata la ventilación imposible con mascarilla facial y se evita la cricotirotomía percutánea. La vía aérea difícil para venti- lar con mascarilla facial se define de la siguiente manera: “cuando un experto en el manejo de la vía aérea no es capaz de mantener la saturación de oxigeno mayor de 90% con FiO2 al 100 %.” Si se puede ventilar al paciente con masca- rilla facial, no hay urgencia. Se mantiene la ventilación hasta que llegue el equipo especial para realizar la intubación o se traslada al paciente ventilándolo con mascarilla facial hasta el centro donde se encuentre personal experto en VAD, con el equipo especial para solucionar el problema (es muy recomendable, para evitar la distención gástrica y la restric- ción pulmonar que esta ventilación produce, disponer de mascarillas laríngeas y usarlas en lugar de la mascarilla facial). Laringoscopia difícil1,5 Se soluciona con mayor elevación de la cabeza, con mejor posición de olfateo, cambio de hoja curva por una hoja recta, con la maniobra BURP, con varios intentos pero se tiene éxito. Laringoscopia con intubación imposible Es cuando con laringoscopia directa no se ve la laringe, así se procede a cambiar de posición efectuándose nueva 22 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 4) Figura 4-2. Paciente con datos de vía aérea normal, que falla en la primera laringoscopia y que fue resuelto al elevar la cabeza 20 cm. laringoscopia con hoja recta, se pide apoyo a operador con más experiencia, y aun así puede no haber éxito des- pués de varios intentos. Dificultad para el paso del tubo a la tráquea Es cuando a pesar de una laringoscopia directa con éxito (visión de cuerdas vocales), no es posible pasar el tubo a la tráquea, ejemplo: laringitis, epiglotítis, abscesos larín- geos, estenosis laríngeas, entre otros. Predictores de vía aérea difícil para ventilación con mascarilla facial5-7 Paciente con deformación de mejillas, desdentado, con barba y bigote, paciente con arrancamiento de mejillas en trauma, obeso mórbido, acromegálico por lengua enorme o con macroglosia de otra causa. Predictores de laringoscopia difícil e intubación orotraqueal difícil o imposible.5-7 Paciente con dientes prominentes y con micrognatia severa (figura 4-3), cuello corto, perímetro cervical mayor a 19 pulgadas, macroglosia, sangrado profuso no controlado, aspiración, hematomas en cuello o tumores de cara, cuello y tórax, apertura oral menor a 2.5 cm, con limitación de la extensión del cuello (figura 4-4), fractu- ra bilateral de mandíbula inestable, con fractura de cón- dilos e incrustada en la articulación, obeso mórbido, acromegálico (figura 4-5), con artritis reumatoide cróni- ca con limitación de apertura oral o de la extensión del cuello, con inestabilidad cervical (figura 4-4), con muco- polisacaridosis y síndromes congénitos que contemplan malformaciones que ocasionan macroglosia, microgna- tia, apertura oral limitada, entre otros.5-10 Para facilitar el manejo se cuenta con dos algoritmos, el primero para pacientes no diagnosticados de vía aérea difícil en urgencias o UCI (figura 4-6) y aquellos diag- nosticados en urgencias o UCI. ALGORITMO NUMERO UNO Vía aérea difícil no diagnosticada o inesperada en UCI. Cuando un paciente se tiene que intubar en urgencias o en UCI es porque tiene Glasgow de ocho o menos, o por insuficiencia respiratoria restrictiva u obstructiva. Se llevará a cabo vía 1 y 4 cuando se va a intubar a un paciente con Glasgow menor de 9, el paciente no coopera, no informa, y NO es posible saber la hora de última ingesta, se considera estómago lleno. Por tanto, manejar la inducción de secuencia rápida.11 Aunque controvertida, se sugiere emplear la técnica original con los siguientes pasos: 1. Oxigenación por tres minutos con oxígeno al 100%. 2. Después de los tres minutos suministrar fármacos que tardan dos minutos en tener efecto: Dosis baja de rela- jante no despolarizante (precurarización 10 al 20% de dosis recomendada). Analgésicos, como fentanil 2 μg/kg, Buprenorfina 3 a 4 μg/kg, nalbufina 200 μg/kg. Dosis que no dan depresión respiratoria. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F o to co p ia r si n a u to ri za ci ó n e s u n d e lit o Protocolo de vía aérea difícil • 23 Figura 4-3. Paciente con micrognatia severa dientes prominentes,imposible de intubar con laringoscopia con elevacion de 25 cm de cabeza, se intuba con LM C-Trach. 3. En el minuto cinco, administrar fármacos hipnóticos de acción rápida, propofol o tiopental, etomidato, si es un paciente inestable ketamina 2 mg/kg. Se aplica 1 mg/kg de relajante despolarizante (succi- nilcolina), y si es paciente inestable se completa la dosis de relajante no despolarizante en su caso pancuronio. Aumenta la respuesta simpática junto con la ketamina y mantienen la misma condición hemodinámica (no pre- sión cricoides). El paciente está listo para intubarse en 15 seg, y se tienen 5 a 6 minutos antes de que se inicie la desaturación de oxígeno, para intubarlo sin dar presión positiva con mascarilla facial. Realizar la primera laringoscopía con ele- vación mínima de cabeza de 10 cm, si no se ve laringe, (falla), recolocar la cabeza a 20 o 25 cm, realizar la segun- da laringoscopia, si no se ve laringe, se hace maniobra BURP (significa que hay que hacer presión sobre el cartí- lago tiroides hacia atrás, a la derecha y arriba). Si no se ve laringe (falla), ya no hay que hacer más laringoscopias, es una vía aérea imposible de intubar con laringoscopia directa. Solicitar carro de vía aérea difícil, y pedir ayudaa personal experto. Realizar mínimo tres planes para resol- ver el problema; plan A,B,C y plan de rescate en caso de falla, (cricotirotomia percutánea). Maniobra BURP, para desplazar la laringe anterior hacia el campo de visión, hacia la derecha, para alinearla con el campo de visión que deja la laringoscopia al des- plazar la lengua a la izquierda, facilitando la intubación difícil.1,5,8 Si se inicia la desaturación, se coloca una mascari- lla laríngea (ML) Supreme, una ProSeal, o un tubo laríngeo, dispositivos supraglóticos con vía para vaciar estómago y para evitar la regurgitación, así como la broncoaspiración, se recupera la oxigenación-ventila- ción y se vacía el estómago. Se continúan los intentos de intubación hasta el éxito con los planes estableci- dos. La vía dos: en paciente con estómago vacío, reali- zar inducción habitual y ventilación con mascarilla facial; listo el paciente, realizar primer laringoscopia; falla, se recoloca cabeza a 20 0 25 cm, llevar a cabo segunda laringoscopia falla, se aplica maniobra BURP; falla, es una vía aérea imposible de intubar con larin- goscopia directa (figura 4-3). Se continúa igual que la vía 1 y 4. Para la vía 3. Pacientes imposible de ventilar con mascarilla facial e imposible de intubar con larin- goscopia directa, colocar dispositivos supraglóticos, éxito en la ventilación, terminó la urgencia; fallan es una urgencia extrema para ventilar, realizar cricotiro- tomia percutánea y luego traqueostomía. 24 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 4) A B C D E Figura 4-5. Acromegálico que en la primera cirugía no lo pueden ventilar con mascarilla facial ni intubar con laringoscopia hace tres paros cardiacos, (urgencia extrema), le hacen traqueostomía salvadora en 3 min. Se reopera al año y se vuelve a intubar, se maneja con analgesia y despierto. A) Analgesia nebulizada. B) Analgesia con xilo en spray. C) Analgesia transtraqueal. D) Colocación C-trach. E) Intubación a través de la ML C-trach. Algoritmo número dos vía aérea difícil diagnosticado. Figura 4-4. Paciente con politrauma, lesión cervical, VAD, limitación en extensión cervical, con Glasgow< de 9, se maneja con inducción de secuencia rápida, se intuba con mascarilla laríngea (ML) Fastrach. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F o to co p ia r si n a u to ri za ci ó n e s u n d e lit o Protocolo de vía aérea difícil • 25 Paciente con Glasgow > 9 sat 90 a 80%, inquieto no cooperadorPaciente con Glasgow < 9 Estómago lleno, inducción de secuencia rápida Elevación de cabeza 10 cm, posición de olfateo. Se hace primer laringoscopia sin dar presión positiva éxito OK Se recoloca cabeza elevación 20 cm, posición olfateo, segunda laringoscopia. Éxito OK falla, Aplicar maniobra BURP éxito OK falla Se trata de VAD no anticipada y se inicia desaturación oxígeno. Se coloca LM ProSeal, o Supreme o tubo laríngeo se recupera oxigenación y ventilación, vaciar estómago Retirar supraglótico usado e intentar intubar tres planes de probable éxito Plan A: Fastrach. Plan B en nuestro medio intubación retrógrada, si hay broncoscopio será el plan B directo a por fastrach. Plan C: En Nuestro medio airtraq y transiluminación, si hay laringoscopios de fibra óptica, Bullard, Glide Scope, W u Scope sería de elección. Otra a excelente opción es el estilete de fibra óptica airVu éxito OK fallan Insuficiencia respiratoria aguda Estómago lleno Inducción habitualestómago vacío Ventilar con mascarilla facial hasta tener efecto de fármacos 2 min. Elevar cabeza 10 cm. Se hace 1ª laringoscopia, éxito OK Falla Se recoloca la cabeza del paciente, se eleva 20 cm, se ventila de nuevo, se hace 2ª laringoscopia Éxito OK, Falla, se aplica maniobra BURP, éxito OK falla Se trata de VAD no anticipada, ventilar con mascarilla facial, pedir carro VAD. Planear rápido Plan A: Fastrach, Plan B: En el medio es intubación retrograda, si hay broncoscopio será el plan B. Intubación directa o a través fastrach. Plan C: En nuestro medio el Airtraq y la transiluminación, si hay laringoscopios como: Bullard, el W uScope, el Glide Scope serían de elección. O AirVu éxito OK falla Cricotirotomía percutánea y después traqueostomia percutánea o quirúrgica Se intuba al paciente con: Plan A: ML Fastrach, o C-trach. Plan B: en nuestro medio Intubación retrógrada; si hay broncoscopio flexible sería Plan B. Plan C: en nuestro medio seria transiluminación, el Aitraq, o si hay estiletes de fibra óptica como el Bonfils, Shikani, Suttle. Laringoscopios de fibra óptica: Bullard, Glide Sope, el W u Scope, son muy buena opción. Ventilación con mascarilla no es posible, primera laringoscopia falla, se recoloca cabeza, se intenta ventilar nuevamente, falla, se reintenta nueva laringoscopia falla, BURP falla Se pide carro de VAD se inicia Desaturación de oxígeno Se coloca ML ProSeal, Supreme o Tubo laringeo, se recupera ventilación, éxito falla Retirar supraglótico e intentar intubar con: Plan A: Fastrach Plan B Retrograda o si hay broncoscopio, Plan C Airtraq, transiluminación el estilete AirVu, laringoscopio Bullard, Glide Scope, Falla falla éxito OK Plan A: Fastrach Plan B: En nuestro medio se hace intubación retrograda, si hay broncoscopio será el plan B. Plan C: En nuestro medio será el Airtraq, o transiluminación, si hay laringoscopios de fibra óptica como Bullard, el Glide o W uSope, serán de elección o AirVu, Bonfils. éxito OK Si fallan Paciente que llega en apnea, PCR Se debe manejar como estómago lleno, colocar una ML Proseal, una supreme, ventilar y dar compresiones torácicas, vaciar estómago Retirar supraglótico, colocar la cabeza con 10 cm de elevación, se hace primer laringoscopia, éxito OK, falla Ventilar con mascarilla facial, o supraglótico recolocar cabeza a 20 cm, de elevación, realizar segunda laringoscopia, éxito OK falla, maniobra BURP falla Es una VAD no Dx, pedir carro de VAD, se intuba con: Si fallan estos pasos se hace cricotirotomía percutánea c/ set de Merkel, luego traqueostomía Y recuperado el paciente se retira el supraglótico usado y se continua intentado intubar, con el plan faltante éxito OK fallan Realizar una cricotirotomía percutánea y después una traqueostomía percutánea o quirúrgica 1 2 3 4 Figura 4-6. Algoritmo 1 del manejo de vía aérea difícil no diagnosticada en urgencias o UCI. ALGORITMO NÚMERO 2, VÍA AÉREA DIFÍCIL (FIGURA 4-7) El diagnóstico del algoritmo número 2 VAD (vía aérea difícil) consta de: Vía 1. Se hace el diagnóstico, planear el manejo, se tiene carro de VAD, con mínimo tres planes que pueden ser útiles para resolver el caso. Preparar al paciente, lo ideal es con analgesia óptima y des- pierto, o si el paciente coopera es muy buena ayuda; por ejemplo, el paciente acromegálico (fi- gura 4-5). Vía 2. Paciente con dificultad respiratoria estómago vacío y con Glasgow menor de nueve. Se hace inducción habitual, es posible ventilar con mascari- lla facial, hasta que esté completamente con anal- gesia, sedación y relajación, si no se ventila con mascarilla fácil colocar un supraglótico y ventilar. Se intenta intubar con la secuencia de planes esta- blecidos A, B, C, D entre otros. 26 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 4) Paciente coopera con Glasgow > 9 Oxigenar con O al 100% Analgesia y despierto Preparación paciente con analgesia: Tópica, nebulizada, bloqueo laríngeo superior, laríngeo recurrente, glosofaríngeo o analgesia a través canal de trabajo de broncoscopio La intubación con: Plan A: ML Fastrach y C-trach. Plan B: Airtraq e intubación retrógrada en nuestro medio. Si hay broncoscopio sería plan B. Plan C: Transiluminación en nuestro medio. Si hay laringoscopio de fibra óptica como Bullar,d W u Scope, Glide, Pueden ser plan C o los estiletes de fibra óptica como Bonfils, Shikani, Shuttle. O la ML Q-gas con su estilete. Si fallan estos pasos se hace cricotirotomíapercutánea c/ set de Merkel, luego traqueostomía Paciente con Glasgow > de 9 hipóxico no coopera, ansioso combativo Con Saturación de O Entre 90 y 80 %. Con O al 100 %. Con informante y más de 8 horas de última ingesta Inducción habitual con Hipnótico de acción rápida: Propofol tiopental Relajante Rocuronio. Analgésicos: Fentanil, Buprenorfina. Ketamina-pancuronio (en paciente con choque hipovolémico) Con o sin presión de cricoides se coloca un tubo laríngeo o ML proseal o suprime o incluso el combitubo. Sólo con ellas se podrá ventilar adecuadamente y mientras se recupera la saturación se vacía estómago. Ya vacío el estómago y recuperada la oxigenación Se intuba al paciente con: Plan A ; ML Fastrach, o C-trach. Plan B: en nuestro medio Intubación retrógrada; si hay Broncoscopio flexible sería Plan B. Plan C: en nuestro medio seria transiluminación, el Aitraq, o si hay Estiletes de fibra óptica como el Bonfils, Shikani, Suttle. Laringoscopios de fibra óptica: Bullard, GlideSope El W u Scope, son muy buena opción. Falla Insuficiencia respiratoria aguda Coma diabético Choque séptico EPOC descompensado Trauma de cráneo con Glasgow de 8 Paciente intoxicado con Glasgow de 8 Estado asmático Estado epiléptico Paciente con Glasgow < de 9 No coopera sin informante de hora de última ingesta: estómago lleno Estómago lleno: Preparación de paciente, Inducción de secuencia rápida: Se intuba sin dar presión positiva: Plan A ML fastrach y C-trach Plan B: Airtraq o intubación retrógrada en nuestro medio: Si hay Fibroscopio flexible, este sería el plan B Plan C: Transiluminación en nuestro medio. Si hay laringoscopios como el GlideScope, Bullard, W u Scope, o los estiletes como el estilete de Bonfils, Shikani o Shuttle serian plan C. Éxito OK Si estas técnicas fallan: Se inicia la desaturación, colocar una ML Proseal, o Supreme o un tubo laríngeo, ventilar y recuperar la oxigenación y ventilación, y vaciar estómago. Y recuperado el paciente se retira el supraglótico usado y se continúa intentado intubar, con las técnicas siguientes. Éxito OK Falla Falla Realizar una cricotirotomía percutánea y después una traqueostomía percutánea o quirúrgica 1 2 3 2 2 2 Figura 4-7. Algoritmo número 2 de la vía aérea difícil diagnosticada en la unidad de urgencias y la UCI. PUNTOS CLAVE Paciente con vía aérea difícil no diagnosticada: pasos principales 1. Inducción habitual. Sólo se requieren dos laringosco- pias para el diagnóstico. 2. Se pide ayuda. Acercar carro de VAD. 3. Tres planes de manejo. Selección de acuerdo a la ana- tomía y apertura oral. 4. Falla la intubación. Cricotirotomía percutánea y des- pués traqueostomía. 5. Extubación programada. Dejar guía metálica en trá- quea al retirar el tubo ET. Vía aérea difícil diagnosticado: pasos claves 1. Diagnóstico: historia clínica, antecedentes previos, predictores VAD. 2. Preparación: Glasgow > de 9 analgesia y despierto, Glasgow menor de 9 y estómago lleno, ISR. Glasgow < de 9 ayuno de ocho horas, inducción habitual. 3. Abordaje: plan A: Fastrach, plan B fibroscopio, plan C retrógrada, plan D rescate con cricotirotomía percu- tánea. 4. Extubación: programada, dejar intercambiador de tubos o guía metálica de intubación retrógrada, por si se reintuba. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F o to co p ia r si n a u to ri za ci ó n e s u n d e lit o Protocolo de vía aérea difícil • 27 REFERENCIAS 1. Medina RM: Intubación oral y nasal. En el Medina RM. Manejo de la vía aérea en niños, 1ª ed. Ed. Prado 2008, p135-186. 2. Benumoff JL: Management of the difficult adult airway. Anethesiology 1991;75(6):1087-1110. 3. Caplan, Benumoff: American Society of Anesthesiology. Practice guidelines for management of difficult airway . Anesthesiology 1993;78:597-602. 4. American Society Of Anesthesiology (ASA)Practice Guidelines for management of difficult airway. Anesthesiology 2003; 95:249-260. 5. Reed PA: Evaluatión and recognition of the difficult airway. En Benumof, Airway Management, 2a ed. Editorial. Mosby USA 2007;221-235. 6. Nava GM: Criterios para predecir vía aérea difícil, en Medina RM, Manejo de la vía aérea en niños. 1ª ed, Editorial Prado México D.F. 2008:218-239. 7. Murphy MF, Walls RM: Identificación de la vía aérea difí- cil y fallida. En Walls RM , Murphy ME. Manual para el control de la vía aérea. 3ª ed. Editorial Lippincont Williams and Wilkins. Philadelphia USA, 2009. 8. Medina RM: Cuaderno de Trabajo para el curso de vía aérea normal y difícil en niños y adultos. Editorial Prado, México D.F, 2007 9. Barios AJ, Mesa MA: Manual de las vías aéreas respirato- rias, Editorial Artes Médicas, Sao Paulo Brasil. 2006. 10. Mesa MA: Manual clínico de la vía aérea. Editorial El Manual Moderno 2ª ed. 2000, México, D.F, 2000. INTRODUCCIÓN El choque cardiogénico (CC) es el estado de desequili- brio entre la oferta y la demanda de oxígeno tisular y celular, secundario a la disfunción cardiaca. Suele se observarse en caso de infarto agudo de miocardio (IAM) asociado a disfunción ventricular izquierda, pero puede estar relacionado con complicaciones mecánicas como rupturas del tabique interventricular, de la pared libre y del músculo papilar. Las complicaciones mecánicas deben ser evocadas siempre que los pacientes presenten CC secundario a infarto no relacionado con la pared anterior. Cuando es secundario a IAM con supradesnivel del segmento ST (supra-ST),1,2 presenta una incidencia de 6 a 8%; en el IAM sin supra-ST es de 2.5%3 y por lo general ocurre en las primeras 24 h después de la hospi- talización. La mortalidad presenta una tasa histórica de 80 a 90%. En los últimos años, se ha observado una ten- dencia hacia la disminución de la mortalidad en los pri- meros 30 días de cerca de 50%. Mediante la evaluación clínica y el monitoreo hemodinámico invasivo, se pueden correlacionar los datos hallados con la mortalidad según la clasificación de Killip y de Forrester, respectivamente (cuadros 5-1 y 5-2).4,5 Otras causas de disfunción ventricular grave izquierda o derecha pueden llevar al CC, por ejemplo, miocarditis, cardiopatía de Tako-tsubo, ruptura de cuerdas secundaria a traumatismo o enfermedad degenerativa, obstrucción de la vía de salida del ventrículo izquierdo, estenosis mitral, mixoma o trombosis auricular, estenosis aórtica, obstrucción de la vía de entrada del ventrículo izquier- do. También puede estar asociado a alteraciones en el sistema de conducción eléctrico cardiaco (bloqueo au- riculoventricular total u otros trastornos de la conduc- ción auriculoventricular).6 DIAGNÓSTICO DEL CHOQUE CARDIOGÉNICO El diagnóstico clínico del choque cardiogénico se basa en la presencia de hipotensión arterial (presión sistólica menor de 90 mm Hg o 30 mm Hg por debajo del valor basal) y evidencias de hipoperfusión tisular como oligu- ria, cianosis, extremidades frías y alteración del nivel de consciencia. El diagnóstico puede hacerse con ayuda del cateterismo de la arteria pulmonar o con el uso del Doppler, el cual es muy útil e importante en la identifi- cación de las causas mecánicas del CC. Mediante el monitoreo hemodinámico invasivo se encuentran altas presiones de llenado de la cámara izquierda, presión de oclusión de la arteria pulmonar (POAP) > 18 mm Hg, o de la cámara derecha, presión diastólica final del ven- trículo derecho de entre 10 y 15 mm Hg, reducción sig- nificativa del índice cardiaco (IC) (1.8 L/min/m2 en 29 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 5 Protocolo de diagnóstico y manejo del choque cardiogénico Elias Knobel, Murillo Assunção Cuadro 5-1. Clasificación de Killip-Kimball y mortalidad hospitalaria Subgrupo Killip I II III IV Mortalidad hospitalaria < 6% < 17% 38% 81% Características clínicas Sin datos de congestión B3, estertores basales Edema agudo de pulmón Choque cardiogénico Cuadro 5-2. Clasificación de Forrester y mortalidad hospitalariaSubgrupo Forester I II III IV Mortalidad hospitalaria 3% 9% 23% 51% Características hemodinámicas POAP < 18,IC > 2,2 POAP > 18,IC > 2,2 POAP < 18,IC < 2,2 POAP > 18,IC < 2,2 POAP: presión de oclusión de la arteria pulmonar; IC: índice cardiaco. ausencia de soporte circulatorio mecánico y hemodiná- mico, o 2.0 a 2.2 L/min/m2 con soporte circulatorio mecánico y hemodinámico (cuadro 5-2). Aunque se puede sospechar el diagnóstico por la pre- sencia de choque cardiogénico oculto en situaciones en que, a pesar de mantener parámetros clínicos normales después de la reanimación inicial (presión arterial, fre- cuencia cardiaca y debito urinario), el paciente persiste con señales de hipoperfusión sistémica identificadas por la presencia de hiperlactatemia, saturación venosa central < 70% o ambas, este último parámetro en la ausencia de disfunción ventricular izquierda previa6 (figura 5-1). La magnitud del trastorno hemodinámico se relaciona de manera directa con el pronóstico del individuo. Los objetivos del tratamiento se enfocan a corregir la causa del choque cardiogénico y restablecer la perfusión tisular y la celular. FISIOPATOGENIA DEL CHOQUE CARDIOGÉNICO RELACIONADA A ISQUEMIA MIOCÁRDICA El choque cardiogénico relacionado al IAM con disfun- ción ventricular izquierda (VI) proviene de la isquemia miocárdica secundaria a oclusión coronaria (figura 5-2). El ventrículo puede presentar, durante la evolución de la enfermedad, disminución de la distensibilidad, que aso- ciada a la disfunción sistólica, promueve el incremento de la presión diastólica final del VI debido al aumento del volumen diastólico final del VI y aumento de la tensión de las paredes ventriculares. Esto promueve de modo retró- grado el aumento de presión de la aurícula izquierda, que a su vez conlleva a una redistribución del volumen intra- vascular pulmonar, lo que desencadena un edema pulmonar hidrostático. Con la persistencia del cuadro, la disminución del índice cardiaco incrementa la hipoperfusión sistémica, culminando en estado de choque. La hipoperfusión asocia- da a la disminución de la volemia efectiva y de la presión de perfusión, causa que el retorno venoso disminuya, lo que favorece la persistencia de la disminución del índice cardiaco y, por consiguiente, una hipoperfusión sistémica.7 Es notorio que la permanencia de la hipoperfusión asocia- da a la disminución de la presión de perfusión hace que la isquemia miocárdica persista y se pueda agravar, depen- diendo del número de arterias coronarias afectadas, así como del grado de lesiones existentes. Esto puede contri- buir a la progresión de la oclusión y causar la muerte. El ciclo vicioso se instala a partir de la falta de corrección de la hipoperfusión sistémica y, en particular, la coronaria. En general, con la evolución del cuadro hay lesión celular secundaria. Esto puede generar la presencia de derivaciones arteriovenosas secundarias a vasodilatación debido a la liberación de mediadores inflamatorios como interleucina-1β (IL-1β), factor de necrosis tumoral-α (TNF-α), óxido nítrico (NO), interleucina-6 (IL-6), que llevan a depresión miocárdica (figura 5-3). MEDIDAS GENERALES El tratamiento inicial debe realizarse de la misma mane- ra que para un paciente grave (figura 5-4). 30 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 5) Hipotensión arterial (Presión arterial sistólica < 90 mm Hg o 30 mm Hg abajo del valor basal) Evidencias de hipoperfusión tisular: Oliguria Cianosis Extremidades frías Alteración clínico del nível de conscienciaClínico Diagnóstico Presión arterial sistólica: < 90 mm Hg Presión de oclusión de la arteria pulmonar: > 18 mm Hg Índice cardiaco: < 1.8 I/min/m (sin soporte circulatório mecánico) < 2.2 I/min/m (con soporte circulatório mecánico) Índice de resistencia vascular sistémica > 2.000 dinas/s/cm /m 2 2 Hemodinámico 5 Figura 5-1. Diagnóstico clínico y hemodinámico del choque cardiogénico. © Editorial El manual moderno Fotocopiar sin autorización es un delito Protocolo de diagnóstico y m anejo del choque...• 31 Oclusión coronaria Reperfusión Tombólisis Angioplastia Cirugía Inotrópico Región de alto riesgo en infarto previo, disfunción diastólica previa Isquemia miocárdica Infarto ventriculo derecho (Sin pérdida de volumen) PDFVD (>15) PVC VDFVD Exceso de administración de líquidos Disfunción ventrículo izquierdo Complacencia VI POAP Disminución del retorno venoso Redistribución del volumen intravascular en los pulmones Edema pulmonar Índice cardiaco Ciclo vicioso Soporte mecánico circulatorio Hipoperfusión sistérmica Choque Sindrome de insuficiencia orgánica múltiple Volemia efectiva Presión de perfusión Vasopresor Desvío del septo Intraventicular hacia la izquierda Aumentan las presiones de llenado y empeora la función sistólica del VI debido a la alteración en la geometría del VI Mecanismos compensatorios: Tono simpático: vasocontricción ... RAA ... Na+ , H O ... Adenosina vasopresina Vasodilatador IECA Diuréticos2 + Figura 5-2. Fisiopatogenia del choque cardiogénico. VI: ventrículo izquierdo; POAP: presión de oclusión de la arteria pulmonar; PDFVD:presión diastólica final del ventrículo derecho; PVC: presión venosa central; RAA: renina-angiotensina-aldosterona; IECA: inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina; VDFVD: volumen diastólico final del ventrículo derecho. Lo primero es hacer una evaluación de la permeabi- lidad de las vías aéreas, así como la efectividad de la res- piración y si hay esfuerzo con el aumento del trabajo respiratorio. La intubación bucotraqueal y la ventilación mecánica deben considerarse para aquellos pacientes con aumento excesivo del trabajo respiratorio. En cambio, en las situaciones en lo que esto no ocurre, puede utilizarse la ven- tilación mecánica no invasiva (VMNI) siempre que no haya contraindicaciones para la misma. El soporte ventilatorio con presión positiva puede mejorar la oxigenación y puede contribuir con la disminución del retorno venoso y de la precarga. Esto puede llevar a un mejor desempeño miocár- dico y, por consecuencia, mejorar el flujo sanguíneo y el índice cardiaco, es decir, proporciona optimización hemodi- námica. Este beneficio es más evidente cuando además se usa el balón de contrapulsación aórtico (BIA). La VMNI puede contribuir a la disminución de la necesidad de IOT, pero no reduce la mortalidad. El paciente debe recibir antiagregantes plaquetarios en caso de CC secundario a IAM, así como analgésicos, en este caso morfina; esta última, además de aliviar el dolor, también reduce la ansiedad por el efecto hipnótico que presenta y aumenta la capacitancia venosa, lo que dismi- nuye el retorno venoso y contribuye con la estabilización hemodinámica en los casos de congestión pulmonar. El próximo paso a ser evaluado es el estado de la presión de perfusión (PP). Se considera PP a la diferen- cia entre la presión arterial media (PAM) y la presión venosa central, la cual en individuos normales es consi- derada como cero. Así, la PP = PAM. En las situaciones en las que exista hipotensión arterial, PP < 65 mm Hg, incluso si el paciente presenta CC, debe considerarse ini- cialmente la administración de líquidos (soluciones), siempre y cuando no haya edema pulmonar, sobre todo cuando se observa deterioro respiratorio grave, e iniciar- se el uso de vasopresores, adrenalina o dopamina. Se debe tener cuidado con el aumento de la frecuencia car- diaca, en particular cuando se relaciona con dopamina, pues puede aumentar el consumo de oxígeno del mio- cardio, extender el área de infarto del miocardio y empe- orar la función inotrópica cardiaca. Debe recordarse que estos fármacos necesitan de un acceso venoso central para su administración, debido a los riesgos que existen si ocurre extravasación fuera del acceso venoso periféri- co. Por esto, en cuanto sea posible, debe establecerse un accesovenoso profundo. El monitoreo mediante cateterismo de la arteria pul- monar puede ayudar en el tratamiento y servir como guía terapéutica debido a las variables hemodinámicas (índice cardiaco, presión de oclusión de la arteria pulmo- nar, presión venosa central, índice de resistencia vascular sistémica) y de oxigenación (saturación venosa mixta, aportación de oxígeno, consumo de oxígeno y tasa de extracción de oxígeno), que son posibles de estar aumen- tadas. Esto puede controlarse mediante la administración de líquidos, el uso de diuréticos y titulación de dosis de inotrópicos y vasodilatadores. Después de reestablecer la PP, que es importante para mantener la presión de perfusión coronaria, se intenta la evaluación de la perfusión tisular sistémica. 32 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 5) Necrosis miocárdica Disfunción del VI Depresión mioárdica Débito Cardiaco Hipoperfusión sistémica Vasoconstricción compensatoria RVS Inflamación sistémica Citocinas inflamatorias (Óxido nítrico, IL-1 , TNF- , IL-6) Disfunción Leucocitaria-apoptosis Inmunidad Infección RVS Vasodilatación Lesión endotelial Rompimiento de barrera endotelial Figura 5-3. Reacción inflamatoria que ocurre durante el choque cardiogénico. VI: ventrículo izquierdo; RVS: resistencia vascular sistémica; IL- 1β: interleucina-1β; TNF-α: factor de necrosis tumoral α; NO: óxido nítrico; IL–6: interleucina-6. En pacientes que presentan perfusión tisular inade- cuada, el uso de inotrópicos y la insercion del BIA ayudan a optimizar el índice cardiaco. Es importante recordar que el BIA se utiliza como puente para mejorar la reper- fusión coronaria. En el periodo posoperatorio, en general, el paciente permanece aún con el BIA y se inicia su reti- ro junto con la disminución progresiva del soporte mecá- nico. Aunque la dobutamina tiene la posibilidad de aumentar el consumo de oxígeno por el miocardio, es indispensable su utilización en esta situación, pues el déficit causado por la contractilidad perjudicada debido al área de necrosis miocárdica. El seguimiento del paciente con dosificaciones seriadas de lactato sérico (arterial o venoso central) y mediante la saturación veno- sa mixta de oxígeno ayuda en la adecuación del índice cardiaco y, por consiguiente a mejorar el flujo sanguíneo sistémico.8 En caso de que el paciente presente perfusión tisular adecuada, después de la estabilización de la presión de perfusión, debe someterse a revascularización miocárdi- ca. Como se dijo antes, el uso del BIA en el periodo poso- peratorio optimiza la presión de perfusión coronaria, lo que ayuda a mantener el flujo coronario adecuado y ser útil en la revascularización y la reperfusión coronaria. Si el paciente presenta perfusión tisular adecuada y congestión pulmonar, se inicia la administración de vasodilatadores como nitroglicerina o nitroprusiato de sódico, que ayudan en la disminución de la precarga, aso- ciados al uso de diuréticos. Por esta razón, debe tenerse cuidado con el uso de vasodilatadores, en especial en las© E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo de diagnóstico y manejo del choque... • 33 Suplementación O / VNI / ventilación mecánica Acceso venoso Antiagregantes plaquetarios Monitoreo mediante electrocardiograma Alivio del dolor Presión de perfusión adecuada Soporte hemodinámico Administración de líquidos (soluciones) en pacientes sin edema pulmonar Vasopresores para hipotensión refractaria a líquidos Sí No Perfusión tisular permanece inadecuada Perfusión tisular adecuada con congestión pulmonar Perfusión tisular adecuada sin congestión pulmonar Reperfusión Agentes inotrópicos BIA Angiografía disponible Diuréticos Vasodilatadores Angiografía NO disponible Cinecoronariografía ATC Cirugía de revascularización Tratamiento trombolítico y BIA Choque persistente Mejoría clínica 2 Figura 5-4. Tratamiento inicial de pacientes en choque cardiogénico.VNI: soporte ventilatorio no invasivo con presión positiva; BIA: balón de contra-pulsación intraaórtico; ATC: angioplastia transluminal coronaria. situaciones en que la PP es limítrofe. Respecto a esto, muchas veces, el beneficio existe al disminuir la precar- ga, y no debe utilizarse en caso de que se esté usando un vasopresor, ya que no se dispone de evidencias de efecto localizado en la circulación coronaria. Después de la estabilización inicial, en las institucio- nes en donde no hay laboratorio de hemodinamia, se debe iniciar la trombólisis, respetando el tiempo de ini- cio de la isquemia miocárdica; la primera hora es de suma importancia y la de mayor beneficio para el pacien- te. Sin embargo, hasta 12 h de iniciado el cuadro se con- sidera un tiempo apropiado, a pesar de conocerse que en cuanto mayor sea el tiempo de inicio de la trombólisis, menor será el beneficio, esto debido a la instalación de lesión y necrosis celular. En caso de contar con laboratorio de hemodinamia, el paciente debe someterse a cinecoro- nariografia, y al miso tiempo puede hacerse la revascula- rización de acuerdo a las lesiones encontradas en los estudios. A continuación se describe el objetivo del tra- tamiento. OBJETIVO DEL TRATAMIENTO Como la causa más común de CC es el síndrome coro- nario agudo asociado a insuficiencia ventricular izquierda, se intenta la corrección del flujo coronario, sea por cardiología intervencionista o por cirugía de revascularización del miocardio. En los centros en donde no haya disponibilidad de laboratorio de hemo- dinamia, la trombólisis es una opción terapeutica (figura 5-5). En el Shock Trial se observó un aumento de 13% en la sobrevida de los pacientes sometidos a revascu- larización coronaria en etapa temprana, lo que corresponde a un tratamiento necesario de ocho pacientes para salvar una vida. El beneficio parece ser mayor si se realiza la revascularización en hasta 48 h después del IAM o 18 h a partir de la instalación del CC. Además, en el análisis de un subgrupo en este estudio, se pudo constatar que los pacientes con edad superior a 75 años se benefician de la revasculariza- 34 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 5) Choque cardiogénico Choque diagnosticado en etapa temprana Choque tardío EAC 1 a 2 vasos EAC tronco coronaria izquierda EAC moderada 3 vasos EAC grave 3 vasos Balón intraaórtico Coronariografía Ecocardiograma de urgencia para excluir causas mecánicas Traslado inmediato hacia centro con recursos Fibrinólisis si presenta todos los siguientes criterios: Tiempo para ATC > 90 min IAM con supra ST < 3 h Sin contraindicaciones La prioridad es el traslado hacia centro con recursos ARI - ATC ARI - ATC No puede ser realizada Revascularización miocárdica inmediata Programar ATC múltiples vasos Programar RM Figura 5-5. Algoritmo de manejo de choque cardiogénico. ción temprana por medio de angioplastia coronaria primaria con catéter-balón. En cuanto a los pacientes de menos de 75 años de edad, se benefician con la cirugía de revascularización del miocardio. En gene- ral, las directrices de la ACC/AHA recomiendan la revascularización en etapa temprana en el CC para aquéllos con edad menor a 75 años (clase I) y en aquéllos que sean idóneos, con edad superior a los 75 años (clase II).9 Una vez identificada la causa como mecánica, el paciente debe considerarse para la corrección quirúr- gica. PUNTOS CLAVE 1. El diagnóstico temprano y oportuno del choque car- diogénico en el IAM permite intervenciones terapéu- ticas que van a modificar la evolución y el pronóstico del mismo. 2. Los objetivos del tratamiento del choque cardiogéni- co en IAM se enfocan fundamentalmente a restable- cer la presión de perfusión sistémica y coronaria. 3. Otro objetivo es adecuar la perfusión sistémica y revas- cularizar (reperfundir) la arteria coronaria que originó la isquemia. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ión es u n de lit o Protocolo de diagnóstico y manejo del choque... • 35 REFERENCIAS 1. Fox KA, Anderson FA Jr., Dabbous OH et al.: Intervention in acute coronary syndromes: do patients undergo inter- vention on the basis of their risk characteristics? The Global Registry of Acute Coronary Events (GRACE). Heart 2007;93(2):177-182. 2. Babaev A, Frederick PD, Pasta DJ et al.: Trends in manage- ment and outcomes of patients with acute myocardial infarction complicated by cardiogenic shock. JAMA 2005;294(4):448-454. 3. Hasdai D, Harrington RA, Hochman JS et al.: Platelet gly- coprotein IIb/IIIa blockade and outcome of cardiogenic shock complicating acute coronary syndromes without persistent ST-segment elevation. J Am Coll Cardiol 2000; 36(3):685-692. 4. Killip T Kimball JT. Treatment of myocardial infarction in a coronary care unit. A two year experience with 250 patients. Am J Cardiol 1967;20(4):457-464. 5. Forrester JS, Diamond G, Chatterjee K et al.: Medical the- rapy of acute myocardial infarction by application of hemodynamic subsets (first of two parts). N Engl J Med 1976;295(24):1356-1362. 6. Knobel E, Knobel M, Souza JAM et al.: Choque Cardiogênico. In: Knobel E (Ed.). Condutas no Paciente Grave. 3a. edição ed. São Paulo: Editora Atheneu, 2006:447-461. 7. Rady MY, Rivers EP, Nowak RM: Resuscitation of the criti- cally ill in the ED: responses of blood pressure, heart rate, shock index, central venous oxygen saturation, and lacta- te. Am J Emerg Med 1996;14(2):218-25. 8. Silva E, Garrido AG, Assunção MSC. Avaliação da perfusão tecidual no choque. Medicina, Ribeirão Preto 2001;34:27-35. 9. Antman EM, Anbe DT, Armstrong PW et al.: ACC/AHA gui- delines for the management of patients with ST-elevation myocardial infarction—executive summary: a report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines (Writing Committee to Revise the 1999 Guidelines for the Management of Patients With Acute Myocardial Infarction). Circulation. 2004;110(5): 588-636. Desde que Banting y Best1 lograron obtener insulina y realizar los primeros tratamientos de la diabetes mellitus, mucho se ha avanzado en el control de la hiperglucemia. Sin embargo, el tratamiento en pacientes críticos no evo- lucionó en forma similar y se toleraban, hasta no hace más de 10 años, niveles de glucemia superiores a 200 mg/dL, comenzando la administración de insulina cuan- do se pasaba la barrera de los 300 mg/dL. En el año 2001, Van den Berghe publica su ya clási- co trabajo de control intensivo de la glucemia en pacien- tes críticos.2 En su estudio, de diseño muy prolijo, tuvo un resultado favorable en cuanto al descenso de la mortalidad en el grupo “activo” al que se le mantenía la glucemia entre 70 y 110 mg/dL, mediante venoclisis continua de insulina, comparado con un grupo control en el que la glucemia estaba 180 y 200 mg/dL (4.6 y 8%, respectivamente, p< 0.04). Sobre la base de los resulta- dos mencionados, se otorgó gran relevancia al tratamiento con insulina y al control de la glucemia.3 Las principa- les sociedades recomendaron el control de glucemia,4 y diferentes grupos generaron protocolos para intentar reproducir los mismos resultados.5 Sin embargo, algunos autores cuestionaron el protocolo inicial ya que éste con- templaba el comienzo temprano de alimentación enteral y parenteral, así como la medición de glucemia a través de una vía arterial; la generalización del protocolo a todos los pacientes de cuidados intensivos también planteaba un problema, ya que la población original del trabajo de Van den Berghe era predominantemente quirúrgica y, dentro de este grupo, 62% correspondía a sujetos posqui- rúrgicos cardiovasculares. En respuesta a todos estos pro- blemas, la misma autora publica su segundo trabajo sobre pacientes críticos no quirúrgicos.6 A diferencia de su investigación previa, el segundo estudio no demostró beneficio respecto a la mortalidad en la población gene- ral de pacientes con enfermedad de resolución médica e internados en la UCI. Se observó reducción de la misma sólo en el grupo que permanecía internado por más de tres días. Por lo tanto, no se puede definir, luego de los resultados de estos trabajos (los más relevantes publica- dos sobre el tema hasta el año 2006), si el tratamiento es en realidad beneficioso y si se puede aplicar en forma indiscriminada a todos los pacientes de la UCI. A esta confusa evidencia, debe sumarse uno de los principales efectos adversos que genera el uso intensivo de insulina: la hipoglucemia. Soslayado en el primer trabajo de Van den Berghe, y analizado ligeramente el segundo, se observó un aumen- to significativo del número de episodios de hipogluce- mia: 3.1% en el grupo control en comparación con 18.7% en el grupo intensivo con una p < 0.001. Esta diferencia era más marcada (3.9% grupo control y 25.1% grupo intensivo p < 0.001) en los pacientes que perma- necían internados por más de tres días. En ninguno de los trabajos se realizó análisis de los síntomas o signos que produjeron los episodios de hipoglucemia y si éstos habían provocado alguna secuela importante en los pacientes. Dos trabajos, multicéntricos y aleatorizados,7,8 no mostraron variaciones en la mortalidad y sí evidenciaron diferencias significativas en la cantidad de episodios de hipoglucemia con el tratamiento intensivo con insulina. El estudio Glucontrol,8 realizado en Europa, fue presen- tado sólo en forma de resumen y aún no se ha publicado. Intentando buscar una posición intermedia, Finney et al.,9 recomendaban un límite para el control de gluce- mia de alrededor de 150 mg/dL, demostraron que con este nivel se obtenían efectos beneficiosos y que la posi- bilidad de presentar episodios de hipoglucemia era menor. Sin duda, lo visto hasta ahora no proporciona puntos claros como para generar recomendaciones, que se pue- dan aplicar y que beneficien a los pacientes. Un metaanálisis,10 publicado en el año 2004, mostró reducción en la mortalidad a corto plazo en pacientes 37 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 6 Protocolo para el control glucémico Fernando Pálizas, Fernando Jorge Palizas tratados con el régimen intensivo, sobre todo, en pacien- tes quirúrgicos. Un segundo estudio, publicado en 2008,11 no encontró diferencias significativas en la mortalidad y sí un aumento del riesgo de hipoglucemia con la tera- péutica intensiva con insulina. El estudio NICE-SUGAR12 intentó, de manera aleatoria y controlada, demostrar el efecto de la adminis- tración de insulina sobre la mortalidad. La glucemia “objetivo” en el grupo “intensivo” era entre 81 y 108 mg/dL en comparación con un grupo “convencional” de glucemia menor a 180 mg/dL. Se consideró un evento adverso considerable a los episodios de hipoglucemia por debajo de 40 mg/dL. Se incluyeron en el estudio 6 104 pacientes que fueron asignados al azar a ambos grupos, sin grandes diferencias entre los mismos. Los objetivos de control de glucemia eran muy buenos en los dos grupos (115 ± 18 y 144 ± 23 mg/dL, respectivamente, p < 0.001). La alimentación era por vía enteral, y más pacientes en el grupo intensivo habían recibido corticos- teroides (34.6 y 31.7%, en orden, p < 0.02). La mortali- dad fue mayor en el grupo intensivo (27.5 y 24.9%, correspondiente a, p < 0.02) con una diferencia absolu- ta de mortalidad de 2.6% (95% CI, 0.4 a 0.8). El tiempo medio de sobrevida también fue menor en el grupo 38 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 6) Pacientes en asistencia respiratoria mecánica y glucemia al ingreso mayor a 180 mg/dL ♦ Si el siguiente control es mayor a 180 mg/ddL, aumentar la velocidad a 2 mL/h ♦ Si el siguiente control es de entre 150 mg/dL y 180 mg/dL, continuar igual ♦ Si el siguiente control es menor a 150 mg/ddL, disminuir la velocidad a 1 mL/h ♦ Si la glucemia permanece menor a 150 mg/dL en los controles siguientes, suspender administración de insulinay continuar control de glucemia ♦ Si la glucemia es menor a 60 mg/dL suspender la administración de insulina y administrar 10 g de glucosa en bolo intravenoso lento (en 3 min) y controlar en 1 h � Si se suspende la alimentación enteral, se interrumpe la administración de insulina durante este periodo � Si el paciente debe ser trasladado, se suspende la administración de insulina y se mede la glucemia. Se suspenderá la insulina cuando el paciente reciba 2/3 de la ingesta calórica por vía enteral normal Dilución: 100 mL de solución fisiológica más 100 UI de insulina corriente Administración por vía central Controles por punción digital o sangre arterial Comenzar goteo de insulina a 2 mL/h Realizar controles cada 2 h por 24 h, luego cada 4 h Si el siguiente control es > 180 mg/dL, aumentar velocidad a 4 mL/h Si el siguiente control es > 220 mg/dL, aumentar velocidad a 6 mL/h Figura 6-1. Guía para el tratamiento de la glucemia en la unidad de cuidados intensivos (UCI). intensivo. Hubo más muertes de origen cardiovascular en este grupo. No hubo diferencias entre los dos grupos en el tiempo de estadía en cuidados intensivos u hospitala- ria, en la presencia de falla orgánica, días de ventilación mecánica, días de tratamiento renal, en la tasa de datos positivos de cultivos, ni en la necesidad de transfusión de glóbulos rojos. Más pacientes en el grupo intensivo tuvie- ron episodios de hipoglucemia intensa (6.8% en el grupo intensivo y 0.5% en el grupo convencional, p < 0.001) sin secuelas a largo plazo señaladas en el estudio. El último de los metaanálisis,13 publicados después al NICE-SUGAR, concluyó que la terapéutica intensiva con insulina aumenta de manera significativa el riesgo de hipoglucemia y no confiere beneficio alguno a la pobla- ción general de pacientes críticos. Sin embargo, el sub- grupo de pacientes quirúrgicos podría beneficiarse de esta intervención. En este metaanálisis14 se plantea, desde un punto de vista fisiopatológico, el porqué del fracaso del control estricto de glucemia en pacientes críticos. Se postula que la hiperglucemia inducida por problemas médicos comienza mucho tiempo antes que el paciente pueda recibir insulina y, por esto, la célula podría haber desarro- llado mecanismos adaptativos para protegerse contra cifras altas de glucemia y que descensos súbitos podrían no ser beneficiosos. Por el contrario, el paciente quirúrgi- co o traumatizado se expone a un mecanismo de tipo isquemia-reperfusión con un tiempo de comienzo por lo general conocido y, por lo tanto, el tiempo desde el comienzo de la enfermedad hasta el comienzo del trata- miento con insulina no es tan prolongado como en los pacientes con problemas médicos. ¿Esto significa que hay que dejar de controlar la glu- cemia en los pacientes? No. Es clara la relación entre la hiperglucemia y la mala evolución de los pacientes con enfermedades críti- cas.15 Por ello, no debemos apoyarnos en el estudio NICE SUGAR para dejar de controlar la glucemia. Se debe controlar la glucemia para mantener niveles entre de 150 y 180 mg/dL.16 ¿Todos los pacientes deben recibir tratamiento con insulina para mantener los niveles antes descritos? Si los niveles de glucemia sobrepasan los 180 mg/dL, los pacientes críticos deben recibir tratamiento con insu- lina, sobre todo pacientes quirúrgicos e internados por más de tres días. ¿Es necesario contar con un protocolo de control de la glucemia en cuidados intensivos? Sí. De esta manera, se logra un control más homogé- neo de la glucemia y disminuyen los episodios de hipoglu- cemia.4 El uso de un protocolo es también importante para disminuir la variabilidad de la glucemia. En los últi- mos años, este fenómeno se ha asociado a la morbimorta- lidad de los pacientes críticos.17,18 PUNTOS CLAVE 1. La hiperglucemia en los pacientes críticos está asocia- da con mayor morbimortalidad y debe proporcionar- se tratamiento con insulina. 2. No debe usarse el estudio NICE-SUGAR como justi- ficación para no controlar la glucemia. 3. El control de la glucemia en pacientes críticos debe realizarse para mantener niveles de glucemia de 150 y 180 mg/dL. 4. Es necesario usar un protocolo de control de glucemia (figura 6-1), ya que esto simplifica el tratamiento y reduce los episodios de hipoglucemia. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo para el control glucémico • 39 REFERENCIAS 1. Banting FG, Best CH, Collip JB et al.: Pancreatic extracts in the treatment of diabetes mellitus. Preliminary report. CMAJ 1922,12:141-146. 2. Van den Berghe G, Wouters P, Weekers F et al.: Intensive insulin therapy in critically ill patients. N Engl J Med 2001;345:1359-1367. 3. Inzucchi SE: Management of hyperglycemia in the hospital setting. N Engl J Med 2006;355:1903-1911. 4. Dellinger RP, Carlet JM, Masur H et al.: Surviving Sepsis Campaign Management Guidelines Committee. 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Pittas AG, Siegel RD, Lau J: Insulin therapy for critically ill hospitalized patients. Arch Int Med 2004;164:2005-2011. 11. Wiener RS, Wiener DC, Larson RJ: Benefits and risks of tight glucose control in critically ill adults: a meta-analysis. JAMA 2008;300:933-944. 12. NICE-SUGAR Study Investigators: Intensive versus con- ventional glucose control in critically ill patients. N Engl J Med 2009;360:1283-1297. 13. Griesdale DEG, De Souza RJ, Van Dam RM et al.: Intensive insulin Therapy and mortality among critically ill patients: a meta-analysis including NICE-SUGAR study data. CMAJ 2009;180(8):821-827. 14. Van den Berghe G, Mesotten D, Vanhorebeek I: Intensive insulin therapy in the intensive care unit. CMAJ 2009; 180(8):799-800. 15. Vanhorebeek I, Langouche L, Van den Berghe G.: Glycemic and nonglycemic effects of insulin: how do they contribute to a better outcome of critical illness? Curr Opin Crit Care 2005;11:304-311. 16. The Endocrine Society Statement to Providers on the Report Published in the New England Journal of Medicine on NICE-SUGAR. March 26, 2009. www.endo- society.org 17. Egi M, Bellomo R, Stachowski E et al.: Variability of blood glucose monitoring and short term mortality of critically ill patients. Anesthesiology 2006;105:244-252. 18. Ouattara A, Grimaldi A, Riou B: Blood Glucose Variability:A New Paradigm in Critical Care? Anesthesiology 2006;105: 233-4. 40 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 6) www.endosociety. INTRODUCCIÓN En la atención del paciente crítico se debe garantizar un adecuado control del dolor y un nivel óptimo de comodi- dad en medio de su entorno en la UCI (unidad de cuida- dos intensivos). Los objetivos inmediatos de estas dos intervenciones son: reducir la ansiedad y la desorientación, proporcionar seguridad, facilitar el sueño, y aliviar el dolor y sufrimiento. A largo plazo, esto trasciende en menos efectos fisiológicos deletéreos, facilita las evaluaciones y las intervenciones terapéuticas, disminuye la estancia enla UCI y en el hospital, así como las complicaciones.1 SEDACIÓN Antes de tomar la decisión de iniciar la sedación se deben excluir y tratar, cuando sea posible, las causas de la agitación, confusión o hiperactividad simpática: dolor, hipoxemia, hipercapnia, alteraciones metabólicas o elec- trolíticas, hiperamonemia, hiperazoemia, isquemia mio- cárdica, sepsis, hipotensión, hipoperfusión; además, hay que tener en cuenta las medicaciones que pueden preci- pitar la aparición de delirio. También es posible que ade- más de tratar la causa subyacente, el paciente merezca algún grado de sedación.2 INDICACIONES Dolor, ansiedad y agitación a menudo son confundidos. Hay que diferenciarlos para prescribir la medida terapéu- tica adecuada, ya sea analgésico, ansiolítico o antipsicótico, aunque casi siempre estos trastornos se encuentran super- puestos, con el predominio de uno de ellos.2 Son muchas las condiciones por las cuales los pacientes en estado crítico pueden experimentar dolor: hiperalgesia incisional, traumatismo, isquemia miocárdica o intestinal, irritación por el tubo endotraqueal, pleurodi- nia, dolor visceral, hemorragia subaracnoidea, colocación de invasivos, reposo prolongado y neuropatías periféricas. De otro lado, el dolor como signo de alarma, debe alertar o guiar hacia determinado problema; por lo tanto, no basta con suprimirlo en su totalidad, pero si se debe titu- lar con analgésicos hasta hacerlo tolerable.2 La primera recomendación de la guía de práctica clínica basada en la evidencia para la terapéutica sedoanalgesia en el paciente adulto críticamente enfermo, expresa que este tipo de pacientes críticos tiene derecho a un adecuado control del dolor cuando lo necesiten.1 El ambiente extraño, la alteración del ciclo sueño-vigi- lia, la sensación de indefensión, la intubación, el dolor y la desorientación ocasionan ansiedad en diferentes grados que puede llevar a agitación, la cual puede resultar en autoagresión. Se define la agitación como la presencia de movimientos frecuentes de la cabeza, los brazos o las pier- nas, la desadaptación del ventilador o ambos, que persisten a pesar de los intentos de tranquilizar al paciente por parte del personal encargado de su cuidado. Puede ocurrir por una toxicidad del SNC (sistema nerviosos central) secun- daria a los fármacos o por otras condiciones frecuentes en el paciente crítico. La agitación sigue un círculo vicioso de retroalimentación en el que la respuesta defensiva del per- sonal de atención sanitaria induce más agitación en el enfermo; con la probabilidad de sufrir agresiones físicas y que el mismo paciente se quite sondas, catéteres y tubo endotraqueal. El aumento de la demanda de oxígeno puede desencadenar una isquemia miocárdica u otras fallas orgánicas en el paciente grave, lo que justifica la necesidad de un tratamiento rápido y eficaz.1,2 CONTROL DEL DOLOR, SEDACIÓN Y AGITACIÓN Se han desarrollado escalas y herramientas sensibles para la vigilancia y diagnóstico de la agitación, el dolor y la sedación. La calificación de la gravedad del dolor 41 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 7 Protocolo de sedación y analgesia Juan Carlos Díaz Cortés, Edgar Celis Rodríguez mediante la escala visual análoga (EVA o VAS, por sus siglas en inglés) permite al paciente, esté o no intubado, medir qué tan intenso es su dolor, en una escala de 0 a 10. El 0 indica ausencia de dolor y 10 el peor dolor ima- ginable (figura 7-1).3 La escala de sedación de Ramsay fue validada hace más de 30 años y es útil para valorar el nivel de sedación; incluye sólo una categoría de agitación en su graduación (cuadro 7-1),4 pero, en los últimos años, se han desarro- llado instrumentos (escalas) más eficaces para valorar la agitación. Entre los que han mostrado mayor validez y fiabilidad están: el MASS, SAS y RASS. Las escalas RASS y SAS son fáciles de usar y recordar, lo que favorece la aceptación por parte del personal de la UCI (cuadros 7- 2 y 7-3).5,6 FACTORES DE RIESGO PARA LA APARICIÓN DE AGITACIÓN Es importante que el personal que atiende al enfermo valore y cuantifique la presencia de factores de riesgo de agitación, con el fin de iniciar de manera oportuna el tra- tamiento de esos factores. Se pueden clasificar según su origen en:1 1. De origen exógeno (externo) o tóxico-orgánico: se pro- duce por la acción de tóxicos o en el curso de enferme- dades médicas. Son de aparición brusca. En los casos de drogas y fármacos se origina por exceso o sobredosifi- cación, reacciones adversas o privación. Las drogas capaces de causar agitación incluyen: alcohol (delirium tremens y alucinosis), estimulantes, marihuana y aluci- nógenos. Entre los medicamentos están: atropina, corti- costeroides, difenilhidantoína, barbitúricos, fenotiazinas, antidepresivos tricíclicos y disulfiram. Entre las causas tóxico-orgánicas figuran: epilepsia, hematoma subdural, accidente cerebrovascular, encefalopatía hipertensiva, hemorragia subaracnoidea, tumores intracraneales, sep- sis, infección por virus de la inmunodeficiencia huma- na con afectación del SNC, hipotiroidismo, psicosis puerperal e hipoglucemia. También se asocian a agita- ción las encefalopatías relacionadas con insuficiencias hepática y renal. 2. De origen psicógeno: una situación de estrés en enfer- mos con personalidades susceptibles que se descom- pensan con facilidad. 3. De origen endógeno: psicosis esquizofrénica, psicosis maniaco-depresiva. ANALGÉSICOS, SEDANTES Y ANTIPSICÓTICOS En los cuadros 7-4 y 7-5 se muestran las características de los agentes farmacológicos más usados, su farmacoci- nética y dosis (titular la dosis-respuesta).2 SEDACIÓN CONSCIENTE Es aquélla en la que el paciente preserva una respuesta apropiada a la estimulación verbal o táctil, con manteni- 42 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 7) ¿Qué tan intenso es el dolor? 0 10 Sin dolor El peor dolor imaginable Escala visual análoga (VAS) Figura 7-1. Escala visual análoga. Cuadro 7-1. Escala de sedación de Ramsay Despierto 1 Con ansiedad y agitación o inquieto 2 Cooperador, orientado y tranquilo 3 Somnoliento. Responde a estímulos verbales normales Dormido 4 Respuesta rápida a ruidos fuertes o a la percusión leve del entrecejo 5 Respuesta perezosa a ruidos fuertes o a la percusión leve en el entrecejo 6 Ausencia de respuesta a ruidos fuertes o a la percusión leve en el entrecejo Cuadro 7-2. Escala de sedación-agitación (SAS) Puntuación 7 6 5 4 3 2 1 Respuesta Intentar quitarse el tubo endotraqueal y los catéteres; intenta salirse de la cama, arremete contra el personal No se calma al hablarle, muerde el tubo, necesita contención física Ansioso o con agitación moderada, intenta sentarse, pero se calma al estímulo verbal Calmado o despierta con facilidad, obedece órdenes Difícil de despertar, se despierta con estímulos verbales o con movimientos suaves, pero se vuelve a dormir enseguida. Obedece órdenes sencillas Puede despertar con estímulo físico, pero no se comunica, ni obedece órdenes. Puede moverse espontáneamente Puede moverse o gesticular levemente con estímulos dolorosos, pero no se comunica ni obedece órdenes Nivel de sedación Agitación peligrosa Muy agitado Agitado Calmado y cooperador Sedado Muy sedado No despierta miento de los reflejos de la vía aérea y ventilación espon- tánea adecuada. Por lo regular, la situación cardiovascular se mantiene estable. La sedación se puede administrar durante diferentes procedimientos terapéuticos, diagnós- ticos o quirúrgicos, cuando se necesite una evaluación neurológica frecuente, durante el acoplamiento a la VM no invasiva, para la adaptación a las modalidades espon- táneas de ventilación invasiva, o durante el proceso de extubación.1 La dexmedetomidina, un agonista α2 de acción corta y alta especificidad, produce analgesia, ansiólisis, sedación y no produce depresión respiratoria. El midazo- lam, el fentanil y el propofol pueden proporcionar seda-ción consciente en dosis y tiempo variables, supeditada a las características farmacocinéticas de cada fármaco en particular. Al usar infusiones IV continuas debe tenerse en cuenta la acumulación de metabolitos. El midazolam y el propofol no producen analgesia. Las benzodiazepi- © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo de sedación y analgesia • 43 Cuadro 7-3. Escala de agitación-sedación de Richmond (RASS) Puntuación +4 +3 +2 +1 0 -1 -2 -3 -4 -5 Denominación Combativo Muy agitado Agitado Inquieto Alerta y calmado Somnoliento Sedación leve Sedación moderada Sedación profunda Sin respuesta Descripción Combativo, violento, con peligro inmediato para el personal Agresivo, intenta retirarse los tubos o catéteres Movimientos frecuentes y sin propósito; <<lucha>> con el ventilador Ansioso, pero sin movimientos agresivos y vigorosos No está plenamente alerta, pero se mantiene (> 10 seg) despierto (abertura de ojos y seguimiento con la mirada) a la llamada Despierta brevemente (< 10 seg) a la llamada con seguimiento con la mirada Movimiento o abertura ocular a la llamada (pero sin seguimiento con la mirada) Sin la respuesta a la llamada, pero movimiento o abertura ocular al estímulo físico Sin respuesta a la voz ni al estímulo físico Exploración Observar al paciente Llamar al enfermo por su nombre y decirle <<abra los ojos y míreme Estimular al enfermo sacudiendo su hombro o frotando sobre la región esternal Cuadro 7-4. Características generales de los fármacos más comunes Fármaco Fentanil Remifentanil Morfina Hidromorfona Diazepam Lorazepam Midazolam Haloperidol Clonidina Dexmedetomidina Propofol Mecanismos de acción Angonista Mu Angonista Mu Angonista Mu Angonista Mu Angonista GABA Angonista GABA Angonista GABA Bloquea receptores dopa, adrenérgicos, acetilcolina e histamina Angonista receptor α-2 Angonista receptor α-2 Angonista GABA? Ventajas Reversible, inicio rápido, corta duración Reversible, inicio rápido, muy corta duración Reversible Reversible Reversible Reversible Reversible corta duración Mínima depresión respiratoria No produce depresión respiratoria No produce depresión respiratoria Muy corta duración Efectos adversos Depresión respiratoria, tórax en leño Depresión respiratoria, tórax en leño bradicardia Depresión respiratoria, alucinaciones Depresión respiratoria, alucinaciones Depresión respiratoria, hipotensión, confusión Depresión respiratoria, hipotensión, confusión Depresión respiratoria, hipotensión, confusión Extrapiramidalismo, puede disminuir el umbral convulsivo y prolongar el QT Bradicardia, hipotensión, hipertensión de rebote Boca seca, bradicardia Depresión respiratoria, hipotensión, dislipidemia Analgesia +++ +++ +++ +++ - - - - ++ ++ - Sedación + + + + +++ +++ +++ +++ ++ ++ +++ Tipo Opioide Opioide Opioide Opioide Benzodiazepina Benzodiazepina Benzodiazepina Butirofenona α-2 agonista α-2 agonista Diisopropilfenol nas orales son útiles para sedación en los pacientes no intubados. El uso de droperidol combinado con opiáceos para neuroleptoanalgesia debe ser cauteloso, valorando el riesgo-beneficio para cada paciente, por la aparición de síntomas extrapiramidales y el posible riesgo de arritmias cardiacas del tipo de torsión de puntas. El remifentanil, muy utilizado en anestesia, tiene rápido inicio y terminación de efecto, nula acumulación, pero puede producir apnea y hacer perder el control de la vía aérea, por lo que el uso en la sedación consciente de los pacientes críticos necesita de una vigilancia y cui- dado extremos. DELIRIO El delirio se define como una alteración de la conciencia con inatención, acompañada de alteraciones cognitivas, de percepción o ambas, que se desarrollan en un corto tiempo (horas o días) y fluctúan con el tiempo. Los cam- bios cognitivos se manifiestan como alteraciones de la memoria, desorientación, agitación o habla confusa. Las alteraciones de la percepción se manifiestan como aluci- naciones (por lo regular visuales), ilusiones, delusiones o ambas. A menudo, el delirio se confunde con la demen- cia, pero las alteraciones cognitivas que se presentan en ambas son diferentes. La demencia se define como una alteración de la memoria y la alteración cognitiva asocia- da a ella. Se desarrolla en meses o años y empeora de modo progresivo.1 El delirio, según el nivel de alerta y de actividad psi- comotora, se clasifica en: 1. Hiperactivo (30%): se caracteriza por agitación, agre- sividad, inquietud, labilidad emocional, tendencia a quitarse sondas, catéteres y tubos. 2. Hipoactivo (24%): se caracteriza por letargia, indife- rencia afectiva, apatía y disminución en la respuesta a estímulos externos. Con el uso de medicamentos psi- coactivos es más prevalente que el hiperactivo. Se aso- cia a la prolongación de la estancia hospitalaria y a un incremento de la mortalidad. 3. Mixto (46%): presenta características de los dos ante- riores. Los factores de riesgo se pueden dividir en dos categorías: 1. Predisponentes. Los pacientes ingresan con estos fac- tores al hospital, lo que indica la vulnerabilidad basal. En esta categoría figuran: edad superior a los 70 años, procedencia de una residencia/asilo, depresión o demencia, enfermedad cerebrovascular previo, epilep- sia, uso de medicamentos psicoactivos, alcoholismo o ingesta de drogas ilícitas, hipo o hipernatremia, hipo- glucemia o hiperglucemia, hipotiroidismo o hiperti- roidismo, hipotermia o fiebre, insuficiencias hepática, renal o cardiaca, choque, desnutrición, procedimien- tos invasivos y enclaustramiento. 2. Precipitantes. Incluyen estímulos nociceptivos o lesio- nes, o factores relacionados con la hospitalización. Ante 44 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 7) Cuadro 7-5. Dosis y farmacocinética de los fármacos más comunes Fármaco Fentanil Remifentanil Morfina Hidromorfona Diazepam Lorazepam Midazolam Haloperidol Clonidina Dexmedetomidina Propofol Metabolismo Hepático Estearasas plasmáticas Hepático Hepático Hepático Hepático Hepático Hepático Hepático (50%) 50% en orina sin metabolizar Hepático Hepático y extrahepático Metabolitos activos - - M6G y M3G Poco Desmetildiazepam, oxazepam No 1-Hidroximetildiazepam - - - - Mantenimiento Venoclisis a razón de 0.5 a 4 µg/kg/h Venoclisis 0.05 a 0.2 µg/kg/h Cada 6 h Cada 4 h - - Venoclisis 0.03 a 0.1 mg/kg/h - - Venoclisis 0.2 a 0.7 µg/kg/h Venoclisis 0.5 a 6 mg/kg/h Dosis inicial 25 a 100 μg 0.5 a 1 μg/kg IV en bolo 2 a 10 mg 0.4 a 2 mg 2 mg cada 30 a 60 min 0.25 a 0.5 mg IV cada 1 a 2 h 0.5 a 2 mg 0.5 a 5 mg 100 µg cada 8 a 24 h 0.5 µg/kg IV en 10 a 20 min 0.5 a 3 mg/kg Vida media 30 a 60 min (dosis única, en goteo intravenoso lento) 3 a 10 min 1.5 a 4.5 h 1 a 2 h 30 a 60 h 10 a 20 h 1 a 2.5 h 12 a 36 h 12 a 16 h 2 h 4 a 10 m un factor predisponente, la presencia de uno precipitan- te favorece la aparición de delirio. Las benzodiazepinas, opioides y otros medicamentos psicoactivos incremen- tan entre 3 y 11 veces el riesgo de desarrollar delirio. MONITOREO Y DIAGNÓSTICO DEL DELIRIO Se recomienda utilizar la escala CAM-ICU (Confusion Assessment Method for the Intensive Care Unit) para valo- rar el delirio. La valoración del delirio en el paciente grave debe incluir, además de la exploración clínica, la escala CAM-ICU, que ha sido validada en pacientes gra- ves que no verbalizan (cuadro 7-6).7 Pueden aplicarla médicos o enfermeras en diferentes grupos de pacientes, de manera estandarizada, a la cabe- cera del enfermo. Para la aplicación y valoración adecua- da de la escala CAM-ICU debe capacitarse de manera adecuada al personal que lo realizará. Una vez aprendi- do el modo de utilizarla, su aplicación no lleva más de 2 min (figura 7-2). TRATAMIENTO PARA EL DELIRIO El primer paso en la atención del delirio es el diagnóstico temprano. Una vez detectado, deben tratarse los factoresde riesgo. Las intervenciones generales recomendadas son: a) adecuar la sedación; evitar sedación excesiva, vigilancia, interrumpirla todos los días, evitar relajantes neuromuscu- lares, adecuar la dosificación y el tiempo de aplicación de las combinaciones de sedantes; b) realizar traqueostomía temprana (cuando está indicada reduce la necesidad de sedación y mejora la capacidad de comunicación y la movilidad del paciente); c) optimizar el alivio del dolor, y d) diagnóstico temprano, profilaxis y tratamiento de los síndromes de abstinencia (figura 7-3). Las estrategias no farmacológicas incluyen la reo- rientación, la estimulación cognitiva varias veces al día, adecuar la relación sueño-vigilia, la movilidad temprana, quitar lo antes posible los catéteres, la estimulación visual y la auditiva, el control adecuado del dolor y mini- mizar lo más que se pueda el ruido y la luz artificial. Con estas intervenciones se reduce hasta en un 40% la inci- dencia del delirio. Deberá informarse a los familiares © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo de sedación y analgesia • 45 Cuadro 7-6. Escala de delirio en la Unidad de Cuidados Intensivos (CAM-ICU) Criterios y descripción del CAM-ICU 1. Comienzo agudo o evolución fluctuante Es positivo si la respuesta es Sí a 1A o 1B 1A. ¿Hay evidencia de un cambio agudo en el estado mental sobre el estado basal? O 1B. ¿Ha fluctuado el comportamiento (anormal) en las últimas 24 h? Es decir, ¿tiende a aparecer y desaparecer, o aumenta y disminuye en gravedad, evidenciado por la fluctuación de una escala de sedación (p. ej., RASS), o GCS, o en la evaluación previa de delirio? 2. Falta de atención ¿Tuvo el paciente dificultad para fijar la atención, evidencia por puntuaciones < 8 en cualquiera de los componemtes visual o auditivo del ASE? 2A. Comience con el ASE de letras. Si el paciente es capaz de hacer esta prueba y la puntuación es clara, anote esta puntuación y pase al punto tres 2B. Si el paciente no es capaz de hacer esta prueba o la puntuación no está clara, haga el ASE de figuras. Si hace las dos pruebas use el resultado del ASE de figuras para puntuar 3. Pensamiento desorganizado ¿Hay evidencia de pensamiento desorganizado o incoherente evidenciado por respuestas incorrectas a 2 o más de las 4 preguntas, y/o incapacidad para obedecer órdenes? 3A. Preguntas de sí o no (alternar grupo A y grupo B): Grupo A Grupo B ¿Puede flotar una piedra en el agua? ¿Puede flotar una hoja en el agua? ¿Hay peces en el mar? ¿Hay elefantes en el mar? ¿Pesa un kilo más que dos kilos? ¿Pesan dos kilos más que un kilo? ¿Se puede usar un martillo para clavar un clavo? ¿Se puede usar un martillo para cortar madera? 3B. Órdenes Decir al paciente: <<Muestre cuántos dedos hay aquí>>. Enseñar dos dedos, colocándoes delante del paciente Posteriormente decirle <<Haga lo mismo con la otra mano>> El paciente tiene que obedecer ambas órdenes 4. Nivel de conciencia alterado Es positivo si la puntuación RASS es diferente de 0 Puntuación global Si el 1 y el 2, y cualquiera de los criterios 3 o 4 están presentes, el enfermo tiene delirio Ausente Ausente Ausente Ausente Sí Presente Presente Presente Presente No ASE: Attention Screening Examination; CAM-ICU: Confusion Assessment Method for the Intensive Care Unit; GCS: Glasgow Coma Score; RASS: Richmond Agitation Sedation Scalw. sobre estas alternativas de atención y explicárselas para que no les cause ansiedad.1,7 El haloperidol es el medicamento recomendado para tratar el delirio en el enfermo grave, comenzando con dosis de 2.5 a 5 mg intravenosos, con intervalos de 20 a 30 min, hasta el control de los síntomas. Las benzodiaze- pinas no están indicadas para el delirio, ya que predispo- nen a la sedación excesiva, depresión respiratoria y empeoramiento de la disfunción cognitiva. No obstante, las benzodiazepinas están indicadas en el delirium tre- mens y en otros estados de privación de drogas asociados a delirio hiperactivo. En ciertas poblaciones, como es la de pacientes mayores de 60 años y con demencia, las benzodiazepinas aumentan la confusión y la agitación.1,3 A diferencia de los opioides, las benzodiazepinas y el propofol, la dexmedetomidina se asocia menos al delirio en el posoperatorio, por lo que podría ser una alternativa adecuada para tratar la ansiedad en estos casos. El halope- 46 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 7) 1. Comienzo agudo o evolución fluctuante del estado mental 2. Falta de atención Y O Y cualquiera de los 2 3. Pensamiento desorganizado 4. Nivel de conciencia alterado Delirio Figura 7-2. Diagrama de flujo del CAM-ICU. Dolor Evaluar Usar escalas, VAS Adecuar según condiciones Titular Tratar la causa Titular Titular Tratar la causa Ansiedad Asegurar analgesia Evaluar y usar escalas Adecuar según condiciones Delirio Asegurar sedo analgesia Evaluar, usar CAM - ICU Identificar el hipoactivo Controlar factores de riesgo Figura 7-3. 1Triada del paciente con falta de confort en la UCI. Se presenta alguna de las tres, en forma aislada o en cualquier combinación. Asegurar primero analgesia, sedación y luego tratamiento antipsicótico. ridol es una butirofenona con efecto antipsicótico que no suprime el reflejo respiratorio y actúa como antagonista dopaminérgico; además, tiene un efecto sedante. En algu- nos pacientes se llega a requerir dosis muy altas. Debe realizarse monitoreo estrecho del intervalo QT, pues su prolongación, por efecto del haloperidol, puede inducir arritmias ventriculares del tipo de taquicardia ventricular polimorfa. Los efectos adversos del haloperidol incluyen hipotensión, distonías agudas, síntomas extrapiramidales, espasmos laríngeos, síndrome neuroléptico maligno, efec- tos anticolinérgicos, reducción del umbral de convulsio- nes y desregulación del metabolismo de la glucosa y de los lípidos. En enfermos con delirio hiperactivo grave se recomienda el uso simultáneo del haloperidol asociado a midazolam o propofol (figura 7-4). Los nuevos agentes antipsicóticos como la risperi- dona, cipracidona, clozapina y olanzapina pueden usar- se para el tratamiento del delirio. Estos medicamentos podrían ser, en teoría, superiores al haloperidol, sobre todo en el delirio hipoactivo y mixto, porque no sólo actúan sobre los receptores dopaminérgicos, sino que también modifican la acción de neurotransmisores como la serotonina, la acetilcolina y la norepinefrina. Pueden ser una alternativa eficaz y se recomiendan en los casos en los que el haloperidol esté contraindicado o presente efectos adversos. Su principal limitación es la no disponibilidad en presentación parenteral, lo que res- tringe su uso a los enfermos que toleren la administra- ción enteral. 1,3 TOLERANCIA Y SÍNDROME DE ABSTINENCIA Una complicación frecuente de la sedación, cuando se utiliza durante más de una semana y en dosis altas, es la tolerancia, que puede ser metabólica o funcional. La tolerancia cruzada aparece cuando el SNC tolera un fár- maco y se adapta de una manera similar, pero más rápi- da a otro. Cuando la sedación o la analgesia prolongadas se suspenden de repente, puede aparecer un síndrome de abstinencia. La incidencia del síndrome de abstinencia en las UCI pediátricas y de adultos puede llegar hasta el 62% y, a pesar de esto, dicha complicación es subestimada, lo que se refleja en que sólo 23.5% de los centros disminuye de manera progresiva la dosis de los medicamentos de uso rutinario para la sedación. Los factores de riesgo asocia- © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo de sedación y analgesia • 47 ¿Dolor? ¿Ansiedad? ¿Delirio? SíNo Sí Sí Sí No No No ¿Intubado? ¿Intubado? 1º Fentanil 1º Morfina 1º Midazolam 1º Haloperidol 1º Benzodiazepinas orales 2º Corto plazo, renal, hepático, neurológico, anciano Remifentanil 2º Renal, hepático, neurológico, anciano HidromorfonaCatéter peridural Cirugía, traumatismo de tórax o abdomen o ambos 2º o Largo plazo o 2º Corto plazo, renal, hepático, neurológico, anciano Lorazepam Diazepam Propofol 2º Síndrome de abstinencia, renal, hepático, neurológico, anciano Clonidina 2º Olanzapina, Clozapina, Risperidona, Cipracidona 3º Dexmedetomidina Corto y largo plazos, renal, hepático, neurológico, anciano. Permite respiración espontánea. Provee analgesia y sedación Figura 7-4. Flujograma para la administración de la analgesia, sedación y tratamiento del deliro, en la UCI. 1) Los fármacos aparecen en negritas. Se pueden hacer diferentes asociaciones entre sedantes y analgésicos o solos: fentanil + midazolam, remifentanil + propofol, dexmedetomidina + remifentanil, dexmedetomidina + hidromorfona, morfina + clonidina, fentanil + lorazepam, dexmedetomidina + fentanil, morfina + alprazolam, clo- nidina + fentanil, y así en forma sucesiva. dos al desarrollo del síndrome de abstinencia son: a) dosis altas de benzodiazepinas, opioides y propofol; b) suspen- sión brusca; c) administración IV durante un tiempo pro- longado (más tres días); d) combinación de medicamentos, y e) administración de barbitúricos. Los opioides, las ben- zodiazepinas y el propofol pueden inducir tolerancia y sín- drome de abstinencia.1 El síndrome de abstinencia de las benzodiazepinas se manifiesta con agitación, delirio, convulsiones, alucina- ciones, alteraciones cognitivas, insomnio, temblor, fiebre, náuseas, vómitos e hiperactividad simpática (taquicardia, hipertensión, taquipnea). El síndrome de abstinencia por propofol se asocia a venoclisis durante más de 24 h y a dosis incrementadas. En la mayor parte de los casos, el propofol se utiliza junto con las benzodiazepinas y los opioides, por lo que el síndrome de abstinencia puede ser mixto. Se caracteriza por confusión, temblor, alucinacio- nes, convulsiones tónico-clónicas, taquicardia, taquipnea y fiebre. El fentanil, sufentanil y remifentanil, por su gran afinidad por los receptores opioides, tienen un mayor riesgo de inducir tolerancia y abstinencia que los opioides no sintéticos como la morfina. El síndrome de abstinen- cia por opioides se caracteriza por: irritabilidad, temblor, clonos, delirio, hipertonicidad, movimientos coreo-atetó- sicos, alucinaciones, vómitos, estridor, diarrea, hiperten- sión arterial, taquicardia, diaforesis y fiebre. Una dosis de fentanil de más de 1.5 mg/kg o una duración de la veno- clisis por más de cinco días se asocia a una incidencia de síndrome de abstinencia del 50%. Mientras que una dosis superior a 2.5 mg/kg por más de nueve días se asocia a una incidencia del 100%.1 El uso de protocolos de disminución progresiva de los sedantes y opioides evita síndromes de abstinencia. Algunos recomiendan el lorazepam durante la suspen- sión de venoclisis con dosis altas y durante tiempo pro- longado de midazolam. Dentro de las estrategias para disminuir la incidencia de los síndromes de abstinencia a sedantes y opioides en el paciente grave se han descrito: a) el uso de escalas para ajustar las dosis a los objetivos terapéuticos de la sedación; b) evitar la sedación excesi- va; c) limitar, en lo posible, los días de tratamiento; d) definir en cada caso y para cada sedante la forma de administración, en bolos o en goteo lento; e) reducir progresiva y gradualmente los sedantes y analgésicos; f) evitar, en lo posible, la combinación de medicamentos sedantes, sobre todo en dosis altas, y g) valorar la admi- nistración de la dexmedetomidina para facilitar la reduc- ción de la dosis de opioides y sedantes. Se sugiere el uso de la dexmedetomidina o la clonidina para facilitar el retiro de las benzodiazepinas y el propofol, y tratar sus síndromes de abstinencia. Hasta el momento, no se han comunicado síndromes de abstinencia asociados a dexme- detomidina.A pesar de ello, se recomienda no suspender- la de manera brusca.1-3 TRATAMIENTO DE PACIENTES SIN INTUBACIÓN TRAQUEAL NI ASISTENCIA VENTILATORIA Se recomienda el inicio de sedación sólo después de pro- porcionar una analgesia adecuada, y luego establecer y redefinir periódicamente el objetivo de la sedación para cada paciente. Los mejores son los fármacos con bajo riesgo de producir depresión respiratoria y efectos adver- sos hemodinámicos graves tales como lorazepam, halo- peridol y dexmedetomidina. Lo más importante para la sedación en el paciente crítico agitado sin intubación es la presencia de personal muy bien entrenado en el con- trol de la vía aérea. Si se requiere un rápido despertar, el propofol es el fármaco recomendado, mientras que el lorazepam es considerado el fármaco de elección para la sedación prolongada.1 TRATAMIENTO DE PACIENTES CON VENTILACIÓN MECÁNICA La lucha del paciente con el respirador genera numero- sas complicaciones que pueden agravar la situación de los pacientes críticos y que deben evitarse: acidosis respi- ratoria secundaria a hipoventilación y aumento de la producción de CO2; hipocapnia por hiperventilación; hipoxemia por asincronía entre el paciente y el ventila- dor; aumento de la presión intratorácica con disminu- ción del retorno venoso, del volumen minuto cardiaco y de la presión arterial; aumento del consumo de O2 por el aumento de la actividad de los músculos esqueléticos y respiratorio.1,8 Las necesidades de sedoanalgesia suelen ser diferen- tes; por ejemplo, los pacientes con enfermedades neuro- musculares requieren una sedación diurna leve y una nocturna necesaria para asegurar el sueño. Un paciente con SDRA grave necesitará probablemente niveles máxi- mos de analgesia, sedación y a veces, relajación muscular. La analgesia implica ausencia de sensibilidad al dolor o a los estímulos agresivos. Es muy frecuente que se utilicen fármacos sedantes, que “duermen” al paciente, pero que no lo protegen contra el dolor ni contra las reacciones sis- témicas que éste provoca. Si tras la administración de analgésicos, los signos fisiológicos alterados desaparecen, se confirma la idea del dolor como causa de esas altera- ciones.1-3 Además del VAS, es importante evaluar los equiva- lentes somáticos y fisiológicos del dolor: la expresión facial, los movimientos, la postura, la taquicardia, hiper- tensión, taquipnea, desadaptación al ventilador, y obliga- rán a considerar la administración de analgésicos, si no se estaban administrando o a aumentar su dosis.1,3 Los niveles de sedación adecuados para los pacientes ventilados están entre el 2 y 4 de la escala de Ramsay. En 48 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 7) © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo de sedación y analgesia • 49 pacientes con VM por situaciones respiratorias comple- jas, se recomiendan niveles 3 o 4, que además produci- rían amnesia. La sedación profunda de nivel 5 o 6 podría es útil como parte del tratamiento de la hipertensión endocraneal o en situaciones como el tétanos o la hiper- termia maligna.1 Los opioides son los analgésicos de elección en el paciente ventilado, siendo de primera línea el fentanil y la morfina. Los efectos secundarios más importantes de los opiáceos, son depresión respiratoria, hipotensión arte- rial, retención gástrica e íleo. Las ventajas de la morfina son su potencia analgésica, el bajo costo y el efecto eufo- rizante. El fentanil es el agente analgésico de elección para los pacientes ventilados con inestabilidad hemodi- námica y no causa liberación de histamina, hecho que puede explicar su menor efecto sobre la presión arterial y el músculo liso bronquial. Tiene una vida media relati- vamente corta (de 30 a 60 min) debido a una rápida distribución. Sin embargo, su administración prolongada lleva a su acumulación en los compartimentos periféri- cos y al aumento de su vida media (vida media contex- tual) de hasta 16 horas. Su costo suele ser mayor. El remifentanil es un opioide sintético que, por ser metabo- lizado con rapidez por estearasas plasmáticas, casi no seacumula. Tampoco lo hace en pacientes con insuficiencia renal o hepática. Estas propiedades hacen que la recu- peración de su efecto se produzca en pocos minutos, aun después de administraciones prolongadas, sin em- bargo es más costoso.13 No se recomienda usar en el paciente crítico mepe- ridina, nalbufina, buprenorfina y AINES. La meperidina tiene un metabolito activo, la normeperidina, que puede acumularse y producir excitación del SNC y convulsio- nes, en especial en los pacientes con daño neurológico agudo. La nalbufina y la buprenorfina se prescriben por lo general para calmar el dolor leve o moderado en el posoperatorio inmediato. Debe recordarse que pueden revertir el efecto de los otros opiáceos por interacción a nivel de los receptores. Pueden usarse como opción cuando estén contraindicados los opiáceos tradicionales. Los AINES no tienen ventaja alguna en su efecto anal- gésico sobre los opiáceos, y sí tienen efectos secunda- rios a los que los pacientes críticos ya están de hecho predispuestos, como hemorragia gastrointestinal, inhi- bición plaquetaria y desarrollo de insuficiencia renal o hepática.1 Para sedación, midazolam, propofol o lorazepam son de elección en pacientes que no requieren un despertar inmediato. El etomidato no se recomienda para la sedo- analgesia por su capacidad de provocar insuficiencia suprarrenal.1 La dexmedetomidina disminuye el tiempo en venti- lación mecánica. La administración inicial de carga en pacientes ventilados es de 1 μg/kg en 10 min, seguida por una administración IV lenta de mantenimiento de 0.2 a 0.7 μg/kg/ hora. Este medicamento no produce depresión respiratoria, ni alteración del intercambio ga- seoso, y puede administrarse con seguridad en pacientes con insuficiencia renal. Tampoco causa alteraciones en la función adrenocortical, ni inflamatoria. Algunos eligen este fármaco como el sedante más adecuado para el pro- ceso de interrupción de la ventilación asistida. Las dosis deben ser reducidas en pacientes con insuficiencia hepática. El estudio SEDCOM (Safety and Efficacy of Dexmedetomidine Compared with Midazolam) no encon- tró diferencias entre dexmedetomidina y midazolam en cuanto a eficacia en pacientes ventilados por más de 24 h, pero el primer grupo gastó menos tiempo en ventila- dor y tuvo menor incidencia de delirio.9 En un estudio aleatorizado, Kress evalúo el impacto de la interrupción diaria de la sedación, encontrando menor tiempo en ventilación mecánica y menor estancia en la UCI.10 Después, De Wit y Gennins compararon esta estrategia de interrupción diaria de la sedación con un algoritmo de sedación y encontraron aún más disminu- ción en el tiempo en ventilación mecánica en el segundo grupo, así como menor tiempo de estancia hospitalaria y en la UCI, pero el estudio tuvo que ser suspendido, pues encontró en el primer grupo una más lenta recuperación en el índice SOFA.11 En pacientes con traumatismo cráneoencefálico o neuroquirúrgicos se sugiere la sedoanalgesia con remi- fentanil por su vida media ultracorta, ya sea solo o aso- ciado a otros sedantes a dosis bajas.1 El fentanil no causa liberación de histamina; de los opioides es el que menos altera la estabilidad hemodiná- mica y no tiene efecto sobre el músculo liso bronquial. Por eso, es el analgésico de elección en pacientes con EPOC, asma, SDRA, inestabilidad hemodinámica y dis- función multiorgánica. PACIENTES TRAUMATIZADOS Se ha comparado la efectividad de la sedación con lora- zepam, midazolam y propofol en el paciente traumatiza- do y no existen diferencias significativas. Debido al bajo costo, se recomienda de primera elección: el lorazepam; el propofol se puede dejar para pacientes traumatizados que requieren evaluaciones neurológicas frecuentes, evi- tando usar dosis mayores a 5 mg/kg/h para evitar el sín- drome de infusión de propofol (insuficiencia miocárdica, acidosis metabólica y rabdomiólisis). El diazepam pro- porciona estabilidad en el nivel de sedación de los pacientes traumatizados sin alteración neurológica. A pesar de su larga vida media, el uso de una escala de sedación previene la sedación excesiva, y disminuye los requerimientos de lorazepam en los casos de agitación asociada a niveles de sedación menores y mantenidos con fármacos de menor vida media.1-3 50 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 7) PACIENTES ANCIANOS En este grupo de pacientes hay que tener precaución con la utilización de propofol y midazolam. Los tiempos de recuperación inicial son mayores, la recuperación total psicomotora es más lenta, los tiempos de recuperación de la estabilidad postural son más lentos. Por otra parte, el tiempo de despertar es más predecible en ancianos que reciben propofol que en los que reciben midazolam. La utilización de lorazepam se asocia con una mayor incidencia de delirio en esta población.1 PACIENTES EMBARAZADAS Para evaluar la administración de analgésicos y sedantes durante el embarazo se recomienda seguir la clasificación de la FDA. Los riesgos son los siguientes: 1) propofol: cate- goría B. Produce efectos fetales reversibles. Puede originar depresión del SNC neonatal en el periodo de periparto. Puede utilizarse en dosis subhipnóticas para el control de la emesis asociada a cesáreas. No se modifica la respuesta, ni el metabolismo del propofol. 2) Fentanil y remifentanil: categoría C. Pueden producir depresión del SNC en el neonato y deben usarse con precaución. El uso crónico durante el embarazo se ha asociado a un síndrome de abs- tinencia en el neonato. 3) Benzodiazepinas: categoría D. Producen efectos fetales reversibles, depresión del SNC en el neonato e hipotonía. Se ha observado una posible aso- ciación estadísticamente significativa entre el uso de lora- zepam y malformaciones del tubo digestivo. En particular, durante la embriogénesis se ha asociado a atresia anal. 4) Dexmedetomidina: categoría C. No ha sido estudiada su seguridad durante el parto. Por ello, no se recomienda su uso durante el parto, incluyendo la cesárea.1 POSOPERATORIO DE CIRUGÍA CARDIOVASCULAR La sedoanalgesia reduce la morbilidad en cirugía cardia- ca. La taquicardia y la liberación de catecolaminas contri- buyen a la presentación de hipertensión arterial, isquemia miocárdica y ruptura de la placa ateroesclerótica. En la actualidad, debido al uso de sistemas de anestesia fast- track, la elección de fármacos de acción corta permite una rápida recuperación posanestésica. Por tradición, se creía que los pacientes en posoperatorio de cirugía cardiaca requerían una sedación profunda, pero una sedación superficial y óptima minimiza la respuesta cardiovascular a la estimulación y disminuye el tiempo necesario para despertar sin complicaciones.1 Debido a su potencia, la analgesia con morfina o sus análogos sigue siendo el tratamiento de elección en el ali- vio del dolor del paciente en el posoperatorio de cirugía cardiaca, variando su forma de administración, ya sea en bolo, goteo lento continuo o PCA (analgesia controlada por el paciente). No se han encontrado diferencias signi- ficativas cuando se compara el uso de la PCA con la anal- gesia suministrada por el personal de enfermería, debido a que se suele estar muy atento a la presencia de dolor y a proporcionar el analgésico de manera oportuna.1-3 La combinación adecuada de agentes sedantes de corta acción (propofol con midazolam, así como de pro- pofol y fentanil) puede reducir los requerimientos anal- gésicos y los efectos adversos de los opioides de larga duración. La dexmedetomidina, como agente único o asociado a analgésicos opiáceos, es un fármaco apropiado para la sedoanalgesia de corta duración. La prevención del temblor posoperatorio es un beneficio probable adi- cional de la dexmedetomidina. PACIENTE NEUROLÓGICO Y NEUROQUIRÚRGICO Los objetivos específicos en el paciente neurocrítico son: prevenir situaciones que produzcan aumentos de la PIC, disminuir y mantener los requerimientos metabólicos cere- brales, aumentar la captación de oxígeno, optimizando la hemodinámica sistémicay reduciendo las demandas meta- bólicas cerebrales de oxígeno. Debe tenerse en cuenta no interferir con la valoración neurológica continua para detec- tar complicaciones intracraneales, las cuales pueden expre- sarse como agitación o incomodidad. Se debe prevenir la lesión neurológica secundaria, asociada a hipoxemia e hipo- tensión, que deben ser corregidas sin pérdida de tiempo.1 El fármaco ideal en el paciente neurocrítico es aquél que evite o prevenga aumento de la PIC, permita la estabi- lidad hemodinámica y evite la sedación profunda (efecto rápido y acción corta). Como no se dispone de un agente único con estas propiedades, se debe utilizar una combina- ción de diferentes fármacos para lograr o casi lograr este objetivo: sedación con benzodiazepinas o propofol y analge- sia con opioides como remifentanil y fentanil (cuadro 7-7).1 El tiopental sódico se reserva para pacientes con trau- matismo craneoencefálico grave con hipertensión intracra- neal refractaria al tratamiento médico y sin alteración hemodinámica importante. La ketamina, antagonista no competitivo de los receptores NMDA, cuyo sitio de acción primario es la región neotalámica cortical, se ha relacionado con un aumento de la presión parcial de CO2 en sangre arterial y de la PIC; por lo tanto, su uso no se recomienda en el paciente neurocrítico. Además, mantie- ne la presión arterial, pero aumenta la frecuencia cardiaca y el tiempo de recuperación neurológica al ser suspendida. INSUFICIENCIA RENAL Se evita la morfina en el paciente crítico con insuficiencia renal. No debe ser de primera elección, por la acumulación © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o de sus metabolitos, los glucorónidos de morfina, M3G, M6G y M3-6G, los cuales son activos, de mayor duración y con efectos adversos. En caso de usarla, se puede ajustar las dosis según la depuración de creatinina: entre 20 a 50 mL/min, 75% de la dosis; entre 10 a 20 mL/min, 50% de la dosis. Se prefiere el goteo lento intravenoso de remifen- tanil y de fentanil a menores dosis para pacientes en venti- lación mecánica, o el uso de hidromorfona en paciente extubado o en proceso de retiro de VM. También se reco- mienda el uso de dexmedetomidina, disminuyendo la dosis de carga y titulando la dosis de venoclisis.1-3 El midazolam produce sedación prolongada en pacien- tes renales, por lo que se recomienda para periodos inferio- res a 72 h. El lorazepam se puede utilizar pero hay que vigilar los niveles de propilenglicol, excipiente del vial, que origina acidosis metabólica y empeoramiento de la función renal. El propofol durante la diálisis disminuye su concen- tración plasmática por hemodilución y unión de la albúmina a los filtros, por lo que se debe aumentar su dosis; poste- riormente, se requiere menos dosis en la administración continua, la cual, si es superior a 12 h, aumenta los triglicé- ridos, por lo cual se debe realizarse monitoreo. La dosis del haloperidol se debe disminuir en 30% (cuadro 7-8).1-3 INSUFICIENCIA HEPÁTICA Se evita el uso de midazolam en administración IV continua en pacientes cirróticos; su vida media de eliminación aumenta de 2 a 3 veces. Se ha demostrado encefalopatía hasta 6 h después de su administración en pacientes cirróti- cos Child A o B, en infusión para la sedación en la endosco- pia digestiva. Sin embargo, puede utilizarse como sedante en pacientes cirróticos, para endoscopia de vías digestivas altas, en dosis de 30 a 50 μg/kg en pacientes Child A o B.1-3 El remifentanil, debido a su metabolismo y elimi- nación, es el opioide de elección en el paciente con dis- función hepática. Sin embargo, la ventana terapéutica entre la analgesia y la depresión respiratoria es estrecha, por lo cual se debe tener precaución en pacientes que no estén en ventilación mecánica. El fentanil se puede usar disminuyendo la dosis de administración. La morfina e hidromorfona se deben usar en dosis menores y fraccio- nadas. El lorazepam puede utilizarse en pacientes con síndrome de abstinencia alcohólica, como benzodiazepi- na de primera línea para la prevención de las convulsio- nes, pero puede precipitar encefalopatía. También se sugiere el uso de dexmedetomidina como terapéutica coadyuvante, reduciendo la dosis. El propofol es el hip- nótico de elección en insuficiencia hepática en dosis de 3 mg/kg/h y para la intubación y control de la hiperten- sión endocraneal. El haloperidol para el tratamiento del delirio se debe utilizar a menores dosis (cuadro 7-8).1-3 PROCEDIMIENTOS Para efectuar procedimientos en la UCI, tales como tra- queostomía, tubos en tórax, lavados y desbridamientos, la combinación de un sedante tipo propofol, midazo- lam o lorazepam y un analgésico tipo fentanil o remi- fentanil, debe hacerse teniendo en cuenta el uso previo o concomitante de sedoanalgesia y la duración del pro- cedimiento.1 No se recomienda usar de forma rutinaria relajantes neuromusculares, hasta asegurar una suficiente profundi- dad. Sólo deben usarse en casos estrictamente necesarios como procedimientos abdominales, traqueostomía y fibrobroncoscopia o en hipertensión endocraneal. Los requerimientos de sedoanalgesia suelen ser menores des- pués de traqueostomía y, por eso, se recomienda su dis- minución.1 ANESTESIA REGIONAL Hay un alto nivel de evidencia que sustenta el uso de la analgesia regional en el posoperatorio de la toracotomía y de la cirugía toraco-abdominal mayor y en el trauma- tismo torácico (fracturas costales múltiples y de ester- nón). La técnica más recomendada es el catéter peridural continuo. Otras técnicas alternativas son el abordaje paravertebral continuo y el bloqueo intercostal. En gene- ral, disminuyen el consumo de opoides y sus efectos secundarios, facilitan la fisioterapia, reducen el tiempo de ventilación mecánica y la incidencia de neumonía.12 ESTRATEGIAS NO FARMACOLÓGICAS Se deben adecuar las condiciones ambientales para opti- mizar la tranquilidad del paciente. Esto significa, en lo Protocolo de sedación y analgesia • 51 Cuadro 7-7. Fármacos en pacientes neurocríticos Inicio rápido Recuperación fácil Titulación Presión intracraneal Flujo sanguíneo cerebral Consumo cerebral de O2 Presión arterial media Lorazepam + + + ↓ ↓ ↓2 ↓ Fentanil +++ ++ ++ = = ↓2 ↓ Remifentanil +++ +++ +++ = = ↓2 ↓ Midazolam +++ ++ ++ ↓↓ ↓↓ ↓↓22 ↓ Propofol +++ +++ +++ ↓↓ ↓↓ ↓↓2 ↓↓ 52 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 7) posible, conservar el ciclo sueño-vigilia, minimizar la luz nocturna, los procedimientos invasivos y evaluaciones de noche, disminuir el nivel de ruido, las visitas y las conver- saciones médicas y de enfermería inadecuadas. Algunas terapias complementarias han resultado útiles en pacien- tes que están en la UCI como la musicoterapia, los masa- jes y la acupresión.1 CONSECUENCIAS DE UNA INADECUADA ANALGESIA Y SEDACIÓN Son obvios, en primer lugar el dolor y la ansiedad. Como complicación de estos dos aparecen, entre otras, la asin- cronía paciente-ventilador, el aumento del consumo de oxígeno, la hipoxia, la hipocapnia o hipercapnia, crisis Cuadro 7-8. Ajuste de dosis de sedantes y opioides en las insuficiencias renal y hepática Fármaco Dexmedetomidina Fentanil Hidromorfona Morfina Remifentanil Midazolam Lorazepam Propofol Haloperidol Dosis insuficiencia renal (observaciones) Dosis de impregnación 0.5 µg/kg en 10 min Venoclisis 0.2 a 0.7 µg/kg/h 0.7 a 10 µg/kg/h Comenzar con 50% de la dosis si el FG es menor de 50 mL/min (Puede producir sedación prolongada) 10 a 30 µg/kg IV cada 2 a 4 h (Puede producir mioclonias, alucinaciones y/o confusión) FG > 50 mL/min: 0.02 a 0.25 mg/kg IV cada 4 h FG 20 a 50 mL/min: 75% de la dosis FG 10 a 20 mL/min: 50% de la dosis (No se recomienda su uso en el paciente diálisis) 0.05 a 0.3 µg/kg/min (Opioide de elección en insuficiencia renal) Disminuir dosis de carga en un 50%. Venoclisis 0.02 a 0.1 mg/kg/h no mas de 48 h (OH-Midazolan es dializable) 0.01 a 0.1 mg/kg/h (Posible toxicidadpor propilenglycol-solvente) Aumentar dosis de carga al comenzar diálisis 2 a 3 mg/kg Continuar dosis de venoclisis 5 a 40 µg/kg/min (Medición de triglicéridos en venoclisis mayores de 12 h 2 mg IV c/20 min hasta control de síntomas (No se recomienda en pacientes con hipopotasemia o hipomagnesemia, o con QT prolongado Dosis insuficiencia hepática (observaciones) En abstinencia alcohólica: 1 μg/kg en 10 min Continuar 0.2 a 0.7 1 a 2 µg/kg IV para procedimientos cortos Child A: 0.7 a 10 µg/kg/h Child B-C disminuir dosis según respuesta (Puede precipitar encefalopatía hepática) Child A: 10 a 30 µg/kg IV cada 2 a 4 h Child B-C: no se recomienda su uso en administración continua (Puede precipitar encefalopatía hepática) Child A: 0.02 a 0.1 µg/kg IV. cada 4 h Child B-C: 0.02 a 0.04 µg/kg IV. cada 4 a 6 h (No se recomienda su uso en administración continua. Puede precipitar encefalopatía hepática) 0.05 a 0.3 µg/kg/min Ajusar dosis según respuesta (Probablemente es el opioide de elección) Child A: 20 a 50 µg/kg para procedimientos cortos Child B-C: no se recomienda su uso en administración continua (Puede precipitar encefalopatía hepática) Dosis 0.01 a 0.1 µg/kg/h (En la abstinencia alcohólica es la primera elección para profilaxis de convulsiones. (Puede precipitar encefalopatía hepática) 5 a 40 µg/kg/min 50 µg/kg/min (En la insuficiencia hepática fulminante es útil para el control de la presión intracraneal) 2 mg IV cada 20 min 2 a 4 mg IV cada 6 h (No se recomienda en pacientes con hipopotasemia o hipomagnesemia, o con QT prolongado o simultáneamente con vasopresina) Vía metabólica Glucoronidación Oxidación Glucoronidación Glucoronidación Hidrólisis (esterasas) Oxidación Glucoronidación Oxidación Oxidación Metabolitos activos No No Sí (H3G) Sí (M3G y M6G) Sí (ácido remifentanflico) Sí (OH- midazolam) No No Sí (OH) hipertensiva, isquemia miocárdica, hemorragia digestiva, el que el paciente se retire tubos, catéteres, equipos y dis- positivos del monitor, la agresión por parte del paciente al personal de salud, la autoagresión, depresión y estrés postraumático. La excesiva sedación y analgesia puede ocurrir cuando se prescriben órdenes de forma automática sin hacer una medición de las necesidades fundamentales y no se estable- cen objetivos. Ocurre como consecuencia, hipotensión, bradicardia, depresión respiratoria, ventilación mecánica prolongada, mayor estancia en la UCI y hospitalaria, mayor incidencia de traqueostomía, trombosis venosa profunda, neumonía asociada al ventilador, úlceras en zonas de pre- sión y desacondicionamiento. Por último, el mal manejo de la analgesia y sedación aumenta los costos.1-3,8 PUNTOS CLAVE 1. En el paciente crítico es fundamental reducir la ansiedad, desorientación, aliviar el dolor y el sufri- miento. 2. Es muy importante el diagnóstico. Diferenciar entre dolor, ansiedad y agitación para prescribir las medidas terapéuticas adecuadas. 3. Se recomienda el uso de sedación después de pro- porcionar una analgesia adecuada redefiniéndose pe- riódicamente los objetivos de la sedación en cada paciente. 4. Cada unidad intensiva debe de tener un protocolo de sedación y analgesia que establezca las bases de mane- jo de estos pacientes. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo de sedación y analgesia • 53 REFERENCIAS 1. Celis-Rodríguez E, Besso J, Birchenall C et al.: Guía de Práctica Clínica Basada en la Evidencia para el Manejo de la Sedo-Analgesia en el Paciente Adulto Críticamente Enfermo. Med Intensiva 2007;31(8):428-471. 2. Mirski MA, Lewin JJ: Sedation and Analgesia for the Critically Ill Patient. Contemporary Critical Care 2007;4(8):1-12. 3. Jacobi, J, Fraser G, Coursin D et al.: Clinical Practice Guidelines for the Sustained Use of Sedatives and Analgesics in the Critically Ill Adult. Crit Care Med 2002;30(1):119-141. 4. Ramsay MA, Savege TM, Simpson BR et al.: Controlled Sedation with Alphaxalone-Alphadolone. Br Med J 1974;2:656-659. 5. Riker R, Picard J, Fraser G: Prospective Evaluation of the Sedation-Agitation Scale for Adult Critically Ill Patients. Crit Care Med 1999;27(7):1325-1329. 6. Ely EW, Truman B, Shintani A et al.: Monitoring Sedation Status over time in ICU Patients: reliability and validity of the Richmond Agitation-Sedation Scale (RASS). JAMA 2003;89:2983-2991. 7. Ely EW, Inouye SK, Bernard GR et al.: Delirium in Mechanically Ventilated Patients: Validity and Reliability of the Confusion Assessment Method for the Intensive Care Unit (CAM-ICU). JAMA 2001;286(21):2703-2710. 8. Sessler CN: Comfort and Distress in the ICU Scope of the Problem. Semin Respir Crit Care Med 2001;22:111- 114. 9. Riker RR, Shehabi Y, Bokesch PM et al.: SEDCOM (Safety and Efficacy of Dexmedetomidine Compared With Midazolam) Study Group. Dexmedetomidine vs. midazo- lam for sedation of critically ill patients: a randomized trial. JAMA 2009;301(5):489-499. 10. Kress JP, Pohlman AS, O’Connor MF et al.: Daily Interruption of Sedative Infusions in Critically Ill Patients Undergoing Mechanical Ventilation. N Engl J Med 2000;342(20):1471-1477. 11. De Wit M, Gennings C, Jenvey WI et al.: Randomized Trial Comparing Daily Interruption of Sedation and Nursing- Implemented Sedation Algorithm in Medical Intensive Care Unit Patients. Crit Care 2008;12(3):R70. 12. Flisberg P, Rudin A, Linnér R et al.: Pain Relief and Safety after Major Surgery. A Prospective Study of Epidural and Intravenous Analgesia in 2696 Patients. Acta Anaesthesiol Scand 2003;47(4):457-465. INTRODUCCIÓN El retiro gradual del ventilador mecánico por lo gene- ral, también puede ser conocido como destete. Sólo la experiencia del operador permitirá tener éxito en la mayor parte de los casos, aunque siempre habrá un margen de incertidumbre en las situaciones complejas, donde podrá fracasarse a pesar de todos los pronósticos o estrategias basadas en la mejor evidencia disponible. En general, entre más prolongada sea la ventilación mecánica y más profunda sea la alteración funcional crónica, mayor dificultad habrá para suspender este tipo de ventilación.1 En la actualidad, se utilizan dos formas básicas de retiro de la ventilación mecánica asistida (AMV): la pieza en T y la ventilación de soporte por presión (VSP); ninguna de las cuales ha demostrado superioridad sobre la otra, debiendo contarse con ambas y usar la que mejor se conozca en el medio donde se labore. OBJETIVOS 1. Suspensión total de la AMV; de no ser posible, se intenta hacerlo de manera parcial, abarcando la mayor parte de las horas del día. 2. Limitar el estrés cardiopulmonar durante el proceso. 3. Alcanzar el estado basal previo a la agudización que dio origen a la AMV. 4. Definir a la población que irá a casa bajo AMV total o parcial. EXPLICACIÓN TEÓRICA DE LOS PASOS DEL ALGORITMO En la figura 8-1 se intenta realizar el protocolo de sus- pensión de la AMV en todo paciente cuya insuficien- cia respiratoria (IRA) se encuentre corregida o en vías de ser controlada.2 Para ello, debe procurarse una ruti- na de interrupción diaria de la sedación en quienes no haya contraindicación para ello. Para valorar la perti- nencia del retiro de la AMV, el paciente debe some- terse a una mini prueba de 3 min en ventilación espontánea a través de una pieza en T a la misma FiO2 antes utilizada, una frecuencia respiratoria espontánea menor de 35 ciclos/min y una fuerza inspiratoria máxima (PiMáx) en 20” mayor -20 cmH2O (-30, -40). o un volu- men corriente espontáneo > 5 mL/kg. La PiMáx debe medirse al menos en tres ocasiones y seleccionarse la más negativa de ellas. En pacientes sin EPOC, también puede ser útil el cálculo del índice de ventilación rápida superficial (VRS) en un minuto,3 que de ser < 110 puntos permite iniciar la suspensión de la AMV. Al obtener dichas variables, se inicia una prueba conocida como ensayo de destete en pieza en T de 30 min, que ha demostrado los mismos resultados en pacientes con destete exitosoo fallido que una prueba de 120 min4. De no alcanzarse las mismas, se regresa al paciente a AMV. La vigilancia de todos los pacientes debe realizarse de manera intensa y cuidadosa; si el paciente no tolera estar sin ventilación asistida, debe conectarse de nuevo al aparato, por lo menos el resto del día para ser reevaluado el día siguiente. Es apropiado aclarar que no es lo mismo destetar la AMV que extubar, si bien esta última es la meta, algunos pacientes muy debilitados, con problemas neurológicos y neuromuscu- lares entre otros, no deberán ser extubados de manera rutinaria, una vez completado el destete, hasta no tener la seguridad de que está protegida de forma adecuada la vía aérea y que tienen un buen control de la secreciones respiratorias, lo que suele hacerse patente unos días des- pués. La medición del flujo pico de la tos es útil en este sentido. Cuando hay experiencia y se cuenta con el método, podrá usarse de manera indistinta la ventilación con soporte por presión (VSP), que ofrece la ventaja de con- tinuar con todo el monitoreo sofisticado del ventilador mecánico, y la administración de los niveles deseados de 55 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 8 Protocolo de retiro de la ventilación mecánica José J. Elizalde González CPAP durante todo el proceso de destete y hasta el mismo momento de la desintubación; esto pudiera ser ventajoso en ciertas poblaciones como aquéllos con insu- ficiencia ventricular izquierda. A una pieza en T se le puede adaptar un sistema de CPAP de flujo continuo que no aumenta el trabajo respiratorio a diferencia del CPAP de válvula. El flow-by, la compensación del tubo y el disparo por flujo (y no por presión) entre otras, pue- den ofrecer ciertas ventajas en algunos pacientes. Algunas contraindicaciones para iniciar el destete son: persistencia de la insuficiencia respiratoria para el estado basal del paciente; PaO2 < 60 y PaCO2 > 55 mm Hg; inestabilidad hemodinámica, eventos médicos agu- dos descompensadores de la homeostasis del paciente, ausencia de estímulo respiratorio, fatiga sustancial de músculos respiratorios, Vd/vT > 0.60, Qs/Qt > 20%,5 e inexperiencia en casos complejos o con AMV muy pro- longada (esperar al día siguiente al personal calificado), así como un horario inapropiado como la noche (prefe- rible esperar a la mañana siguiente y hacerlo con la luz del sol). Las complicaciones incluyen hipoxemia, hipercapnea, aumento desmedido del trabajo respiratorio, arritmias gra- ves, incluida la asistolia, alteraciones hemodinámicas, hi- pertensión arterial, congestión pulmonar, laringoespasmo, broncoespasmo y broncoaspiración. PUNTOS CLAVE 1. El éxito en el retiro de la ventilación mecánica depen- de de la experiencia del operador y en forma muy importante de la interacción de la enfermera intensi- vista con el técnico en terapia respiratoria. 56 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 8) Control insuficiencia respiratoria aguda Suspensión diaria de sedación Frecuencia respiratoria espontánea < 35/min Fuerza inspiratoria máxima > -20 cmH O Volumen tidal > 5 mL/kg peso Ventilación rápida superficial < 110 (en agudos) Sí No Sí No No Suspensión completada Vía aérea sin alteración Buen manejo de secreciones Mantener vía aérea artificial Extubación Pieza en T 30 min Reevaluación diaria Criterios alcanzados Ausencia de datos de intolerancia: Taquipnea> 35/min Saturación parcial de oxígeno < 90% Taquicardia > 140/min o incremento o decremento > 20% Presión arterial sistólica > 200 mm Hg o < 80 mm Hg Agitación, diaforesis, ansiedad 2 Figura 8-1. Flujograma para el retiro de ventilación mecánica. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Protocolo de retiro de la ventilación mecánica • 57 2. La dificultad para la suspensión de la ventilación esta en relación directa a la alteración funcional y al tiem- po de ventilación mecánica. 3. Los dos objetivos primordiales del protocolo son: alcanzar el estado basal previo pulmonar y limitar el estrés cardiopulmonar. 1. Slutsky AS: Mechanical ventilation. ACCP Consensus Con- ference. Chest1993;104:1833-1859. 2. Yang KL, Tobin MJ: A prospective study of indexes predic- ting the outcome of trials of weaning from mechanical ventilation. N Eng J Med 1991;324:1445-1450. 3. Elizalde J, Varon J, Fromm RE et al.: A new analysis of weaning parameters: The importance of the VD/Vt. Chest 1995;108:1000. 4. Elizalde JHJ, Alvarez AER, Sánchez MR et al.: Experiencia en el destete de la ventilación mecánica en una Unidad de Cuidados Intensivos Respiratorios. Comparación de distin- tos métodos. Rev. Iberolat C In 1992;1:15-41. 5. Esteban A, Alia I, Tobin MJ et al.: Effect os spontaneous bre- athing trial duration on outcome of attempts to disconti- nue mechanical ventilation.Am J Respir Crit Care Med 1999;159:512-518. REFERENCIAS 59 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . Sección II Normas actuales para un adecuado funcionamiento de las unidades intensivas Capítulo 9. Criterios de ingreso, egreso, reglamento y flujograma de la unidad.......................................................61 Capítulo 10. Escalas de evaluación............................................................................................................................71 Capítulo 11. Políticas de calidad en la unidad intensiva............................................................................................79 Capítulo 12. Normas básicas de seguridad para el paciente critico...........................................................................81 Capítulo 13. Integración de los equipos de respuesta rápida.....................................................................................85 Capítulo 14. Importancia de la Informática...............................................................................................................89 Capítulo 15. Los diez mandamientos en la UCI........................................................................................................91 POLÍTICAS GENERALES EN LA UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS La concentración de pacientes en estado críticos en áreas especiales ha permitido detectar y tratar de manera oportuna situaciones graves, que en muchos casos ponen en peligro la vida del enfermo, siendo la meta principal mantener las funciones sistémicas durante el estado crítico. Las “áreas críticas” que incluyen urgencias, quirófa- no, recuperación posoperatoria y cuidados intensivos idealmente deben de estar localizadas en una sola área, y son una necesidad para hospitales de tercer nivel, pues permiten ofrecer al enfermo en estado crítico mayores recursos para la solución de sus problemas. Un paciente en estado crítico es aquél que presenta alteraciones vitales de uno o más órganos que ponen en peligro su vida y que ingresa a la unidad de cuidados intensivos (UCI) para ser objeto de monitoreo, reanima- ción, mantenimiento de constantes vitales y tratamiento definitivo.1 Criterios generales de ingreso Desde el punto de vista teórico, son muchos los pacien- tes que, en un momento dado, pueden ser candidatos a ingresar a la UCI y, por ello, es necesario elaborar normas y criterios que permitan una selección idónea para una mejor atención. En general, se consideran cuatro concep- tos para el ingreso a la UCI, a saber:2 1. Pacientes que presentan estado agudo crítico o están en inminencia de sufrirlo. 2. Todos los pacientes deben, en teoría, ser recuperables de los problemas que motivan su ingreso a la unidad 3. Pacientes irrecuperables a largo plazo, pero que tienen un problema que pone en peligro su vida en forma inmediata. 4. Pacientes que cumplen criterios de muerte cerebral y que reúnen criterios para la donación de órganos. Criterios de selección de pacientesSe puede decir que las determinantes para la admisión a la UCI son las alteraciones posibles o reales de los siste- mas fisiológicos mayores y no la naturaleza del padeci- miento, pudiendo resumir éstas en los siguientes puntos: a) Insuficiencia o inestabilidad de uno o más sistemas fisiológicos mayores. Estado que presenta el paciente después de reanimación por paro. b) Cardiorrespiratorio, insuficiencia respiratoria aguda, des- hidratación grave, insuficiencia renal aguda, y otros. c) Alto riesgo. Sistemas fisiológicos mayores con estabi- lidad en peligro, que requieren monitoreo en la UCI. Por ejemplo:, arritmias que son letales, infarto agudo del miocardio, riesgos durante el posoperatorio y en algunas situaciones más. d) Necesidad de cuidados especiales, especializados o ambos. En casos de soporte ventilatorio mecánico. e) Posible donador de órganos. f) Cuidados paliativos. Los modelos y criterios que sugiere JCHA (Joint Commission on Accreditation on Healthcare) en su manual de Mejora de calidad y de seguridad para las UCI se les clasifica en los siguientes:3 a) Modelo típico de política para admisión a la UCI Pacientes que requieren de ventilación mecánica por insuficiencia respiratoria. Pacientes que requieren de monitoreo hemodinámico invasivo o intravascular. Diferentes estados de choque: cardiogénico, séptico, hipovolémico, y otros. Pacientes sometidos a reanimación cardiopulmonar con buenos resultados. Pacientes que requieran de vasoactivos IV. Pacientes que requieran de transfusiones masivas. 61 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 9 Criterios de ingreso, egreso, reglamento y flujograma de la unidad Alfredo Sierra Unzueta, César Cruz Lozano Pacientes que por cirugía de alto riego requieran de eva- luación fisiológica preoperatoria. Evaluación, trata- miento o ambos Pacientes posoperados que requieran de ventilación mecánica, monitoreo hemodinámico, cuidados inten- sivos de enfermería o de monitoreo quirúrgico. Pacientes con amenaza de insuficiencia respiratoria o ventilatoria que requieran de tratamiento médico para la prevención de la intubación. Sujetos intoxicados por drogas que satisfagan los crite- rios antes mencionados o que requieran de asistencia médica intensiva para su desintoxicación, tratamiento o ambos. Pacientes que se tengan que someter a procedimientos diagnósticos o terapéuticos y, que por su seguridad, sólo se deban efectuar en una UCI. Por ejemplo: endoscopia, broncoscopia, diálisis, ultrafiltración arte- riovenosa continua, inserción de marcapasos, trata- miento trombolítico, o algunos otros. Pacientes con alteraciones hidroelectrolíticas graves, metabólicas, endocrinas que ameriten una atención y vigilancia médica continua y estrecha, así como aten- ción especializada de enfermería (p. ej., cetoacidosis diabética, deshidratación grave, hipotermia hiperter- mia y demás). b) Modelo basado en prioridades2,3 Este sistema distingue a aquellos pacientes que van beneficiarse si se atienden en la UCI (prioridad 1) de aquellos que no se van a beneficiar de la admisión a la UCI (prioridad 4). Prioridad 1. Enfermo crítico e inestable, con de trata- miento intensivo y monitoreo, cuyo tratamiento no se puede brindar fuera de la UCI. Estos tratamientos incluyen: soporte ventilatorio, uso continuo de vaso- activos mediante venoclisis. Los pacientes con priori- dad 1 por lo general no tienen límites en el tiempo en que van a recibir la terapia. Algunos ejemplos de estos pacientes pueden ser individuos posoperados o los que desarrollan insuficiencia respiratoria aguda y que requieran de soporte respiratorio mecánico, pacientes en choque o hemodinámicamente inestables que requieran de monitoreo invasivo, administración de vasoactivos o ambos. Prioridad 2. Estos pacientes requieren de monitoreo intensivo y requieren de intervención inmediata. No se estipulan para ellos limitaciones clínicas. Entre ellos se encuentran a pacientes con condiciones comórbi- das asociadas que desarrollan padecimientos graves agudos, médicos o quirúrgicos. Prioridad 3. Pacientes críticos e inestables, pero que tie- nen pocas posibilidades de recuperarse por sus pade- cimientos subyacentes o por la propia naturaleza de la enfermedad aguda. Los pacientes prioridad tres pue- den recibir tratamiento intensivo para el alivio de su enfermedad aguda; sin embargo, deben ponerse lími- tes a los esfuerzos terapéuticos como intubación y reanimación cardiopulmonar. Como ejemplos se incluyen pacientes con enfermedades metastásicas complicadas con infección, tamponamiento cardiaco, obstrucción de la vía aérea. Prioridad 4. Pacientes en quienes la admisión a la UCI se considera no apropiada. Su admisión debe decidir- se de manera individualizada, bajo circunstancias no usuales y a discreción del director de la UCI. Estos pacientes pueden ubicarse dentro de las categorías siguientes: • Escaso o nulo beneficio del cuidado en la UCI con base en el bajo riesgo de intervenciones activas que pueden ser no seguras, si no se realizan dentro de una UCI. Incluye pacientes sometidos a cirugía vascu- lar, cetoacidosis diabética, individuos con estabilidad hemodinámica, insuficiencia cardiaca congestiva moderada y sobredosis en un paciente consciente. • Pacientes con padecimientos terminales o padeci- mientos irreversibles que enfrentan una muerte inminente (demasiado graves para beneficiarse de la UCI, por ejemplo, daño cerebral grave irreversible, insuficiencia (falla) orgánica múltiple no reversible, cáncer metastático que no responde a bioterapia, radioterapia o ambas, a menos que el paciente esté bajo un protocolo específico de tratamiento). Pacientes con capacidad de decisión que declinan ser atendidos en una UCI, monitoreo invasivo o ambos, y que desean sólo cuidados de confort, muerte cerebral en no donadores, pacientes en esta- do vegetativo persistente y personas que estén de manera permanente inconscientes. c) Modelo basado en diagnósticos4 En este modelo se consideran las condiciones específicas de cada enfermedad para determinar lo apropiada que pueda ser la admisión a la UCI. Está basado en sistemas fisiológicos mayores. Sistema cardiaco. En caso de contar con una unidad monovalente de cuidados intensivos coronarios, los pacientes con trastornos coronarios deben ingresar a ella; los individuos con otros diagnósticos se internan en uni- dades monovalentes por especialidad o en unidades intensivas polivalentes o multidisciplinarias. Entre las entidades que requieren ingreso a la UCI, están: • Infarto agudo del miocardio y sus complicaciones. • Choque cardiogénico. • Arritmias complejas que requieran de vigilancia moni- torizada estrecha, así como de intervenciones. • Insuficiencia cardiaca congestiva con dificultad respi- ratoria, necesidad de soporte hemodinámico o ambas. 62 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 9) • Urgencias hipertensivas. • Angina inestable, en particular con arritmias, inestabi- lidad hemodinámica o con dolor retroesternal persis- tente. • Tamponade cardiaco o constricción con inestabilidad hemodinámica. • Bloqueo A-V completo. Sistema pulmonar: • Insuficiencia respiratoria aguda que requiera soporte ventilatorio. • Embolia pulmonar con inestabilidad hemodinámica. • Pacientes en terapia intermedia que tengan deterioro respiratorio. • Necesidad de cuidados respiratorios de enfermería de los que no se pueda disponer en áreas de menor dife- renciación funcional del hospital. • Hemoptisis masiva. • Insuficiencia respiratoria con necesidad de intubación inminente. Trastornos neurológicos: • Lesión cerebral aguda con alteraciones del estado mental. • Coma: metabólico, tóxico, o anóxico. • Hemorragia intracraneal con posibilidad de herniación. • Hemorragia aguda subaracnoidea. • Meningitis con alteraciones del estado mental o pro- blema respiratorio. • Alteraciones del SNC (sistema nervioso central) o neuromusculares con deterioro neurológicoo de la función pulmonar. • Estado epiléptico. • Muerte cerebral o pacientes que sean donadores potenciales de órganos que deben tratarse de manera agresiva, mientras se decida la donación de órganos. • Vasoespasmo. • Lesiones craneoencefálicas. Ingesta de drogas o sobredosis de éstas: • Inestabilidad hemodinámica por ingesta de drogas. • Ingestión de drogas con estado mental alterado con inadecuada protección de las vías aéreas. • Convulsiones después de ingerir fármacos. Trastornos gastrointestinales: • Hemorragia gastrointestinal que pone en riesgo la vida, incluyendo hipotensión, angina, hemorragia con- tinua, o situaciones comórbidas. • Insuficiencia hepática fulminante. • Pancreatitis grave. • Perforación esofágica con o sin mediastinitis. Trastornos endocrinos: • Cetoacidosis diabética con inestabilidad hemodinámi- ca, alteraciones del estado mental, insuficiencia respi- ratoria o con acidosis intensa. • Tormenta tiroidea o coma mixedematoso con inestabi- lidad hemodinámica. • Estado hiperosmolar con coma, inestabilidad hemodi- námica o ambas. • Otros problemas endocrinos como insuficiencia supra- rrenal con inestabilidad hemodinámica. • Hiperpotasemia grave con alteraciones del estado mental, que requiera de monitoreo hemodinámico. • Hipo e hipernatremia con convulsiones, alteraciones del estado mental. • Hipo e hipermagnesemia con alteración hemodinámi- ca o arritmias. • Hipo e hiperpotasemia con arritimias o debilidad muscu- lar. • Hipofosfatemia con debilidad muscular. Cirugía: • Pacientes posoperados que requieren de monitoreo hemodinámico, soporte ventilatorio o cuidados espe- ciales de enfermería o ambos. Otros: • Choque séptico. Monitoreo hemodinámico: Entidades clínicas que requieran de atención diferencia- da de enfermería. • Lesiones del medio ambiente (hipo o hipertermia, electrocución, casi ahogamiento). • Nuevos tratamientos en experimentación con compli- caciones. Hiperpirexia neuroléptica maligna: NOTA. Si no se encuentra en alguno de los grupos ante- riores se asigna al sistema orgánico mayor, donde se encuentra la causa que llevó a su ingreso. • Neurológico • Cardiovascular. • Respiratorio. • Gastrointestinal. • Metabólico/renal.© E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Criterios de ingreso, egreso, reglamento y flujograma de la unidad • 63 Modelo basado en parámetros objetivos4 Este modelo incorpora la utilización de parámetros obje- tivos como parte de los criterios de admisión. Los pará- metros pueden modificarse de acuerdo a las condiciones locales. Signos vitales: • Pulso < 40 o > de 150 latidos por minuto. • Presión arterial sistólica < 80 mm Hg o 20 mm Hg por debajo de la PA habitual. • PAM < 60 mm Hg. • PAD > 120 mm Hg. • Frecuencia respiratoria > 35 respiraciones por minuto. Estudios de laboratorio: • Na sérico < 110 mEq/L o > 170 mEq/L • K < 2 mEq/L o > de 7 mEq/L • PaO2 < 50 • pH < 7.1 o > 7.7 • Glucosa sérica > 800 mg/dL • Calcio sérico > 15 mg/dL • Niveles tóxicos de fármacos o drogas o de otras sustancias quimicas en pacientes con afección o inestabilidad hemodinámica o neurológica. • Radiología/ultrasonografía/tomografía (datos recién documentados). • Hemorragia vascular cerebral, contusión o hemo- rragia subaracnoidea con alteraciones del estado mental o signos neurológicos focales. • Rotura de víscera, vejiga, hígado várices esofágicas o útero. • Aneurisma disecante de aorta. • Electrocardiograma. • IAM (infarto agudo al miocardio ) con arritmias complejas, inestabilidad hemodinámica • Taquicardia ventricular sostenida o fibrilación ven- tricular. • Bloqueo cardiaco completo con inestabilidad hemodinámica. • Hallazgos físicos (presentación aguda). • Pupilas desiguales en paciente inconsciente. • Quemaduras de más de 40% de la superficie corporal. • Anuria. • Obstrucción de la vía aérea. • Coma. Estado epiléptico. • Cianosis. • Tamponamiento cardiaco. Siempre habrá casos sujetos a controversia, pero se con- sidera que es el criterio justo y equilibrado del médico intensivista lo que decida las excepciones a lo antes expuesto. Criterios generales de egreso • Resolución del problema que motivó el ingreso a la UCI. • Que el problema no pueda resolverse en la UCI ÁREAS ESPECÍFICAS DE LA UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS1 En México, más del 90% de las unidades de cuidados intensivos son de orientación polivalente o multidiscipli- naria; algunos hospitales de tercer nivel cuentan, además, con una unidad de cuidados intensivos coronarios. Son pocas las unidades monovalentes como las de cuidados posoperatorios, de choque, de atención a enfermos en estado de coma, unidades metabólicas y para el aisla- miento de enfermos con padecimientos infectocontagiosos. La mayor parte de las unidades polivalentes conside- ran, bajo un buen diseño, a enfermos con requerimientos específicos como los que se han mencionado. Debido a que la segunda unidad con la que cuentan varios hospitales es la de cuidados intensivos coronarios, sólo se hacen algunas precisiones al respecto. Unidad coronaria Son unidades de carácter monovalente, destinadas al cui- dado de enfermos con problemas coronarios agudos o con arritmias potencialmente letales en quienes es obli- gatorio el monitoreo constante y asiduo de los trastornos del ritmo cardiaco. Se han separado las indicaciones de ingreso a este tipo de unidades en particular para brindar una orienta- ción que apoye el ingreso a unidades en hospitales que cuenten con ellas. Por ejemplo: • Sospecha clínica o electrocardiográfica de infarto agudo del miocardio. • Infarto agudo del miocardio en las primeras 72 h con o sin complicaciones. • Complicaciones tardías del infarto agudo del miocar- dio (embolismo, rotura cardiaca, disfunción del múscu- lo papilar, comunicación interventricular). • Angina inestable. • Pacientes en quienes se efectúa trombólisis. • Arritmias cardiacas graves sin causa precisa. • Arritmias cardiacas por intoxicación con fármacos. • Casos especiales de insuficiencia cardiaca grave y edema agudo pulmonar refractarios a tratamiento convencional. • Cor pulmonale agudo. • Cardioversión electiva. • Colocación de marcapasos cardiacos. • Monitoreo continuo por 24 a 48 h para estudio de arritmias en pacientes con síncope. 64 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 9) POLÍTICAS ESPECÍFICAS EN LA UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS Reglamento de ingreso1 (cuadro 9-1) 1. Comunicación verbal, escrita o ambas del médico que solicita la valoración para el médico adscrito de la UCI, explicando los motivos por los que el pacien- te requiere de cuidados intensivos. 2. El ingreso del enfermo es una decisión compartida entre el médico solicitante y el médico adscrito a la UCI, quienes explican al enfermo y familiares el por- qué del traslado y las características de atención que ahí se proporcionan. 3. El médico adscrito de la UCI comunica a la jefa de enfermeras de sección, de la misma unidad, las con- diciones clínicas, necesidades de vigilancia y terapéu- tica intensiva del paciente a ingresar. 4. La jefa de sección implementa en un lapso de 5 a 15 min el módulo correspondiente para la atención del enfermo. 5. La jefa de sección del servicio de procedencia, previa comunicación de su médico y con la jefa de UCI, agi- liza los trámites para el ingreso del paciente. 6. El traslado se efectúa bajo vigilancia y responsabili- dad directa del médico intensivista quien implemen- ta los cuidados necesarios para minimizar riesgos. 7. Elaboración por parte del médico tratante de una nota en el expediente, donde se especifica el motivo de envío, estudios y evolución en las últimas 24 h. Si el paciente es de ingreso reciente, referir su evolución desde su llegada al hospital. 8. Los traslados desde quirófano y recuperación posanes- tésica se efectúan bajo la responsabilidad y supervisión del cuerpo médico del servicio de anestesiología. 9. El enfermo que ingresa en forma inesperada,es aten- dido primero en un cubículo con módulo de reani- © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Criterios de ingreso, egreso, reglamento y flujograma de la unidad • 65 Cuadro 9-1. Pasos del reglamento de ingreso Persona responsable Pasos, descripción del procedimiento Médico del servicio Solicitar la interconsulta de donde proviene el paciente con el médico de la unidad de cuidados intensivos Médico de la unidad Realizar la interconsulta y valorar si el paciente debe trasladarse a la UCI o no. En la hoja de evolución anota- de cuidados intensivos rá si fue aceptado o no, los motivos y las recomendaciones Médico de la UCI Da instrucciones a la jefa de enfermeras de la UCI del traslado para que haga los preparativos pertinentes Enfermera del servicio Solicita un camillero para el traslado donde se solicitó el traslado Acompaña al paciente a la UCI junto con el camillero o médico encargado de piso a la UCI Entrega el expediente de hospitalización a la enfermera de la UCI y recaba la firma de recibido del documento Enfermera de la UCI Recibe al paciente y le indica al camillero que lo coloque sobre la cama que utilizará Anota en la libreta de registro los siguientes datos de ingreso: Número consecutivo de registro Hora y fecha de ingreso Número de expediente Nombre del paciente Edad Sexo Diagnóstico de ingreso Servicio de procedencia Enfermera de la UCI Abre expediente interno para el archivo de la unidad y le asigna el número de cama y de registro que le corresponde Anota los datos generales del paciente y signos vitales en su hoja de enfermería y entrega el expediente al médico y espera instrucciones. Avisa al médico de la UCI Médico de la UCI Recibe al paciente, solicita signos vitales, establece prioridades, elabora solicitud de estudios de laboratorio, gabinete o ambos Anota en la hoja de órdenes médicas las prescripciones y la entrega a la enfermera de la unidad Enfermera de la UCI Establece prioridades e inicia acciones terapéuticas, las que documenta en la hoja de enfermería Médico de la UCI Elabora en original y copia la nota de ingreso a la UCI con los siguientes datos: Datos generales (nombre, edad, sexo y antecedentes) Resumen de historia clínica Problema por el que ingresa Problemas en orden de importancia Tratamiento Firma la nota de ingreso y la anexa al expediente clínico. Egreso del paciente. Médico de la UCI Revisa la evolución del paciente para saber si no requiere permanecer más tiempo en la unidad Elabora nota de egreso anotando los siguientes datos: Diagnóstico de egreso Causa de alta: mejoría, enfermedad persistente, defunción o alta voluntaria Fecha de alta Días de estancia Lugar a donde es trasladado Resumen de evolución y tratamiento La jefa de enfermeras Avisa al jefe de hospital a donde va a ser trasladado el paciente y se solicita camillero. En caso de fallecimiento, de la UCI llama a trabajo social para que realice los trámites necesarios Se dirige al sector de hospitalización a donde va a ser trasladado el paciente, acompañándolo con su expediente. Lo entrega a la enfermera y firma la libreta del paciente y expediente mación cardiopulmonar; después del tratamiento inicial integral, el médico intensivista investiga el motivo para tal decisión. 10. En caso de que la ocupación de camas de la UCI sea total, los ingresos serán valorados de acuerdo a la can- tidad y calidad de atención médico-enfermería requeridas por el ingreso y los que ocupan la unidad; la decisión del ingreso a la UCI o a cuidados interme- dios es responsabilidad del médico intensivista. 11. El médico intensivista se responsabiliza de la no aceptación de un enfermo, documentando en el expe- diente clínico esta determinación. Reglamento manejo 1. La responsabilidad de la atención integral del pacien- te crítico corresponde al coordinador y cuerpo médi- co-enfermería de la UCI. 2. La atención médico-enfermería a brindar se realiza de acuerdo al protocolo de vigilancia, diagnóstico y trata- miento de las alteraciones fisiopatológicas principales. 3. El tratamiento estará a cargo del médico intensivista en conjunto con el médico tratante; este último es quien conduce la atención del padecimiento primario. 4. Las interconsultas con los diferentes especialistas es decisión y responsabilidad del intensivista, que hace el seguimiento hasta su realización (cuadro 9-2). 5. El tratamiento integral del paciente es una labor con- junta del intensivista con la jefa de sección, quienes supervisan su correcta aplicación. 6. El médico tratante efectúa sus indicaciones a través del médico intensivista. 7. Los estudios de laboratorio y gabinete, tanto de ruti- na como especiales, deben ser ordenados y supervisa- dos por el intensivista. 8. En caso de estudios diagnósticos y tratamiento fuera de la unidad, es responsabilidad del médico intensivis- ta y la jefa de sección decidir el momento oportuno para efectuarlos y las medidas necesarias durante el traslado; asimismo, notifica al enfermo y familiares el procedimiento a realizar, motivo y riesgos. 9. El médico intensivista dará informes detallados sobre la evolución del enfermo, estudios a realizar y estado actual, tanto a familiares como al médico tratante. Reglamento de egreso1 1. La estancia en la UCI será la mínima necesaria. 2. Las circunstancias de egreso pueden ser: a) Programado. b) No programado. c) No previsto. d) Por defunción. 3. El intensivista comunica la decisión de egreso a la jefa de sección, y ambos elaboran plan de las condiciones de vigilancia terapéutica que debe de realizarse durante el traslado; este último puede ser a cuidados intermedios o al servicio clínico de procedencia. 4. La jefa de la UCI comunica a la jefa de sección del servicio de destino del paciente el traslado y la condi- ción clínica del mismo; haciéndose entrega del enfer- mo y de su expediente clínico. 5. Transferencia a quirófano: se realiza de acuerdo a lo estipulado en el reglamento de la sala de operaciones, 66 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 9) Cuadro 9-2. Medidas generales que aseguran el éxito al paciente en estado crítico internado en la unidad de cuidados intensivos Pasos a seguir Razón Asegúrese que las indicaciones Para delimitar responsabilidades están anotadas en la hoja correspondiente Comprobar el buen funcionamiento del Para evitar pérdida de tiempo en la aplicación del procedimiento equipo y material antes de usarlo Informar del procedimiento y firma de Se obtiene cooperación, evita angustia y se cubren aspectos legales consentimiento Durante la realización de su procedimiento, Mantener privacía respetar la individualidad del paciente No olvidar las medidas de seguridad. Evita accidentes Trabajar con diligencia y eficacia Para evitar pérdida de tiempo y riesgo al paciente Lavarse las manos antes y después de Evita contaminaciones cada procedimiento, no olvidar seguir las medidas estrictas de asepsia Observar y anotar los resultados, Orienta al equipo de salud para proporcionar tratamiento adecuado reacciones adversas y accidentes Depositar la basura en el lugar indicado Para mejor higiene de la unidad Proporcionar al material y equipo los La organización evita confusión cuidados posteriores a su uso No olvidar enviar muestras de laboratorio, Para obtener información de base en el cuidado del enfermo previa identificación al ingreso del paciente Anotar de inmediato los datos en las formas Para evitar olvidos que resultan perjudiciales correspondientes Procurar permanecer con el paciente Para colaborar con el médico, si es la persona que lo realiza durante la realización de cualquier procedimiento con las siguientes especificaciones: a) Invariablemente en forma conjunta médico ciruja- no y anestesiólogo acordarán plan de vigilancia y tratamiento transoperatorio. b) El médico tratante y el intensivista comunican al enfermo y a sus familiares la indicación quirúrgica y sus riesgos. c) El traslado esresponsabilidad del personal médico- enfermería de la unidad, quienes determinan los cuidados necesarios para minimizar riesgos. © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Criterios de ingreso, egreso, reglamento y flujograma de la unidad • 67 Atención hospitalaria Alta Proceso de atención de UCI Admisión Egreso hospitalIngreso egresoAT Admisión Servicio de urgencias Quirófanos Recuperación posanestésica Pisos 3 al 8 Salas periféricas UCCE Otras unidades especiales de atención Otras unidades UCI en otros Domicilio Quirófanos de atención hospitales Figura 9-1. Diagrama de flujo de pacientes. Atención hospitalaria Servicios de procedencia Servicios y egreso hospital Proceso de atención en cuidados intensivos Ingreso EgresoAsistencia Manual de procedimientos Manual de organización Determinación de las fallas orgánicas establecidas o posibles Solicitud Valoración yestabilización Traslado Decisión de ingreso Implementación egreso Traslado Valoración inicial y estabilización Selección y categorización Decisión compartida Implementación Ejecución Por política de ingreso Por parámetros objetivos Por prioridad Por fisiopatológico A B C D E F Prevención Diagnóstico Tratamiento Monitorización PV, Diagnóstico, tratamiento, monitoreo Condición clínica egreso Figura 9-2. Pasos del proceso de atención. d) Se hace entrega del paciente y del expediente clí- nico en quirófano, quedando toda la responsabili- dad a cargo del médico anestesiólogo y personal de enfermería del mismo. 6. Egreso no programado: Es aquel destinado a generar posibilidades asistenciales a enfermos con mayores necesidades de cuidados intensivos ante la situación de ocupación total de camas. 7. Egreso no previsto: Es el solicitado por el enfermo o su familia cuando aún persiste la necesidad de vigilancia, diagnóstico y tratamiento intensivo. Se elabora una nota clínica en el expediente, avalada por la firma del enfermo o del familiar y se anota como alta voluntaria. 8. Egreso por defunción: El egreso por fallecimiento se rea- liza de acuerdo con las normas de defunción del hospital. El expediente clínico completo es indispensable para efectuar el egreso del enfermo de la UCI. Diagramas de flujo de pacientes en la unidad de cuidados intensivos2,4 Departamento de donde proviene el paciente en estado crítico (figura 9-1): 1. Urgencias. 2. Quirófanos. 3. Recuperación posanestésica. 4. Hospitalización. 5. Otras unidades de atención especial. 68 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 9) Figura 9-3. Algoritmo de ingreso a UCI. Solicitud de ingreso o interconsulta Diagrama del ingreso a la UCI A Ingreso por políticas Por prioridad Por parámetros Por diagnóstico fisiopatológico ¿Cumple criterios? ¿Disponibilidad de camas en UCI? B Traslado a UCI Ingreso a UCI Procedimiento traslado Procedimiento instalación Nota en expediente Transferencia a otra UCI Se retiene en servicio de precedencia Educación enfermo y familia No No Sí Sí Sí Consentimiento informado © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Criterios de ingreso, egreso, reglamento y flujograma de la unidad • 69 Proceso “macro” de atención: Como puede observarse en el siguiente diagrama (figura 9-2), el proceso hospitalario de nivel I se inicia cuando el paciente llega al hospital y finaliza cuando se da de alta; el enfermo que requiere de su paso por una unidad de cuidados intensivos hace un tránsito, por lo general tem- poral, buscando la solución del estado agudo crítico en el lugar específicamente diseñado y con personal y equipa- miento especiales para brindarle una respuesta con- gruente con sus necesidades. Como puede verse en el diagrama de procesos de la UCI, se empieza en el nivel II y termina en el VII. Además, cada subproceso requiere del desarrollo específico de un diagrama de flujo en el que se llegue a un nivel de mayor precisión de los pasos y su secuencia para impedir equivocaciones u omisiones. Cada unidad debe implementar sus propios diagra- mas, llevarlos a una matriz de prioridades y definir aque- llas acciones que requieren de un indicador que permita su valoración y su seguimiento, así como la aplicación de ciclos de mejora de calidad periódica. A continuación se detalla un ejemplo del diagrama de flujo básico (figura 9-3) exclusivo para el ingreso a la UCI. PUNTOS CLAVE 1. Es imprescindible que todas las unidades de cuidados intensivos establezcan políticas de funcionamiento de acuerdo a las normas generales de cada institución. 2. El establecer políticas en las unidades permite optimi- zar recursos humanos y electromédicos. 3. Éstas deben permitir funcionar a la unidad en forma autónoma y al mismo tiempo en un marco de trabajo en equipo con el resto del hospital. REFERENCIAS 1. Manual de organización de las UCI de los servicios médi- cos, ISSSTE, 2000. 2. Recommendations for ICU admission and discharge crite- ria. Society of critical care Medicine.1988. 3. Joint Commission on Accreditation on Healthcare Organizations. Improving care in the ICU.1a Ed. Illinois: Joint Commission resources, 2004. 4. ACCC, SCCM. Clinical practice guidelines. 1a. Anaheim: SCCM, 1999. INTRODUCCIÓN Los médicos admiten en las unidades de cuidados inten- sivos (UCI) pacientes con diversos procesos y grados de enfermedad. La admisión por lo general es para llevar a cabo tratamiento intensivo de un padecimiento grave, ya sea para vigilancia, para detectar o prevenir complicacio- nes graves o para llevar a cabo cuidados de enfermería que no es posible hacer en otras áreas del hospital. Los avances en la tecnología médica y quirúrgica, así como el aumento en la esperanza de vida, han incremen- tado la demanda de la terapia intensiva, aunado a esto, un incremento en el costo de la atención médica y limi- tados recursos, han determinado que el médico sea capaz de predecir lo más preciso posible la supervivencia de un paciente en estado crítico. Con el uso de las escalas pro- nósticas como instrumentos de medición, adquieren importancia cuando la variable que se utiliza es subjeti- va; sirven para predecir el mejoramiento de los pacientes en la práctica clínica. Se ha comprobado importantes mejoras en aspectos relacionados con tratamiento y ma- nejo, por ejemplo, la mortalidad, duración de la estancia hospitalaria, tratamiento intravenoso, como los criterios de ingreso a la UCI, el cual ocupa un lugar preponderan- te en la atención del paciente en estado crítico. Los pri- meros sistemas que se utilizaron de manera universal son: Acute Physiology and Chronic Health Evaluation (APACHE) y el Simplified Acute Physiology Score (SAPS); existen otros índices pronósticos donde el APACHE II es la más utilizada, el cual se usa para calcular el riesgo hos- pitalario de muerte de un paciente al ingresar a UCI.1,2 El propósito de este capítulo es presentar la importancia y la utilidad de la validez en el proceso de la evaluación. OBJETIVOS Las escalas de evaluación tienen cuatro objetivos funda- mentales: 1. Cuantificar la gravedad de una enfermedad para tomar decisiones desde el punto de vista administrati- vo y un mejor aprovechamiento de los recursos. 2. Facilitar la evaluación de la efectividad de la terapia intensiva y la posibilidad de comparar la calidad de la atención entre diferentes unidades y de la misma uni- dad con el paso del tiempo. 3. Evaluar el pronóstico de cada caso en particular, a fin de proporcionar una mejor información a los familia- res y al resto del equipo médico para la toma de deci- siones, y de esta forma se pueda limitar o incrementar o se retire la terapéutica en aquellos pacientes que así lo requieran. 4. Se utilizan en diversas investigaciones clínicas. Los esfuerzos actuales para evaluar la gravedad de una enfermedad en medicina crítica, se iniciaron con el desarrollode índices de pronóstico específico de una enfermedad. A pesar de que estos sistemas parecen muy seguros, ofrecen el riesgo de estratificar y se limitan a la especificidad de una enfermedad. ÍNDICES PRONÓSTICOS ESPECÍFICOS Sistema nervioso El médico debe intentar cuantificar: 71 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 10 Escalas de evaluación Joseph Varon, Blanca A. Vargas 1. La gravedad del daño (en término de tiempo estimado de la duración del paro cardiaco, tiempo de duración de la hipoxia y duración de las maniobras de reani- mación). 2. Criterios pronósticos inmediatamente después del daño (cuadro 10-1). 3. Supervivenvia a largo plazo, inclusive en términos de capacidad y calidad de vida. Escala de coma de Glasgow Es una manera objetiva para valorar primero el estado de consciencia de una persona, así como valoraciones subse- cuentes durante su estancia en UCI. Éste es un sistema de evaluación neurológica que en una escala de 15 pun- tos evalúa la respuesta motora, ocular y verbal; original- mente se usó para determinar la función neurológica posterior al traumatismo, pero se ha utilizado amplia- mente para evaluar el nivel de conciencia de los pacien- tes con alteraciones neurológicas. La profundidad del coma puede evaluarse mediante la escala de coma de Glasgow (cuadro 10-2) valorando la función a largo plazo.3 La escala de coma de Glasgow es el prototipo de las escalas hechas para la UCI, emplea técnicas comunes de exploración física para evaluar las funciones neurológicas con base en una escala de 15 puntos, a cada observación se le adjudica un valor y estos tres valores se suman. Este valor va a permitir la clasificación de la gravedad de la lesión. Se usa con frecuencia para estandarizar investiga- ciones clínicas en pacientes comatosos. Jannett et al.,4 demostraron que 89% de los pacientes con traumatismo craneal con escalas mayores de 11 recuperaban por lo menos a un nivel moderado sus funciones cerebrales a los seis meses. De aquellos pacientes con una escala ini- cial de 7 o menos, 53% fallecieron o permanecieron en estado vegetativo por seis meses. De aquellos pacientes con escala de 4 o menos, 78% falleció o permaneció en estado vegetativo por seis meses. Sistema cardiovascular Clasificación de Killip-Kimball En 1977, Killip y Kimball diseñaron una clasificación de los pacientes con infarto agudo del miocardio basados en la presencia o extensión de estertores pulmonares y del soplo cardiaco (cuadro 10-3); la mortalidad aumentaba conforme aumentaba la congestión pulmonar y se pre- sentaba la insuficiencia ventricular. Sin embargo, con el advenimiento de mejores fármacos y diferentes modali- dades intervencionistas, es probable que esta escala no sea muy confiable. Esta clasificación puede usarse para guiar la decisión de utilizar un catéter pulmonar. Así, tenemos que los pacientes con clase III y IV requieren la aplicación de un catéter pulmonar, mientras que aquellos con clase I no lo ameritan. Los pacientes en clase II, si están normotensos y no hipoxémicos, pueden tratarse primero con diuréticos y nitroglicerina.5 Si no hay respuesta favorable y se aprecia empeora- miento al examen clínico, o si se presenta inestabilidad hemodinámica, se debe colocar un catéter pulmonar para llevar a cabo un mejor manejo del paciente (cuadro 10-4). 72 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 10) Cuadro 10-1. Signos clínicos de alarma potencial y su significado Signo Respiración Pulso Presión arterial Cefalea Pupilas Motor Nivel de conciencia Significado potencial Ejercicio, anemia, problemas cardiacos, estimulantes, descongestionantes Pérdida aguda de volumen intravascular Indica elevación de la presión intracraneana (PIC) Herniación transtentorial Aumento del tamaño de la masa, nueva hemorragia o recurrente Aumento de presión intracraneal Convulsiones, hipoxia Compromiso mesencefálico, vasoespasmo Cambios FR mayor de 20 por min Diferencia mayor de 10, frecuencia cardiaca menor de 60 o ambas Diferencia en sistólica mayor de 15 mm Hg, amplitud de la presión del pulso o ambos Intensa Agrandadas, asimétricas de forma oval Disminución de la escala de Glasgow de 1 punto Descenso abrupto Descenso transitorio Descenso progresivo Cuadro 10-2. Escala de coma de Glasgow Apertura ocular Espontánea A la voz Al dolor Ninguna 5 4 3 2 1 Respuesta verbal Orientada Confusa Inapropiado Incomprensible Ninguna 6 5 4 3 2 1 Respuesta motora Obedece órdenes Localiza al dolor Huida Decorticación (flexión al dolor) Descerebración (extensión ante el dolor) Ninguna 4 3 2 1 Aparato digestivo Criterios de Ranson para pancreatitis aguda En la pancreatitis, el intensivista debe identificar no sólo la presencia de una nueva alteración, sino también un incremento en la gravedad y por tanto, en progresión hacia la necrosis y la aparición de complicaciones. Los criterios de Ranson (cuadro 10-5) se utilizan para indicar tanto la gravedad como el pronóstico del pacien- te con pancreatitis; pero es difícil evaluar en el paciente crítico que desarrolla pancreatitis secundaria a otra enfer- medad; estos indicadores van dirigidos hacia los efectos sistémicos del trastorno.6 Escala de Balthazar para pancreatitis aguda Aunque la tomografía axial computarizada (TAC) tiene su principal aplicación en el diagnóstico y estudio de las complicaciones locales, los datos que aporta se utilizan también en la evaluación pronóstica de la pancreatitis (cuadro 10-6). Los pacientes con insuficiencia hepática tienen un pronóstico grave que depende de alteraciones clínicas y bioquímicas (cuadro 10-7). Aparato respiratorio Escalas de evaluación del síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (SIRA) Características del SIRA: 1. Inicio súbito. 2. Infiltrados bilaterales. 3. PCP <18. 4. PaO2/FiO2 < 200 = SIRA. 5. Los puntos 1 a 3 más PaO2/FiO2 < 300 = lesión pulmonar aguda. Los hallazgos radiológicos en SIRA, junto con los datos gasométricos y de distensibilidad pulmonar, marcan el pronóstico de estos pacientes (cuadro 10-8).8 ESCALA DE EVALUACIÓN DE LA SEVERIDAD DE UNA ENFERMEDAD 1. Falla orgánica múltiple; insuficiencia orgánica secuen- cial multifactorial asociada frecuentemente a sepsis (cuadro 10-9).9 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Escalas de evaluación • 73 Cuadro 10-3. Clasificación de Killip y Kimball para pacientes con infarto agudo del miocardio Clase NYHA Clase I Clase II Clase III Clase IV Mortalidad (%) 8 30 44 80 o más Fracción de eyección 0.47 0.36 0.31 0.12 Insuficiencia cardiaca (IC) Sin signos de IC IC leve a moderada Edema pulmonar Choque cardiogénico Killip-Kimball Amer J. Cardiol 1967;20:457. IC: insuficiencia cardiaca. Cuadro 10-4. Categorías hemodinámicas en el infarto agudo del miocardio Categoría clínica2 I. Sin congestión pulmonar Perfusión periférica normal II. Congestión pulmonar aislada III. Hipoperfusión periférica aislada IV. Congestión pulmonar e hipoperfusión periférica Mortalidad (%)2 2.2 10.1 22.4 55.5 Presión en cuña2 12 + 7 23 + 0.4 12 + 5 27 + 8 Índice cardiaco (l/min/m2) 2.7 + 0.5 2.3 + 0.4 1.9 + 0.4 1.6 + 0.6 Amer J. Cardiol 1977; 39:137. Cuadro 10-5. Clasificación pronóstica de la pancreatitis aguda grave Al ingreso Edad superior a 55 años Leucocitos > 16 000 /mm3 Hiperglucemia >200 mg /dL2 Deshidrogenasa láctica >350 UI/L Transaminasa glutámico oxalacética > 250 UI/L Signos positivos 3 a 4 5 a 6 7+ Durante las primeras 48 h Caída del hematócrito > 10% Elevación de BUN > 5 mg/dL3 PaO2 < 60 torr Déficit de base > 4 mEq /L Calcio sérico < 8.0 mg/dL Secuestro de líquidos > 6 L Mortalidad (%) 15 50 80 o más Ranson KHC et al. Surg Gynecol Obstet 1974; 139:69. 74 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 10) Cuadro 10-8. Correlación de mortalidad con parámetros fisiológicos y radiológicos Estudio de Rx2 Normal 1 cuadrante2 cuadrantes 3 cuadrantes 4 cuadrantes Mortalidad aproximada (%)2 0 25 50 75 90 Escala2 0 1 2 3 4 PEEP (cmH2O) < 5 6 a 8 9 a11 12 a 14 > 15 Complianza2 > 10 0.4 a 0.9 0.4 a 0.7 0.2 a 0.4 < 0.2 PAO2/FIO2 > 300 255 a 299 175 a 224 100 a 174 > 525 Murray JF, et al., Am Rev Respir Dis 1988; 138: 720-3. Cuadro 10-9. Insuficiencia orgánica múltiple en pacientes críticos Respiratoria Renal Hepática Cardiaca Infección Mortalidad (%) 40 55 75 80 100 No. de órganos 1 (solo respiro) 2 3 4 5 Mortalidad (%) 22 38 27 67 28 RH Bartlett et al., Chest 1986; 684-689. Insuficiencia de sólo un órgano Insuficiencia orgánica concomitante Cuadro 10-10. Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica SRIS Temperatura > 38 °C o < 36 °C Leucocitos > 12/mm3 o < 4 000/mm3 Pulso > 90 latidos/min Respiración > 20 respiraciones/min Sepsis SIRS cultivo negativo Grave, sin choque Grave, con choque SIRS cultivo positivo Grave, sin choque Grave, con choque Mortalidad (%) 6 93 18 10 16 46 16 20 46 2 criterios 3 criterios3 4 criterios Definiciones de la conferencia de consenso. ACCP-SCCM Crit Care Med 1992;26:864. Cuadro 10-7. Escala de Child en la insuficiencia hepática Medición Bilirrubina (total) Albúmina sérica INR / Tiempo de protrombina Ascitis Encefalopatía hepática Unidades μmol/L (mg/dL) g/L sin unidades/% sin unidad sin unidad 3 puntos >50 (>3) <2.8 > 2.20/<30 Refractaria Grado III-IV (o refractaria) 2 puntos 34 a 50 (2 a 3) 2.8 a 3.5 1.71 a 2.20/30 a 50 Suprimida con medicinas Grado I-II (o suprimida con medicinas) 1 punto <34 (<2) >3.5 <1.7 / >50 Ausente Ausente Cuadro 10-6. Clasificación de pancreatitis aguda por TAC Hallazgos Páncreas normal Aumento difuso o focal del tamaño pancreático por edema: + cambios inflamatorios peripancreáticos + una colección líquida + dos colecciones líquidas y gas dentro, adyacentes al páncreas o ambos Área de necrosis Menor o igual a 30% Mayor a 50% Puntuación máxima: 10 puntos Puntuación 0 1 2 3 2 4 6 Baltazar. Radiol Clinic North Am 1989;27 (1):19. © Editorial El manual moderno Fotocopiar sin autorización es un delito Escalas de evaluación • 75 Cuadro 10-11. APACHE II Variables fisiológicas Temperatura-rectal (°C) Presión arterial media (mm Hg) Frecuencia cardiaca (respuesta ventrícular Frecuencia respiratoria (no ventilado o ventilado) Oxigenación: elegir a o b a. Si FiO2 0.5 anotar PA-aO2 b. Si FiO2 < 0.5 anotar PaO2 pH arterial HCO3 sérico (venoso mEq/L) Sodio sérico (mEq/L) Potasio sérico (mEq/L) Creatinina sérica (mg/dL) Doble puntuación en caso de falla renal agudo Hematócrito (%) Leucocitos (total/mm3 en miles) Escala de Glasgow Puntuación = 15- Glasgow actual Puntos 2 + 4 < 29.9° < 49 < 39 < 5 PO2 < 55 2 < 7.15 < 15 < 110 < 2.5 < 1 + 3 30 a 31.9° 40 a 54 PO2 55 a 602 7.15 a 7.24 15 a 17.9 111 a 119 + 2 32 a 33.9° 50 a 69 55 a 69 6 a 9 2 7.25 a 7.32 18 a 21.9 120 a 129 2.5 a 2.9 < 0.6 < 0.6 1 a 2.9 + 1 34 a 35.9° 10 a 11 PO2 61 a 702 3 a 3.4 0 36 a 38.4° 70 a 109 70 a 109 12 a 24 < 200 PO2 > 70 2 7.33 a 7.49 22 a 31.9 130 a 149 3.5 a 5.4 0.6 a 1.4 30 a 45.9 3 a 14.9 + 1 38.5 a 38.9° 25 a 34 2 7.5 a 7.59 32 a 40.9 150 a 154 5.5 a 5.9 46 a 49.9 15 a 19.9 + 2 110 a 129 110 a 139 200 a 349 2 155 a 159 1.5 a 1.9 50 a 59.9 20 a 39.9 + 3 39 a 40.9° 130 a 159 140 a 179 35 a 49 350 a 499 2 7.6 a 7.69 41 a 51.9 160 a 179 6 a 6.9 2 a 3.4 + 4 > 41° > 160° > 180 > 50 > 500 2 > 7.7 > 52 > 180 > 7 > 3.5 > 60 > 40 A. APS (acute physiology score) total: suma de las 12 variables individuales B. Puntuación por edad (< 44 = 0 punto; 45 a 54 = 2 puntos; 55 a 64 = 3 puntos; 65 a 74 = 5 puntos; > 75 = 6 (puntos) C. Puntuación por enfermedad crónica (ver más abajo) Puntuación total APACHE II (suma de A + B + C) C = puntos de los antecedentes personales a largo plazo (aspectos médicos crónicos). Si el individuo tiene el antecedente de insuficiencia grave de un órgano, sistema o sufre inmunodefi- ciencia, asignar la puntuación de este modo: 1. En sujetos no operados o después de operaciones de urgencia: 5 puntos. 2. En sujetos recién sometidos a operaciones planeadas: 2 puntos. La insuficiencia de un órgano o el estado de inmunodepresión deben haberse manifestado evidentemente antes de la hospitalización y seguir los siguientes criterios: Hígado: cirrosis corroborada por biopsia e hipertensión portal comprobada: accesos de hemorragia en vías gastrointestinales superiores atribuidos a hipertensión portal o episodios ante- riores de insuficiencia hepática/encefalopatía/coma. Cardiovascular: clasificación IV de la New York Heart Association. Vías respiratorias: neumopatia obstructiva crónica o vasculopatía que ocasione restricción grave del ejercicio, es decir, incapacidad para subir escaleras o hacer tareas domésticas, o hipoxia, hipercapnia, policitemia secundaria o hipertensión pulmonar grave (>40 torr) o dependencia del respirador duran- te largo tiempo, corroboradas. Riñones: diálisis crónica actual y por largo tiempo. Inmunodepresión: el paciente ha recibido por largo tiempo o en fecha reciente tratamiento que suprime las defensas contra la infec- ción, como inmunosupresores, quimioterápicos, radiación o dosis elevadas de esteroides o tiene una enfermedad que ha avanzado en grado bastante para suprimir sus defensas, como leucemia, linfoma o SIDA. Índice APACHE II SUMA de A+B+C___________________________ A = Puntos de APS__________________________ B = Puntos de edad_________________________ C = Puntos de antecedentes a largo plazo_______ Total de APACHE II:_________________________ Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) Término acuñado recientemente que denota una infla- mación generalizada por causas variables (cuadro 10- 10).10,11 CLASIFICACIÓN DE LA GRAVEDAD DE UNA ENFERMEDAD Apache II El primer sistema general para evaluar la gravedad de una enfermedad en el paciente en estado crítico fue introducido en 1981, el cual se redefinió y perfeccionó en 1985; consta de 12 variables fisiológicas que repre- sentan a la alteración en siete sistemas mayores. La escala obtenida va del 0 al 71, con una escala ascenden- te asociada con un incremento en el riesgo de muerte. Apache III Es un refinamiento del APACHE II, pues ha sido mejora- do. Los nuevos parámetros incluyen la albúmina sérica, bilirrubina, glucemia y gasto urinario. Algunos padeci- mientos crónicos como los respiratorios han sido elimina- dos y se les da más importancia a los que comprometen la inmunidad. Este modelo también incluye la predicción de mortalidad durante los primeros siete días, basado en los 76 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 10) Cuadro 10-12. Sistema de puntuación de intervenciones terapéuticas 4 puntos PCR o cardioversión en las últimas 48 horas Ventilación mecánica controlada con o sin presión positiva al final de la espiración Ventilación mecánica controlada y miorrelajantes Sondas Sengstaken-Blakemore o Linton Perfusión intraarterial continua Catéter Swan Ganz Marcapasos ventricular o auricular Hemodiálisis en paciente inestable Diálisis peritoneal Hipotermia inducida Hemoderivados a presión Pantalón militar antichoque Monitorización de presión intracraneal (sensor) Transfusión de plaquetas Balón de contrapulsación aórtica Cirugía urgente en las últimas 24 h Hemorragia digestiva Endoscopia digestiva o respiratoria urgente Perfusión de más de un agente vasoactivo 1 puntos Monitorización ECG Controles horarios de variables estándar Una vía venosa periférica Anticoagulación crónica Balances de aportes/pérdidas /24 horas Controles perfil BQ estándar Medicación en bolos IV programada Cambio de apósitos rutinario Tracción ortopédica simple Cuidados del traqueostoma Medidas antiescaras Sondaje urinario Oxígenoterapia Antibioticoterapia IV (1 o 2 antibióticos) Fisioterapia respiratoria Irrigaciones amplias, desbridamiento de heridas, fístulas o colostomía Descompresión gastrointestinal Nutrición periférica 2 puntos Catéter de vena cava Dos vías periféricasHemodiálisis en paciente estable Traqueostomía de menos de 48 horas Ventilación espontánea por tráqueo o tubo en T Nutrición enteral Fluidoterapia intensiva Quimioterapia parenteral Controles neurológicos horarios Cambio frecuente de apósitos Infusión de vasopresina. 3 puntos Nutrición parenteral MP a demanda Tubo torácico IMV o CPAP Soluciones con K+ por vía central Intubación traqueal Aspiración traqueal a ciegas Balance metabólico complejo GSA, coagulación o perfil BQ >4 veces/turno Hemoderivados frecuentes (> 5 U/24 h) Bolos de medicación IV no programados Perfusión continua de un agente vasoactivo Perfusión continua de antiarrítmicos Cardioversión (no desfibrilación) Manta hipotérmica Canulación arterial Digitalización aguda (últimas 48 horas) Medida de GC por cualquier método Diuresis forzada por hipervolemia o edema cerebral Tratamiento activo de desequi- librios metabólicos o del pH Pericardio o toracocentesis de emergencia Las 48 horas de anticoagulación con H-Na IV Flebotomías terapéuticas por sobrecarga hídrica Cobertura con más de dos antibióticos Las 48 horas de tratamiento anticomicial o de encefalopatías metabólicas Tracción ortopédica compleja Keene AR, Cullen DJ, Crit Care Med 1983;11:1. VM: ventilación mecánica, PEEP: presión positiva al final de la espiración, BQ: bioquímica, IV: intravenosa, PCR: parada cardiorrespiratoria, MP: marcapasos, MAST: pantalón militar antichoque, PIC: presión intracraneal, IMV: ventilación mandatoria intermitente, CPAP: presión posi- tiva continua en vías aéreas, GSA: gasometría arterial, GC: gasto cardiaco, H-Na: heparina sódica y ECG: electrocardiograma. cambios fisiológicos diarios. Sin embargo ha existido cier- ta resistencia al uso del APACHE III. SISTEMA DE PUNTUACIÓN DE INTERVENCIONES TERAPÉUTICAS El sistema de medición de intervenciones terapéuticas (por sus siglas en inglés TISS) puede utilizarse para:12 1. Determinar la utilización apropiada de las instalacio- nes y recursos de la unidad de cuidados intensivos. 2. Proporcionar información sobre la necesidad de per- sonal de enfermería para las diversas áreas de atención al paciente. 3. Ayudar a establecer una calificación clínica de los pacien- tes en estado crítico y auxiliar en la organización de las actividades relacionadas con la asistencia a los pacientes. 4. Analizar el costo del cuidado intensivo junto con otras escalas de medición y su relación con el grado o extensión de los servicios ofrecidos. En la escala de TISS se asigna de 1 a 4 puntos por cada uno de los procedimientos que se llevan a cabo en el paciente en estado crítico, de esta manera se obtiene el indicador de la gravedad de un padecimiento y su depen- dencia del servicio de enfermería, de esta manera se sugiere que una enfermera competente puede atender a un paciente hasta con 40 a 50 puntos de TISS al día. Un TISS alto en un paciente con tratamiento continuo y activo, sugiere que el paciente no podrá ser egresado de la unidad (cuadro 10-12). ESTIMACIÓN DE LA GRAVEDAD DE UNA LESIÓN La razón fundamental para dar prioridad a la urgencia, es evaluar las lesiones para identificar a los pacientes que corren el riesgo de morir y los que se pueden salvar por medio de un tratamiento oportuno. Los mecanismos de selección deben ser simples y de fácil aplicación por diferentes profesionales y para todo tipo de trauma. La escala de trauma es una medición fisiológica de la gravedad de la lesión basado en datos obtenibles fácil- mente con personal médico o paramédico utilizando téc- nicas no invasivas (cuadro 10-13).13 PUNTOS CLAVE 1. Las escalas pronósticas (p. ej., APACHE, SAPS) son usadas ampliamente en la unidad de cuidados inten- sivos para orientar en la evolución de enfermedades específicas según la severidad de la enfermedad del paciente crítico. 2. Si se hace un uso racional de ellas permitirá orientar el tratamiento en forma adecuada mejorando su evo- lución y acortando su estancia en la unidad de cuida- dos intensivos.14 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Escalas de evaluación • 77 Cuadro 10-13. Escala de trauma (Champion) Frecuencia respiratoria Número de respiraciones en 60 seg Expansión respiratoria Uso de músculos accesorios o retracción de músculos intercostales Presión sistólica Medida con brazalete en brazo por auscultación o palpación Llenado capilar Normal: llenado en 2 seg en lecho ungueal Retardado: más de 2 seg Ninguno. Sin llenado capilar Escalas V IV III II I 0 a 15 puntos Puntos 4 3 2 1 0 1 0 4 3 2 1 0 2 1 0 Mortalidad 1% 7% 40% 85 a 97% 98 a 100% Valores 10 a 24 24 a 35 36 1 a 9 Apnea Normal Retracción (uso de Musc acc) < de 90 mm Hg 70 a 89 50 a 69 0 a 49 Sin tensión arterial Normal < 2 seg Sin llenado Número de puntos 14 a 16 11 a 13 8 a 10 5 a 7 3 a 4 Tomado de: Champion R, Sacco W, Hunt TJ. World J Surg 1983; 7:4-11. 1. Rogers J, Fuller HD: Use of daily acute physiology and chronic health evaluation (APACHE) II scores to predict individual patient survival rate. Crit Care Med 1994;22:1402-1405. 2. Le Gall Jr. Lameshow S, Lelev G et al.: Customized proba- bility models for early severe sepsis in adult intensive care patients. JAMA 1975;273:644. 3. Teasdale G, Jannet B: Assesment of coma and impaired cons- ciousness: a practical solae. Lancet 1974;2:81. 4. Jannet B, Teasdale G, Braajman R et al.: Prognosis of patients with severe head injury. Neurosurgery 1979;4:283. 5. Killip T, Kimball JT: Treatment of myocardial infarction in a coronary care unit. A two year experience with 250 patients. Am J Cardiol 1967;20:475. 6. Ranson KH, Rifkind KM, Turner JW: Prognostic signs and nonoperative peritoneal lavage in acute pancreatitis. Surg Gynecol Obstet 1976;143:209. 7. Balthazar EJ: CT diagnosis and staging of acute pancreatitis. Radiol Clin North Am 1989;27(1):19. 8. Murray JF et al.: An expanded definition of the adult res- piratory distress syndrome. Ann Rev Resp Dis 1988;138:170-173. 9. Bartlett RH et al.: A prospective of acute hypoxic respira- tory failure. Chest 1986; 89:684-689. 10. ACCP-SCCM: Definitions for sepsis and organ failure and guidelines for the use of innovative therapies in sepsis. Crit Care Med1992; 26:264. 11. Rangel FM et al.: The natural history of the systemic inflammatory response syndrome. JAMA 1995;273:117- 123. 12. Keene AR, Cullen DJ: Therapeutic intervention scoring system: update 1983. Crit Care Med 1983;11:1. 13. Champion HR, Sacco W, Hunt TK: Trauma severity scoring to predict mortality. World J Surg 1983;7:4-11. 14. Vicent J, Moreno R. Clinical review: scoring systems in the critically ill. Critical Care, 2010;14_207 DOI 10.1186/ cc8204. 78 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 10) REFERENCIAS INTRODUCCIÓN La calidad con la que se otorgan los servicios, de cualquier índole, ha sido objeto de múltiples estudios. Uno de ellos, considerado como el modelo fundamental de la gestión de servicios (Berry, Parasuraman y Zeithmaní, 1988), analizó los atributos que debería tener éste para que se le conside- rara de calidad y brindará satisfacción a quien lo recibe. Estos atributos se dividieron en dos dimensiones: La calidad interna, centrada en el desarrollo del dise- ño y realización del servicio es considerada como la “cali- dad técnica”, y tiene cuatro características: confiabilidad, profesionalidad, accesibilidad y seguridad. La calidad exter- na, originada en el momento de la producción-consumo, es la forma de otorgar el servicio y tiene seis características: capacidad de respuesta, cortesía, comunicación, compren- sión y conocimiento del usuario, credibilidad y los elemen- tos tangibles. Con relación al concepto de calidad hay varias defi- niciones. La Real Academia Española la define como “la propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor”. El Institute of Medicine (EUA) la cita como “la medida en que los servicios de salud, tanto los enfocados alos individuos como a las poblaciones, mejoran la probabilidad de unos resultados de salud favorables y son pertinentes al conocimiento actual profesional”. Pero, una definición más ligada a la atención médica, la ofrece el ilustre médico Avedis Donabedian, quien hace más de 30 años señaló que calidad es “el tipo de atención que se espera que va a maximizar el bienestar del pacien- te, una vez tenido en cuenta el balance de ganancias y pér- didas que se relacionan con todas las partes del proceso de atención”, y enfatizó que los aspectos que deben ponderar- se al evaluar la calidad que ofrecen los servicios de salud son: la estructura, el proceso y el resultado.1 Lo anterior aplica a la unidad de cuidados intensivos para adultos (UCIA), donde la estructura se considera la forma en que están organizados, tanto en los elementos físicos (instalaciones, documentos, equipamiento, mate- riales y medicamentos) como en el factor humano. El proceso se relaciona con lo que en ella se desarrolla y cómo se desarrolla, y el resultado es lo esperado de la interacción de los dos elementos anteriores.2 Es en la UCIA, más que en otro campo clínico, que existe una estrecha relación entre la estructura y los resultados. En varios países aún no se cuenta con una estructura definida para ella, ya hay propuestas que mar- can los estándares considerados básicos para la función adecuada de la UCIA; algunas citan que la presencia del médico intensivista como responsable de la atención de los pacientes (24 h/día, 7 días/semana) es fundamental, así como la de personal de enfermería especializado; ambos con la capacidad y número suficiente para cubrir las necesidades de la población que atiende el hospital. No es difícil entender que el equipamiento, documenta- ción, materiales y medicamentos deben de estar a la altu- ra de esas necesidades.2,3 El proceso, definido como “el conjunto de activida- des mutuamente relacionadas o que interactúan y per- miten transformar elementos de entrada en resultados”, es la piedra angular del servicio que se otorga en la UCIA.4 Todo lo que se realice (diagnóstico, terapéutico o paliativo) deberá estar orientado hacia los siguientes resultados: la sobrevida de los pacientes y su satisfacción, así como la de sus familiares y de otras partes interesa- das, como las autoridades del hospital y el mismo perso- nal de la UCIA.5 Lo anterior está representado por las guías o proto- colos clínicos y los manuales de procesos y procedimien- tos, documentos que por obligación se deben mantener dentro de un marco de actualidad, en base a evidencias y, en el mejor de los casos, dentro de un proceso de mejo- ra continua que permita un cambio de cultura de la orga- nización que la oriente, entre otros aspectos, hacia la seguridad del paciente durante su estancia en la UCI. 79 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 11 Políticas de calidad en la unidad intensiva Víctor Manuel López Raya 1. Donabedian A: The definition of quality and approaches to its assessment. Ann Arbor, Mich. Health Admnisration Press, 1980. 2. Pronovost PJ, Thompson DA, Holzmueller CG, Dorman BLA: The organization of intensive care unit physician ser- vices. Crit Care Med 2007;35(10): 2256-2261. 3. Flaatten H: Effects of a major structural change to the inten- sive care unit on the quality and outcome after intensive care. Qual Saf Health Care 2005;14:270-272. 4. Najjar-Pellet J, Jonquet O, Jambou P: Quality Assessment in intensive care units: Proposal for a scoring system in terms of structure and process. Intensive Care Med 2008;34:278-285. 5. Gallesio AO: Improving quality and safety in the ICU: a cha- llenge for the next years. Curr Opin Crit Care 2008;14: 700—707. 6. Fundación Avedis Doabedian y SEMICYUC: Quality indicators in critically ill patients. Mayo 2005 en http://www.calidad.semicyuc.org 7. Glosario. Estándares para la Certificación de Hospitales de la Comisión para la Certificación de Establecimientos de Atención Médica. Consejo de Salubridad General, México. Enero, 2009. 8. Rodríguez-Paz J, Dorman Todd: Patient Safety in the Intensive Care Unit. Clin Pulm Med 2008;15:24—34. 9. Kaushal R, Rothschild JM: Costs of adverse events in intensive care units. Crit Care Med 2007;(11): 1-5. 10. Rothschild JM, Landrigan CP, Cronin JW et al.: The criti- cal care safety study: the incidence and nature of adverse events and serious medical errors in intensive care. Crit Care Med 2005;33:1694-1700. Además, es recomendable que, al elaborar los procesos, se determine el estándar de calidad que se pretende alcanzar con su ejecución, ya que al realizar el análisis anual del desempeño de la UCI, los resultados obtenidos podrán compararse con dicho estándar.6 Cabe resaltar la importancia que tiene la seguridad del paciente. La Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO) define a la seguridad como “la ausencia de daños accidentales debidos a la atención médica o a errores médicos”, ya que el pacien- te siempre debe mantenerse al margen de cualquier daño, riesgo y duda, durante su hospitalización. El apego estricto a los procesos que defina la organi- zación de la UCIA permitirá disminuir los eventos adversos (suceso imprevisto, indeseado o muy peligroso en un establecimiento de atención médica),7 o los erro- res en que se incurre durante la atención del paciente gravemente enfermo y que representan un problema de salud y económico, como se menciona en el libro Errar es humano, del Instituto de Medicina. En dicha publicación se cita que alrededor de 98 000 personas mueren cada año a causa de errores médicos y, por cada persona que fallece, 5 a 10 adquie- ren una infección no letal; que 88 de cada 1 000 pacien- tes sufrirán una lesión o enfermedad a consecuencia de su tratamiento y entre 3 a 5 personas morirá a causa de errores médicos o infecciones letales en el tiempo que le lleve la lectura de este capítulo.8 Se considera que el costo económico de esta situa- ción oscila en los 50 billones de dólares.9 Lo más signifi- cativo y relacionado con la UCIA es que se estima que ocurren hasta 1.7 errores al día, por paciente y por UCIA: de ellos, la mitad se atribuye al personal médico en el rango de comisión, mientras que de los errores por omisión no se tienen datos aproximados.10 Lo anterior se puede atribuir al cúmulo de trabajo, falta de personal, estrés propio de la labor asistencial, pero también a la falta de una clara definición de quién, cuándo y cómo se realizan las funciones en el área de responsabilidad. Es decir, a cierta ambigüedad que se tiene en el desarrollo de la atención médica dentro de un hospital. Cabe preguntarse ¿cuál sería la mejor estrategia que permita mantener o mejorar los indicadores de actuación profesional en la UCIA y que los pacientes, y sus familia- res percibieran el esfuerzo y logros obtenidos, además, de que estuvieran satisfechos?, es decir, que la calidad inter- na y la externa fueran evidentes. Se considera que la mejor estrategia para mejorar resultados y disminuir los datos onerosos mencionados, sin un gran compromiso ni costo económico, es con el desarrollo y apego estricto a las guías clínicas, protocolos y manuales de procesos y procedimientos que se deter- minen, así como el establecimiento de un plan de mejo- ra continua que facilite incrementar de manera paulati- na los resultados de la función de la UCIA. Si bien es cierto que no es la solución total, sí repre- senta un paso firme para cumplir con el compromiso que tiene el personal médico y paramédico de la UCIA de otorgar un servicio médico de alta especialidad, enmar- cado en la calidad y seguridad que esperan los pacientes, sus familiares y las autoridades de salud. “No los enfermemos más, mientras tratamos de curarlos” PUNTOS CLAVE 1. La aplicación de las políticas de calidad en la Unidad Intensiva implica un cambio en la actitud del inten- sivista. 2. La mejor estrategia para alcanzar las metas de cali- dadestán basadas en el desarrollo y apego estricto a protocolos, guías y manuales de procedimientos. 3. Es necesario establecer un plan de mejora continua que facilite incrementar los resultados de la función de la unidad intensiva. 80 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 11) REFERENCIAS http://www.calidad.semicyuc.org INTRODUCCIÓN La atención médica de enfermos conlleva el riesgo de aparición de acontecimientos adversos (AA), que pue- den ocasionar en los enfermos lesiones, discapacidades, e incluso, la muerte. Cualquier acción de los médicos tiene como propó- sito beneficiar a los enfermos, pero también puede cau- sarles daño; cuando se combinan en forma compleja la tecnología, los procesos y las interacciones humanas, como ocurre en las unidades de terapia intensiva es que aparecen con mayor frecuencia AA.1 Desde hace 10 años cuando se publicó el estudio To Err is Human: Building a Safer Health System,2 o el Instituto de Medicina de EUA, en donde se reportaba que los errores médicos causaban cerca de 100 000 muertes anuales, situándose como la séptima causa de muerte en ese país, por lo tanto se ha puesto más aten- ción a este respecto, y en la actualidad constituye una prioridad en el manejo de los enfermos internados en la unidad de terapia intensiva. La unidad de cuidados intensivos (UCI) con respec- to a la seguridad, se ha comparado a la aeronáutica, donde un piloto aviador tiene que verificar al menos 50 dispositivos, antes de emprender el vuelo; sin embargo, en la UCI, cuando menos hay que verificar y realizar seguimiento de más de 100 variables, lo que hace muy complejo el manejo, siendo un medio propicio para la aparición de AA, que se estima en dos eventos por enfer- mo internado al día, y al menos uno de esos eventos pudiera ser grave y causar la muerte. Con base en lo anterior, se estima que ocurren alre- dedor de 25 000 errores médicos diarios potencialmente graves, pudiéndose evitar la mayoría de ellos. Los AA más frecuentes están relacionados con infec- ciones nosocomiales, secundarias a procedimientos inva- sivos, retraso o error en el tratamiento o el diagnóstico, con el empleo de fármacos durante todo su proceso, desde la prescripción, el seguimiento y sus interacciones; sin pasar por alto los asociados a la cirugía y el posopera- torio. DEFINICIONES La Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO) ha creado una clasificación que establece cinco categorías: impacto, tipo, ámbito, causa y prevención o mitigación. Las principales definiciones son: Incidente Todo acontecimiento o situación inesperada y no desea- da que podría haber tenido consecuencias negativas para el enfermo, pero que no las ha producido por casualidad o por la intervención. Sirven de alarma de posibles AA. Error Acto de equivocación u omisión en la práctica de los profesionales sanitarios que puede contribuir a que ocu- rra un AA. En la práctica médica, el error puede ocurrir en tres condiciones: por la realización de acciones inne- cesarias, por la ejecución inadecuada de maniobras útiles y necesarias o por la omisión de intervenciones benéfi- cas, lo que se ha denominado sobreutilización, malutili- zación y subutilizacion. Los dos primeros incluirían los errores de comisión y el último los de omisión. Acontecimiento adverso Acontecimiento inesperado y no deseado, relacionado con el proceso asistencial, que tiene consecuencias nega- 81 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 12 Normas básicas de seguridad para el paciente crítico César Cruz Lozano tivas para el enfermo (lesión, incapacidad, prolongación de la estancia hospitalaria o muerte). Pueden ser preve- nibles (atribuibles a un error; no se habrían producido en caso de hacer alguna actuación) o inevitables (imposibles de predecir o evitar). Los incidente son más fáciles de notificar por estar exentos de la influencia psicológica y en ocasiones de demandas médico-legales, no siendo lo mismo cuando ocurre un acontecimiento adverso. El error humano puede estar relacionado con el médico o en los sistemas. Cuando se relaciona con el médico se asocia con olvido, falta de cuidado, poca moti- vación, estrés, cansancio, imprudencia o negligencia. Por lo tanto los AA, se producen en una cadena que involucra no sólo al médico, sino también a los procesos, los recursos, prestadores de servicios y al mismo enfer- mo, y las fallas de cualquiera de estos sistemas puede ocasionar daño en los pacientes. Detección de acontecimientos adversos Tradicionalmente los errores médicos se analizan de forma retrospectiva en los comités de morbimortalidad, en el análisis de quejas o demandas médico legales o ambos. Sin embargo, esta metodología no es la ideal ya que existe un subregistro de muchos AA que pasaron inad- vertidos, muchos de ellos graves. En los países desarrollados existen desde hace varios años diferentes formas de notificación, en donde en forma anónima y voluntaria a través de paginas Web, el médico reporta el AA con el fin de este sea analizado por expertos, y de esta forma se emitan las recomendaciones que en el futuro eviten la aparición de los mismos. Esta forma de notificación evita que puedan existir represalias y en ningún momento son persecutorias o punitivas. En los últimos años, la seguridad del enfermo en general, y en especial, del que se encuentra en estado crí- tico es una prioridad en los sistemas de salud, por lo que se han desarrollado múltiples herramientas que permiten mejorar la calidad y seguridad de los enfermos, como son: el manejo de indicadores de calidad en el enfermo crítico que permiten identificar y hacer un seguimiento de los mismos. Esto permite identificar las causas y factores respon- sables, para que de esa manera se pueda medir la fre- cuencia de los mismos y evaluar el impacto de las medi- das de prevención que se han aplicado. Estrategias para disminuir la aparición de acontecimientos adversos Los AA más frecuentes son las infecciones nosocomia- les,3 que ocurren con una frecuencia de 3 a 5 veces mayor que en los servicios de hospitalización, llegando a ser de un 25%. Se estima que afectan aproximadamente a 2 millo- nes de pacientes en los EUA, causando cerca de 100 mil muertes, con un costo de 5 billones de dólares america- nos al año. Las UCIs han sido identificadas como un medio pro- picio para el desarrollo de acontecimientos adversos. Ya que se trabaja con situaciones extremas y su gran capaci- dad para salvar vidas se asocia con un gran riesgo de cau- sar AA. Es por ello, que constituyen un área de especial interés para desarrollar medidas de seguridad para los enfermos.4 En este sentido se han desarrollado diversos medios, como son: los equipos de respuesta rápida, hojas de flujo especiales, como lo son las listas de cotejo, la aplicación de los llamados paquetes de medidas (Care Bundles) en algunos grupos de enfermos como en la sepsis grave, y en la prevención de infecciones, como son, la neumonía aso- ciada a ventilador (NAB) y sepsis relacionada con el catéter. Se ha identificado que las infecciones nosocomiales son AA que se pueden evitar en su gran mayoría y de esa manera disminuir su aparición y sus complicaciones, con la consecuente disminución en los días estancia en la UCI, y la morbimortalidad, entre otros. Existe la evidencia que es de gran importancia el crear una cultura de seguridad en el ambiente de la UCI que permita un cambio en la actitud de los profesionales que laboran en la misma. Se ha detectado que existe un gran abismo entre la medicina basada en evidencias y la práctica clínica, ya que en muchas ocasiones los médicos y paramédicos no siguen las guías y recomendaciones vigentes para mane- jar las diversas patologías. Por lo anterior, es muy proba- ble que algunos enfermos no estén recibiendo el manejo y los cuidados óptimos en su tratamiento. Se han creado herramientas que han probado ser efi- caces en diferentes situacionesy que han producido mayor seguridad en los enfermos, como lo es el desarro- llo del concepto de paquete de medidas, cuyo objetivo es precisamente llevar las evidencias a la práctica clínica, seleccionando un paquete de medidas, sencillas y que sean capaces de asegurar la aplicación uniforme de la mejor evidencia disponible. Jain et al., emplean cuatro intervenciones como estrategia para reducir las infecciones nosocomiales:5 1. Discusiones multidisciplinarias. 2. Reevaluar la necesidad de cuidados intensivos diaria- mente. 3. Utilización de paquetes de medidas de prevención para NAV, infección del tracto urinario e infección asociada a catéter. 4. Cambio en la cultura de seguridad. Aunque su efecto no ha podido ser medido. Por lo anterior, logró reducir de 58% en la incidencia de 82 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 12) la NAV, 48% en las bacteriemias asociadas a catéter y 37% en las infecciones de tracto urinario. La infección relacionada al catéter tiene una inciden- cia de 80 000 episodios al año, con una mortalidad de aproximadamente 20 000 muertes al año y un costo de cerca de 2 billones de dólares americanos al año en EUA. A pesar de que en la literatura están publicadas las guías y recomendaciones para la prevención y tratamien- to de este tipo de infecciones, en muchas ocasiones no se lleva a la práctica clínica, es por ello la utilidad de los paquetes de medidas ya mencionados. Berenholtz et al., han reportado un paquete de medidas para disminuir las infecciones asociadas al caté- ter en la UCI, que son: 1. Programa educacional para aumentar el conocimiento acerca de las medidas basadas en la evidencia. 2. Facilitación del material para la inserción del catéter. 3. Cuestionar diariamente la necesidad de permanencia del catéter. 4. Aplicación de una lista de cotejo o cheklist durante la inserción del catéter. 5. Que la enfermera pueda suspender la inserción del catéter si se produce alguna violación de las guias.6 Con este paquete se logro una reducción en la inciden- cia de 11.3/1 000 días de catéter para 0/1000 días, durante el periodo de intervención, con lo cual se demostró el gran impacto que se logra cuando se hacen las cosas correctas en forma correcta. Asimismo, Warren et al., han obtenido una reduc- ción de 40% en la incidencia de las infecciones relaciona- das con el catéter, con una intervención de educación.7 Pronovost et al., han reportado un estudio donde se demuestra el empleo de un paquete de medidas, dismi- nuye la frecuencia de infecciones asociadas a el catéter. Las medidas de prevención son: 1. Higiene de manos. 2. Uso de barreras durante la inserción del catéter. 3. Uso de clorohexidina en la asepsia. 4. Evitar la vía femoral. 5. Remoción de catéteres innecesarios. Como ya se refirió la NAV es la complicación infecciosa más frecuente en la UCI, y corresponde cerca de un 25% de las infecciones producidas en la misma, el costo anual en los EUA puede llegar a los diez billones de dólares.8 Hay numerosas medidas de prevención de la NAV, bien descritas y evaluadas, y la mayor parte siguen sin aplicarse. Resar et al., ha utilizado un paquete de medidas, que son: 1. Profilaxis de la úlcera péptica. 2. Vacaciones a la sedación/interrupción diaria de la misma. 3. Elevación de la cama 30 grados. 4. Profilaxis de la trombosis venosa. Por lo anterior logró una reducción del 45% en la inci- dencia de la NAV.9,10,11,12 La aplicación del paquete de medidas permite asegurar una mejor implementación de las medidas de prevención que han resultado eficaces, así como una práctica más uniforme de acuerdo con la mejor eviden- cia disponible. PUNTOS CLAVE 1. La seguridad del paciente en estado crítico es, en la actualidad, prioridad en el manejo de los enfermos graves en la UCI. 2. En los últimos años se está tratando de implantar una nueva cultura de seguridad enfocada en la prevención, un cambio de actitud de todo el personal médico y paramédico que labora en los hospitales en general y en las UCI en particular, cuyo objetivo primordial se basa en aplicar las mejores evidencias disponibles aceptadas a la practica clínica por intermedio de la educación continua.13 3. Se debe aspirar a ser una organización que aprenda y realice sus actividades de manera correcta para mejo- rar continuamente. © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Normas básicas de seguridad para el paciente crítico • 83 REFERENCIAS 1. World Health Organization. The World Health Report 2002. Reducing Risks, Promoting Healthy Life. Geneve: WHO, 2002. Disponible en: http://www.who.int/whr/2002/en/ (Acceso 6 de febrero de 2006). 2. Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson MS (eds.): To err is human. Building a Safer Heath System. Washington, DC, National Academy Press; 1999. Disponible en: http://new- ton.nap.edu/books/0309068371/html/ (Acceso el 8 de febrero de 2006). 3. Martin MC, Ruiz J: Adverse events in intensive medicine. Managing risk. Med Intensiva. 2006;30(6):284-292. 4. Shulman L, Ost D: Managing infection in the critical care unit: how can infection control make the ICU safe? Crit Care Clin 2005;21:111-28. 5. 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Kollef MS: Approaches for reducing Nosocomial Infections in the UCI, Chest 2008;134:447-456. 84 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 12) INTRODUCCIÓN Uno de los principales problemas en la atención médica de los hospitales es ofrecer un servicio de alta calidad, seguridad y eficiencia, pero esto se ha rebasado, en particu- lar, por el gran número de pacientes que ingresa a los hospitales institucionales, donde la limitación de recur- sos, personal inadecuado, poca experiencia en detectar al paciente que se deteriora, la escasez de personal médico, enfermeras en los turnos nocturnos, días festivos y fines de semana, originan inconvenientes muy graves. En EUA se observan cifras alarmantes de hasta 100 000 defuncio- nes al año. En México no se dispone de datos, pero es fre- cuente detectar hospitales con un número de incidentes letales en aumento, por lo que es urgente implementar medidas para corregir estas cuestiones.1 Para el año del 2004, y con motivo de las estadísticas antes mencionadas, el Health Care Improvement lanza una campaña para exhortar a los hospitales de EUA a utilizar equipos que pidieran detectar y resolver estos paradigmas. Por ello, 2 300 hospitales han adoptado este programa que ha dado como resultado, según las últimas estadísticas en junio del 2006, 122 300vidas salvadas, gracias a la puesta en práctica de estos equipos.2,3 Por tradición, los hospitales cuentan con medios para atender casos de paro cardiaco durante el evento (código azul). En muchos casos, los pacientes fuera de la UCI se deterioran varias horas antes del paro cardiaco, sin acceso a cuidado intensivo o equipo de atención especializada. El menoscabo del paciente suele pasar desapercibido hasta que signos graves están presentes o la muerte es obvia. Aunque el deterioro se observa en etapa temprana, el per- sonal de guardia siempre tiene retraso en conseguir al médi- co de cabecera para detener el proceso de paro cardiaco. Varios centros institucionales han creado sus progra- mas de equipos de respuesta rápida (ERR), referidos o descritos como equipos de emergencia médica (EEM), equipos de cuidado crítico (ECC) y equipos de respues- ta de cuidado crítico (ERCC) y otros más.4 Los modelos de equipos varían de hospital a hospital. Los programas que utilizan el término equipo de emer- gencias médicas, por lo general incluyen a un intensivista, una enfermera intensivista, una enfermera general y un inhaloterapeuta, como parte del personal que atiende la llamada. Los ERR y los ERCC con frecuencia son dirigi- dos por enfermeras o inhaloterapeutas, sin que acuda el médico en cada llamada que se efectúa. Esto significa familiarizarse con los miembros del ERR en muchos e importantes aspectos de sus responsabilidades.5 Los programas tienen metas para mejorar la sobrevi- da del paciente. El personal de guardia debe hacer la advertencia a tiempo, en vez de esperar por el paro car- diaco.6 Individuos no médicos son habilitados para acti- var el ERR o para utilizar el sistema con seguridad total en un evento en que el médico responsable se retrase o no pueda ser contactado. Sin embargo, los médicos tra- tantes, en colaboración con el ERR, son necesarios para proveer soporte a estos equipos. Muchos estudios han mostrado la reducción de even- tos adversos y mejoría en la sobrevida después de instituir los ERR. Los beneficios incluyen: la reducción de los paros cardiacos,6-9 de los ingresos a la UCI,5,6 de estancia hospi- talaria prolongada en la UCI o piso,6-8,11 de complicacio- nes pos-operatorias,11 de la mortalidad hospitalaria y en la UCI,1,2,7,10 y en readmisiones a la UCI.6,8 Los integrantes de ERR cuentan con un carro rojo que tiene equipo sofisticado para realizar monitoreo y para la administración de ciertos fármacos o tratamien- tos. En teoría, cualquier cosa que se pueda hacer en la UCI, debe ser una opción para efectuarse cuando los miembros del ERR están presentes con el paciente. Sin embargo, la carencia de confort de los médicos de guardia con las intervenciones de los médicos de UCI, tienden a funcionar en un ambiente no familiar, y la intervención inusual de apoyo por el personal de la UCI hace que funcione. Los miembros del ERR por lo general no deben rea- lizar maniobras y procedimientos que están fuera de su ámbito de práctica, mientras están en la UCI. Ellos 85 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 13 Integración de los equipos de respuesta rápida Enrique Ramírez Gutiérrez deben considerar las directivas médicas que se requieren para estabilizar con más eficiencia al paciente. La mayor parte de los errores médicos no son causa- dos, en principio o de manera exclusiva, por problemas de conocimiento,1,3 sino que también aspectos preexistentes o latentes (como equipo inadecuado o personal sin expe- riencia) se combinan con la falta de comunicación y la mala función de equipo, lo que origina situaciones peligro- sas.1 El modelo del “queso suizo”, de errores médicos, de James Reasons, propone que hay muchas fallas en el siste- ma que deben corregirse para evitar que una complicación progrese y un error pueda causar daño significativo.2 Por lo antes señalado, es que deben reconocerse los criterios de llamado para el ERR. Los signos y síntomas que se han incorporado a estos criterios de llamado para el personal de guardia, deben activar el llamado al siste- ma de ERR. Este protocolo organizado es un sistema pri- mario parecido al ABC (vía aérea, respiración, circula- ción), que incluye la disfunción neurológica y otros cri- terios (cuadro 13-1). En muchos casos, el personal de piso nota que el paciente no se ve bien, pero no identifi- ca de modo acertado el problema.12 Sedación Los criterios mencionados deben implementarse en todos los servicios del hospital, con el fin de que el per- sonal hable el mismo idioma en lo que respecta al dete- rioro del paciente y su reconocimiento temprano. Por eso, se proporciona un formato a todos los profesionales de la salud que contiene los criterios de llamado para valorar mejor al paciente. Con éstos se puede detectar, hasta 8 h antes, al paciente que va a tener un aconteci- miento de paro cardiocirculatorio. Una vez que el paciente fue evaluado y se ha detec- tado la causa que agravó su estancia hospitalaria, se apli- can los siguientes criterios en la valoración y pueden ser divididos en tres categorías: • Pacientes A (A = ingresar a la UCI). Son pacientes que requieren atención urgente por parte de un médico y traslado a la UCI; incluye personas con paro cardiaco o respiratorio que necesitan respuesta inmediata del equipo del hospital de paro cardiaco/código azul. Este paso debe seguirse antes de cualquier valoración e intervención por parte del ECCR. • Pacientes B (B = en el límite). Son pacientes que requieren traslado a la UCI en las próximas 24 h y necesitarán evaluación futura para determinar su evo- lución • Pacientes C (C= sólo consulta). Son pacientes que tie- nen problemas que pueden ser tratados como no urgentes.13 La estabilización del paciente consiste en: 1) la identifi- cación de condiciones que ponen en peligro la vida del paciente y 2) instituir de inmediato intervenciones para estabilizar el problema, mientras se continúa una valora- ción más detallada (cuadro 13-2).14 El ERR debe permanecer con el paciente que requiere traslado urgente a la UCI y hasta que el trasla- do a la misma se cumple, o el personal de la UCI se haya hecho cargo del cuidado del paciente, liberando al ERR para la siguiente llamada. En la mayor parte de los casos, el paciente debe de permanecer conectado al carro de paro, hasta que el transporte concluya. El programa de ERR puede, con el tiempo, cambiar la manera en la cual el personal fuera de la UCI reconozca a los pacientes que se están deteriorando, y pueda inclusive iniciar medidas de estabilización del enfermo antes del arribo del miembro del ERR.15 La intervención educacio- nal más importante es utilizar el programa de criterios para determinar cuándo llamar al ERR. El revisar la valo- ración de destrezas para determinados signos de aviso de deterioro puede ayudar al personal de guardia a identificar apropiadamente pacientes para el ERR. Órdenes para tales intervenciones como oxígeno, succión, colocación de otra vía IV, llamar al inhaloterapeuta, puede obtenerlas el médico de guardia del servicio primario. Cuando el personal de guardia llama por una res- puesta del ERR no parece ser una garantía, esto debe de ser visto como una oportunidad para identificar vacíos 86 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 13) Cuadro 13-1. Criterios de activación de llamado al ERR Dolor retroesternal de nueva aparición o en reposo Cambios en la función respiratoria (polipnea persistente, cianosis, estridor, entre otros) Cambio súbito en el estado de alerta Oximetría de pulso < 90%, a pesar de apoyo con O2 suplementario al 100% Frecuencia respiratoria < 12 o > 30 por min Frecuencia cardiaca < 55 o > 110 por min con deterioro hemodinámico. Presión arterial media (PAM): < 60 mm Hg. Sin respuesta a volumen. Dolor que no responde a medidas analgésicas habituales Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica Hipotermia o hipertermia que no responde al tratamiento Hemorragia evidente persistenteAgitación y delirio que no responde al tratamiento Crisis convulsivas que no responden al tratamiento educacionales que pueden ser llenados en sesiones del servicio del ERR. El programa de ERR debe de mantener y elaborar material educacional (p. ej., presentaciones en diapositivas o medios computacionales) que puede utili- zar el ERR en la enseñanza a los miembros de guardia.16 El programa administrativo del ERR dirige y promue- ve de manera enfática la importancia del programa duran- te la fase de introducción del proyecto. Sin embargo, con el tiempo, el personal requerirá recordatorios de la presencia del ERR y la relevancia de los criterios de llamada requeri- dos. Los proveedores del ERR deben de proporcionar reforzamiento positivo a aquéllos que les refieren pacien- tes al ERR, incluyendo el “gracias” al final de la llamada, y algo de seguimiento de información acerca del paciente.17 Cada proveedor de ERR es un agente importante en traer un cambio cultural a través del hospital, haciendo gran hin- capié en la seguridad del paciente. En el pasado, cuando fallaba el sistema que podría llevar a una grave amenaza para la seguridad del pacien- te, tal vez no se notaba por recurrentes paros cardiacos como “una vía final común” del error. 18 Con la institu- ción del servicio de ERR la falla del sistema queda sub- sanada, lo que nos llevaría a llamadas al ERR, con la sub- secuente prevención del daño al paciente por una inter- vención temprana.19 Los miembros del ERR siempre deben de preguntar “porqué este paciente se deterioró, al punto que necesitan de nosotros”. Hay que estar alerta por los factores del sistema que pueden revelar el análi- sis de las consultas individuales al ERR. Considerable evidencia soporta la creación del progra- ma de ERR. Los proveedores del ERR extienden su expe- riencia en el cuidado de pacientes críticos fuera de la UCI. Para estimular al personal de guardia para que solicite ayuda del ERR se requieren educación extensiva y merca- deo. Los proveedores del ERR realizan la valoración inicial y la elección de decisiones, junto con el médico del ERR. La comunicación concisa como resultado de la valoración, junto con las órdenes, facilitan el desarrollo de un plan colaborativo entre el equipo del ERR y el médico de piso.20 El proveedor de ERR siempre debe buscar un sistema basado en factores que contribuyen al deterioro del pacien- te y prevenir a futuro ocurrencias similares.21 PUNTOS CLAVE 1. Los equipos de respuesta rápida reducen los eventos adversos y mejoran la supervivencia de los pacientes. 2. Se requiere un equipo multidisciplinario con entrena- miento específico para obtener mejores resultados. 3. Debe de establecerse un programa educativo para la introducción del proyecto dentro del hospital.© E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Integración de los equipos de respuesta rápida • 87 Cuadro 13-2. Aspectos básicos de la valoración primaria y ABCs para el paciente en una situación de urgencia Abordaje primario y ABC Determinar de modo breve el nivel de conciencia Vía aérea Respiración Circulación Descartar obstrucción Descartar insuficiencia respiratoria Descartar choque Buscar Buscar Buscar Disociación toracoabdominal Frecuencia respiratoria Cianosis, palidez Esfuerzo respiratorio Uso de los músculos accesorios de la respiración Piel marmórea Uso de los músculos Esfuerzo respiratorio Músculos accesorios de la respiración Expansión torácica Cianosis sialorrea Edema Palidez, cianosis Escuchar Escuchar Escuchar Calidad de la voz Ruidos respiratorios Ruidos cardiacos Estridor Estertores crepitantes inspiratorios Ronquido Disfonía Sentir Sentir Sentir Uso de los músculos Uso de los músculos accesorios de la respiración Pulsos Accesorios de la respiración Toracoabdominal Temperatura cutánea Disociación toracoabdominal Distensión abdominal Llenado capilar Posición de la tráquea Posición traqueal Monitorear SpO2% SpO2% Monitoreo continuo de la FC y PA Tratar Lograr una vía aérea ya sea Aportar O2 suplementario Colocar acceso intravenoso por vía nasal o bucal Valorar uso de mascarilla facial R Considerar aporte de volumen Aportar O2 suplementario Valorar uso de ventilación mecánica no invasiva FC: Frecuencia cardiaca; PA: presión arterial 1. 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Si se analizan las raíces de lo que la ciencia brinda como tal, es la información uno de los pilares más impor- tantes. Todos los días, desde que amanece, hay nueva información: se obtiene en la entrevista al paciente, en su historia, en la exploración física, en la revisión de los aná- lisis de laboratorio, en los estudios de gabinete, en la retroalimentación con nuestros colegas. Todo es informa- ción, asimilación de datos y el procesamiento mental de los mismos. La conclusión y el actuar procederá a partir de la información recibida; es esta misma la que configu- ra el arte del ejercicio de la medicina crítica. ¿CÓMO NACE LA INFORMÁTICA? El decenio de 1960-69 marcaría el inicio formal de la “era de la información”. En 1962, Philippe Dreifus, físico francés, creó el término informática, del francés informa- tiqué, acrónimo compuesto con las palabras information y automatiqué. La informática reúne muchas técnicas que el hom- bre ha creado con el objetivo de incrementar sus capaci- dades de memoria, pensamiento y comunicación. No hay límites para la aplicación de la informática. Informática. Procesamiento automático de la infor- mación mediante dispositivos electrónicos y sistemas computacionales. Los sistemas informáticos deben cumplir tres tareas básicas: • Entrada. Captación de la información. • Procesamiento. Análisis de la información. • Salida. Transmisión de los resultados. El conjunto de estas tres tareas se conoce como algoritmo. El desarrollo de la informática es una historia apasio- nante; puede ser tema de varios capítulos de un libro. Mediante la informática se puede encontrar información precisa y clara en la Internet.1 APLICACIONES COTIDIANAS DE LA INFORMÁTICA Cuando se utiliza una simple base de datos realizada en Excel, por ejemplo, para capturar el nombre de todos los pacientes que requirieron ventilación mecánica durante el último año, que tuvieron el diagnóstico de neumonía adquirida en la comunidad, que desarrollaron un síndro- me de dificultad respiratoria aguda, que requirieron téc- nica de “pulmón abierto”, así como cualesquiera datos que se puedan imaginar, entonces se está realizando el primer paso de las tres tareas de la informática. En la cap- tura se plasman los datos que se desean presentar en una gráfica de barras que indique cuántos vivieron y cuántos fallecieron. La representación de la gráfica se hace por medio de un algoritmo implícito en el programa, comple- tando así los dos siguientes pasos, procesamiento y salida, así de fácil, así de sencillo. De acuerdo a la “captura de los datos”, se puede obtener la siguiente información: cuán- tos requirieron presión positiva al final de la espiración, conocer la relación Pa/FiO2 y más. El beneficio de la información para nuestra la unidad de cuidados intensi- vos es innegable. La aplicación de la informática hace la práctica médica más fácil y rápida; por ejemplo, si se hace un ejer- cicio sobre un taller de gases o un taller hemodinámico, la base de datos ha sido alimentada con las fórmulas necesarias para realizar los talleres de cálculos, esto es, se ha proporcionado a la computadora el algoritmo. El registro electrónico de la historia clínica de un paciente es una aplicación cotidiana de la informática y forma parte de los sistemas de información. 89 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 14 Importancia de la informática Carlos Alejandro Olais Moguel 1. Wikipedia: (Sitio en Internet). Informática. Acceso 30 de Julio de 2009. Disponible en: http://es.wikipedia.org/ wiki/Inform%C3%A1tica 2. Harvey S, Young D, Brampton W et al.: Catéteres en la arte- ria pulmonar para pacientes adultos en unidades de cuida- dos intensivos (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, número 3, 2008. Oxford, Update Software Ltd. Disponible en: http://www.update-soft- ware.com. (Traducida de The Cochrane Library, Issue. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd.). 3. Lloyd N, Friedman NA, Halpern, Faclker JC: Implementing an Electronic Clinical Record. Crit. Care Clin 2007; 23:347-381. 4. Joint Commission on Accreditation of Health Care Organizations: Hospital/Critical Access Hospital National Patient Safety Goals: goal 8. disponible en http://www. jointcommission.org/patientsafety/nationalpatientsafety- goals/07_hap_cah_npsgs.htm. Accessed April 12, 2007. ¿QUÉ ES UN SISTEMA DE INFORMACIÓN? Por ejemplo, imagínese que está pasando visita en la uni- dad de cuidados intensivos junto con los residentes y está ante un paciente con sepsis que condicionó un choque séptico, su estado hemodinámico es malo, y se inicia una discusión con respecto al beneficio de introducir un catéter en la arteria pulmonar (CAP). En la computado- ra conectada a internet, a un lado de la cama del pacien- te, usted accede a la biblioteca Cochrane y busca revisio- nes al respecto. En la búsqueda se encuentran 12 ensayos revisados, que compararon pacientes tratados con y sin el uso de un catéter en la arteria pulmonar; todos informa- ron que no hubo diferencias entre los pacientes con un CAP y aquéllos sin un CAP.2 Se decide no colocar el dis- positivo al paciente y la discusión se da por terminada; usted acaba de utilizar un “sistema de información” vía Internet, el cual está formado por un conjunto organiza- do de elementos que pueden ser personas y, en el caso que se expone, los datos que interactúan entre sí para procesar información para ser distribuida con un objeti- vo específico, es el caso de la Biblioteca Cochrane para divulgar revisiones y metaanálisis de investigaciones médicas. Este mismo sistema de información aplica para una red interna o intranet administrada en la unidad de cuida- dos intensivos a la cual tendrán acceso todos los intensivis- tas, con el fin de obtener registros o pautas de tratamiento en la historia de la misma.3 SISTEMAS DE INFORMACIÓN EN CUIDADOS INTENSIVOS ¿SON NECESARIOS? El médico intensivista puede interactuar cada mañana con cerca de 200 elementos, según indica Tobín en su libro Principios y Práctica del Monitoreo en Cuidados Intensivos. Una UCI es un entorno rico en datos, desde los recopila- dos a través del paciente en la clínica hasta los plasmados en las indicaciones del día. En caso de haber un error (p. ej., al momento de indicar los medicamentos), los sistemas informáticos tienen un papel especial. Un algoritmo esta- blecido previamente puede detectar el error mediante un registro electrónico y emitir una alerta incluso con la suge- rencia de la corrección. En perspectiva, esto puede ahorrar mucho dinero y sobre todo evitar un resultado que pudie- ra ser catastrófico para el paciente. En EUA, el órgano de acreditación de hospitales indica que los sistemas de regis- tro electrónico deben ser validados.4 PUNTOS CLAVE 1. La informática en las unidades intensivas es cada vez más importante. 2. El éxito para implementar un sistema de registro elec- trónico computarizado requiere de un cambio en la mentalidad y actitud de los médicos. 3. Es necesario aceptar la estandarización de los cuidados a los pacientes. 4. Es imprescindible desarrollar el grado de confiabilidad en los sistemas computarizados. 90 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 14) REFERENCIAS Patient Safety Goals: goal 8. disponible en http://www. http://www.update-software. Presentación de casos clínicos y discusión de cada uno de ellos. INTRODUCCIÓN Las unidades de cuidados intensivos (UCI) son escenarios de múltiples problemas tanto médicos como éticos. La conjunción de personal altamente capacitado, así como la gravedad de los pacientes y su interacción con sus familia- res genera situaciones difíciles dentro de las unidades. Cada caso clínico significa un reto que deberá ser resuelto de manera satisfactoria y esto implica que todo el personal que labora en la UCI funcione en forma ade- cuada, bajo la dirección de un líder y con apoyo en pro- tocolos establecidos. La presentación deestos casos clínicos que se observan a diario en las unidades de cuidados intensivos, son el ejem- plo del interactuar de cada uno de sus componentes, y ejemplifica lo difícil que es tomar decisiones adecuadas. Los conceptos, que en este capítulo se denominan mandamientos, sólo sirven para remarcar lo importante que son estos preceptos en la práctica diaria de la medi- cina crítica. CASO 1-A Paciente femenino de 54 años, se presenta con alteraciones del estado mental y dificultad respiratoria. Se escuchan sibilancias a distancia. Se decide intubar pero la intubación nasotraqueal no se puede realizar. Se procede intubar oro- traquealmente pero la paciente es obesa y con dificultad para visualizar la orofaringe. Se aplica midazolam sin éxito en la maniobra y se agrega succinicolina intravenosa. Se tiene una intubación difícil, la paciente continúa deterio- rándose y tiene un paro cardiaco. No puede ser reanimada y fallece. Una radiografía AP y lateral posmortem se mues- tran en la figura 15-1A y 15-1B. CASO 1-B Paciente masculino de 42 años, se ha mantenido en ven- tilación mecánica por padecer tétanos. Los parámetros ventilatorios son los siguientes: SIMV, FR:8, FIO2: 0.3, Vol. tidal 10 mL/kg, Gases arteriales estables en los últi- mos dos días, los últimos son: PaO2: 80 torr, PaCO2: 35 torr, pH 7.42 mm Hg. Por la mañana una enfermera notó que el tubo naso- traqueal se había soltado de la fijación y se había movi- do un poco proximal. Un interno retiró la fijación del tubo, succionó la faringe posterior y reavanzó el tubo a su distancia original. El paciente tosió en el procedimien- to. Un médico auscultó los ruidos respiratorios para veri- ficar la posición del tubo y se obtuvo una radiografía. El médico no se percato de que el tubo se salió de la trá- quea con el tosido y lo avanzo dentro del esofago. Discusión Los dos casos anteriores muestran ejemplos de falla en intubación de la tráquea. En el primero presenta un pro- blema por la obesidad y cuello corto. El que realiza el procedimiento toma la decisión de pasar el tubo endo- traqueal aunque no tenga visión clara de la laringe. La figura 15-1A muestra un tubo endotraqueal fuera del centro del tórax, la radiografía posmortem lateral (figura 15-1B) muestra que el tubo está anterior al esternón. En el segundo caso, la decisión de avanzar el tubo sin tener visión directa fue basada en la observación de que el tubo nasotraqueal se había retirado una distancia corta de su fijación original. La figura 15-2 muestra qué el extremo se encuentra más distal en la tráquea, compara- do con la radiografía de rutina tomada en la mañana (figura 15- 3). El paciente, después de que se avanzó el tubo, inició con dificultad respiratoria. Se aumentó la FIO2 para mantener una oxigenación adecuada, se toma una radiografía adicional al ver que el paciente continuaba 91 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 15 Los diez mandamientos en la UCI R. Phillip Dellinger 92 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 15) Figura 15-1. A) Muestra tubo endotraqueal, fuera de línea media del tórax. B) Tubo endotraqueal anterior al esternón. Figura 15-2. Muestra tubo más distal en relación al de la Rx de la mañana. Figura 15-3. Muestra tubo endotraqueal más proximal. A B deteriorándose (figura 15-4), que mostró infiltrados pro- gresivos en los lóbulos inferiores, así como aumento de la radiolucidez en el centro del tórax. Se efectuó el diagnóstico de intubación de esófago, y afortunadamente el paciente con su esfuerzo inspiratorio se mantuvo vivo hasta que fue descubierto esto. Ambos indican que para avanzar el tubo endotra- queal siempre es bajo visión directa de la laringe. En el segundo caso, la mejor forma de recolocar el tubo sería con visión directa o con el uso de las pinzas de Mc Gill. Primer mandamiento: No se debe asumir que el tubo endotraqueal está en la tráquea a menos de que se vea dentro de ésta. CASO 2 Paciente femenina de 64 años, con enfermedad metastá- sica maligna, recibe un protocolo quimioterapéutico experimental. Ella está neutropénica y desarrolla fiebre, taquipnea e hipotensión. Se administran 1 000 mL de solución salina en 20 min, sin la mínima mejoría en la presión arterial. Se inicia dopamina y además se aplica un catéter arterial pulmonar. Se utiliza el acceso vía sub- clavia izquierda supraclavicular, la presión de oclusión de la arteria pulmonar se mide inicialmente en 10 mm Hg. La radiografía posinserción se muestra en la figura 15-5; la hipotensión se acentúa y no responde a volumen ni a aumentos de dopamina. La paciente sufre una bradiarrit- mia y luego asistolia de la cual no puede ser resucitada. Discusión La figura 15-5 muestra varias complicaciones iatrogéni- cas: la intubación del bronquio principal derecho, pero más notable es que el catéter arterial pulmonar y el introductor nunca cruzaron la línea media del tórax desde su sitio de inserción en el hueco supraclavicular izquierdo. En el diagnóstico diferencial deben de ser tomados en cuenta: la persistencia de la vena cava izquierda, la cual se descartaría al saber que ésta aún lle- varía a la circulación derecha, la inserción del catéter en la arteria carótida izquierda, que puede ser descartada si se pudo obtener un trazo de presión pulmonar y la pene- tración directa del ventrículo derecho por el introductor, que fue desafortunadamente el caso de nuestro paciente. Un punto crítico en la inserción de los accesos venosos, es el paso de la guía metálica una vez que el acceso cen- tral se ha logrado, el movimiento de la aguja en este punto puede llevar a que el dilatador y la guía sean inser- tados fuera del vaso, que fue lo que ocurrió aparente- mente en este caso. El dilatador puede ser un instrumen- to letal cuando se realiza el movimiento de rotación para realizar el túnel venoso. Es importante que cuando la jeringa se retire de la aguja, haya vigilancia estrecha de no avanzar ésta al introducir la guía metálica. Segundo mandamiento: No se debe de tomar la dis- tancia más corta entre dos puntos cuando se inserta un catéter arterial pulmonar. CASO 3 Paciente masculino de 20 años, tuvo un accidente auto- movilístico y se queja de dolor en el cuello, un efecto de “ojo de buey” fue notado por los paramédicos en el para- brisas ocasionado por el impacto del cráneo del pacien- te. Una radiografía lateral de cervicales no muestra anor- malidades. Los gases arteriales son adecuados y los signos vitales son estables. Tiene contusiones pulmonares bila- terales con hipoxemia moderada que responde a oxíge- no adecuadamente. En la evaluación secundaria se des- cubre distensión abdominal, considerándose laceración esplénica; se realiza lavado peritoneal, el cual fue negati- vo. El estatus neurológico es normal. El paciente es admi- tido a terapia intensiva para monitoreo y administración de oxígeno suplementario.© E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Los diez mandamientos en la UCI • 93 Figura 15-4. Obsérvese radiolucidez en el centro del tórax. Figura 15-5. Obsérvese cómo el catéter e introductor no cruzan la línea media. Discusión Una radiografía lateral de cervicales es un buen estudio de escrutinio para descartar lesiones significativas en pacientes que no tienen riesgo para daño cervical. Entre los factores de riesgo adicionales se debe de incluir la cinética del accidente, dolor o reblandecimiento del cue- llo (como en este caso). Esto obliga a tener radiografías adicionales aún con una radiografía lateral de cervicales normal. La figura 15-6 muestra una radiografía lateral cervical superior en este paciente que sugiere algún des- plazamiento anterior de C1 sobre C2. En la figura 15-7 se muestra un TAC con una fractura de Jefferson de C1 producida por carga axial, como ocurrió en este caso. Tercer mandamiento: Hasta no obtener una serie de cervicales completas y en algunos casos TAC,no debe asumirse que no hay daño cervical. CASO 4 Paciente masculino de 27 años, de edad se presenta al departamento de urgencias (llevado por la familia) con la queja de debilidad severa. El examen físico reveló mar- cado deterioro en la fuerza motriz de las cuatro extremi- dades, la respiración del paciente es rápida y superficial y su presión arterial es de 150/100 mm Hg, pulso de 135, gases arteriales tomados con oxígeno a alto flujo muestran un ph 7.18, PaCO2: 50 torr y PaO2: 150 mm Hg. Electrólitos: sodio 140 mEq/L cloro: 118 mEq/L Bicarbonato: 17mEq/L potasio: 1.6 mEq/L El paciente es admitido a la unidad de cuidados intensi- vos y se inicia ventilación mecánica. El estatus mental es normal. El paciente aparenta tener moderada dificultad respiratoria. Discusión Este paciente demuestra anormalidades en el equilibrio ácido-base y electrólitos interesantes; los gases arteriales demuestran una acidosis metabólica y respiratoria. Los electrólitos demuestran que la acidosis metabólica es de la variedad sin brecha aniónica, el potasio es 1.6 mEq/L, en esta situación es importante tener cuidado de no hiperventilar durante el periodo inmediato posintuba- ción, porque el pH del paciente se elevará y será asociado a una caída catastrófica del potasio sérico. Las opciones para prevenir esto incluyen la administración urgente intravenosa de potasio antes de la intubación, si el tiem- po lo permite, sedación profunda y posible relajación con intubación para mantener la PaCO2 elevada hasta que el potasio pueda ser corregido. La causa de esta hipopota- semia severa y acidosis metabólica sin brecha aniónica, fue una acidosis tubular renal secundaria por el abuso de inhalación de tolueno (inhalado de los aerosoles de pin- tura metálica). La acidosis respiratoria del paciente fue debida a la hipopotasemia. Cuarto mandamiento: No se debe hiperventilar al paciente hasta la muerte. CASO 5 Paciente masculino de 72 años de edad con un cáncer pulmonar metastásico a cerebro, hígado y huesos sin posibilidad de resección. Es admitido a la unidad de cui- dados intensivos intubado y ventilado mecánicamente, posterior a paro respiratorio en casa. Discusión Cada día es más reconocido que la resucitación agresiva es una opción poco útil para muchos pacientes termina- 94 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 15) Figura 15-6. Desplazamiento de C1 sobre C2. Figura 15-7. Fractura de Jefferson en tomografía (esquematizada). les o que tienen muy pocas esperanzas de recuperarse del proceso agudo que ha producido el deterioro. El paciente se ha agravado hasta el punto de necesitar intu- bación y resucitación cardiopulmonar debido a enferme- dad subyacente, es en este tipo de pacientes donde se debe de proveer un cuidado con búsqueda de confort y no una resucitación agresiva. Quinto mandamiento: Se debe de saber decir hasta cuándo. CASO 6 Paciente masculino de 65 años de edad con enferme- dad de arterias coronarias. Se presenta al departamen- to de emergencias de un hospital-escuela con el inicio reciente de una fibrilación auricular con frecuencia ventricular rápida. Los signos vitales muestran una presión arterial de 98/70 mm Hg; pulso 136; 20 respi- raciones por minuto y temperatura de 37.2°C. Se encuentra monitorizado. Después de intentos sin éxito de canalización intravenosa periférica, se instala una línea central. El paciente recibe 0.50 mg digoxina en un bolo lento. Treinta minutos después la presión san- guínea es de 118/80 mm Hg y la frecuencia ventricu- lar de 100. El paciente espera en el departamento de emergencias aguardando disponibilidad de una cama en la unidad de cuidados intensivos. El potasio sérico es de 2.9 mEq/L. El estudiante de medicina de 4º año es llamado por el residente para que le administre 40 mEq de cloruro de potasio. Discusión En este caso el estudiante de cuarto año de medicina, no tiene los conocimientos necesarios y eligió administrar los 40 mEq de KCl como un bolo intravenoso en la línea central. El paciente inmediatamente presentó bradiarrit- mia y asistolia. Fue intubado de manera rápida, se le ini- ció de inmediato RCP y reanimado con éxito. El pacien- te recibió cloruro de calcio intravenoso, glucosa, insulina y dos ampolletas de bicarbonato de sodio. ¿Qué tan úti- les fueron estos fármacos para el paciente? No queda claro, porqué en este caso el mecanismo del inicio de paro fueron las altas concentraciones de cloruro de pota- sio en el ventrículo derecho. Estas medidas ciertamente no producen daño y son administradas a pacientes con asistolia asociada a hiperpotasemia. Sexto mandamiento: Sé deberá supervisar siempre a los estudiantes de medicina. CASO 7 Usted atiende un llamado para asistir a un paciente de 48 años de edad que fue encontrado sin respuesta, el paciente recibió un choque eléctrico y el trazo de ECG inicial está siendo interpretado como una fibrilación ven- tricular fina o una asistolia con línea de base variable. Discusión En el paciente sin respuesta, a pesar de lo que muestra el monitor, es imperativo buscar el pulso. La presencia de pulso descarta asistolia y fibrilación ventricular fina y permite arreglar la falla en el monitor. En este caso el paciente estaba monitorizado con las derivaciones pre- cordiales y el monitor estaba puesto en paletas. El paciente no tenía ninguna fibrilación ventricular o asisto- lia pero en cambio tenía taquicardia sinusal. Es impres- cindible correlacionar el estado clínico del paciente con los hallazgos del monitoreo electrocardiográfico. Séptimo mandamiento: Se deberá de buscar siem- pre el pulso del paciente. CASO 8 Un paciente de 62 años de edad recientemente trau- matizado tiene síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (SIRA) y fiebre persistente, tuvo hemorragia intraabdominal que requirió esplenectomía y múlti- ples transfusiones. Está en nutrición parenteral total (NPT). Desarrolla leucocitosis, la orina esta clara y se aislaron Pseudomonas de aspirados bronquiales por el tubo endotraqueal resistentes al régimen de antibióti- cos prescrito. Tiene hipopotasemia moderada y una ligera elevación de bilirrubina. Los antibióticos se cam- bian para cubrir las pseudomonas resistentes. Discusión En pacientes intubados y hospitalizados en la unidad de cuidados intensivos, por algún periodo de tiempo, un gran porcentaje tendrán el tubo endotraqueal colonizado por bacterias potencialmente patógenas. Sólo si hay evidencia radiográfica para neumonía se debe de asumir que el paciente la tiene; y aún así, no es posible decir que el microorganismo que crece en el tubo endotraqueal es el causante. Este paciente en particular tiene colecistitis acal- culosa como causa de la fiebre. Eso fue sospechado cuan- do al evaluar sus pruebas de laboratorio se determinó la elevación de bilirrubinas y un ultrasonido fue compatible con este diagnóstico. Los factores de riesgo para colecisti- tis acalculosa incluyen una ventilación mecánica prolonga- da, transfusiones sanguíneas previas y NPT. Octavo mandamiento: No se debe de asumir que el hallazgo de bacterias en el tubo endotraqueal implica necesariamente la presencia de neumonía. CASO 9 Paciente masculino de 55 años de edad, que ingresa al hospital con hipertermia, leucocitosis y un brazo dere-© E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Los diez mandamientos en la UCI • 95 cho edematizado con diagnóstico de celulitis (figura 15- 8). El paciente presenta taquicardia con hipotensión arterial. Se administran antibióticos y líquidos intraveno- sos. Es admitido en la unidad de cuidados intensivos. Discusión Este paciente tiene fascitis necrotizante. La figura 15-8 es el soporte de este diagnóstico por que muestra ámpu- las hemorrágicas, las cuales se asocian a las manifestacio- nes severas de infección generalizada, lo que sugiere fuertemente este diagnóstico. Los factores de riesgo para esta patología deben de incluir diabetes mellitus. La fas- ciitis necrotizante es unainfección que tiene tratamiento y que requiere de desbridamiento quirúrgico inmediato (figura 15-9). Noveno mandamiento: Usted deberá reconocer los signos de infección de tejidos profundos. CASO 10 Asmático de 23 años de edad es admitido a la unidad de cuidados intensivos con estatus asmático. La radiografía de tórax en supino se muestra en la figura 15-10, a pesar de terapia broncodilatadora intensiva, la dificultad respi- ratoria empeora y el paciente es intubado. Discusión La figura 15-10 muestra neumomediastino, así como imagen radiolúcida sobre los dos hemidiafragmas. La figura 15-11 muestra la imagen inmediata a la intubación y revela neumotórax bilateral a tensión. La 96 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 15) Figura 15-8. Celulitis intensa de brazo. Figura 15-9. Celulitis con desbridación amplia. Figura 15-10. Neumomediastino y radiolucidez de ambos diafragmas. Figura 15-11. Neumotórax bilateral a tensión. figura 15-12 muestra reexpansión de ambos pulmones, después de la aplicación bilateral de tubos de tórax. Se debe de recordar que en una radiografía de tórax de pie, el aire se dirige hacia los vértices de éste. Por lo regular, revela una línea visceral pleural con la ausencia de vascu- latura en el área radiolúcida afuera de la línea pleural vis- ceral. En una radiografía de tórax supina el aire en el espacio pleural se correrá a la parte más alta del tórax el cual estará sobre el diafragma y puede producir una apa- riencia radiolúcida sobre el diafragma sin la línea visceral pleural (no presente en la figura 15-10). El neumotórax y la radiolucidez son de presentación unilateral ayudan- do al diagnóstico, no como en este paciente. Si se sospecha neumotórax en la radiografía supina, debe confirmarse obteniendo una radiografía en decúbi- to lateral, concentrándose en identificar aire a lo largo de la superficie superior de la cavidad torácica del pulmón en cuestión, en una posición no dependiente. Otra alter- nativa es obtener una radiografía de tórax en la posición lo más erguida posible. Décimo mandamiento: Usted deberá reconocer los signos de neumotórax en una radiografía supina de tórax. PUNTOS CLAVE 1. Cada uno de los casos muestran particularidades que ejemplifican lo difícil que es en muchos pacientes la toma de decisiones diagnósticas y terapéuticas. 2. El autor remarca en estos 10 mandamientos la importancia de la educación en el personal que atiende a este tipo de pacientes. 3. El analizar cada uno de estos preceptos ayudará a evitar cometer este tipo de errores que pueden ser muchas veces fatales. © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Los diez mandamientos en la UCI • 97 Figura 15-12. Reexpansión de ambos pulmones con sondas torácicas. 99 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . Sección III Monitoreo en la unidad intensiva PARTE 1 Monitoreo general y específico Capítulo 16. Monitoreo electrocardiográfico en la UCI..........................................................................................101 Capítulo 17. Técnica de toma de electrocardiograma y su interpretación básica.....................................................107 INTRODUCCIÓN El monitoreo electrocardiográfico (MECG) es un procedi- miento fundamental en el diagnóstico y atención del paciente critico; se utiliza en todos los enfermos que ingre- sen a la UCI, por lo que es imprescindible que el personal esté familiarizado con los problemas y sus posibles solucio- nes que puedan presentarse durante su ejecución. El MECG se usa en pacientes con trastornos de la conducción o en aquéllos en riesgo de presentar arrit- mias que ponen en peligro su vida: mediante este moni- toreo es posible la observación continua de la actividad eléctrica del corazón. Los electrodos se colocan sobre el tórax del paciente para trasmitir señales eléctricas, que son convertidas en un trazo gráfico de un ritmo cardiaco sobre el osciloscopio.1 Los monitores electrocardiográficos modernos, microcomputarizados para utilizar al lado de la cama del paciente, no sólo detectan cambios en la frecuencia car- diaca (FC) y desencadenan una alarma sonora cuando hay situaciones catastróficas, sino que permiten detectar arritmias cardiacas peligrosas, lo que ayuda al diagnósti- co inmediato y hace posible la instauración de un trata- miento oportuno, incluyendo las técnicas de reanima- ción.1,2 OBJETIVO Proveer datos referentes a la actividad eléctrica cardiaca. 1. Permitir la observación del trazo electrocardiográfico (ECG). 2. Enviar información a la estación central. 3. Obtener un registro sobre papel. 4. Tomar decisiones terapéuticas de acuerdo a los hallazgos obtenidos. Objetivos del procedimiento de enfermería 1. Conocer la anatomía y fisiología del sistema cardio- vascular, los principios de la conducción cardiaca, la posición de las derivaciones del ECG, la interpreta- ción fundamental de las arritmias y los principios de la seguridad eléctrica. 2. Reconocer que la ubicación estándar de las deriva- ciones reviste importancia, dado que la información obtenida de esta manera se interpreta dentro de un marco de referencia estándar, y permite formular juicios apropiados acerca del estado cardiaco del paciente. La modificación de la posición de los elec- trodos puede alterar de manera importante el aspec- to del trazado y conducir a errores diagnósticos y terapéuticos.1 3. Mantener la integridad de la piel (si se observa irri- tación, hay que limpiar y volver a colocar el electro- do en un nuevo sitio). 4. Reproducir y visualizar fielmente la señal del ECG. 5. Eliminar señales indeseables designadas como “rui- dos” o “artefactos” en el trazo ECG. El aforismo “si lo que entra es de baja calidad, lo que sale también lo será” es muy válido para el monitoreo cardiaco, dado que la señal de baja calidad o la ausen- cia total de una señal ECG puede hacer incurrir en errores letales. INDICACIONES 1. Pacientes que ingresen a la UCI, recuperación posa- nestesia, quirófano y salas de urgencias. 2. Pacientes con traumatismo múltiple. 3. Paciente con riesgo coronario.1 CONTRAINDICACIONES Ninguna. EQUIPO 1. Monitor electrocardiográfico junto de la cama del paciente y central. 2. Cables de derivaciones de 3 o 5 electrodos (no más de 45 cm de largo). 101 © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito . 16 Monitoreo electrocardiográfico en la UCI Ma. de los Ángeles Reyna Quintanilla 3. Electrodos, tratados previamente con gel y desecha- bles. 4. Gasas y compresas absorbentes. 5. Torundas de alcohol. 6. Cable-paciente (debe adaptarse al monitor y a los cables de derivaciones).1 PROCEDIMIENTO2 1. Explicar el procedimiento al paciente y contestar todas sus preguntas. 2. Lavarse las manos o utilizar guantes de látex. 3. Preparar el sistema de monitoreo de acuerdo a las instrucciones del fabricante. 4. Revisar los cables para detectar posibles fisuras, rup- turas o cambios de color. 5. Conectar el monitor ECG, encender la unidad (algu- nas unidades requieren un tiempo corto para calen- tamiento). 6. Quitar la alarma. 7. Seleccionar los sitios para colocar los electrodos. Los dos sitios más comunes se muestran en la figura 16-1. Asegurarse de que los cables de las derivaciones estén conectados en forma correcta y firme con el cable del paciente. 8. Rasurar el área si es necesario, para minimizar moles- tias y facilitar la conducción. 9. Limpiar los sitios seleccionados con alcohol; considerar la aplicación de soluciones para preparación de la piel. 10. Retirar la protección del electrodo y asegurarse que el centro de la almohadilla se encuentre húmedo del gel que habitualmente trae el electrodo. 11. Aplicar los electrodos de manera que se adhieran fir- memente; evitar ejercer presión sobre la almohadi- lla del electrodo, ya que estopuede ocasionar el des- plazamiento del gel y, por lo tanto, lograr un contac- to adhesivo de mala calidad. 12. Revisar el trazo ECG, donde la onda R deberá ser el doble de la altura de sus otras ondas. 13. Configurar las alarmas. Los límites superior e infe- rior de las alarmas dependen del estado actual y la frecuencia cardiaca del paciente. 14. Probar el sistema, de acuerdo a las indicaciones del fabricante. 15. Obtener un trazo electrocardiográfico. 16. Anotar fecha, hora y derivación tomada, si la central no la registra. PRECAUCIONES 1. Actuar rápido y de manera oportuna en caso de arritmia y comunicar al médico tratante. Pegar el trazo electrocardiográfico. 2. Mantener continua vigilancia del monitoreo ECG. 3. Revisarlos límites de las alarmas. 4. Mantener el contacto piel-electrodo, asegurarse de que tenga suficiente gel. Observar la integridad de la piel. Rotar el sitio del electrodo cuando haya datos de irritación de la piel. 5. Mantener un registro claro del ECG. PROBLEMAS Desviación de la línea de base del ECG (figura 16-2) 1. Causas posibles: a) Movimiento del paciente. b) Contacto inadecuado entre la piel y el electrodo. 102 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 16) Línea media clavicular Tierra Figura 16-1. Sitios comunes donde se colocan los electrodos para monitoreo electrocardiográfico. c) Tensión en el electrodo y cable de la derivación. d) Movimiento del cable con la respiración. 2. Acciones de enfermería: a) Evaluar al paciente por ansiedad o incomodidad y tratar la causa. b) Verificar los electrodos y cables de la derivación. c) Retirar los cables de la pared torácica. Se puede mover el electrodo izquierdo hacia una posi- ción más lateral, para minimizar interferencia con los movimientos respiratorios. Interferencia eléctrica (figura 16-3) 1. Causas posibles: a) Interferencia eléctrica con otros equipos en el cu- bículo. b) Equipo eléctrico con tierra mal instalada. 2. Acciones de enfermería: a) Asegurarse de colocar una tierra en el equipo. b) Aislar la fuente mediante el proceso de desconec- tar y conectar los aparatos eléctricos alrededor de la cama, hasta que la interferencia desaparezca. Artefacto (figura 16-4) 1. Causas posibles: a) Inadecuado contacto entre la piel y el electrodo. b) Movimiento del paciente. 2. Acciones de enfermería: a) Revisar los electrodos y cables de la derivación. b) Evaluar al paciente que presenta ansiedad o inco- modidad y tratar la causa. c) Recolocar los electrodos en otras posiciones o los cables de la derivación donde existan menos movimientos musculares. © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Monitoreo electrocardiográfico en la UCI • 103 Figura 16-2. Línea de base ondulante. Figura 16-3. Interferencia eléctrica. Figura 16-4. Artefacto. Falsa activación de la alarma (grado bajo) (figura 16-5) 1. Causas posibles: a) Complejo QRS muy pequeño para que se registre. b) Grado de alarma muy bajo. c) Desviación de la línea base. 2. Acciones de enfermería: a) Evaluar los movimientos del paciente. b) Revisar los electrodos y cables de la derivación. c) Ajustar los controles del monitor, o elegir la deri- vación para obtener una onda R más alta. d) Colocar los límites de alarma de acuerdo a la fre- cuencia cardiaca del paciente. Falsa activación de la alarma (grado alto) (figura 16-6) 1. Causas posibles: a) Activación (disparo) doble: ondas T y QRS son de igual altura, lo que provoca que el monitor capte ambas ondas y doble el ritmo falsamente. b) Presencia de artefacto, el cual es censado por el monitor y captado como alta frecuencia. 2. Acciones de enfermería: a) Evaluar los movimientos del paciente. b) Revisar los electrodos y cables de la derivación. c) Ajustar el control del monitor; elegir la derivación en la que la onda R sea el doble de altura que las ondas P y T. d) Colocar los límites de alarma de acuerdo a la fre- cuencia cardiaca del paciente. PUNTOS CLAVE 1. El monitoreo electrocardiográfico es una herramien- ta fundamental en todos los pacientes que ingresen a la UCI, pero sobre todo en pacientes con trastor- nos de la conducción o en aquéllos que presentan arritmias que ponen en peligro su vida. 2. Su efectividad dependerá de la óptima colocación de los electrodos, dando por anticipado la interpreta- ción del trazo visualizado a un lado y a la cabecera del paciente. 3. Familiarizarse con la resolución de posibles desviacio- nes y artefactos redundará en una señal nítida, y dará la oportunidad de actuar a consecuencia ante la presenta- ción de posibles arritmias letales en estos pacientes. 104 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 16) Figura 16-5. Falsa alarma (baja). Figura 16-6. Falsa alarma (alta). © E di to ria l E l m an ua l m od er no Fo to co pi ar s in a ut or iza ció n es u n de lito Monitoreo electrocardiográfico en la UCI • 105 REFERENCIAS 1. Lynn-Mchale DJ, Carsson KR: Cuidados Intensivos: Procedimientos de la American Association of Critical Care Nurses AACN. 4ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2003:372-382. 2. Kluwer W: Nurse’s 5-minute clinical consult. 1 ed. Philadelphia, Lippincott Williams & Wilkins, USA, 2008:68-73. INTRODUCCIÓN El electrocardiograma (ECG o EKG, por sus siglas en inglés) es el registro de los impulsos eléctricos que es- timulan el corazón y producen su contracción. Las células cardiacas en reposo se encuentran polariza- das, pero la estimulación eléctrica las despolariza y se con- traen; por lo tanto, el corazón es recorrido por una onda progresiva de estimulación (despolarización) que produce contracción del miocardio. Las ondas de despolarización (el interior de la células se vuelve positivo) y la repolarización (recupera carga negativa) se registra en el ECG. Cuando esta actividad eléctrica recorre el corazón, se puede captar con electrodos externos (sobre la piel) cuando la onda positiva de despolarización en las células cardiacas se acerca a un electrodo positivo, se registra como una deflexión positiva.1 REGISTRO DEL ECG Los trazos del ECG se registran sobre papel cuadricula- do. Las divisiones pequeñas son cuadros de 1 mm, con líneas de grosor cada 5 cuadros (5 mm). La altura de una onda se mide en milímetros (mm) y representa un volta- je, 10 mm son 1mV. El eje horizontal representa tiempo, al medirlo se puede conocer la duración de cualquier parte del ciclo cardiaco. En el registro del ECG ordinario se dispone de 12 derivaciones. Derivaciones de los miembros (figura 17-1) Los electrodos se ponen en los brazos derecho e izquier- do y en la pierna izquierda, formando un triangulo (triángulo de Einthoven) representando cada lado del triángulo las derivaciones DI, DII y DIII. aVR (Aumentado voltaje brazo derecho): brazo dere- cho positivo. aVL (Aumentado voltaje brazo izquierdo): brazo iz- quierdo positivo. aVF (Aumentado voltaje pierna izquierda): pierna iz- quierda positiva. Las seis derivaciones se unen para formar seis líneas de referencia que se cruzan en el mismo punto y se encuentran en el mismo plano del tórax del paciente.2 Derivaciones precordiales (figura 17-2) Se proyectan a través del nodo AV hacia la espalda del paciente, que corresponde al extremo negativo de cada derivación.2 PROCEDIMIENTO TÉCNICO 1. Colocar el electrocardiógrafo al lado de la cama del paciente, conectarlo a una salida de tierra y girar de la perilla para encenderlo. 2. Explicar el procedimiento al paciente, asegurándole que no es peligroso ni doloroso y que dura unos minutos. Colocar al paciente en posición supina con tórax y piernas expuestas. 3. Colocar la derivación de miembros a cada extremi- dad distante. Elegir un sitio carnoso y plano para ase- gurar los sujetadores del electrodo. Aplicar gel a cada placa de los sujetadores del electrodo y asegurar que estén bien adheridos. 4. Conectar los cables de las derivaciones de miembros a la paleta apropiada. Cadacable está marcado con un color para su fácil identificación. Tiene marcados con iniciales (por lo general en inglés) los sitios correspon- dientes a extremidades superiores o inferiores, así 107 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 17 Técnica de toma de electrocardiograma y su interpretación básica Desirée del Carmen Leduc Galindo, Eugenio Gutiérrez Jiménez y Pedro Gutiérrez Lizardi como derecha o izquierda; para las precordiales, cada cable con un color, y están marcados con números del 1 al 6. Verificar que cada electrodo esté colocado de manera correcta y corroborar que sea en la extremi- dad correspondiente. Las derivaciones bipolares (DI, DII, DIII) son una mezcla de dos derivaciones que integran a cada una de ellas. DI informa sobre la pared libre del ventrículo izquierdo; DII y DIII sobre la cara diafragmática. DII se sitúa de tal manera que es muy útil para estudiar la actividad auricular. Las derivacio- nes unipolares (VR, VL, VF) registran lo siguiente: VR: interior de aurícula; VF y VL: pared libre de ven- trículo izquierdo, VF: cara diafragmática. 5. Identificar los lugares de las derivaciones torácicas, marcar con tinta y colocar después gel en los siguien- tes sitios: VI cuarto espacio intercostal derecho y borde externo del esternón, para registrar ventrículo derecho, aurículas y tabique interventricular, V2 cuarto espacio intercostal izquierdo y borde externo registra ventrículo derecho y tabique interventriu- clar; V3 quinto espacio intercostal izquierdo entre V2 y V4 registra cara anterior del ventrículo izquier- do; V4 quinto espacio intercostal izquierdo y línea media clavicular registra cara anterior del ventrículo izquierdo; V5 quinto espacio intercostal izquierdo y línea axilar anterior registra cara lateral del ventrículo 108 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 17) Rama derecha Rama izquierda Derivación I Derivación II Derivación III Despolarización aurícular Despolarización septal Despolarización ventricular I II III Rd Ri Figura 17-1. Derivaciones de los miembros. IV espacio intercostal derecho V espacio intercostal izquierdo + + ++++ + V4R V1 V2 V3 V4 V5 V6 Línea media clavicular Línea axilar anterior V1 V2 V3 V4 V5 V6 Figura 17-2. Derivaciones precordiales. izquierdo; V6 quinto espacio intercostal izquierdo y línea axilar media registra cara lateral del ventrículo izquierdo. En caso de exceso de vello, aplicar gel con- ductor en abundancia y, de no ser posible la toma, rasurar sólo el sitio donde se colocann los electrodos. 6. El ECG de canal único tiene una sola derivación de tórax, que se mueve a través de este último para registrar cada derivación. Mientras que el ECG de canales múltiples tiene las derivaciones del tórax colocadas simultáneamente. Las derivaciones del tórax se aseguran al oprimir la perilla de succión colocada al final del electrodo. 7. Desplazar todos los alambres fuera del tórax del paciente, porque la respiración puede ocasionar una línea de base ondulante. 8. Programar la velocidad del papel a 25 mm/seg. 9. Centrar el estilete sobre el papel del ECG, girando el botón de control de posición. 10. Verificar el tamaño de deflexión presionando el botón de calibración de 1 mv. La deflexión debe ser puesta a 10 mm por 1 mv o 10 cuadritos pequeños de altura en el papel ECG. 11. Si se usa de un solo canal, el selector de derivación se coloca en derivación DI y se pone la alimentado- ra de papel a funcionar. Se registran 10 seg de trazo; se identifica la derivación en el papel de ECG. Este procedimiento se repite para cada derivación. Si se usa un ECG de canales múltiples, se oprime el botón de “auto on”, y de manera automática se regis- trará y se identificará cada derivación. 12. Después de registrar las 12 derivaciones, se indica al paciente que puede moverse. 13. Cortar el trazo completo del electrocardiógrafo. 14. Desconectar las derivaciones de miembros y los elec- trodos del tórax del paciente y desconectar el elec- trocardiógrafo. 15. Limpiar la piel del paciente con una gasa para quitar el gel. 16. Se pone el nombre del paciente en el trazo de ECG, así como el número de expediente, fecha y hora del registro. 17. Seguimiento: a) Entregar el ECG al médico responsable para su interpretación. b) Estar preparado para realizar alguna intervención si fuera necesario. c) Asegurarse de que los electrodos estén limpios de gel. 18. Documentación: a) Fecha del ECG. Historia clínica (cardiovascular). b) Presencia de dolor retroesternal o precordial o difi- cultad respiratoria durante el procedimiento. c) Ritmo primario. d) Arritmias (tipo, frecuencia), si están presentes. e) Nombre y firma del médico que interpretó el estudio.3 Círculo torácico Constituye un procedimiento sencillo de bajo costo y fidedigno en la exploración eléctrica del corazón. Su gran utilidad radica en el hecho de que permite captar las morfologías correspondientes a estructuras que no pue- den explorarse con el electrocardiograma convencional, por ejemplo, las paredes posteriores de ambos ventrícu- los, donde el círculo torácico indica la extensión de la zona dañada. Las derivaciones que se utilizan son las seis conven- cionales y además V7 izquierda; el electrodo en la línea axilar posterior y quinto espacio intercostal izquierdo registra cara posterior de ventrículo izquierdo; V8 izquierda en línea media escapular y quinto espacio intercostal izquierdo registra cara posterior ventrículo izquierdo; V9 izquierda borde de la espina dorsal y quin- to espacio intercostal izquierdo registra cara posterior ventrículo izquierdo. El círculo torácico se completa con derivaciones derechas que son: V3R V4R V5R V6R V7R V8R V9R Los electrodos se colocan en la misma posición del lado contralateral y registran ventrículo derecho. Cuando la posición cardiaca es horizontal o semihori- zontal son útiles también las derivaciones unipolares abdominales altas, también llamadas derivaciones de Medrano y son: 1. Línea clavicular media derecha subcostal (MD). 2. Línea esternal media debajo del apéndice xifoides (ME). 3. Línea axilar media izquierda subcostal(MI). Estas derivaciones exploran la pared libre de regiones basales de ventrículo derecho.3 Ondas electrocardiográfícas, intervalos normales (figuras 17-3 y 17-4) El nodo SA inicia un impulso eléctrico, que se extiende como onda y estimula ambas aurículas. Este impulso recorre la aurícula y su contracción es representada por la onda P en el ECG, menor de 0.10 seg; siempre positi- va en I, II, V5 y V6, y negativa en avR, bifásica o negati- va en III y avL.© E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Técnica de toma de electrocardiograma... • 109 El impulso llega al nodo AV donde tiene lugar una pausa de 1/10 seg, lo que permite el llenado ventricular; esto es representado por el segmento PR entre 0.12 a 0.20 seg. 110 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 17) Onda P Complejo QRS Onda T Contracción auricular Contracción ventricular Repolarización ventricular P Q R S T Figura 17-3. Ondas electrocardiográficas. 5 mm 5 mm0.2 seg 0.5 mV 1 mm 0.04 seg 1mm 0.1 mV P R P-R Q S S-T T UsegmentoSeg-mento P-R QRS S-T Q-T intervalo intervalo intervalo intervalo 10 mm/mV25 mm/seg Figura 17-4. Intervalos normales. El intervalo PR es desde el inicio de la onda P al ini- cio del complejo QRS. Al ser estimulado el nódulo AV, se inicia un impul- so que se dirige hacia el haz de His y las ramas del mismo; el complejo QRS representa la despolarización ventricular; lo normal es entre 0.06 a 0.1 seg. El punto J es la unión del extremo final del complejo QRS y el inicio del segmento ST. Segunda R positiva es R` El segmento ST corresponde a la contracción ventricular y se encuentra entre la onda S y el inicio de la onda T, este último se acortacon aumento de la frecuencia car- diaca; por lo regular es isoeléctrico y puede haber desni- vel (supra o infra desnivel < 1mV o >1mV). Lo primero a descartar es isquemia. La onda T representa la repolarización ventricular. Es positiva en derivación I, II, V3 y V6, y es negativa en AvR. El intervalo QT es el tiempo del inicio del complejo QRS al final de la onda T; el “normal” es variable depen- diendo de la frecuencia cardiaca. Un QT “anormal” es cuando éste es mayor de 0.40 seg (10 cuadritos). Después de la onda T, aparece la onda U. Ondas U muy anchas pueden asociarse con anormalidades elec- trolíticas. Un ciclo cardiaco completo comprende la onda P, complejo QRS y la onda T.3,4 INTERPRETACIÓN DE ELECTROCARDIOGRAMA: A todo ECG se le debe de estudiar: Frecuencia Partiendo de la base que el papel de registro va a una velocidad de 25 mm/seg, cada milímetro equivale a 0.04 seg, y cada cuadrado de 5 mm a 0.2 seg. Por ello, si se dividen 60 seg que tiene un minuto entre 0.2 seg que es el tiempo que tardan en grabarse 5 mm de papel, se obtiene la cifra de 300. Con esto, se deduce que si el intervalo R-R es de 5 mm, la frecuencia cardiaca es de 300 lpm. Si se hace lo mismo con 10 mm, se logran 150, y así sucesivamente iremos consiguiendo múltiplos de 300; de esta manera, seremos capaces de saber de inme- diato la frecuencia cardiaca si memorizamos las siguien- tes cifras: 300, 150, 100, 75, 60, 50. ¿Cómo obtener la frecuencia cardiaca de modo rápido? a) Buscando una onda R que coincida con la línea negra gruesa. b) Contando de memoria 300, 150,100, 75, 60, 50. Si el paciente está muy bradicárdico o arrítmico, considerar: - Que cada cuadrado de 5 mm son 0.2 seg, 30 cuadra- dos serán 6 seg. - Contar el número de complejos que se encuentran en 30 cuadrados de 5 mm (6 seg) y multiplicarlo por 10.4 Ritmo El ritmo normal del corazón es sinusal; el anormal se conoce como no sinusal, ritmo ectópico o arritmia. Para ser considerado sinusal: • Siempre debe haber ondas P, cuya polaridad es nega- tiva en aVR y positiva en el resto de las derivaciones. • Cada onda P debe ir seguida de un complejo QRS. • El intervalo RR debe ser constante. • El intervalo PR es de valor constante igual o mayor a 0.12 seg. • La frecuencia cardiaca debe estar entre los 60 y l00 l/m.4,5 Eje eléctrico (figura 17-5)6 La agrupación de todos los vectores de cada derivación da lugar al eje eléctrico del corazón. Lo primero es buscar la derivación del plano frontal en la que el QRS sea isodifásico, ya que el eje eléctrico será perpendicular a dicha derivación. Después, en la derivación donde se encuentra el eje, se observa si el QRS es positivo o negativo, con el fin de determinar si el eje apunta en un sentido o en el opuesto. Otra forma de calcular el eje eléctrico, de forma imprecisa pero rápida, consiste en valorar dos derivacio- nes perpendiculares entre sí, tales como I y aVF, y consi- derar la positividad o negatividad del QRS en cada una de ellas; de manera que, a modo de eje cartesiano, permita- calcular en qué cuadrante se encuentra el eje eléctrico.4,5 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Técnica de toma de electrocardiograma... • 111 Eje eléctrico aVR - 150º aVL - 30º (-) DI 0º DII 60º(+) aVF 90º DIII 120º Normal A la izquierda A la derecha Opuesto (-) (+) xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxx xxx Figura 17-5. Eje eléctrico. Trastornos de conducción - Bloqueo sinoauricular: alteraciones en la conducción entre el nodo sinusal y las aurículas. - Bloqueo auriculoventricular: alteraciones en la con- ducción entre la aurícula y el ventrículo. Hay tres grados que se describen en el cuadro 17-1 e ilustra- dos en la figura 17-6.7 - Bloqueo de rama: retraso en la activación de la por- ción de ventrículo dependiente de la misma, por lo que se produce un ensanchamiento del QRS que puede ser de rama derecha o de rama izquierda (cuadro 17-2). Cambios ECG en cardiopatía isquémica - Isquemia. Alteraciones en la repolarización, retraso en el inicio de la misma. - Isquemia subepicárdica: la repolarización se inicia en el endocardio (al revés de lo normal), por lo que se registrará como ondas T negativas en las derivacio- nes correspondientes a la zona afectada morfología simétrica. - Isquemia subendocárdica: se registra como ondas T positivas y picudas en las derivaciones correspon- dientes. - Lesión. Daño celular intenso sin necrosis. - Lesión subendocárdica: descenso del segmento ST. 112 • Protocolos y procedimientos en el paciente crítico (Capítulo 17) Cuadro 17-1. Diferentes grados de bloqueo auriculoventricular A) Primer grado B) Segundo grado - Tipo Mobitz I (Wenckebach): -Tipo Mobitz II C) Tercer grado o bloqueo AV completo: disociación auriculoventricular PR> 0.20 y todas las P conducen (retraso en la conducción AV) Algunos impulsos auriculares (ondas P) que no conducen Alargamiento progresivo del PR hasta que una P no conduce. Bloqueo a nivel de NAV, raro que progrese a bloqueo completo No hay alargamiento de PR, algunas P no conducen. Suele localizarse en sistema His–Purkinje Ninguna P es conducida. Según el ritmo de escape, el QRS puede ser ancho o estrecho Cuadro 17-2. Bloqueo de rama A) Derecha B) Izquierda Complejo QRS ancho > 0.12 seg Morfología rSR´ en V1 La onda T suele invertirse en precordiales derechas Complejo QRS ancho > 0.12 seg Morfología en V1 rS o QS Produce alteraciones difusas del ST y de la onda T. Hace casi imposible el diagnóstico de otras alteraciones Bloqueo AV completo Bloqueo AV Mobitz Bloqueo AV 1er grado Figura 17-6. Ejemplos de los diferentes grados de bloqueos auriculoventriculares. - Lesión subepicárdica: ascenso del segmento ST. Este mismo registro se obtiene cuando la isquemia es transmural. Diferenciar de repolarización temprana, pericarditis. - Necrosis. Representada por la onda Q, para ser pato- lógica debe reunir ciertas condiciones: • Duración > 0.04 seg; amplitud > 25% de la onda R en I, II, aVF; > 15% de la onda R en V4, V5, V6, y > 50% de la R en aVL. • DIII: pueden aparecer ondas Q en condiciones nor- males, que no se consideran patológicas, a no ser que también estén presentes en II y aVF. - Transmural: onda Q, o complejo QS negativo. - Epicárdica: onda R, al comienzo del QRS, de menor amplitud de la normal, que sólo se puede valorar dis- poniendo de registros previos. - Endocárdica: onda Q, pero después presentará una onda R secundaria a la activación de la zona epicárdica (QR). El electrocardiograma puede señalar el área alterada de acuerdo a la localización de las diferentes derivaciones (cuadro 17-3).4,7 PUNTOS CLAVE 1. El electrocardiograma es el registro de los impulsos eléctricos que estimulan al corazón y producen su contracción. 2. Los trazos se registran en un papel cuadriculado, re- presentando las 12 derivaciones. 3. Esta herramienta clínica ayuda a identificar bloqueos en la conducción eléctrica, alteraciones en la pared del corazón o arritmias. © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o Técnica de toma de electrocardiograma... • 113 Cuadro 17-3. Localización de la zona afectada en las diferentes derivaciones V1,V2, V3 Anteroseptal II, III, aVF Inferior I, aVL Lateral alto V5, V6 Lateral V3, V4 Anterior REFERENCIAS 1. Cecil I: Cecil Medicine. 23rd ed. United States of America: Saunders Elsevier, 2008. 2..http://www.ilustrados.com/publicaciones/EEkAyVuEuAlIC JyfKp.php 3. Gutiérrez LP: Procedimientos en la Unidad de Cuidados Intensivos. 1ª ed. Mexico, D.F.: Editorial Mc Graw Hill. 2003:96-97 4. Robledo-Carmona JM, Robledo-Carmona L, Jimenez M (n.d.): Electrocardiograma. Retrieved from http://www.medy- net.com/usuarios/jraguilar/Manual%20de%20urgencias%20y %20Emergencias/ecg.pdf 5. Ondas electrocardiograficas.[Web]. Retrieved from http:// www.taringa.net/posts/info/835832/Diagnóstico-de- enfermedades-cardíacas.html 6. Eje eléctrico . [Web]. Retrieved from http://www.abcenemer- gencias.com.ar/ci23.htm 7.Libby P,Bonow RO,Zipes DP et al.: Tratado de cardiología.Texto de medicina cardiovascular. 2 vols, 8ª ed. EUA Elsevier, 2009. http://www.ilustrados.com/publicaciones/EEkAyVuEuAlIC 115 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. Sección IV Procedimientos cardiovasculares PARTE 1 Técnicas de abordaje vascular y su aplicación clínica Capítulo 18. Cateterización venosa central.............................................................................................................115 Capítulo 19. Presión venosa central........................................................................................................................121 Capítulo 20. Punción, cateterización y presión arterial media (PAM).....................................................................125 PARTE 2 Monitoreo hemodinámico Capítulo 21. Catéter de flotación de la arteria pulmonar (Swan-Ganz).................................................................129 Capítulo 22. Gasto cardiaco y monitoreo hemodinámico mínimamente invasivo...................................................133 PARTE 3 Otros procedimientos cardiovasculares Capítulo 23. Importancia del transporte de oxígeno...............................................................................................139 Capítulo 24. Ecocardiografía Doppler en el paciente crítico...................................................................................145 Capítulo 25. Arritmias en el paciente crítico...........................................................................................................153 Capítulo 26. Cardioversión y desfibrilación............................................................................................................157 Capítulo 27. Utilización de marcapasos temporal en la unidad de cuidados intensivos..........................................161 Capítulo 28. Guia terapéutica del derrame pericárdico..........................................................................................167 Capítulo 29. Papel actual de la trombólisis en el infarto agudo al miocardio..........................................................171 Capítulo 30. Balón intraórtico de contrapulsación..................................................................................................175 Capítulo 31. Reanimación cardiopulmonar básica..................................................................................................183 Capítulo 32. Reanimación cardiopulmonar avanzada y algoritmos.........................................................................189 Capítulo 33. Cuidados en el posoperatorio de cirugía cardiovascular.....................................................................197 INTRODUCCIÓN Uno de los objetivos en el manejo del paciente grave en unidades de terapia intensiva es optimizar la función cardiaca para adecuar la oferta de oxígeno a los tejidos. Para alcanzar este objetivo es preciso mantener una volemia adecuada proporcionando una precarga sufi- ciente para un correcto débito cardíaco. Una de las maneras de medir la precarga es a través de la presión venosa central.1 El sistema venoso contiene alrededor de tres cuar- tos del total del volumen de sangre del organismo y funciona como un reservorio de sangre de baja presión. Este sistema tiene importancia crucial en la regulación del débito cardiaco a través de la precarga. El retorno venoso es derivado de un gradiente de presión entre la presión de las venas y de la auricula derecha que da como resultado la presión media de llenado circulato- rio (la presión de la circulación en equilibrio en condi- ciones de ausencia de flujo). Las variaciones de presión, que resultan de cambios en el volumen sanguíneo, pueden ser detectadas en varios puntos de la circula- ción. El retorno venoso caracteriza la relación de la canti- dad de volumen de fluido intravascular y el espacio disponible para éstos, en consecuencia, el volumen de sangre y el tono venoso son sus determinantes. Cerca de 75% de este volumen no ejerce una presión transmural mientras que el 25% restante es el responsa- ble por la presión media de llenado circulatorio.2 Por lo anteriormente expuesto es necesario tener una vía central y es indispensable conocer la técnica de los diferentes accesos venosos. INDICACCIONES Reposición volémica, incapacidad de accesos periféri- cos, inserción de marcapasos, cateterización de la arteria pulmonar, monitorización de la presión de la aurícula derecha, administración de nutrición parenteral total, drogas vasopresoras y otras sustancias hiperosmolares. Además de ser de gran ayuda en la reposición volémi- ca, el catéter utilizado para medir la presión venosa central (en la vena cava) puede ayudar a determinar el estado de perfusión a través de la medida de saturación venosa de O2.3 CONTRAINDICACIONES Flebitis o trombosis, quemaduras y cirugías que impidan la cateterización, diátesis hemorrágica de cualquier causa, alto riesgo de neumotórax, pacientes agitados (relativa), sospecha de lesión de la vena cava superior. COMPLICACIONES Hemorragias, hematomas, erosión vascular, arritmias au- riculares y ventriculares durante el paso del catéter, in- fecciones, sobrecarga hídrica accidental, complicaciones tromboembólicas, embolia gaseosa, perforación de cáma- ras cardiacas, neumotórax y hemotórax.3 TÉCNICAS DE PUNCIÓN DEL CATÉTER VENOSO CENTRAL La técnica de punción debe seguir los patrones rigurosos de asepsia para evitar posibles infecciones del sitio. Vena yugular interna (anterior) El conocimiento de la anatomía de la región cervical, principalmente de las estructuras vecinas a las venas yugulares es fundamental para la punción correcta y el posicionamiento adecuado del catéter central. La vena 117 © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r si n au to riz ac ió n es u n de lit o. 18 Cateterización venosa central Elías Knobel, Tatiana Mohovic yugular interna está localizada posterolateralmente a la artéria carótida interna debajo del músculo esternoclei- domastoideo y medialmente a la porción anterior del músculo en su parte superior y sobre el triángulo for- mado por los dos vientres del músculo en su parte infe- rior. Para una punción adecuada, se deben identificar el ángulo de la mandíbula, los dos vientres del músculo esternocleidomastoideo, la clavícula, la vena yugular externa y la tráquea (figura 18-1). La punción en la vena yugular interna derecha o izquierda es realizada con el paciente en posición de Trendelemburg, para obtener una dilatación de la vena y minimizar el riesgo de embolia gaseosa, los miembros superiores posicionados paralelos al tronco, y la cabeza volteada al lado contrario de la punción. El triángulo del músculo esternocleidomastoideo formado con la clavícula es localizado, el pulso de la arteria carótida es sentido y el local de punción identi- ficado (vértice del triángulo), 1 a 2 cm al lado de la carótida. La anestesia local de la piel es realizada y con la misma aguja fina es hecha la punción de la vena direccionando la aguja hacia el pezón ipsilateral. La aguja fina es retirada y en la misma posición es introdu- cida una aguja de grueso calibre aspirando con una jeringa hasta obtener retorno sanguíneo (venoso). La jeringa es entonces desconectada y el hilo guía es intro- ducido en la aguja, la cual es retirada después de la introducción de este. A través del hilo guía es introdu- cido un dilatador para que el catéter pase de manera adecuada a través del orificio formado. El catéter es entonces introducido después de retirado el dilatador y enseguida se retira el hilo guía (Técnica de Seldinger). No debe ser dejado aire dentro del catéter y este debe ser conectado