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Neymar, Ronaldo, Messi Tres talentos únicos Tres estrategias deportivas Tres modelos de negocio LUCA CAIOLI www.megustaleerebooks.com 2 http://www.megustaleerebooks.com/ Introducción ¿Quién es el mejor?, ¿quién es el mejor de todos?, ¿quién es el mejor del mundo?, ¿quién es el más grande? La pregunta siempre ha estado ahí. Forma parte de la cultura del fútbol, de la historia colectiva de los amantes de la pelota; una cuestión que ha dividido y divide a expertos, a aficionados y a generaciones enteras. Cualquier excusa es buena para hacer comparaciones: un gesto, una forma de estar en el terreno de juego, un regate, una falta, una asistencia, un gol, un partido, un campeonato, la Copa del Mundo, el Balón de Oro, la última encuesta o el sondeo lanzado por un periódico, en la red o en un blog. Se miran con lupa las estadísticas y los resultados. Se abren debates interminables. Se dividen las opiniones entre fanáticos de uno u otro jugador, entre partidarios y detractores, entre hinchas de equipos rivales, de un país y de otro. Y puesto que en el fútbol la memoria es fundamental, siempre hay algo que nos recuerda a otro tiempo, a otra Liga, a otro jugador. No importa que las épocas sean diferentes, o distintos los tipos de juego. Se trata de una espiral sin fin que tiene su propio encanto; un constante ir y venir del presente al pasado; porque, tal vez, sin esto el juego perdería parte de su fascinación. ¿Quién es el mejor? ¿Pelé o Maradona? ¿Di Stéfano o Cruyff? ¿Zidane o Platini? ¿Ronaldo Nazário de Lima o Marco van Basten? Una cuestión repetida miles de veces en periódicos, radios, televisiones; un debate que involucra a entrenadores, futbolistas, comentaristas y simples aficionados. ¿La respuesta? Cada uno tiene la suya, según los colores y los gustos futbolísticos. Lo mismo pasa hoy en día con Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar. ¿Quién es el mejor de los tres? ¿Messi es mejor que Maradona? ¿Cristiano es mejor que Eusebio? ¿Llegará Neymar a ser mejor que Messi y alcanzará a «O Rei» Pelé? En estas páginas no se da una respuesta; el objetivo es ofrecer al lector todas las herramientas, todas las claves para conocer a los tres mejores delanteros del mundo, como los define Luiz Felipe 3 Scolari, seleccionador de Brasil. Después, que cada cual saque sus propias conclusiones. Para ello, capítulo a capítulo, se comparan las distintas opiniones, las vidas, las historias, las cualidades, los estilos de los tres, los logros dentro y fuera del campo, lo que tienen en común y lo que hace muy distintos a estos dioses del balompié mundial. Messi, Cristiano y Neymar Júnior enfrentados una vez más, pero esta vez lejos del terreno de juego. El análisis busca respuestas más allá de los logros deportivos. Se trata de entender cómo han conseguido ser los mejores jugadores del momento y de extraer alguna lección que cualquier persona pueda aplicar en su día a día. Tan importante es el resultado como el camino recorrido. Las vidas de Ney, Leo y Ronaldo son magníficos ejemplos de superación, los tres poseen un talento innato, pero no son superhombres. Son luchadores incansables, apasionados, con una fuerza de voluntad muy por encima de la media. Están convencidos de que el triunfo se halla al alcance de sus manos y para ello se necesita confianza y determinación. Son una fuente de inspiración para todos aquellos que quieren conseguir sus metas. Su éxito depende de no darse nunca por vencido, requiere disciplina, renuncias, sacrificios. Porque si en algo coinciden los tres es, precisamente, en esa capacidad de poner todos los sentidos, en dar el doscientos por cien en aquello que se proponen. Muchos creen que el oficio de futbolista está ligado al éxito que puede llegar, antes o después, a partir exclusivamente del talento. El talento es fundamental, pero no se puede separar de la disciplina, de la entrega y de la obsesión por la profesión, por la perfección, por la victoria. Messi, Ronaldo y Neymar se parecen más de lo que podríamos suponer a simple vista. Sus orígenes, su primer contacto con el balón, la influencia de sus padres, sus dotes de liderazgo y su entrega son algunos de los puntos en común. Han tenido vivencias muy parecidas y prácticamente a la misma edad, en muchas ocasiones han hecho historia y en otras han cometido errores, han recibido elogios y también críticas. Para ninguno de ellos ha sido fácil, aunque ahora, cegados por los flashes y los premios, sea difícil imaginarlo. Pero todo esto, los aciertos y los reveses, les han ayudado a convertirse en lo que son hoy. Y cada uno de ellos lo ha conseguido manteniéndose fiel a su estilo dentro y fuera del campo. Los tres son delanteros, goleadores natos, auténtico espectáculo. Sin embargo, poseen capacidades físicas distintas, virtudes que nada tienen en común, formas de jugar muy particulares que es importante contrastar para entender el secreto de su éxito o, al menos, parte de él. Coinciden en el hambre de victoria pero su actitud con el esférico en los pies, y también ante las cámaras, es el reflejo de su personalidad. Y 4 solo hay que ver cómo celebran los goles para darse cuenta de lo distintos que son en ese sentido: Cristiano reafirmándose ante los espectadores en el estadio, Neymar con el espíritu alegre de su Brasil natal y Messi con la sobriedad y la timidez que le caracterizan. Aunque, de nuevo, aquí sus caminos convergen, ya que los tres cracks del fútbol han hecho de su forma de ser una marca personal, un producto exportable y reconocible en todo el mundo. Con la ayuda de sus asesores, han puesto el énfasis en los valores que mejor les describen, con los que se sienten identificados, y sobre este pilar han construido un modelo de negocio sumamente rentable. Cada uno vende con sus mejores armas, pero el caso es que los tres lo hacen y de forma muy eficaz, como se verá a lo largo de este libro. De Neymar, Ronaldo y Lionel se puede aprender mucho más que fútbol, seguramente por eso se han convertido en modelos a seguir, en tres jóvenes admirados allí donde van y a los que todavía les queda mucho camino por recorrer y muchas marcas que batir. 5 Una pasión desde niños El 23 de junio de 1987, Celia Cuccittini ingresa en la unidad de maternidad del hospital Garibaldi de Rosario. Los otros dos hijos de la familia Messi-Cuccittini, Rodrigo, de siete años, y Matías, de cinco, se quedan en casa con la abuela; es Jorge, su marido, quien la acompaña. El embarazo ha ido bien, aunque en las últimas horas de gestación las cosas se complican. Norberto Odetto, el ginecólogo, advierte un sufrimiento fetal agudo y decide provocar el parto para evitar secuelas en el bebé. Jorge recuerda el miedo de esos momentos, el pánico que sintió cuando el doctor le dijo que iba a usar el fórceps. Al final no es necesario utilizar las pinzas, y pocos minutos antes de las seis de la mañana del 24 de junio nace Lionel Andrés Messi. Pesa tres kilos y mide cuarenta y siete centímetros. Está rojo como un tomate y tiene una oreja completamente doblada debido al esfuerzo realizado por ver la luz; anomalías que, como en tantos otros casos, desaparecen al cabo de pocas horas. Después del susto, viene la felicidad, el recién llegado es un niño colorado pero sano. El martes 5 de febrero de 1985, a las 10.20 de la mañana, en el Hospital Cruz de Carvalho de Funchal, en Madeira, ve la luz Cristiano Ronaldo. El cuarto hijo de María Dolores dos Santos y de José Dinis Aveiro, tras Hugo, Elma y Cátia, pesa cuatro kilos y mide cincuenta y dos centímetros. Un embarazo imprevisto que llega nueve años después del nacimiento de Cátia y un niño al que hay que buscar un nombre. «Mi hermana, que trabajaba en un orfanato, me dijo que si era varón podía llamarlo Cristiano. Me pareció buena idea», cuenta su madre. «A mí y a mi marido nos gustaba Ronaldo, como el presidente de Estados Unidos [Ronald Reagan, actor e inquilino de la Casa Blanca desde 1981 hasta 1989]. Mi hermana escogió Cristiano y nosotros Ronaldo.» Siete años después,el 5 de febrero de 1992 a las 2.15 de la madrugada, nace Neymar da Silva Santos en Mogi das Cruzes, São Paulo. Nadine Gonçalves ha roto aguas el día anterior y ha sido ingresada en la Santa Casa de Misericordia, un gran edificio blanco y 6 azul que destaca entre las callejuelas del centro de la ciudad. El parto es natural y no presenta ninguna complicación. La madre y el recién nacido, que pesa tres kilos y setecientos ochenta gramos, se encuentran bien. Hasta el momento del nacimiento, los progenitores no saben que se trata de un varón, ya que el precio de la ecografía excedía sus posibilidades. Los padres dudan qué nombre poner a su primogénito. En un primer momento, Nadine propone Mateus, y el padre se muestra de acuerdo. Lo ponen a prueba durante una semana, pero no les convence y, finalmente, cuando Neymar padre va a inscribirlo al Registro Civil cambia de idea y opta por su propio nombre: Neymar, con el añadido de «Júnior», si bien en la familia todos lo llamarán «Juninho». Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar Júnior nacen en familias humildes. Jorge Messi es jefe de sección en la siderúrgica Acindar, en Villa Constitución, localidad que se halla a cincuenta kilómetros de Rosario. Celia trabaja en un taller donde fabrican bobinas magnéticas. Viven en una casa en propiedad. La ha construido Jorge durante los fines de semana con ayuda de su padre, Eusebio. Dos plantas de ladrillo y un patio trasero en el barrio de Las Heras, en la zona sur de Rosario, calles de gente sencilla y trabajadora. La casa donde creció Cristiano en la Quinta do Falcão ya no existe. La vivienda de protección oficial, de tres habitaciones, hecha de bloques, tablas de madera y tejado de uralita, fue demolida en el año 2007 para evitar problemas con los okupas. Muchas veces la madre de Cristiano ha tenido que pedir cemento y ladrillos al Ayuntamiento para poder arreglar las goteras después de una tormenta. Papá Dinis es jardinero municipal, mamá María Dolores trabaja como cocinera para que sus hijos tengan comida todos los días. A los veinte años, como miles y miles de portugueses, María Dolores había emigrado a Francia. Estuvo tres meses en París limpiando casas. Su marido iba a reunirse con ella pero finalmente no lo hizo y María tuvo que regresar a Madeira. Neymar da Silva Santos, el padre de Juninho, es futbolista profesional de la União, equipo de Mogi das Cruzes que milita en A3. El salario no es gran cosa pero da para vivir. Además, el club paga el alquiler de un apartamento modesto en el condominio de Safira, número 593 de la rua Ezelino da Cunha Glória, barrio de Rodeio, a tres kilómetros del centro de la ciudad. Aquí Juninho pasa sus primeros años de vida al cuidado de su madre, que ejerce de ama de casa. No sobra el dinero en las familias de Messi, Ronaldo y Neymar, pero los tres aseguran que su infancia fue feliz. Y en esto la pelota tiene mucho que ver. 7 «Una Navidad le regalé a Cristiano un cochecito teledirigido pensando que le haría ilusión, pero no, prefería una pelota. Dormía con el balón. No lo dejaba nunca. Siempre bajo el brazo, siempre con el balón para acá y para allá», relata Fernão Sousa, el padrino del número 7 del Real Madrid. María dos Santos, una de sus maestras de primaria, recuerda su pasión por el fútbol: «Desde el primer día fue su deporte preferido. Si no había una pelota a su alrededor, él y sus amigos la hacían con calcetines. Al final, siempre encontraba la manera de jugar al fútbol en el patio de recreo». Fútbol en el colegio y en el barrio. «Cuando llegaba a casa de la escuela —explica su madre— yo le decía: “Ronaldo ve a tu cuarto a hacer los deberes”. Él siempre me respondía que no tenía nada que hacer. Así que yo iba a cocinar y él aprovechaba la ocasión. Saltaba por la ventana, agarraba un yogur o alguna fruta y corría con el balón bajo el brazo a jugar. Regresaba a las nueve y media de la noche.» Y esto sin contar las veces que por el balón hace novillos y se salta las clases. «Estaba siempre jugando a la pelota con mis amigos, era lo que más me gustaba hacer, era mi forma de pasar el tiempo», reconoce años después Cristiano. Juega en la calle porque cerca de su casa no hay ningún campo. La Quinta do Falcão es un barrio inclinado por donde circulan autobuses, coches y motos. Hay que quitar las piedras de las porterías y esperar que el tráfico pase para reanudar el partido. Son enfrentamientos entre pandillas de amigos. Son partidos que nunca terminan. La pelota tampoco falta en el álbum de fotos de la infancia de Neymar Júnior. Ya de pequeñito viste la camiseta del Santos y, bajo el brazo, lleva un balón de pentágonos blancos y negros. Nadine, su madre, recuerda cuando con apenas dos años, mientras ella compraba patatas en el mercado, Juninho se soltó de su mano y cruzó la calle, arriesgándose a ser atropellado, para recoger un pequeño balón de plástico amarillo. Y confirma —lo ha contado en muchas ocasiones el propio Neymar— que su hijo dormía abrazado a la pelota. Años más tarde, llegará a acumular en su habitación hasta cincuenta y cuatro. Neymar padre se queda asombrado cuando, con solo tres años, Juninho recupera el balón con los pies en lugar de aferrarlo con las manos y decir «Es mío», como harían todos los niños. A la misma edad, Leo Messi prefiere los cromos y las canicas a la pelota. Gana montones de canicas a sus compañeros de juegos, y su pelota siempre está llena. En la guardería o en la escuela nunca le falta tiempo para jugar con algo redondo. Por su cuarto cumpleaños, sus padres le regalan un balón blanco con rombos rojos. Es ahí, tal 8 vez, donde empieza el flechazo. Hasta que un día sorprende a todo el mundo. Su padre y sus hermanos están jugando en la calle y Leo, por primera vez, decide unirse al partido. En muchas otras ocasiones había preferido seguir ganando canicas; esa vez no. «Nos quedamos de piedra viendo lo que sabía hacer —dice Jorge—. Nunca había jugado antes.» El balón, el esférico, la bola… ha sido siempre el amor, el objeto de deseo, la pasión irrefrenable de los tres cracks. Tanto es así que Neymar afirma: «La pelota es la mujer más celosa que existe. Si no la tratas bien, deja de amarte y puede hacerte daño. Yo la amo con locura». Y así lo demuestra con tan solo seis años en São Vicente, playa de Itararé, a finales de 1998. «Fui a ver un partido entre el Tumiaru y el Recanto da Villa. Estaba preocupado por mi hijo; giré la cabeza para ver dónde se había metido y me llamó la atención un niño pequeño, muy delgado, con el pelo corto y las piernas finitas. Corría arriba y abajo por las gradas instaladas para la ocasión. Corría con extrema facilidad, como si lo hiciera por una superficie completamente llana, como si no hubiera obstáculos. Corría sin parar un instante. Me sorprendió su habilidad, su agilidad y su coordinación motora. Era algo raro en un niño tan pequeño. Ahí, para mí, estaba la diferencia. Se me encendió una bombilla en el cerebro y le pregunté a un amigo: “¿Quién es ese niño?”. Me dijo que era el hijo de Neymar, que estaba en el campo con el Recanto y acababa de fallar un penalti. Miré al padre: buen físico y buen control del balón. Observé a Nadine, la madre, que presenciaba el encuentro: era delgada y alta. Pensé enseguida en el componente genético y los padres del niño eran dos buenos biotipos. Como quien no quiere la cosa, me pregunté: “¿Cómo jugará el niño a la pelota?”. En esa época yo era entrenador en el Club de Regatas Tumiaru. Así pues, al final del partido fui a hablar con el padre para ver si me daba permiso para llevar al niño y hacerle una prueba. Neymar padre aceptó y el chiquillo vino conmigo. La primera vez que lo vi tocar la pelota, el corazón empezó a latirme desbocado. Intuí el genio que podía llegar a ser. Para él, el fútbol es algo innato. A los seis años ya tenía estilo propio. Tenía velocidad y equilibrio, tenía fantasía para inventarse una vaselina o cualquier otra diablura de las suyas. Le encantaba driblar, sabía chutar y no sentía miedo ante los adversarios. Era distinto de los demás,podías ponerlo en medio de doscientos críos de su edad y aun así brillaba.» Roberto Antônio dos Santos, o «Betinho», como lo llama todo el mundo, recuerda encantado la primera vez que vio a Neymar Júnior, el descubrimiento del crack del que todos hablan. 9 La primera vez que Messi pisa un campo de fútbol también es fruto de la casualidad. Sucede una tarde de verano de 1993 en la canchita del Grandoli, en Rosario. Lo cuenta Salvador Ricardo Aparicio, «Don Apa» para todos: «Me faltaba uno para completar el equipo del 86. Yo lo esperaba con la camiseta en la mano mientras los otros hacían ejercicios. Pero no llegaba y allí había un chiquito batiendo la pelota contra la tribuna. Así que fui a hablar con su abuela Celia, que era muy futbolera, y le dije: “Prestámelo”. Ella quería verlo en la cancha. Me había pedido muchas veces que le hiciera alguna prueba. Otras tantas veces me enumeraba las cualidades del pequeñín. La madre o la tía, no me acuerdo bien, no quería: “Es muy chiquito, los otros son grandotes”. Para tranquilizarla le dije: “Lo pongo acá, paradito, y si lo golpean interrumpo el partido y lo saco”. Bien… le di la camiseta y lo puse abajo. La primera pelota le pasó por la derecha, la miró y… nada. Es zurdo, por eso no la controló. La segunda le cayó en la zurda, la agarró y gambeteó uno y otro y otro más. Yo le gritaba: “Patéala, patéala”. Tenía miedo de que alguien le hiciera daño, pero él seguía y seguía. No me acuerdo si marcó el gol, nunca había visto algo así. Me dije: “A este no le saco más”. Y no le saqué más». En otoño de ese mismo año, en el campo del Andorinha en Funchal, Cristiano Ronaldo llama la atención por su dominio del balón. «Para él la pelota era el pan nuestro de cada día. Era muy rápido, tenía una gran técnica, jugaba tan bien con la izquierda como con la derecha. Era flacucho pero un palmo más alto que los niños de su edad. Sin duda era un superdotado, tenía un talento natural que le venía de sus genes. Siempre quería la pelota, quería resolver el partido él solito. Tenía una gran voluntad, deseaba hacerlo todo bien siempre, en cualquier posición del campo donde jugase. Y se desesperaba cuando no podía jugar o perdía un partido.» Francisco Afonso, maestro de primaria que tuvo como alumna a Cátia, la hermana de Cristiano, es un hombre que ha dedicado veinticinco años a la categoría infantil del fútbol de Madeira. Fue el primer entrenador de Ronaldo y no se ha olvidado de la primera vez que vio en acción al jugador. Como no lo ha olvidado Rui Santos, el presidente del Andorinha: «Un futbolista como Ronaldo no aparece todos los días. Y, cuando lo ves, enseguida te das cuenta de que es distinto a todos los niños que has visto jugar». Los tres son jugadores diferentes al resto. Desde muy pequeños se percibe que son especiales, que tienen un don. Su infancia tiene muchos puntos en común, pero lo que más les une es la obsesión por la pelota. Es su mejor compañera de juegos, su gran amor. Son distintos a los demás niños porque desde muy temprano han tenido claro lo que 10 querían; un talento innato que desarrollan desde que son todavía bebés. Aunque, casi con total seguridad, difícilmente hubieran llegado hasta donde están si no hubieran contado con un entorno familiar que les ha apoyado desde el primer momento. Ney, Leo y Cristiano vienen de familias con pocos recursos pero estables y unidas, que han sabido entender y alentar su pasión. Entre los seis y los ocho años, les llegó la primera oportunidad, y desde entonces siguen haciendo lo que más les gusta: jugar al fútbol. 11 El apoyo imprescindible Que el talento sea innato, que esté en los cromosomas, que salte a la vista, no se discute. Que el balón sea el juguete preferido y el pan de todos los días de Messi, Ronaldo y Neymar, tampoco. Pero ¿qué influencia, qué peso han tenido y tienen los padres de los tres cracks en su educación, en los primeros pasos, en la elección del fútbol como profesión y, después, en la gestión de sus negocios? Historias de deportistas famosos con padres fundamentales, para lo bueno y para lo malo, hay muchas. Como la de Emmanuel «Mike» Agassi, un inmigrante iraní obsesionado con hacer de su hijo una estrella, hasta el punto de modificar una máquina para lanzarle pelotas de tenis a ciento ochenta kilómetros por hora cuando André tenía solo trece años. José Luis Alonso, el progenitor de Fernando y apasionado de los coches, regaló a su hijo de tres años un kart que había construido él mismo. Earl Woods, el padre de Tiger, veterano de la guerra de Vietnam, fue el entrenador y el maestro de su hijo desde que, a los tres años, le puso en la mano un palo de golf. No hay duda de que los padres, las madres y los hermanos son los primeros referentes, los primeros líderes. Sus valores, su estilo y sus pasiones pueden quedar grabados, pueden calar hondamente en los hijos. Lo que hacen puede determinar el camino que seguirán sus retoños. Y, en algunos casos, los progenitores vuelcan sus frustraciones en los herederos, quieren alcanzar a través de su progenie lo que no han sido capaces de lograr ellos. ¿Qué papel han desempeñado Jorge Messi, José Dinis Aveiro y Neymar da Silva Santos? «Cuando yo jugaba, amaba el fútbol —cuenta Jorge Messi—. Me levantaba y me acostaba pensando en el fútbol, puede que se lo haya transmitido a Leo. Pero nunca fui de esos futbolistas frustrados que quieren a toda costa que sus hijos sean campeones. Nunca lo pretendí. A Leo lo llevaba a jugar mi suegra, no yo. Sí, es verdad que lo entrené durante un año en el Grandoli, pero no fui un maestro para él. Yo disfrutaba 12 viendo sus jugadas. No, nunca imaginé que llegaría tan lejos. Apostaba por Rodrigo (el hermano mayor), que era un buen delantero. Creció en el Newell’s, jugó en el Central Córdoba, salió como reserva en Primera División, tuvo un accidente de moto que lo dejó parado un año, hizo una prueba en Chile y después me lo traje a Barcelona para ver si encontraba equipo en España o en Europa.» Jorge Messi no apostaba por Leo, pero ha hecho todo para que el pequeño se convierta en futbolista en un club importante. Él le lleva al River Plate, le acompaña a Barcelona para que Leo, con solo trece años, haga una prueba en La Masía. Quiere lo mejor para Lionel y por ello se ocupa de todo cuando el fichaje por el club catalán se hace realidad. Para justificar la residencia de la familia en la Ciudad Condal, el Barça le ofrece un salario como «informador de partidos». Y Jorge se dedica completamente a la carrera de su hijo. Es su consejero. «Desde que era pequeño, después del partido, me dice “has jugado bien o mal”, pero por el resto no se mete», explica Lionel. Es su portavoz, su representante, su factótum; es el que gestiona y firma contratos y acuerdos publicitarios. «De la plata se ocupa mi papá. Yo juego al fútbol», dice años después el número 10 del Barcelona. Cuando una parte de la familia —Celia, la madre, junto a Matías y María Sol — regresa a Rosario, Jorge se queda a vivir en Barcelona con Lionel. Serán los años más duros para el joven crack. Pero gracias a la presencia de su padre esa etapa se hace más llevadera. «Pasamos mucho tiempo juntos, somos compinches y amigos, aunque tengamos nuestros más y nuestros menos», explica Lionel. Un padre obrero convertido en mánager de su hijo, una transformación que no ha sido nada fácil. «He tenido que aprender, me he equivocado y poco a poco he ido enderezando el rumbo. He tenido que defenderlo de las expectativas de la gente interesada, que puede perjudicarlo en su propio beneficio», dice Jorge, un padre que atiende los negocios de su hijo a través de Leo Messi Management (LMM), un padre que exculpa a su hijo cuando, en junio de 2013, la fiscalía se querella contra él y contra Leo por no declarar los ingresos que obtuvo por la explotación de sus derechos de imagen entre 2007 y 2009. Los Messi defraudaron a la Hacienda española 4,1 millones de euros, cantidad que ya han devuelto, con intereses, en el juzgado para mitigar su responsabilidad penal. El delitoque se le imputa está castigado con penas de hasta cinco años de prisión. Jorge Horacio Messi ratifica que dirige los asuntos extradeportivos de Lionel con la ayuda de asesores, apunta a la deslealtad de un exsocio como causante de las irregularidades ante el fisco y asume la responsabilidad para que Lionel salga limpio 13 de toda esta historia. José Dinis, el padre de Cristiano, trabaja en su tiempo libre como utilero en el equipo del barrio, el Andorinha. Como padrino de Cristiano elige a Fernão Barros Sousa, capitán del conjunto. Y, casualidades de la vida, el bautismo del pequeño está marcado por el fútbol. La ceremonia se celebra en la iglesia de San Antonio a las seis de la tarde. Pero a las cuatro hay partido. El Andorinha juega en Ribeira Brava, a unos diez kilómetros de Funchal. Antonio Rodríguez Rebola, el sacerdote, ya ha bautizado a los otros niños y está bastante nervioso: ni el padre, que siempre acompaña al equipo, ni el padrino aparecen. María Dolores, que espera con el pequeño en brazos, y la madrina caminan alrededor de la iglesia intentando tranquilizar al párroco. Por fin llegan el padre y el padrino con más de media hora de retraso. El bautismo se puede oficiar. Anécdota aparte, Dinis es muy futbolero, el Benfica es su equipo preferido, mientras que la madre, María Dolores, adora a Luís Figo y al Sporting de Lisboa. Desde pequeñito Cristiano mama las pasiones familiares y acompaña a su padre al campo del Andorinha. Su primo Nuno, que juega en el equipo, lo invita a verle jugar. Le pregunta si le gustaría entrar en el club y Cristiano dice que sí; comienza a entrenar y se queda. Empieza así, con seis años, la aventura en el mundo del fútbol de CR7, una carrera que Dinis sigue de cerca. Lo apoya, lo anima y lo convence cuando no quiere jugar porque sabe que su equipo va a perder. Le dice que solo los débiles se dan por vencidos; una lección que el pequeño Ronaldo nunca olvidará. Cuando Cristiano, con apenas diez años, ficha por el Nacional de Madeira, su madre está preocupada porque su pequeño va a jugar con chicos mayores que pueden hacerle daño, romperle una pierna. Dinis le dice: «Tranquila no lo van a pillar, Cristiano es demasiado rápido». Padre e hijo son inseparables hasta que Cristiano se va al continente y al Sporting de Lisboa. Después será sobre todo su madre quien lo siga de cerca, viajará a Lisboa y se irá a vivir con él en sus primeros tiempos en el Manchester United. 6 de septiembre de 2005, Moscú. Al día siguiente la selección portuguesa disputa contra Rusia un partido clave para lograr la clasificación para el Mundial de Alemania. Son las nueve de la noche. Cristiano está viendo una película en su habitación cuando Luiz Felipe Scolari lo manda llamar. En la suite del seleccionador luso está también Luís Figo, el capitán de Portugal. Cristiano piensa que se trata de alguna cuestión técnica, algún detalle que el míster y su compañero quieren hablar con él. Pero la noticia que le comunican es la muerte de su padre. José Dinis Aveiro ha fallecido a los cincuenta y un 14 años en una clínica de Londres, donde estaba hospitalizado desde hacía varias semanas. En julio, el padre del número 7 del Manchester había sido ingresado de urgencia en el Centro Hospitalario de Funchal con pronóstico reservado debido a graves problemas hepáticos y renales. En un intento por salvarle la vida, Ronaldo pidió que fuera trasladado a Inglaterra para someterse a un trasplante de hígado. A pesar de una mejoría pasajera, Dinis acaba falleciendo. El alcohol lo ha llevado a una muerte prematura que deja a Cristiano desolado. «Fue como si el mundo se nos viniera encima», comenta Cátia. Scolari y los dirigentes federales ofrecen a Ronaldo la posibilidad de partir inmediatamente de Moscú para estar al lado de su familia, pero CR7 dice que no, que quiere quedarse con la selección y pide a Scolari que le permita entrar en el campo. «Quería jugar. Solo sabía eso. Quería demostrar a todo el mundo que era capaz de separar las cosas, que era un gran profesional y que me tomaba el trabajo como algo muy serio. Quería jugar el partido en honor a mi padre. Quería marcar un gol por él. Me puse a prueba a mí mismo y a todas las personas que me quieren», contará Cristiano tiempo después. Portugal empata a cero con Rusia. Ronaldo no logra marcar el gol que quería dedicar a su padre. Lo hará en el Mundial de Alemania, transformando el último penalti contra Inglaterra que clasificará a Portugal para semifinales. Levantará el brazo al cielo diciendo: «Este es para ti, padre». José Dinis era una persona humilde; un hombre sencillo. El éxito de su hijo no le había cambiado, no amaba ni los focos ni las cámaras. Prefería estar en un segundo plano y mantener las mismas costumbres y las mismas amistades que tenía cuando nadie lo conocía. Aunque Cristiano le había proporcionado una maravillosa vivienda con vistas al Atlántico y podía ofrecerle todos los lujos posibles, él continuaba levantándose de madrugada para ayudar al vendedor de periódicos de Santo António; un pasatiempo que nunca dejó. Pasaba las mañanas de tertulia con los amigos en los bares o en el CF Andorinha, el club donde nació la estrella de su hijo. Por la tarde tomaba dos autobuses para volver a casa. «Mi padre —confiesa Ronaldo— siempre me alentaba, me pedía que fuese ambicioso y se sentía orgulloso de lo que había conquistado en el fútbol. Lo quiero y siempre lo querré. Siempre estará conmigo. Siempre será un ejemplo para mí. Imagino que ahí donde estés verás lo que hago, lo que he llegado a ser.» El padre de Neymar Júnior, Neymar da Silva Santos, tiene una larga historia como futbolista. Crece en el juvenil del Santos y con dieciséis años pasa al Portuguesa 15 Santista, donde se convierte en profesional. A partir de ahí empieza un peregrinaje por varios clubs, todos de modesto calado: el Tanabi, en el estado de São Paulo; el Iturama y el Frutal, del estado de Minas Gerais; el Jabaquara, un club histórico de la Baixada Santista. Con veinticuatro años llega a la União Mogi. «Era un buen atacante, un número 7. Jugaba en el borde del campo, era veloz, habilidoso, tenía un buen regate, siempre de cara al adversario. Y, sobre todo, era un tipo alegre, extrovertido, una buena persona con la que era fácil entenderse», dicen su excompañeros, que no han olvidado cuando nació Neymar Júnior en 1992. «Neymar, “O Pai”, se presentó eufórico en el hotel de concentración del equipo. Juraba —cuentan— que algún día su hijo sería el mejor jugador de Brasil.» Así ha sido y, seguramente, le corresponda una gran parte del mérito. «He llegado a donde estoy porque siempre he tenido a mi padre a mi lado, me ha orientado y me ha apoyado. Sé que siempre puedo contar con él, sé que siempre luchará por mí y por mi familia», ha comentado muchas veces Neymar Júnior. Con treinta y dos años cumplidos y un único título en el bolsillo (el Campeonato Matogrossense, conquistado en 1997 con el Operário de Várzea Grande), Neymar Pai deja el fútbol. Vuelve a Santos para inventarse una nueva vida. Primero trabaja como ayudante de albañil, después como mecánico en la Companhia de Engenharia de Tráfego (CET). Para llegar a fin de mes vende purificadores de agua, y los fines de semana hace traslados en el barrio. Pero no pierde de vista ni un instante a su hijo. Le sigue y le aconseja hasta que en 2009 deja la CET para ocuparse de la carrera de Juninho. Él es quien, junto al agente de futbolistas Wagner Ribeiro, da la cara, quien negocia y firma los contratos, quien ayuda a su hijo a tomar las grandes decisiones de su carrera. El Santos, el «no» al Chelsea, el «sí» al Barcelona. Le vemos en el Camp Nou junto a Neymar Júnior firmar el contrato que vincula a Juninho al club catalán. Es el que maneja el timón de N&N Sports; una empresa que comprende varias divisiones: N&N Administração, encargada de la gestión financiera; N&N Store, que se ocupa del comercio electrónico y la venta de productos relacionados con Neymar Júnior; y N&N Participações, encargada de las inversionesdel crack. Con la ayuda de abogados, expertos en marketing y consultores financieros, Neymar padre trata de invertir las ganancias de su hijo con el fin, dice, «de garantizar el futuro de las próximas cinco o seis generaciones de la familia Da Silva Santos». No será una tarea difícil vistos los cuarenta millones de euros que el Barcelona ha pagado como indemnización a N&N Sports por permitir que el traspaso de Neymar se 16 efectúe un año antes de 2014, cuando estaba acordado. Una cifra que se suma a los diez millones recibidos en 2011 por asegurarle la preferencia al club azulgrana; además de los dos millones en cinco años por el trabajo de scouting. Todo un dineral que ha provocado, en Brasil y en España, un auténtico revuelo y muchas críticas a Neymar Pai. En su defensa ha salido Neymar Júnior con una foto y un mensaje en Instagram. «Quería darte las gracias por cómo has llevado mi carrera, por las empresas que creaste en torno a mi trabajo y por la forma en que te hiciste cargo de nuestra familia», afirma el número 11 del Barça. Y continúa: «Si jugué en nuestro equipo favorito y ahora juego en el equipo de mis sueños te lo debo a ti. Sé que mucha gente está hablando un montón de tonterías acerca de nosotros. Es solo cuestión de tiempo que se den cuenta de que tú no hiciste nada equivocado…». Y concluye su texto así: «¡Por ti no solo moriría, sino que daría la vida de mi único hijo!». Al igual que Neymar, Messi y Cristiano son conscientes del papel fundamental que sus padres han desempeñado en sus respectivas carreras. Sin su ayuda difícilmente se hubieran convertido en lo que son hoy en día: los mejores futbolistas del mundo, auténticos ídolos para millones de personas. Han estado ahí desde el principio, siempre presentes en las victorias y, más importante aún, en las derrotas. De ellos han recibido el mayor apoyo y los mejores consejos. Son los que realmente les conocen, los que nunca han dudado de sus posibilidades y los que les han empujado una y otra vez a superar los desafíos. Si en algo se parecen Jorge Messi y Neymar Pai es en haber sido capaces de crear unos vínculos inquebrantables con sus hijos y en haber sabido transmitirles la pasión por el fútbol. Los dos estaban muy ligados al mundo del balón antes incluso de convertirse en padres, por lo que los sacrificios realizados después, para que sus vástagos alcanzaran el éxito, parece algo natural, una especie de destino manifiesto. Todos comparten también un origen humilde, pero han sabido llevar con naturalidad los cambios en su nivel de vida según sus hijos han ido firmando y renovando contratos. Eso sí, cada uno lo ha hecho a su manera. El padre de Cristiano mantuvo las mismas costumbres de siempre hasta su muerte. Es el único de los tres que no dejó su casa para irse a perseguir el sueño del jugador, el único que optó por quedarse en un discreto segundo plano, aunque sin perderle nunca de vista. En la distancia, pero siempre con él. Nada que ver con los padres de Messi y Ney. Ellos sí han tomado, y siguen haciéndolo, parte activa en la carrera de sus hijos. Dirigen sus destinos, sellan acuerdos y 17 controlan las finanzas. Nada sucede sin que ellos lo sepan. Lo han dado todo por sus hijos, han dejado sus trabajos, han aceptado vivir lejos de sus países y de sus seres queridos con tal de alcanzar un éxito que hoy comparten con ellos. Las distintas polémicas han conseguido, incluso, que acaparen más de un titular, un papel que va mucho más allá que el de ver jugar a sus hijos desde algún palco vip. 18 La oportunidad aprovechada Un vuelo sobre el océano Atlántico es el común denominador y el momento en que las vidas de Ronaldo, Messi y Neymar empiezan a cambiar para siempre. Cristiano nunca ha subido a un avión. Nunca ha dejado Madeira, su isla. Está nervioso y la noche anterior al viaje no duerme bien. Son las vacaciones de Semana Santa de 1997 y con doce años recién cumplidos tiene que volar a Lisboa. Está citado para pasar una prueba con el Sporting. Le acompaña Fernão Sousa, su padrino, el hombre que, gracias a sus contactos, ha conseguido que el club lisboeta se interese por su ahijado. El chico está convencido de que puede superar la prueba. Sabe que es un buen jugador y sabrá convencer a los técnicos verdiblancos. Paulo Cardoso y Osvaldo Silva son los dos entrenadores que examinan al jugador. De entrada ven a un niño flaco, débil, pero cuando empieza el partidillo las cosas cambian. Le llega el balón y el chaval de la Quinta do Falcão se va de uno, de dos y de tres adversarios. Poco después se repite la escena: otros regates, otra carrera en solitario con la pelota en los pies. «Miré a Osvaldo y le dije: “Es alguien diferente, este sí es un jugador fantástico”», dice Cardoso. La prueba ha convencido de tal manera a los técnicos del Sporting que deciden verlo de nuevo al día siguiente, esta vez acompañados de Aurélio Pereira, el director de la cantera. Pereira lo tuvo claro desde el primer momento: «No solo me impresionó su talento. Se veía ya que el chico era muy bueno, que el balón era una extensión de su cuerpo, que jugaba bien con las dos piernas, que era muy rápido y que iba bien de cabeza. Pero, sobre todo, impresionaba la determinación que tenía, su personalidad y su coraje en el campo. Desde el punto de vista psicológico parecía indestructible. No tenía miedo de nada, ni siquiera de los jugadores mayores que él. Tenía una capacidad de liderazgo que solo tienen los grandes, hasta el punto de que, de regreso a los vestuarios, sus compañeros lo buscaban para ser sus amigos. En resumen, lo tenía todo, solo podía mejorar». Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro ha pasado la 19 prueba. Puede ser jugador del Sporting, aunque antes hay que buscar un acuerdo con el Nacional de Madeira, su equipo. Y no va a ser por veinte balones y unas camisetas, que es el precio que su actual club pagó al Andorinha por el traspaso. Tras una semana en Lisboa, Ronaldo regresa a su isla y a su vida. Les toca a los directivos resolver su fichaje. El Nacional tiene entonces una deuda con el Sporting de cuatro millones y medio de escudos (unos veintidós mil quinientos euros) por el pago aplazado de Franco, un joven futbolista que fue traspasado del Sporting al Nacional. El fichaje de Cristiano se podría resolver saldando la cuenta pendiente, pero en aquel momento veintidós mil quinientos euros es una cifra desorbitada por un chaval. Así que, el 28 de junio de 1997, Pereira prepara un nuevo informe donde al final, de su puño y letra, añade: «A pesar de que parezca exagerado lo que se paga por un muchacho de apenas doce años, tiene un gran talento. Mostró sus grandes cualidades en las pruebas que pasó ante nuestros entrenadores y será una buena inversión para el futuro». Cuatro líneas que logran convencer al director financiero del club. El fichaje se concreta. La última semana de agosto, Cristiano Ronaldo sale de Madeira para incorporarse a la cantera del Sporting. Un día que el número 7 del Real Madrid no ha olvidado: «Mis hermanas y mi madre lloraban. Yo también. Cuando ya estaba dentro del avión y comenzó a despegar, empecé a llorar solo al recordar a mi familia llorando por mí». Un momento duro, como lo serán los primeros tiempos en la Academia. Le parece imposible adaptarse a las personas, a la vida en la residencia, a las reglas, al estrés de la gran ciudad. Tiene saudade, la nostalgia portuguesa, de su familia, de su isla, de sus amigos. Dos o tres veces por semana llama a casa. En cuanto oye la voz de su madre se entristece, llora, les echa de menos. Muchas veces María Dolores tiene que animarlo, decirle que no haga caso de las burlas de los compañeros; con frecuencia tiene que consolarlo, tiene que convencerlo de que su vida y su futuro están ahí en Lisboa, en la cantera del Sporting. «Fueron los momentos más duros, más difíciles, más complicados de mi vida deportiva», recuerda Cristiano. Lo mismo dice Leo Messi de sus primeros tiempos en Barcelona. «Hubo etapas que estábamos mi padre y yo acá y el resto de la familiaen Rosario. Sufríamos. Echaba de menos a Matías, a Rodrigo, a mi hermanita, a mi madre. Lloraba solo, a escondidas, para que no me viera mi papá. El cambio de país, de Argentina a España, fue muy duro. Dejé mi ciudad, mis amigos, mi gente», explica. Lionel Messi y su padre Jorge salen de Rosario el 16 de septiembre del año 2000. En Buenos Aires se embarcan en un vuelo de 20 Aerolíneas Argentinas con destino a Barcelona. Su representante en ese momento, Fabián Soldini, ha conseguido una prueba en La Masía para el pequeño Leo gracias a la mediación de Horacio Gaggioli y de Josep Maria Minguella, agente de futbolistas, socio número 2.292 del Barça y asesor de fichajes del entonces presidente Joan Gaspart. A los trece años el chico ya es una figura del fútbol juvenil de Rosario. Juega en las categorías inferiores del Newell’s Old Boys y los periódicos le dedican páginas dobles. Le han diagnosticado un déficit de la hormona del crecimiento y cada noche tiene que ponerse una inyección subcutánea. Es un tratamiento muy caro, casi doce mil euros al año, que en un primer tiempo garantizan el seguro médico y la obra social de Acindar, la empresa donde trabaja el padre de Leo; sin embargo, según la familia Messi, al cabo de dos años dejan de pagar. Visto que el muchacho promete, el Newell’s accede a hacerse cargo de una parte, pero poco a poco los pagos empiezan a retrasarse. Jorge Messi busca una solución para su hijo y para su familia y la consigue gracias al fútbol. Primero en el River Plate y, después, en el Barcelona. O al menos esta es la versión que ha ofrecido la familia de aquel viaje a España en busca de fortuna. El domingo 17 de septiembre de 2000 Lionel llega a la capital de Cataluña. El vuelo ha sido malo, con muchas turbulencias que no han hecho demasiada gracia al pequeño. Aun así, el mismo día a las seis de la tarde se entrena con los infantiles del Barcelona. Todos los técnicos que lo ven jugar comentan que lo hace muy bien. Pero la decisión sobre su futuro debe tomarla Charly Rexach, director deportivo del club, que ese día está en Sidney, en Australia, siguiendo el torneo de fútbol de los XXVII Juegos Olímpicos. Hay que esperar a que regrese. Será el martes 3 de octubre de 2000 cuando Rexach vea a Leo en un partido entre cadetes y juveniles de primer año. «Venía de una comida y llegué cinco minutos tarde al campo. Los dos equipos ya estaban jugando —recuerda Rexach—. Yo tenía que hacer una “u” para llegar al banquillo donde estaban los técnicos. Tardé siete u ocho minutos en completar el recorrido. Cuando me senté en el banquillo ya había tomado la decisión. Les dije a Quimet Rifé y Migueli: “Tenemos que ficharlo. ¡Ya!”. ¿Qué vi? A un chico muy pequeño pero diferente, con un desparpajo terrible, hábil, rápido, muy técnico, que llevaba la pelota a toda velocidad, capaz de regatear a quien tuviera enfrente. No era difícil darse cuenta, las cualidades que ahora todos conocemos se notan más a los trece años. Hay futbolistas que necesitan al equipo para lucirse, él no. A quien me dice que fui yo el descubridor de Messi siempre le replico: “Si hubiera pasado un marciano por allí se habría dado cuenta de que era muy 21 especial”.» Está hecho, el jefe ha dicho sí. Dos días después, Leo y su padre vuelven a Buenos Aires. Regresan a casa contentos. Les han prometido que, en breve, volverán a la Ciudad Condal para formalizar el contrato. Pero, a la postre, las cosas no resultan tan fáciles, no todos en el club están convencidos del fichaje. El chaval es muy joven, es extranjero, y las leyes no le permiten jugar en ninguna categoría nacional. Además, tiene un problema de crecimiento que necesita tratamiento y hay que buscarles un trabajo a los padres si se trasladan a España. Son muchas las cuestiones que se plantean los dirigentes del club. Y, mientras tanto, transcurren los meses de octubre y noviembre sin que se llegue a la anhelada decisión. Los representantes de Leo presionan y amenazan con llevarse al crío al Real Madrid o al AC Milan. El 14 de diciembre Minguella llama a Rexach. Quedan citados en el restaurante de la Real Sociedad de Tenis Pompeya. En la mesa también está Horacio Gaggioli, el que más insiste en dar un ultimátum. «Me pedían un compromiso por escrito o daban por concluidas todas las negociaciones. Yo tenía claro —dice Rexach— que aquel chaval no se nos podía escapar.» Así que, cogió una servilleta de papel y escribió: «Yo, Charly Rexach, en presencia de Horacio Gaggioli y Josep Maria Minguella, me comprometo a la contratación de Lionel Messi en las condiciones pactadas». La historia no se acaba aquí, Rexach tiene que convencer al club para que haga un esfuerzo por Messi. Por eso escribe un informe donde simplemente dice que Leo es un niño «acojonante». Por fin, el 8 de enero de 2001, se llega al acuerdo definitivo. Se redactan dos cartas dirigidas a Jorge Messi: una de Charly, que confirma los acuerdos deportivos alcanzados con la familia en Barcelona, y otra de Juan Lacueva, ejecutivo del club, acerca de las condiciones económicas. Dentro, los detalles del alquiler de la casa, de la escuela y de los siete millones de pesetas que percibiría el padre del jugador como remuneración por un puesto de trabajo en el fútbol base, una forma como cualquier otra de pagar un salario al chico, que, de otro modo, solo habría podido optar a una beca de estudios. El documento convence a los Messi para hacer las maletas. Así, el 15 de febrero de 2001 la familia entera aterriza en el aeropuerto del Prat, próximo a la Ciudad Condal. Leo no ha parado de llorar ni un minuto en el vuelo de Rosario a Buenos Aires. Sabe que su vida está cambiando para siempre. Neymar Júnior, con catorce años recién cumplidos, podría haber repetido la historia de Leo Messi en el Real Madrid. Podría haber sido merengue. Pero en su caso las cosas sucedieron de manera distinta. En marzo de 2006, Juninho embarca en el aeropuerto de 22 São Paulo rumbo a Madrid. Lo acompañan su padre y Wagner Ribeiro, su agente, el hombre que en 2005 cerró, tras una larga y extenuante negociación, el traspaso de Robinho del Santos al Real Madrid. Fue Betinho, el descubridor y primer entrenador de Juninho, quien presenta a Ribeiro y a Neymar padre. Wagner Ribeiro está convencido de la valía del muchacho, por lo que entrega una mensualidad para ayudar a la familia y está decidido a apostar por Neymar desde que este tenía doce años. Gestiona la carrera del chico junto al uruguayo Juan Figer, procurador famoso por haber tenido en su «escudería» a Maradona, Gullit, Sócrates, Dunga, Klinsmann y Kaká, pero también por sus problemas con la justicia brasileña. Gracias a sus contactos en el Real Madrid, Ribeiro recibe una invitación de la fábrica blanca para que su pupilo haga una prueba. Ney se queda tres semanas en Madrid. Se aloja en el Colegio Internacional SEK-El Castillo, donde viven y estudian las jóvenes promesas merengues. El club pone a su disposición un coche para que el padre lo acompañe a los entrenamientos y a visitar las instalaciones deportivas del Real Madrid. Las revisiones médicas salen bien y la prueba en el campo deja impresionados a los técnicos madridistas. Jesús Gutiérrez, que por entonces entrena al Infantil A del Madrid (muchachos de catorce años), recuerda que, desde el primer momento, Juninho «demostró poseer una calidad tremenda. Decididamente superior a la de los jugadores que teníamos en ese momento». Y no eran jugadores cualesquiera: estaban Dani Carvajal, hoy en el primer equipo del club; Pablo Sarabia, del Getafe; Álex Fernández, del Espanyol; y Fran Sol, que en la temporada 2013-2014 ha regresado al Real Madrid C tras una cesión al Real Oviedo. Añade Gutiérrez: «Todo el mundo estaba de acuerdo en ficharlo. El muchacho se ganó la unanimidad de la directiva y hasta de los jugadores. Generalmente, cuando llega alguien nuevo a un grupo ya formado, surgen celos y envidias. Lo primero que te dicen los chicos es: “Este no vale, no es tan bueno como dicen”. Sin embargo, en el caso de Neymar me decían: “Míster,este chico es fantástico, juega como los dioses”». Ney parece que se ha integrado bien en el grupo y que se le ve contento de estar en Madrid. ¿Cómo no estarlo? Conoce a sus ídolos (Ronaldo «O Fenômeno», Zidane y Júlio Baptista) y se reencuentra con Robinho. El domingo 26 de marzo de 2006 lo invitan al Santiago Bernabéu para asistir a un partido de la Liga: Real Madrid contra Deportivo de La Coruña. Desde el palco de honor, algo más abajo que el presidente, ve ganar a los blancos por 4-0. Al final, TV Bandeirantes lo entrevista y le pregunta si le ha 23 gustado el partido. «Ver jugar a Zidane y Robinho… ¿Cómo no iba a gustarme?», responde sonriendo el garoto. Y añade que también le ha gustado la ciudad y que le gustaría quedarse. Wagner Ribeiro puntualiza que «Neymar ha venido a conocer la ciudad porque su padre podría trasladarse a Europa y él podría jugar en España, Inglaterra o Italia. Solo es cuestión de tiempo. Es un talento». ¿Qué opina sobre todo esto el garoto de Mogi? Se ríe y explica que «yo no sé nada, son estos dos [su padre y Ribeiro] los que lo saben todo. Yo juego a la pelota». Pocos días más tarde, la decisión del Madrid está tomada. El contrato está redactado y ambas partes lo aceptan. Tiene una duración de cinco años, contempla primas, matrícula escolar para él y su hermana, y un contrato de trabajo para el padre. Solo falta la firma de la madre. El 29 de marzo, el club presenta la solicitud de inscripción de Ney como jugador blanco en la Federación de Fútbol de Madrid. Los técnicos tienen previsto que el brasileño debute en los últimos partidos de la temporada. Alguien sugiere incluso que el nuevo recluta participe, pocos días más tarde, en un torneo que el Infantil A juega en Barcelona. Pero finalmente Neymar no forma parte de la comitiva. Regresa a Brasil. ¿Qué ha pasado? El acuerdo con el Madrid no se ha cerrado. Las versiones sobre lo ocurrido no coinciden. Neymar padre habla de saudade, dice que Juninho estaba cada día más triste, que había perdido su alegría natural. Echaba de menos a la familia, los amigos, la casa, el colegio, la ciudad, el Santos y hasta el arroz y la feijoada. Es decir, según el padre, se vuelven a casa llevados por el corazón, a pesar de que no es fácil renunciar a una nueva vida y a una gran suma de dinero. No es precisamente eso lo que se comenta en Madrid. Según parece, el acuerdo está casi sellado cuando Wagner Ribeiro pide sesenta mil euros para cerrar definitivamente el trato. Los responsables del club deportivo se muestran conformes. No es una cifra descabellada, puede asumirse. Ramón Martínez, secretario técnico, da su visto bueno a la operación y solicita que el fichaje se resuelva con la mayor brevedad posible. Pero hay un directivo que no está de acuerdo. «No tenemos ninguna intención de pagar ni un euro de más por un chiquillo que viene de Brasil con toda la familia a cuestas», dice alguien. La identidad del opositor no nos es revelada, pero lo que está claro es que Carlos Martínez de Albornoz, director general y la persona que podría firmar el acuerdo, no está dispuesto a asumir la responsabilidad de tamaño desembolso. Marcelo Teixeira, a la sazón presidente del Santos, discrepa con esta versión de los hechos y expone en una nota: «Al conocer la oferta del Madrid, realizamos una gran 24 maniobra y con la máxima rapidez llamamos a los padres de Neymar para ofrecerles un contrato de cinco años, un aumento de sueldo y una vivienda para la familia. Padre e hijo querían quedarse en Brasil, y nosotros, aún antes de que Ney triunfase con el “Peixe”, les presentamos un plan para su carrera y unas condiciones de profesional». Esto no es del todo cierto, ya que el acuerdo con el Santos se cierra mucho tiempo después, exactamente el 13 de septiembre de 2007. La realidad es que el vuelo hacia Europa de Neymar termina, al contrario que el de Messi o el de Cristiano, con el regreso a casa y la vinculación del muchacho al Santos hasta mayo del año 2013. El final es distinto, pero el resultado es el mismo: Cristiano, Leo y Neymar han aprendido desde muy jóvenes que hay que hacer sacrificios para llegar a lo más alto. Para los tres, este viaje en avión marca un antes y después en sus vidas y en sus carreras, un turning point sin el que difícilmente habrían llegado hasta donde están. El camino al éxito no es fácil, no basta simplemente con tener talento, es necesario coraje, hay que asumir riesgos, ponerse a prueba. Ronaldo lo hizo solo en Lisboa, haciendo frente a las lágrimas y las burlas. Messi tenía cerca a su padre, pero el cambio de país le impidió hablar con el resto de sus compañeros de juego durante largos meses. A los dos les costó, pero, lejos de tirar la toalla, lograron superar los malos momentos. Fueron capaces de adaptarse al cambio, de hacerse más fuertes y de alcanzar su objetivo; una enseñanza que, seguramente, todavía les sirve en el presente. Para Ney fue algo más fácil porque finalmente tuvo la oportunidad de regresar a su país y triunfar allí antes de fichar por el Barça. Pero con catorce años ya estaba dispuesto a intentarlo, demostró el mismo valor que Cristiano y Leo, llegó a Madrid dispuesto a todo y, al final, eligió la opción que más les convenía a él y a su familia. Y quién sabe si el Santos le hubiera ofrecido ese nuevo contrato de no haber realizado ese primer vuelo transoceánico para realizar las pruebas con el club merengue. 25 Liderazgo Leo Messi sopla cuatrocientas velas el 22 de enero de 2014. Es el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey contra el Levante. En el Ciutat de València Messi no puede celebrar con goles su encuentro oficial número cuatrocientos vestido de azulgrana. Desafortunado ante la portería, reparte hasta cuatro asistencias que terminan en la red granota. A los veintiséis años y siete meses, «la Pulga» se coloca en el décimo puesto en la lista de jugadores que más veces han vestido la camisa del Barcelona. Una historia, la de Leo en el primer equipo del Barça, que empezó hace nueve años, en la temporada 2004-2005, cuando debuta en un partido oficial bajo la dirección de Frank Rijkaard. 16 de octubre de 2004. En Montjuïc se juega el derbi catalán entre el RCD Espanyol y el FC Barcelona. El resultado es 0-1 cuando Leo entra en el terreno de juego, a siete minutos del final, en sustitución de Deco, el autor del gol culé. Realiza alguna acción interesante, pero nada que merezca ser recordado. Messi, con diecisiete años y ciento catorce días, se convierte en el futbolista más joven que juega un partido de Liga con el Barça (un récord que será batido por Bojan Krkic). 7 de diciembre de 2004. El argentino juega noventa minutos contra el Shakhtar Donetsk ucranio en su debut en la Champions League. El partido termina con una derrota por 2-0. 1 de mayo de 2005. Trigésimo cuarta jornada del campeonato español. El marcador del Camp Nou indica tres minutos para el término del encuentro. El Barça se impone por 1-0 al Albacete. Rijkaard sustituye a Samuel Eto’o, dando entrada a Messi en una posición inusual: delantero centro. El chiquillo aprovecha una asistencia de Ronaldinho y, con una vaselina, supera a Valbuena, el portero adversario. Es su primer gol en un partido oficial. Con diecisiete años, diez meses y siete días, es el jugador más joven en la historia del club en marcar en un partido de Liga (otro récord que le arrebatará Bojan el 20 de octubre de 2007 con un gol contra el Villarreal). 26 2 de noviembre de 2005. El Barça juega en casa contra el Panathinaikos. Eto’o firma un hat-trick, Mark van Bommel marca el primer gol solo sesenta segundos después de comenzar el partido, y Messi se estrena como goleador en la máxima competición europea anotando el tercero, en el minuto treinta y cuatro, de un partido que termina con un contundente 5-0. 19 de noviembre de 2005. Para Leo llega el primer clásico. Pasará a la historia por el impresionante aplauso que los aficionados del Real Madrid dedican a Ronaldinho, el responsable de dos goles y de un partido de cineteca.Pero el joven argentino no desentona: gana el duelo con Robinho, el nuevo fichaje del Madrid; sirve el primer gol a Eto’o y solo las meritorias intervenciones de Iker Casillas le impiden marcar un tanto. 22 de febrero de 2006. En Stamford Bridge se disputa el partido de ida de los octavos de final de la Champions League entre el Chelsea y el Barcelona. Cuando Leo Messi salta al campo, a muchos no les parece más que un crío… y, efectivamente, será el niño del partido. Genera la primera ocasión de gol y siembra el pánico en la defensa de los «Blues». 7 de marzo de 2006. Partido de vuelta en el Camp Nou. En el minuto veintitrés, Messi arranca, roba el balón a Robben y, de repente, salta hacia arriba, se lleva la mano a la rodilla izquierda y cae al suelo. Rotura muscular en la parte alta del bíceps femoral de la pierna derecha, un desgarro de cuatro centímetros. Setenta y nueve días sin balón. Y la final de la Champions vista desde la tribuna. En el Stade de France, en París, el Barça gana al Arsenal. Sus compañeros levantan la copa, la segunda en la historia del club. Pero Lionel, triste y solitario, no baja al campo a recoger su medalla. 10 de marzo de 2007. Tres goles como tres soles en el clásico. «La Pulga» es la pesadilla de «Don Fabio». Arruina la fiesta al entrenador italiano del Real Madrid. Capello nunca ha ganado en el Camp Nou, ni con la Juventus ni con la Roma ni con el Madrid. Esta vez lo estaba consiguiendo hasta que llega el chico de Rosario. Una vez, dos veces para empatar de nuevo el partido. Y cuando parece que los blancos tienen la victoria en el bolsillo, Leo se saca de la manga en el minuto noventa el regate más bonito, el tiro más cruzado: 3-3. Capello y los suyos se quedan como un niño sin piruleta. 18 de abril de 2007. «20 años, 10 meses y 27 días después, Messi repitió el gol de Maradona», titula en portada Marca. Y no es el único. El día después de la semifinal de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Getafe se oyen y se leen titulares, comentarios e 27 invenciones lingüísticas para todos los gustos: desde «Messidona» hasta «El Pie de Dios», pasando por «Messi asombra al mundo». ¿Qué ha hecho Leo? En el minuto veintiocho de la primera parte recorre sesenta metros dejando atrás a cuatro jugadores del Getafe y al guardameta, para rematar con la pierna derecha y marcar un golazo. Desde el primer momento, a todo el mundo le recuerda al «gol del siglo», el que marcó Diego Maradona a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México 86. Por si no fuera suficiente, la historia se repite el 9 de junio de 2007 en partido de Liga contra el Espanyol cuando marca con la mano. Igual que hizo Diego, siempre contra Inglaterra, cuando se anticipó a la salida del guardameta Peter Shilton el 22 de junio de 1986. La «mano de Dios» está servida y las comparaciones entre los dos argentinos no paran. 1 de febrero de 2009. Frente al Racing de Santander, en el Sardinero, Messi entra en la historia del club azulgrana marcando el gol número cinco mil en Liga del FC Barcelona. En el banquillo culé está Pep Guardiola que, después de la mala temporada 2007-2008, ha sustituido al holandés Frank Rijkaard. 27 de mayo de 2009. Final de la Champions League entre el Barcelona y el Manchester United en el Estadio Olímpico de Roma. Messi trepa hacia el cielo en el minuto setenta. A espaldas de los defensas, vuela alto y remata de cabeza un centro con rosca de Xavi. Cruza el balón al palo contrario de Edwin van der Sar, el portero de los «Red Devils» (diablos rojos). Es el 2-0. El resultado final que otorga la copa al Barça. El más pequeño (1,69 metros, vale la pena recordarlo) se convierte en el más grande. 19 de diciembre de 2009. A la tercera va la vencida. Después de las derrotas de 1992 y de 2006, el Barça conquista, ante el Estudiantes de La Plata, el Mundialito de Clubes, un trofeo que nunca había ganado en sus ciento diez años de historia. Y se corona rey del mundo. Messi marca con el pecho, con el corazón, con el escudo. Se anticipa a su amigo Juan Sebastián Verón y en el minuto ciento diez remata el centro de Dani Alves. Es el 2- 1 final. Los culés son los reyes del mundo. Ningún equipo ha logrado nunca seis títulos (Mundialito, Champions, Supercopa de Europa, Supercopa de España, Copa del Rey y Liga) en un año solar. Messi ha sido fundamental para lograr tal hazaña. 16 de enero de 2010. Messi se convierte en el jugador más joven del Barça en marcar cien goles. Lo consigue contra el Sevilla en Liga. Tiene veintidós años, seis meses y veintitrés días. 6 de abril de 2010. El rosarino sepulta con cuatro goles al Arsenal en la vuelta de los cuartos de final de la Champions. Arsène Wenger, míster de los «Gunners» (artilleros), 28 define a Leo al final del partido: «Playstation». Al final de la temporada su botín será de cuarenta y siete goles. Ha sellado nueve dobletes y cuatro tripletes, y con treinta y cuatro tantos ha igualado la cifra de Ronaldo en el FC Barcelona en el curso 1996-1997. Ha firmado más goles que nunca desde que debutó hace seis temporadas en el primer equipo. Pero la Champions se le escapa: el Inter de José Mourinho elimina al Barça en semifinales. 29 de mayo de 2011. «King Messi reigns», proclama el diario londinense The Times. En la final de la Liga de Campeones contra el Manchester United, en Wembley, el crack argentino lidera una exhibición de fútbol alegre, coral y exquisito. The Guardian compara esta performance, premiada con el título de «Man of the Match», con aquella realizada por Nándor Hidegkuti una tarde de otoño de 1953, cuando marcó un hat-trick en el templo del fútbol británico que condujo a la victoria de Hungría frente a Inglaterra por 3-6. En esta ocasión, el marcador definitivo es de 3 a 1. Al igual que en 2009, Messi vuelve a marcar contra los «diablos rojos». Preguntado por el argentino después de la final, Pep Guardiola declara: «Es el mejor jugador que he visto y que voy a ver. Podríamos competir a muy alto nivel, pero sin él no daríamos el salto de calidad. Es un futbolista único e irrepetible». 17 de agosto de 2011. Dos goles de Messi en el Camp Nou en la vuelta de la Supercopa de España contra el Real Madrid, sumados al logrado en la ida en el Bernabéu, dan al Barça su décimo título y provocan el enfado de José Mourinho, que le mete el dedo en el ojo a Tito Vilanova, el segundo de Guardiola. Nueve días después, «la Pulga» abre el marcador contra el Oporto en la Supercopa de Europa y Cesc Fàbregas remata la faena para llevar este nuevo trofeo a las vitrinas del club. 18 de diciembre de 2011. Santos, 0-Barcelona, 4: este es el resultado final del Mundial de Clubes que se disputa en Yokohama (Japón). Messi abre la lata del «Peixe» con dos goles y gana el título de mejor jugador del torneo. Neymar Júnior, la figura de los brasileños, y el futuro compañero de equipo de Leo, tiene que consolarse con haber asistido a una clase magistral de fútbol. 18 de enero de 2012. Justo el día del cumpleaños de Pep Guardiola, justo el día en que el Barça gana en el Bernabéu el partido de ida de la Copa del Rey contra el Madrid, Messi sella su partido número trescientos con la zamarra azulgrana. 7 de marzo de 2012. Octavos de final de la Champions. Adversario: el Bayer Leverkusen. En el partido de ida en Alemania el resultado ha sido de 1-3 para el Pep 29 Team. La vuelta se presenta como un partido fácil, pero, ya se sabe, a Messi poco le importa que sean partidos fáciles o difíciles. Y mete cinco. Sí, cinco goles en el 7-1 final. Una auténtica hazaña. El último jugador que marcó cinco goles en la Copa de Europa fue el danés Søren Lerby en la temporada 1979-1980, jugando con el Ajax frente al Omonia de Nicosia. En el formato Champions, nadie lo había conseguido hasta ahora. 20 marzo de 2012. Vigésimo novena jornada de la Liga. Contra el Granada, Leo firma un hat-trick. Con doscientos treinta y cuatro goles marcados en trescientos quince partidos, se consagra como el mejor goleador en la historia del Barça. Supera a César Rodríguez, delantero centrode los años cuarenta y cincuenta, que en catorce temporadas y trescientos cuarenta y ocho partidos como azulgrana marcó doscientos treinta y dos tantos. 24 de abril de 2012. Desde los once metros, Messi es el encargado de lanzar la pena máxima contra Petr Cech, portero del Chelsea. Es la vuelta de la semifinal de la Champions. En la ida, en Stamford Bridge, un gol de Drogba rompió el juego del Barcelona. Ahora, en el Camp Nou el resultado es de 2-1. La trasformación del penalti puede ser decisiva; el Barça puede clasificarse para la final de Munich. «La Pulga» golpea. Cech se tira a su izquierda. Pero Leo le pega demasiado arriba, tanto que el larguero escupe la pelota. Lionel yerra el tiro en el momento clave. Es el tercer penalti que falla esta temporada de los trece que ha lanzado y el octavo de los treinta y cuatro lanzados desde que llegó al primer equipo. 25 de mayo de 2012. Ante cincuenta y cinco mil espectadores, en el estadio Vicente Calderón de Madrid, el Barcelona gana contra el Athletic de Bilbao la Copa del Rey. Es el último partido de Pep Guardiola como entrenador azulgrana. Messi ha marcado el segundo tanto. 9 de diciembre de 2012. Leo Messi firma en Sevilla dos dianas para doblegar al Betis y, con ochenta y seis goles en un año, supera el récord de ochenta y cinco que estableció el alemán Gerd Müller en 1972. Messi termina 2012 con un botín de noventa y un tantos. 7 de enero de 2013. En Zurich, Leo Messi es el primer jugador de la historia del fútbol en conseguir por cuarta vez consecutiva el Balón de Oro. Supera a auténticas leyendas como Johan Cruyff, Marco van Basten y Michel Platini, que lo han ganado tres veces. Con el 41,6 % de los votos, el número 10 del Barcelona se impone a Cristiano Ronaldo (23,68 %) y a Iniesta (10,91 %). 27 de enero de 2013. Messi marca un póquer contra el Osasuna y llega a doscientos 30 dos goles en la Liga, convirtiéndose en el jugador más joven que supera los doscientos tantos. Cuando Telmo Zarra, dueño del récord desde 1951, anotó su gol número doscientos con el Athletic de Bilbao tenía veintinueve años y trescientos cincuenta y dos días. «La Pulga» es cuatro años más joven. 30 de marzo de 2013. Con el tanto en el estadio de Balaídos contra el Celta de Vigo, Lionel consigue cerrar una vuelta completa marcando consecutivamente ante todos los equipos del campeonato. Veintinueve goles en diecinueve partidos seguidos; unas cifras a las que nadie se había acercado en toda la historia del campeonato español. 1 de abril de 2013. El 10 anota el tanto del empate en el Santiago Bernabéu y, con dieciocho goles, alcanza a Di Stéfano como máximo goleador de los clásicos entre el Real Madrid y el FC Barcelona. 10 de abril de 2013. El argentino no es titular en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones contra el Paris Saint-Germain. Se ha lesionado en el parok gttido de ida, en el Parc des Princes, y se sienta en el banquillo hasta que Tito Vilanova lo hace entrar en el campo en el minuto sesenta y dos. El pacto es claro: si no es necesario, no sales. Messi toca la pelota trece veces, da dos buenos pases, recorre 2.828 metros, acaba con el PSG, que hasta ese momento había martirizado al Barça, y abre la puerta a la sexta semifinal consecutiva de Champions para los azulgrana. El día después, El País titula: «A Messi le vale con una pierna». 23 de abril de 2013. En el Allianz Arena de Munich, Leo es titular en el once de Tito Vilanova. Salta al campo, pero prácticamente no juega. El máximo goleador de las últimas cuatro ediciones de la Champions solo tiene una presencia testimonial. Nada más. Messi no es Messi, o el Bayern no se lo permite. El equipo alemán le pasa por encima como a todo el Barcelona: un 4-0 final sin excusas. En la vuelta, el 1 de mayo, Messi no juega. No se ha recuperado todavía de la lesión sufrida en París. 5 de mayo de 2013. Leo firma contra el Betis su gol número trescientos cuarenta y cinco, igualando los tantos que Maradona marcó en toda su carrera. 1 de septiembre de 2013. Cien goles fuera de casa. En Mestalla, contra el Valencia, Messi bate una nueva marca en la historia de la Liga, superando por un tanto al delantero madridista Hugo Sánchez. 10 de noviembre de 2013. Se disputa la trigésima jornada de la Liga. El Barça se enfrenta al Betis. En el minuto veinte, Leo se lesiona. Es una recaída del infortunio sufrido en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Algo muy serio. 31 8 de enero de 2014. Messi reaparece, cincuenta y nueve días después, en la Copa del Rey contra el Getafe. Entra en el campo en el minuto sesenta y cuatro. Y en media hora marca dos goles. 22 de febrero de 2014. Leo alcanza los cuatrocientos partidos oficiales con el Barça, a los que hay que sumar cuarenta encuentros amistosos. 16 de marzo de 2014. Messi anota un hat-trick en la Liga ante el Osasuna (7-0) y se convierte, con trescientos setenta y un goles entre partidos oficiales y amistosos, en el máximo goleador de la historia del Barcelona. Supera a Paulino Alcántara que marcó trescientos sesenta y nueve tantos en un total de trescientos cincuenta y siete partidos, entre los años 1912 y 1927. Títulos: veintiuno (tres Champions League, seis Ligas, dos Copas del Rey, seis Supercopas de España, dos Mundialitos de Clubes y dos Supercopas de Europa). Cristiano Ronaldo de Aveiro, por su parte, no puede presumir de un palmarés similar. Con los tres clubes en los que ha jugado —Sporting de Lisboa, Manchester United y Real Madrid— ha conseguido doce títulos: una Champions League, un Mundialito de Clubes, una FA Cup, dos Football League Cup, un Community Shield, tres Premier League, una Liga Española, una Copa del Rey y una Supercopa de España. A sus veintinueve años, Ronaldo ha disputado quinientos cincuenta y nueve partidos oficiales con los tres clubes y ha marcado, a fecha de 18 de marzo de 2014, trescientos sesenta y cinco goles. Queda ya muy lejos su primer gol en partido oficial con el dorsal número 28 de los Leones. Fue el 7 de octubre de 2002. El Sporting de Lisboa, vigente campeón, juega en casa contra el Moreirense. Cristiano ya ha debutado en un partido oficial en el Alvalade, el 14 de agosto, en la ronda previa de la Champions League contra el Inter de Milán de Héctor Cúper. Y a pesar del 0-0 final, el chico ha dejado buen sabor de boca. Así que László Bölöni, el míster, decide darle la titularidad contra el Moreirense. No es un partido maravilloso, pero Cristiano se convierte en el goleador más joven de la historia del Sporting. Tiene diecisiete años, ocho meses y dos días. Marca un gol «monumental, magistral, increíble, no hay adjetivos suficientes para ilustrar el gran gol de este joven prodigio», gritan los comentaristas de la cadena portuguesa Sport TV. Minuto treinta y cuatro, pase de tacón de Toñito a Ronaldo en la zona de tres cuartos del campo, dos regates para deshacerse de dos defensores, un eslalon de sesenta metros, 32 una bicicleta al borde del área para despistar a otro adversario y un toque suave para superar a João Ricardo, el guardameta del Moreirense, que realiza una salida desesperada. Cristiano se quita la camiseta, abraza a sus compañeros, se dirige a la grada. En el banquillo, Bölöni estrecha entre sus brazos a sus ayudantes. El show del número 28 no ha acabado. Marca el 3-0 definitivo con un cabezazo espectacular. La única nota negativa es el mareo que sufre María Dolores, su madre, en la grada del estadio; quizá se deba a la emoción de ver el éxito de su hijo, aunque, afortunadamente, se queda solo en un susto. Al día siguiente, Ronaldo conquista las primeras páginas de los periódicos portugueses con su «golo monumental». El ascenso de Cristiano en el primer equipo ha sido fulgurante. Se ha transformado en el niño mimado de la afición. László Bölöni tiene confianza en él, pero la competencia en la delantera de los Leones —con Jardel, Quaresma, João Pinto, Toñito y Niculae— es fuerte. Al final de la temporada, Ronaldo ha disputado veinticinco partidos y solo once como titular.Suma tres goles en la Liga y dos en la Copa. Para el Sporting no ha sido una buena campaña, ya que no ha conquistado ningún título. La primera temporada de Cristiano con el primer equipo de los Leones será también la última. El 6 de agosto de 2003 su vida cambia de rumbo. Ese día se inaugura en Lisboa el Alvalade XXI, el nuevo estadio del Sporting, que acogerá la Eurocopa de 2004. El adversario del partido inaugural es el Manchester United, club británico que la noche anterior ha llegado a un acuerdo con el Sporting: por quince millones de euros (12,24 millones de libras) Cristiano Ronaldo será jugador de los Red Devils. Alex Ferguson, entrenador del United; Jorge Mendes, representante del jugador, y Simões Almeida, director financiero del club lisboeta, han atado todos los cabos. El acuerdo vincula a Cristiano al United por cinco temporadas con un salario de dos millones de euros al año, más de ciento cincuenta mil euros al mes, frente a los dos mil que gana en el Sporting. El número 28 de los Leones muestra en su despedida de Lisboa, y ante sus futuros compañeros de equipo, todas sus cualidades. Asombra con su velocidad, su regate, sus bicicletas, su cambio de ritmo, sus carreras, sus sombreros y su facilidad para eludir a los adversarios. Y una semana después, vuela a Manchester. El 13 de agosto tiene lugar en Old Trafford la presentación del nuevo fichaje. Ronaldo, flamante número 7 de los «diablos rojos», es el adolescente más caro de la historia del fútbol británico. El precio pagado, su edad y su currículum vitae hacen que muchos comentaristas ingleses tuerzan la boca y se pregunten si no tendrá miedo de vestir una camiseta que es una leyenda, de 33 jugar en el United y en un campeonato nacional tan competitivo. «No, no tengo miedo. Cero miedo. Sé que será muy difícil pero aquí, al lado de los mejores del mundo y jugando con ellos, aprenderé», responde Cristiano. Tres días después de su presentación, Ronaldo debuta ante su público. Es la primera jornada del campeonato y el United recibe al Bolton. Cristiano está en el banquillo, pero en el minuto sesenta Ferguson, que necesita un revulsivo para un partido anclado en el 1- 0, le hace saltar al campo. Sustituye a Nicky Butt. Todo el público se levanta a aplaudir al nuevo fichaje. Es un debut que no defrauda a nadie. Su carrera y su dribbling convencen a los 67.647 espectadores. Es elegido «Man of the Match», el premio que en la Premier corresponde al mejor jugador del encuentro, y puede descorchar su primera botella de champán. «Parece que los aficionados tienen un nuevo héroe. Ha sido un debut maravilloso, casi increíble», comenta Ferguson al final del partido, que el United gana 4-0. El 1 de octubre, CR7 debuta con los «diablos rojos» en la Champions League contra el Stuttgart. Justo un mes después, el 1 de noviembre, marca su primer gol en Old Trafford con la camiseta número 7 en el partido contra el Portsmouth. Una falta tirada desde el límite izquierdo del área adversaria, un golpeo potente: el balón pasa por delante de defensas y atacantes, rebota en el suelo y entra en la red. Un disparo que recuerda a los del mejor David Beckham. Empieza bien el chico de Madeira. Al final de la temporada suma ocho goles en treinta y nueve partidos disputados en todas las competiciones. El más importante lo ha marcado contra el Millwall en la final de la FA Cup disputada en el Millennium Stadium de Cardiff. Es el primero de los tres goles que el United endosa al conjunto rival para llevarse el único título del curso 2003-2004. Hay que esperar al 5 de diciembre de 2004 para que Cristiano Ronaldo marque su primer gol en la nueva temporada de la Premier. Lo hace contra el Southampton en casa. Sir Alex Ferguson comenta: «Nos ha prometido doce goles, esperamos que sea el primero de la serie». Pero en cincuenta partidos disputados, Cristiano solo marca nueve goles. Y para el United la temporada tampoco es una maravilla. Ni un título en el bolsillo. El tercer curso de Cristiano en el Manchester United no es fácil, ni fuera ni dentro del campo, y el jugador pierde otra vez la apuesta con Ferguson. Había dicho que marcaría quince goles y se queda en doce. Lo cierto es que el chico de Madeira está progresando, pero el United, por segundo año consecutivo, termina en la Premier por detrás del Chelsea de José Mourinho y en la Champions no pasa de la fase de grupos. El único 34 trofeo que se lleva a las vitrinas de Old Trafford es la Carling Cup, que ha ganado contra el Wigan (4-0) en un partido en el que el tercer gol es obra de Ronaldo. El 29 de octubre de 2005, Cristiano anota ante el Middlesbrough, en tiempo de descuento y de un cabezazo, el gol número mil del Manchester United en la Premier League. Lástima que sea el único tanto de los Red Devils, que pierden el partido por 4-1. A pesar de la poca fortuna de su equipo, Ronaldo recibe en 2005 el premio al mejor futbolista joven elegido por los aficionados. Su compañero Wayne Rooney gana el galardón oficial de la misma categoría. Los dos estaban predestinados a ser protagonistas en el Mundial de Alemania de 2006 debido a un episodio que pone en entredicho la continuidad del portugués en el United. El 1 de julio se juega en Gelsenkirchen el partido de cuartos de final entre Portugal e Inglaterra. Todo transcurre sin muchos sobresaltos hasta que llega el minuto sesenta y dos. Rooney trata de pasar entre Carvalho y Petit. Hay un forcejeo, Carvalho termina en el suelo y, entonces, a «Roo», como le llaman en Inglaterra, se le cruza un cable y le pisa justo en la entrepierna. La falta desencadena un rifirrafe entre ingleses y portugueses. Cristiano es el primero en llegar al lugar del delito y corre hacia el árbitro. Rooney lo empuja y le dice algo así como «tú no te metas». Al final, el colegiado argentino Horacio Marcelo Elizondo saca la tarjeta roja y el número 9 del Manchester United se va a la ducha. Los aficionados ingleses están convencidos de que Ronaldo ha presionado al árbitro para quitarse de en medio a Rooney. Las televisiones del Reino Unido difunden unas imágenes en las que se ve a Cristiano guiñando un ojo al banquillo de Portugal después de la expulsión, como diciendo: misión cumplida, lo hemos echado. Y el 3 de julio, The Sun publica en portada la cara de Cristiano guiñando un ojo en el centro de una diana. El titular no deja lugar a dudas: «Give Ron on the eye» (Dale en el ojo a Ronaldo). En el artículo se lee: «Todos los aficionados de Inglaterra tienen la oportunidad de vengarse. Del guiño de Ronaldo hemos hecho nuestro blanco. Ponlo en tu despacho y dale en el ojo al astuto caballero». El portugués está preocupado, tiene miedo de la prensa sensacionalista y de las reacciones de los hinchas adversarios cuando pise nuevamente los campos británicos. Dice que «se hace difícil regresar a un país donde no eres bienvenido» y suelta que su sueño es jugar en España. Alex Ferguson y David Gill, presidente ejecutivo del United, vuelan hasta el Algarve, donde el chico pasa sus vacaciones, y logran convencerle para que se quede en Manchester. Desde el principio de la temporada 2006-2007 Cristiano saca a relucir su talento y su 35 carácter forjado en los años difíciles de Lisboa. «Conseguí demostrar que la presión solo me hace más fuerte —afirma Ronaldo—. Me puse a prueba a mí mismo y salí victorioso.» De hecho, el 22 de abril de 2007 es nombrado «Mejor Jugador del Año» y «Mejor Jugador Joven del Año», premios otorgados por la Asociación de Futbolistas Profesionales de Inglaterra. Pero esto no es todo, también llega su primer gran trofeo: la Premier League. El United se proclama campeón. Recupera la corona inglesa después de cuatro años de sequía. El número 7 de los Red Devils, con diecisiete goles, ha hecho su parte y termina tercero de los top scorers del campeonato inglés, por detrás de Drogba, jugador del Chelsea (veinte goles), y de Benni McCarthy, del Blackburn Rovers (dieciocho). Al año siguiente es el Pichichi de la Premier con treinta y una dianas. El 12 de enero de 2008 Ronaldo firmacontra el Newcastle su primer hat-trick con el United. El 18 de marzo Alex Ferguson le entrega el brazalete de capitán, es el más veterano en el campo y marca dos goles contra el Bolton. El 15 de noviembre anota otros dos tantos contra el Stoke City y supera la barrera de los cien goles con el M. U. En total, en todas las competiciones llega a cuarenta y dos tantos; además, gana trofeos a mansalva: Charity Shield, PFA Players’ Player of the Year («Mejor Jugador del Año», por segundo año consecutivo) y Premier League (el United termina con ochenta y siete puntos, deja al Chelsea a dos, y al Arsenal a cuatro). Pero, mejor todavía, bajo la lluvia de Moscú levanta sonriente a la «Orejona». Cuarenta años después de su primera victoria en el torneo europeo (1968, con George Best como protagonista), el Manchester United se corona por tercera vez rey del fútbol continental. Un triunfo basado en la solidez defensiva y en la brillantez de Cristiano Ronaldo. El número 7 de los Reds Devils ha sido el protagonista de esta campaña europea. Con ocho goles es el Pichichi y el mejor jugador de la Champions. Ocho tantos que han sido decisivos. El primero lo consigue el 19 de septiembre de 2007 en el Alvalade contra su exequipo, el Sporting de Lisboa. El último de la serie lo anota el 21 de mayo de 2008 en el Estadio Olímpico Luzhnikí de Moscú. Minuto veintiséis, Paul Scholes supera la defensa del Chelsea, Wes Brown centra y Cristiano Ronaldo, con un remate de cabeza imperial, supera a Petr Cech, guardameta de los blues. El marcador refleja 1-0. Sin embargo, a pocos segundos del descanso, Frank Lampard empata el partido. Ciento veinte minutos de juego y el resultado no se altera. Se va a la tanda de penaltis. El tercero le toca al número 7 de los Red Devils. Cristiano intenta despistar a Cech con una paradinha, pero el portero checo adivina su idea y vuela para despejar el tiro. El chico de 36 Madeira se cubre la cara con las manos. Está desesperado. «Pensé que iba a ser el peor día de mi vida, pero mis compañeros siguieron creyendo en la victoria a pesar de mi error. Y al final fue el día más feliz», afirma. No podrá decir lo mismo un año después. El 27 de mayo de 2009, el Manchester United y el FC Barcelona juegan en el Estadio Olímpico de Roma la final de la Liga de Campeones que la Europa futbolística esperaba, la mejor posible entre los dos equipos que ofrecen el espectáculo más bonito del continente. Cristiano viene de una temporada más que satisfactoria. Ha disputado cincuenta y tres partidos y ha marcado veintiséis goles (dieciocho en la Premier y cuatro en la Champions). Antes de llegar a la capital italiana, el Manchester ha revalidado el título de campeón de Inglaterra, y el 1 de marzo ha conquistado la Copa de la Liga frente al Tottenham. No ha sido un año tan brillante para Cristiano como el anterior, pero, aun así, es el vigente Balón de Oro; un trofeo que ha ganado por goleada a Messi y a Fernando Torres el 2 de diciembre de 2008. Cristiano quiere demostrar en Roma que todavía es el número uno frente al ascenso de Messi, pero será «la Pulga» quien gane la partida firmando el 2-0 definitivo; una final que supone el último partido de CR7 con la camiseta del Manchester United. El 6 de julio de 2009 el portugués se presenta en el estadio Santiago Bernabéu, ante ochenta mil aficionados, como el nuevo fichaje galáctico del Real Madrid. El 29 de agosto juega la primera jornada de la Liga. En el Bernabéu, contra el Deportivo de La Coruña, llega su debut en un partido oficial y su primer tanto en el campeonato español. Un penalti que adelanta al Real Madrid. Cristiano lo celebra mirando a la grada con un salto y un puño en el aire. Después de cinco partidos, su botín es ya de siete goles. Un arranque absolutamente fantástico, el mejor de su carrera y uno de los comienzos más deslumbrantes para un debutante en el Madrid. Al final de la temporada, y a pesar de estar dos meses lesionado, Ronaldo ha marcado treinta y tres goles: veintiséis en la Liga (notable su primer hat-trick el 5 de mayo de 2010 contra el Mallorca) y siete en Champions. Ha encandilado al público del Bernabéu y a todos los aficionados blancos. Ha convencido a Manuel Pellegrini, el míster, y a sus compañeros. Pero se siente frustrado y muy triste. ¿Por qué? Porque en su primera temporada con los merengues no ha ganado ninguna competición. El Madrid no ha pasado de octavos en la Champions League y en la Copa del Rey, y la Liga ha sido para el Barcelona. Una frustración que continúa el curso siguiente. El número 7 del Madrid anota cincuenta y tres goles en la temporada 2010-2011 (tanto en la Liga, como en la Copa del 37 Rey y la Champions), cifra que le convierte en el Pichichi de todas las competiciones, en el ganador de la Bota de Oro europea y en una máquina de golear. Con cuarenta dianas en treinta y cuatro partidos del campeonato, Cristiano pulveriza los récords de Telmo Zarra (jugador del Athletic de Bilbao que marcó treinta y ocho tantos en treinta duelos en la Liga durante la temporada 1950-1951) y de Hugo Sánchez (quien, en la campaña 1989-1990, consiguió con el Madrid treinta y ocho goles en treinta y cinco encuentros). Pero de todos los logrados por CR7, solo es decisivo el de la final de la Copa del Rey celebrada en Mestalla el 20 de abril de 2010. Un cabezazo inapelable del portugués sirve para batir a Pinto, el portero del Barcelona, en el minuto ciento veinte, y le vale al equipo blanco para conseguir el único título del curso. No obstante, esto para CR7 no es suficiente, «porque el Madrid aspira a ganar todos los títulos y yo preferiría haber marcado la mitad de goles y haber ganado la Liga o la Champions», se lamenta en una entrevista. Temporada 2011-2012. Un penalti fallado le cierra las puertas del paraíso Champions. Un gol, en el Camp Nou, permite a Cristiano entregar la Liga a su equipo. Empezamos por lo mejor de la temporada, por el tanto más importante del delantero desde que llegó al club merengue. El 21 de abril de 2012 se juega el Barcelona-Real Madrid. Por primera vez, desde la Liga 2008-2009, los blancos llegan al final de la temporada líderes de la clasificación, por delante de los azulgrana. Tienen cuatro puntos de ventaja sobre el Pep Team (ochenta y cinco contra ochenta y uno), suficiente para resolver el campeonato en el campo del rival y poner punto final al ciclo de un equipo increíble que ha ganado las últimas tres Ligas. Cristiano Ronaldo es decisivo: marca el 1-2 final. Mesut Özil recibe de Di María por delante del centro del campo y pone un balón en profundidad para Cristiano. El número 7 deja atrás a Mascherano y se planta delante de Víctor Valdés. Desplaza el esférico hacia la derecha y supera al guardameta del Barça en su salida al palo corto. Un golazo que Cristiano celebra como hizo, en su día, Raúl: «Calma, calma que aquí estoy yo», dice en el campo consciente de que el tanto proporciona siete puntos de ventaja sobre el Barcelona. Y vale la Liga. Tres días después, el 25 de abril, CR7 se enfrenta a otro gran reto: la vuelta de las semifinales de la Champions League contra el Bayern de Munich. El penúltimo paso para conquistar la décima Copa de Campeones con la que sueña todo el madridismo. Cristiano responde a las expectativas de la afición blanca. Suyo es el primer gol de penalti. Suyo también es el segundo, que da la momentánea clasificación al Madrid. Pero 38 con el 2-0 a favor el equipo blanco da diez pasos atrás. Se cierra en su campo esperando un error de los bávaros para salir al contragolpe; un planteamiento conservador de Mourinho que, al final, se viene abajo por una pena máxima transformada por Robben. Tras la prórroga se llega a los penaltis y Cristiano falla. Como Leo. Desde los once metros. Yerra tras veintisiete penaltis seguidos marcados. Falla el segundo de la tanda, el primero de los madridistas. Lanza a la derecha de Neuer y el portero alemán detiene el balón. También yerran Kaká y Ramos. Solo acierta Xavi Alonso. Las dos paradas de Iker Casillas no sirven. La décimase tiene que aplazar. En verano, el 29 de agosto, Cristiano Ronaldo y los blancos atrapan en el Bernabéu el primer título de la temporada: la Supercopa de España. Y dejan otra vez en la cuneta a Messi y el Barça. CR7 marca en la ida y en la vuelta, y el 7 de octubre firma un doblete en el clásico contra los catalanes. Nunca nadie había conseguido anotar en seis clásicos seguidos. Sus registros a final de la temporada son increíbles: marca la friolera de cincuenta y cinco goles en otros tantos partidos (treinta y cuatro en la Liga en treinta y cuatro encuentros disputados, siete en la Copa, dos en la Supercopa y doce en la Champions, uno por cada encuentro jugado). En total, doscientos un goles en ciento noventa y nueve partidos en todas las competiciones oficiales desde que fichó por el Madrid en 2009. Ya es el sexto goleador en la historia blanca. En solo cuatro cursos ha superado a grandes jugadores como Amancio Amaro, Emilio Butragueño, Pirri o Paco Gento. Con cincuenta y dos goles, se ha convertido en el portugués que más ha marcado en las competiciones europeas, batiendo las marcas de Eusebio, la «Pantera Negra», y también de una leyenda del Madrid como Alfredo Di Stéfano. Además, en la última temporada ha sido el motor del Real Madrid, el héroe de tantos partidos, el hombre más determinante por garra, entusiasmo y resultados. En definitiva, ha sido un líder con autoridad en el campo y en el vestuario. Como sucede el 13 de febrero de 2013 contra el Manchester United en los octavos de final de la Champions. Marca dos goles, uno en la ida (un salto impresionante y un cabezazo soberbio) y otro en la vuelta para sentenciar la eliminatoria contra los hombres de sir Alex Ferguson. Una satisfacción, es cierto, pero, de nuevo, el curso 2012-2013 es avaro en trofeos se detiene Cristiano. No llega ningún título. Aun así, su racha goleadora no se detiene en el último tramo de 2013. Cierra el año con sesenta y nueve tantos entre el Real Madrid y la selección portuguesa. Y por fin llega, el 13 de enero de 2014, el reconocimiento con el que tanto soñaba el crack luso desde 2008: su segundo Balón de Oro. Una reconquista que lo hace llorar de felicidad. 39 Aplaudiéndole en la platea del Palacio de Congresos de Zurich está también Neymar da Silva Júnior, candidato al Premio Ferenc Puskás al mejor gol de 2013. El garoto de Mogi das Cruzes debe inclinarse ante su alteza Zlatan Ibrahimovic, el delantero sueco que se lleva el trofeo. No, el número 11 del Barça no repite el primer puesto que logró en 2011 con un gol mágico marcado contra el Flamengo, pero se afianza en la clasificación del Balón de Oro: queda quinto por detrás de Ronaldo, Messi, Ribéry e Ibrahimovic, y por delante de futbolistas como Andrés Iniesta, Gareth Bale, Andrea Pirlo, Radamel Falcao o Xavi. No está nada mal para un chico de veintidós años y una carrera profesional que empezó hace solo seis. El sábado 7 de marzo de 2009 en el Pacaembú, el estadio municipal de São Paulo, el Santos juega el Paulistão, el campeonato paulista, contra el Oeste de Itápolis. Hay veintidós mil espectadores, la mayor parte seguidores del «Peixe». Y todos han venido para ver el debut de un muchacho de diecisiete años recién cumplidos. Vágner Mancini, el entrenador, llama a Neymar en el minuto trece del segundo tiempo. Le da los últimos consejos y, dos minutos después, lo hace saltar al campo. Sustituye a Mauricio Molina, centrocampista colombiano. Regate en la esquina derecha del área contraria, el garoto se deshace de su adversario y chuta: la pelota se estrella contra el larguero de la portería del Oeste. Casi gol. Es el primer balón que toca el menino de Mogi das Cruzes, no podía haberlo hecho mejor. El primer tanto llega ocho días después, siempre en Pacaembú. Molina cruza el medio campo, cede para Germano, que abre hacia la izquierda para Triguinho; este penetra en el área y cruza al centro. Y ahí aparece el muchacho, que remata de cabeza y supera a Marcelo Cruz, el guardameta del Mogi Mirim. Son las 18.37 horas y es el 3-0 para el Santos, el primer gol del menino, que señala al cielo y, después, salta en el aire levantando el puño. Imita el gesto del mayor ídolo del Santos: Pelé. «Lo he celebrado así porque me he inspirado en Pelé. Se lo había prometido a mi padre», explica al final del encuentro. Neymar salta al cielo y después se va a abrazar a Paulo Henrique, su amigo, su compañero de la Sub-20. Todo eso mientras Milton Leite, el locutor de Sport TV, comenta: «¡El garoto del Santos brilla! ¡Este puede ser un gol histórico para el fútbol brasileño!». No se equivoca porque, en poco menos de un año, Ney se transforma en la estrella del Santos, el equipo que dominó el mundo con «O Rei» Pelé a finales de la década de los cincuenta y en los años sesenta. ¿Un ejemplo? 40 Los cinco goles, a cuál más bonito, que el chaval marca el 14 de abril de 2010 contra el Guaraní en los octavos de final de la Copa de Brasil: Minuto 2: penalti transformado con paradinha. Minuto 30: chute con la izquierda desde la frontal del área. Minuto 38: solo, delante de la portería, introduce una pelota enviada por Arouca. Minuto 81: centro desde la izquierda de Robinho, dos toques y el número 11 marca el cuarto. Minuto 85: Madson arranca como un cohete, se apoya en Robinho y toque para Neymar, que no perdona. Resultado final: Santos, 8-Guaraní, 1. Neymar conquista a la afición y a los aficionados al fútbol. No se trata solo de las avalanchas de goles o el buen juego, también es la alegría, la voluntad de divertirse jugando al fútbol. Y con alegría llegan los dos primeros títulos del número 11 del Santos. Campeonato Paulista: la final es contra el Santo André. La ida termina 2-3 a favor del «Peixe». Neymar, al que no le sonríe la suerte, cede su puesto a André en el descanso. El 2 de mayo de 2010 se juega la vuelta en el Pacaembú y el número 11 del Santos marca dos goles. El primero es una verdadera obra de arte: Robinho sirve de tacón en la mitad del área, Neymar dribla a dos defensas y al portero y, desde el área pequeña, chuta con fuerza atravesando una selva de cabezas. Un gol de premio y todo el mundo se acuerda de Pelé. El garoto de Mogi das Cruzes marca también el segundo gol del Santos y a continuación lo sustituye Roberto Brum. El Santo André no ceja y se coloca 2-3 a su favor. El partido, con tres expulsados entre las filas santistas, se complica y mucho, pero aun siendo ocho logran mantener el barco a flote. Después de tanto sufrimiento, en el campo y en la grada, el árbitro pita el final: 2-3. El mismo resultado que a la ida, pero al revés. El Santos se declara ganador por su actuación durante el torneo. Neymar llora al recibir la medalla de campeón paulista. El 4 agosto, otra conquista: la Copa do Brasil. El Santos se la adjudica ganando al Vitória. Neymar es el Pichichi de la competición con once goles. En el Paulistão había marcado catorce. Ya es el ídolo de un país, pero su imagen se ve muy deteriorada cinco semanas después. El 15 de septiembre de 2010 se juega en el Vila Belmiro la vigésimo octava jornada del Brasilerão. El Santos se enfrenta al Atlético Goianiense. A cinco 41 minutos del final, el número 11 del Santos cae al suelo en el interior del área. Penalti. Neymar recoge el balón con la mano y se dirige al punto de castigo. Llega una contraorden: Léo, el número 3, se acerca a Neymar y le dice que el entrenador ha decidido que Marcel sea el encargado de disparar la pena máxima. El garoto deja caer el balón, extiende los brazos y se dirige al banquillo. Le dice al míster, Dorival Júnior, una serie de cosas que será mejor no repetir. Al final del partido René Simões, entrenador del Goianiense, llama «monstruo» a Neymar. Al día siguiente, Ney ocupa el centro de los debates televisivos y de los comentarios de columnistas y seguidores. Los periódicos sacan a relucir sus «fechorías». El ídolo se ha trasformado en el malo de la película, en el bad boy del fútbol brasileño. Es el momento más difícil del joven delantero. Neymar asegura que, de noser por su familia, por sus amigos más fieles y por la ayuda del club, a lo mejor ese día habría dejado el fútbol para siempre. Llega el castigo, pero al final quien deja el Santos es Dorival Júnior. Un episodio que, en todo caso, hace reflexionar al joven del «Peixe», entiende lo que ha hecho, madura y crece como persona y como jugador. Tanto que 2011 será su año de gloria. El 15 de mayo, en Vila Belmiro, el Santos alza la copa del Paulistão. Es suya por segundo año consecutivo. El gol decisivo en el partido de vuelta contra el Corinthians es de Neymar. El 2 de junio de 2011, cuarenta y siete años después de los goles de Coutinho y Pelé contra el Boca Juniors, cuarenta y ocho años después del autogol de Caetano y el doblete de Pelé contra el Peñarol, el Santos vuelve a ganar la Libertadores, precisamente contra este gran club uruguayo. Es Neymar quien desbloquea el resultado en la vuelta que se disputa en el Pacaembú. Y el 27 de julio, contra el Flamengo de Ronaldinho, protagoniza una obra de arte o, mejor dicho, el gol que le vale el Premio Ferenc Puskás. La gran desilusión del año para Neymar llega el 18 de diciembre en Yokohama (Japón). El sueño de repetir la hazaña de Pelé y compañía, de volver a conquistar el Mundial de Clubes cuarenta y ocho años después de aquel Santos-Milan de 1963, queda hecho pedazos. El Barcelona destroza al Santos. La única alegría de Neymar es haber llegado hasta la final y poder marcharse con la camiseta de Leo Messi. 5 de febrero de 2012. Justo el día de su vigésimo cumpleaños, el menino marca su gol número cien en competición oficial. Lo materializa durante un partido contra el Palmeiras en el estadio Prudentão. Es su primer gol del año y el número cien de su carrera: ochenta y dos con el Santos, ocho con la selección, nueve con la Sub-20 y uno con la Sub-17. El 29 de abril llega el cien con la camiseta del Santos, en partido contra el 42 São Paulo. Han pasado tres años y cincuenta y un días desde su debut con el «Peixe» y Neymar entra con fuerza en la lista de los grandes goleadores de la historia santista. Y no hay solamente proezas individuales, también hay triunfos colectivos. En el año de su centenario, el Santos se proclama tricampeón con otros dos goles de Ney en la ida de la final contra el Guaraní. Cuarenta y tres goles marcados, el tricampeonato, la Recopa Sudamericana (ganada en septiembre contra el Universidad de Chile) y una avalancha de reconocimientos individuales; entre ellos, el de mejor jugador de las Américas, título que, por segundo año consecutivo, le adjudica el diario uruguayo El País. 2012 es un gran año para el garoto de Mogi das Cruzes en el Santos. 2013 es el momento de la despedida de sus amigos, de sus compañeros, del equipo que lo ha visto crecer y transformarse en un ídolo, de una torcida que lo ha ovacionado desde el primer momento. El domingo 26 de mayo de 2013, contra el Flamengo en el nuevo Mané Garrincha de Brasilia, en la primera jornada del Brasilerão, Neymar Silva da Santos Júnior juega su último partido con el Santos. Nueve años después de llegar a los juveniles del «Peixe», cinco años después de su debut con la camiseta blanca, con doscientos veintinueve partidos jugados, ciento treinta y ocho goles marcados y seis títulos en su palmarés (tres Paulistãos, una Copa de Brasil, una Libertadores y una Recopa Sudamericana), Ney dice adiós y se va a Europa, al FC Barcelona. Una nueva aventura que empieza el 3 de junio en el Camp Nou, día de su presentación. El resto es crónica: el amistoso del 2 de agosto contra su exequipo (Barcelona, 8- Santos, 0), el debut en la Liga (el 18 de agosto contra el Levante), el primer gol en un partido oficial (21 de agosto, Supercopa de España contra el Atlético de Madrid), la prueba mayúscula contra el Real Madrid (26 de octubre de 2013), el infortunio contra el Getafe (16 de enero de 2014) y el «Neymargate». Los números hablan por sí solos y demuestran la grandeza, la calidad técnica y la fortaleza mental de estos tres futbolistas fuera de lo común. Son los mejores representantes de la cultura del esfuerzo. Juntos suman incontables títulos, récords y reconocimientos, pero, en el fútbol, igual que todo en la vida, siempre hay altibajos. Ellos lo saben, lo han vivido en sus clubes. Los tres conocen la frustración. Messi con sus lesiones, Ronaldo con su decepción por no haber logrado más títulos con el Real Madrid, y Neymar con su arrebato de furia contra Dorival Júnior. Los tres han fallado en algún momento clave, en algún penalti, pero nunca han bajado los brazos. Han sabido convertir los obstáculos en oportunidades. Cada día con el mismo pensamiento: mejorar. 43 Están preparados para la victoria y también para la derrota, aunque no siempre han sabido contenerse y sus gestos y declaraciones, por supuesto examinados con lupa, han alimentado falsas polémicas y muchas tertulias deportivas. Están en lo más alto pero no han llegado con el mismo currículum. Ney prácticamente acaba de empezar; Leo ha crecido y ha triunfado como futbolista en un único equipo, mientras que Cristiano ha jugado en tres conjuntos de tres países diferentes. Dos son compañeros, comparten camiseta y vestuario; el otro es la gran estrella del máximo rival. Son experiencias vitales muy diferentes, casi opuestas, pero igual de fructíferas y excepcionales. 44 Una cuenta pendiente Los tres son las grandes estrellas de sus selecciones, los líderes de sus equipos y las esperanzas de sus países para el Mundial 2014. Pero el camino para llegar a ser referentes indiscutibles de Brasil, Argentina y Portugal ha sido muy distinto. Empezando por el debut. El más feliz, el de Neymar; el más desafortunado, el de Messi, y el más normal, el de Cristiano. El estreno de Neymar Júnior con la «Canarinha» tiene lugar el 10 de agosto de 2010 contra Estados Unidos en el New Meadowlands, ahora MetLife Stadium, de Nueva Jersey. Tras la debacle del Mundial de Sudáfrica de 2010, Dunga, el seleccionador, dimite. La Confederación Brasileña de Fútbol decide que Mano Menezes ocupe su lugar. En tres años con el Corinthians, el nuevo comandante de la selección ha ganado tres títulos (el Campeonato Brasileño de fútbol de la Serie B en 2008, que devolvió a la Primera División al equipo de São Paulo; y el Paulistão y la Copa de Brasil en 2009), un palmarés reciente que augura lo mejor para el futuro de la seleçao. El primer partido es un amistoso contra Estados Unidos y en la convocatoria aparece el nombre que la torcida y todo el país estaban esperando. El que Dunga no había llevado al Mundial africano: Neymar. Juega con el dorsal número 11, el mismo que lleva en el Santos. Al final del partido, no cabe en sí de gozo. El muchacho no esperaba marcar en su bautizo con los grandes, y menos de cabeza, pero el gol ha llegado en el minuto veintiocho del primer tiempo. Balón de Robinho para André Santos, que avanza por la izquierda, centra y el garoto de Mogi das Cruzes se anticipa a su defensa y golpea con la testa a la derecha de Howard, el portero estadounidense. Ney se arrodilla, levanta los brazos al cielo y besa el escudo de Brasil antes de recibir los abrazos de Ganso y Alexandre Pato. «Mi gol ha servido para darnos tranquilidad, después todo ha ido como la seda», explica Neymar, quien también asegura que con un debut así el nerviosismo de antes del partido se ha esfumado. 45 Leo Messi viste por primera vez la camiseta de la selección absoluta de Argentina el 17 de agosto de 2005. Un amistoso contra Hungría en Budapest en el estadio dedicado a Ferenc Puskás. Entra en el puesto de Maxi López en el minuto sesenta y cinco… y permanece en el campo poco más de cuarenta segundos. En el segundo balón que toca, dribla a Vanczák; el húngaro lo agarra por la flamante camiseta con el número 18, Messi levanta el brazo, empuja hacia atrás. ¡Bam! Un golpe en pleno rostro del defensa adversario. Markus Merk, el árbitro alemán, no tiene dudas. Codazo. Y, en medio de la incredulidad de los argentinos, le saca la tarjeta roja. Expulsado en su primeraaparición. No es exactamente lo que Leo había soñado, y se pasa el resto del partido llorando. De nada sirven las palabras de consuelo del entrenador y de sus compañeros de equipo. Es el 14 de agosto de 2003 cuando Cristiano Ronaldo recibe la llamada de su madre que le anuncia la noticia de su primera convocatoria con la selección absoluta para el amistoso contra Kazajistán. Jorge Mendes, su agente, se lo confirma poco después. Ronaldo lo comenta contento, orgulloso y algo abrumado: «Es un momento especial de mi vida. Todo me está pasando al mismo tiempo, primero el Manchester y ahora la selección». El 20 de agosto de 2003 en Chaves (Portugal), Ronaldo viste por primera vez la camiseta rojiverde. Luiz Felipe Scolari, el seleccionador, lo saca en la segunda parte. Entra por Luís Figo. Y se encuentra rodeado de los campeones que siempre ha tenido como ejemplo, como modelos a seguir. Figo y Rui Costa, sus mentores en el grupo, le han aconsejado estar tranquilo, jugar como siempre y, sobre todo, no dejarse vencer por la emoción. El chico sigue los consejos al pie de la letra y es nombrado por los medios de comunicación el mejor jugador del partido. Scolari lo felicita. Dos meses después, el 11 de octubre contra Albania, en Lisboa, Cristiano es titular. Y poco a poco entra en el grupo de los elegidos para la Eurocopa 2004 que se disputa en Portugal, un torneo que termina con las lágrimas del crack luso. Solo, perdido en medio del campo, no hace caso a las palabras ni a los gestos de ánimo de los compañeros. Llora porque nunca habría imaginado perder la final contra Grecia. Es la primera desilusión de Cristiano con la selección portuguesa. 2006, Mundial de Alemania. Ronaldo tiene veintiún años y los aficionados le han incluido, junto a Leo Messi y al ecuatoriano Luis Valencia, en la lista de los seis candidatos entre los que se elegirá al mejor jugador joven de la Copa del Mundo. Pero, otra vez, la historia termina con lágrimas. Francia, con un gol de penalti de Zidane, 46 elimina en la semifinal a Portugal. «Les Bleus» van a jugar la final de Berlín contra Italia. La final del cabezazo de Zidane al defensa Materazzi y del cuarto Mundial para los «azzurri». El 8 de julio de 2006, en el Gottlieb-Daimler-Stadion de Stuttgart, Portugal pierde por 3 a 1 en el partido por el tercer puesto contra la anfitriona, Alemania. Dos años después, en la Eurocopa de Austria y Suiza, es otra vez Alemania el verdugo de Portugal. La «Mannschaft», a las órdenes de Joachim Löw, elimina a la seleçao lusa en cuartos de final con un resultado de 2 a 3. A pesar de venir de la mejor temporada de su vida, pues lo ha ganado todo con el Manchester United, Cristiano no brilla. Solo marca un gol contra la República Checa. A su favor hay que decir que ha jugado con un gran dolor en el tobillo. «Era como tener un cuchillo clavado. No quiero volver a sentir lo mismo, era una tortura, incluso psicológicamente», dice después. Y llega la cita del Mundial de Sudáfrica. En la primera rueda de prensa que ofrece Cristiano, ahora capitán de la selección lusa, aparece sonriente, relajado y motivado ante el reto de la Copa del Mundo. Es el 13 de junio de 2010 en Magaliesburg, ciudad sudafricana donde se concentra Portugal. «Quiero ser el mejor del campeonato. No digo que vaya a ser el máximo goleador ni nada de eso, sino que —explica— voy a darlo todo para intentar ser el mejor. Y eso significa que vengo dispuesto a jugar bien y a ayudar a mi equipo a ganar.» Cristiano lleva quince meses sin marcar con la camiseta de la seleçao… y espera redimirse en el Mundial. Portugal pasa la primera fase imbatida y es la única selección de las treinta y dos del Mundial que no ha recibido goles. 0-0 contra Costa de Marfil, 7-0 frente a Corea del Norte, 0-0 ante Brasil. La escuadra lusa se planta con cinco puntos en octavos como segunda de grupo por detrás de la «Canarinha». En octavos se enfrenta a España, primera del grupo H. Cristiano ha aterrorizado a las defensas españolas en la Liga, ha sido capaz de ganar partidos él solo, es la figura de la selección portuguesa y una de las estrellas del torneo junto a Messi. Es verdad que con Portugal no ha sido capaz de brindar actuaciones estelares o de mostrar lo que ha enseñado al público español en su primer año con el Real Madrid, pero en Sudáfrica ha roto el maleficio del gol con su selección al marcar el sexto de los siete tantos que el conjunto portugués le ha endosado a Corea del Norte. En los tres partidos de la fase de grupos, Cristiano ha sido elegido el mejor jugador. Así que, contra «la Roja», se presenta como «el matador», el gran peligro. Y, además, existe el morbo de verlo enfrentado a sus compañeros merengues, como Sergio Ramos o Iker Casillas, y a Gerard Piqué o Carles Puyol, centrales del Barça, con los que ha protagonizado duelos históricos en la última 47 temporada en el Madrid. El 29 de junio de 2010, en el estadio Green Point de Ciudad del Cabo, suenan los himnos nacionales y Cristiano se queda mudo. Mal signo. Casi una premonición de lo que será su partido. Un fracaso: cuatro remates, dos a puerta. Nada más. El encuentro acaba con 1-0 en el marcador y España festeja la clasificación. CR7 abandona el campo desolado y derrotado. Los aficionados españoles lo abuchean, algunos portugueses también. La cámara lo sigue en primer plano. Su cara no expresa nada. La cámara no para de seguirlo. Cristiano se da la vuelta y escupe. ¿Al cámara o al suelo? Nadie lo sabe. El gesto es feo. Y la prensa de Barcelona se ceba con la actitud del madridista. Genera polémica también su escueta declaración ante la prensa que ha intentado esquivar: «¿El partido? Preguntadle a Carlos Queiroz». Y Queiroz, el entrenador luso, responde en la sala de prensa: «Si a alguien se le queda pequeña esta camiseta que no esté en el equipo. Mientras yo dirija esta selección nadie estará por encima». Sin embargo, defiende a su capitán cuando alguien le pregunta si no se le ha dado un papel demasiado importante: «Esa pregunta está fuera de lugar. Es nuestro líder, nuestro capitán. Creo en él». No piensa así Luís Figo, héroe lusitano y antiguo capitán de la seleção: «Independientemente del éxito o del fracaso, un capitán siempre tiene que defender al equipo, al margen de salir más o menos perjudicado en cuanto a su imagen. Y debe, sobre todo en los momentos difíciles, dar la cara por el grupo». Cristiano tiene que intentar apagar el incendio y hace una declaración oficial, como siempre a través de Gestifute, la empresa de Jorge Mendes. «Estoy sufriendo y tengo derecho a sufrir solo. Cuando dije que preguntaran al entrenador fue porque él estaba en rueda de prensa y yo no me sentía en condiciones de explicar el partido. Como capitán siempre he asumido y asumiré mis responsabilidades, pero en ese momento no hubiera conseguido decir ninguna frase lúcida. Jamás pensé que esas palabras provocarían polémica. No busquen fantasmas donde no los hay.» Lástima que, para Cristiano, los fantasmas del Mundial sean otros y más verdaderos que las polémicas por una declaración. El mayor fantasma del jugador más caro del mundo, del capitán de la selección, de la gran estrella universal, del futbolista que en sus tres clubes (Sporting, Manchester United y Real Madrid) ha marcado una avalancha de goles, es su balance en los dos Mundiales que ha disputado. En Alemania lo amparó la edad, veintiún años, y la gran actuación del equipo luso, pero su botín fue un penalti contra Irán y el gol que marcó en la tanda desde los once metros contra Inglaterra. En Sudáfrica, después de jugar todos los minutos, remató en veintiuna 48 ocasiones pero solo marcó un gol. No, no se ha visto al Cristiano deslumbrante con Portugal. «¿Es el sistema el que limita a Cristiano Ronaldo o es él quien no estaba en condiciones de dar más?», se pregunta al día siguiente del partido Record, el periódico deportivo lisboeta. Habrá que esperar a la Eurocopa de Polonia y Ucrania de 2012 para contestar. ¿Qué esperan los portugueses de Ronaldo? Que sea como en el Madrid,que marque un gol por partido. Cosa que con la camiseta de la selección no ha hecho hasta ese momento. Ha anotado treinta y dos tantos en noventa partidos internacionales, lo que supone una media de 0,36. Y en las grandes citas solo ha marcado cinco: tres entre las dos Eurocopas que ha jugado (2004 y 2008) y dos en sendos Mundiales (2006 y 2010). Los portugueses esperan que sea un líder también con la seleçao. En definitiva: sueñan con un Cristiano como el Maradona del Mundial de México de 1986, un capitán que lleve en volandas al equipo hasta la consecución del título. Pero en los primeros dos partidos, CR7 no es lo que quiere su pueblo. Contra Alemania pasa casi inadvertido. Y frente a Dinamarca vive una tarde calamitosa. Desde Portugal despuntan las críticas y no solo por su rendimiento, también por sus declaraciones y su forma de ser en el campo, con reproches a los compañeros cuando las cosas no salen bien. Le acusan de egoísmo, se dice que piensa demasiado en sí mismo y en el Balón de Oro, y poco en el equipo. «No tiene madurez para ser el capitán, fue una irresponsabilidad de Scolari. Ahora nadie puede controlar el ego y eso es perjudicial para el grupo y para el propio Cristiano», comenta al Diario de Noticias Antonio Simões, exdirector de la Federación. Los compañeros de vestuario lo defienden a ultranza. Varela declara: «No pasa nada con Cristiano. Es nuestro capitán y está con todo el equipo. Hace grupo todo los días y está sacrificándose por Portugal». Todo cambia el 17 de junio contra Holanda. Cristiano exhibe su casta, destroza la defensa «oranje» y, con dos goles, da el pase a cuartos a la seleçao. Cuatro días después, doblega las manos de Petr Cech con un cabezazo imperial y liquida a la República Checa. Al día siguiente la prensa lusa se rinde al talento de CR7. «E’ o melhor do Mundo», titula en primera Record; «Ja vale Ouro», dice O Jogo. Lástima que Portugal tenga que verse las caras otra vez con España. El 27 de junio, en Donetsk, las dos selecciones disputan la semifinal de la Eurocopa. Después de ciento veinte minutos de juego, el resultado es 0 a 0. Cristiano no ha tirado ni una sola vez entre los tres palos. Solo contabiliza siete remates: cinco fuera y dos rechazados por la defensa española. Tanda de penaltis. CR7 espera lanzar el quinto de la serie. El que nunca llegará. Cesc 49 Fàbregas anota el gol decisivo que da el pase a España. «¡Qué injusticia!», murmura delante de las cámaras el capitán luso. La historia no tiene un final feliz, pero esta vez los aficionados portugueses se rinden ante Ronaldo y la seleçao. Un día después de la eliminación, en el aeropuerto de Lisboa, son ovacionados por centenares de hinchas que les brindan un recibimiento triunfal. «Queremos decirle a Ronaldo que ha estado muy bien. Es el mejor jugador del mundo», dice un joven que acude al aeropuerto con un grupo de amigos. Sí, al final CR7 ha conquistado el corazón de su pueblo. Un año y pocos meses más tarde vuelve a hacerlo. El 19 de noviembre de 2013 en Solna, con un histórico hat-trick, Cristiano Ronaldo da la victoria a Portugal ante Suecia en la repesca y clasifica a su selección para el Mundial de Brasil de 2014. Y, de paso, gana su duelo personal con Zlatan Ibrahimovic, autor de los dos goles suecos. Ganar la Copa del Mundo es un sueño para el número 7 de Portugal, flamante Balón de Oro. Como lo es también para Messi y Neymar. Lionel lo ha dicho una y otra vez: su gran ambición, su reto universal es proclamarse campeón del mundo con Argentina. Después de haber obtenido todos los galardones individuales y con su club posibles, el Mundial de Brasil es su ocasión para convertirse en el mejor futbolista de la historia, para ser mejor que Maradona y para conquistar, de una vez por todas, a su país, que al principio no le ha reconocido sus méritos. Ahora Leo es el hombre clave en el grupo dirigido por Alejandro Sabella, es el capitán y la voz cantante del equipo. Pero lo de Messi con la selección absoluta no ha sido un camino de rosas. Veamos. 2006, Mundial de Alemania. Después del éxito del rosarino con la Sub- 20 en el Mundial de Holanda, José Pékerman, el seleccionador, lo ha incluido en la lista de los veintitrés convocados. Los argentinos han puesto muchas esperanzas en él, desean que confirme, con la camiseta de la absoluta, las maravillas que se cuentan en Europa sobre el heredero de Maradona. Desde los tiempos del «Pibe de Oro» sueñan con un jugador diferente, espectacular, mágico y al que puedan amar y venerar como lo hicieron y hacen aún con Diego. Multinacionales y empresas argentinas han apostado por él para aprovechar el efecto mundial. Pero Lionel tiene solo dieciocho años y es necesario recordar que, desde los años treinta, ningún jugador de la «Albiceleste» ha saltado al campo para disputar una fase final con esta edad. Maradona a los dieciocho años ni siquiera fue convocado por César Luis Menotti para el Mundial de Argentina 78. Leo ve desde el banquillo el primer partido ante Costa de Marfil. En la decisión de Pékerman pesan la edad y una lesión. Messi se ha recuperado pero, al parecer, todavía 50 tiene molestias musculares. Contra Serbia y Montenegro, en el estadio de Gelsenkirchen, el 16 de junio, Messi vuelve de nuevo al banquillo. Pero, en el minuto setenta y cuatro, hace su debut en el torneo. Entra en sustitución de Maxi Rodríguez. Minuto ochenta y siete: Tévez, Crespo, de nuevo Tévez, que alarga el balón para Messi, quien llega a toda velocidad por la banda derecha. Supera al defensa y, colocándolo entre el palo y la mano del portero, marca el sexto gol de Argentina. Después se para y señala con el dedo a quien le ha ofrecido el regalo. Crespo va a abrazarlo; estalla el delirio en las gradas. Esta vez el debut es espléndido y el míster alinea a Messi como titular en el último partido del grupo C contra Holanda, intrascendente porque ambos equipos ya están clasificados para octavos. Entre el público hay una gran expectación. ¿Qué maravillas mostrará esta vez Lionel? Si en quince minutos ha causado estragos, quién sabe qué hará en noventa. Sin embargo, no es su noche, su presencia sobre el terreno de juego es intrascendente. El 24 de junio, el día de su decimonoveno cumpleaños, Leo vuelve a ser espectador durante ochenta y cuatro largos minutos en el choque contra México. Cuando entra en sustitución de Saviola el resultado es 1-1. Se va a la prórroga. Y aquí el chico de Rosario cambia el ritmo del partido. Maxi Rodríguez suelta un zurdazo que se cuela por la escuadra y Argentina se clasifica para cuartos de final. En Berlín, el 30 de junio, se enfrenta a la selección anfitriona, Alemania. Ciento veinte minutos de juego, de los que Leo Messi no disputa ni uno. Es el enigma, la polémica de un choque que acaba con la eliminación de Argentina en la tanda de penaltis (4-2, después de haber llegado al final del tiempo reglamentario con 1-1 en el marcador). ¿Por qué Pékerman no lo saca? Si hubiese entrado en el campo, dice la vox populi, Argentina habría cerrado el partido antes de llegar a los tiros desde los once metros. Messi se habría encargado de revolucionar el encuentro. «La gente esperaba que Messi fuera el gran Maradona de este Mundial, pero él solo estaba dando los primeros pasos en un muy buen equipo como era Argentina. Espero que esta experiencia le sirva para el futuro», dice el cuestionado Pékerman. Y Leo Messi ¿qué opina?: «Pékerman decidió que fuera así… Había jugadores como Saviola y Crespo que lo estaban haciendo muy bien y ya está». Cuatro años después, en Sudáfrica, quien manda en la «Albiceleste» es Diego Armando Maradona. «El Pelusa» mima a su discípulo y la víspera del torneo explica: «Yo pienso que Messi es el mejor del mundo. Y es argentino. Ya le dije a los muchachos: “Si la pelota pasa por Leo, vamos a tener muchas más posibilidades”. Les tengo que meter en la cabeza que son un equipo y que tenemos a Messi para que pueda 51 ser el mismo que en el Barça. Messi sabe que los compañeros esperan que sea la frutilla del postre. Él tieneque ser líder de la pelota». Lionel está a la altura de tanto piropo en el Ellis Park de Johannesburgo, el sábado 12 de junio de 2010, contra Nigeria. Es el mejor de Argentina. Al final del partido, ganado gracias a un testarazo del defensa Gabriel Heinze, Maradona se abalanza sobre Lionel, lo alza en sus brazos, lo aprieta contra su pecho, contra su traje con corbata digno de un filme de Quentin Tarantino y, con vehemencia, lo besa. Al día siguiente, durante la rueda prensa, «la Pulga» explica: «En la selección no era yo mismo, no era el que era en Barcelona y lo notaba. Pero siempre tuve el respaldo de Diego y todo eso lo cambié gracias a la confianza de mis compañeros. Acá voy a demostrar lo que soy y tengo que seguir por este camino. Me encantaría que en mi país me quieran como lo hacen en el Barcelona». Sí, parece que esta vez, por fin, Leo va a conquistar a la afición argentina que lo ha mirado de reojo porque es el único de la selección que no ha jugado ni un minuto en un equipo de la Primera División de su país; porque con la «Albiceleste» nunca ha estado al nivel del Barcelona; porque hasta el momento no ha sido el líder, el comandante en jefe, el nuevo Maradona. Contra Grecia, último partido de la fase de grupos, Maradona ha reservado una gran sorpresa a su número 10: por primera vez llevará el brazalete de capitán. Es la consagración que Leo tanto esperaba. Argentina vence, por 2-0, un partido duro y condicionado por el frío, y se planta en los octavos de final con tres victorias. Pasa de selección condenada al ridículo a favorita para alzarse con la victoria final. El 27 de junio el conjunto argentino gana a México por 3-1; derrota a los hombres dirigidos por Javier Aguirre con oficio y experiencia. Messi no marca ningún gol. «Tengo que meter un doble contra Alemania o nada», bromea al final del partido el 10 de la selección. No será así. En cuartos de final la «Mannschaft» de Schweinsteiger, Müller, Özil, Khedira y Kross pasa por encima de Argentina. Fracasa la apuesta táctica de Maradona, que alguien había definido como revolucionaria, y también se estrella Messi justo en el partido más importante. Lejos de la portería, Lionel suma hasta doce pérdidas de balón y ninguna recuperación. Se desespera porque sus compañeros no lo abastecen en las pocas ocasiones en las que los alemanes le dejan espacio. Acaba en tierra de nadie. Hundido. Su balance en el Mundial es triste. Ha disputado cinco partidos, ha rematado más que nadie (treinta veces en total, doce a puerta y dos al palo), pero no ha marcado ni un solo gol. Un día más tarde, la prensa argentina titula: «La selección se fue humillada del Mundial. La peor caída desde el 74» (Clarín), 52 «Alemania desnuda a Argentina» (La Nación), «Messi sin goles ni gloria» (Olé), «El llanto de Messi. El llanto de Argentina» (Perfil). Tras el partido, Lionel no habla; no dice, como Maradona, «esto es lo más duro que me tocó vivir. Es una trompada»; deja solo sus lágrimas. Varios días después, deja unas pocas líneas en Tencet, un blog traducido al mandarín: «Me siento realmente mal, quiero volver a casa. No jugamos bien el partido, no cumplimos con las expectativas de mucha gente y tenemos que comenzar desde el principio». El principio es un nuevo seleccionador, Sergio «el Checho» Batista, y el reto es la Copa América 2011 que Argentina disputa en casa. Sin embargo, se produce otro sueño frustrado, otro fracaso nacional, como escribe Olé: el 16 de julio de 2011 en Santa Fe, Uruguay echa a Argentina, en su propia cancha, de la que tenía que ser «su» Copa. La tanda de los penaltis manda a casa a Leo Messi que, como ocurrió en el Mundial de 2010, no ha marcado ni un solo gol en los cuatro partidos disputados. «Otro fracaso nacional», escribe Olé, como en la Copa América de 2007, cuando, bajo la batuta de Alfio «el Coco» Basile y con Messi, Argentina pierde por 3-0 contra Brasil en la final del torneo. Y Messi recibe las críticas de la prensa: «Hizo poco para que la historia fuera diferente. Leo, sin vértigo, ni fútbol, resultó cercado por la marca brasileña y quedó encerrado en su laberinto», sentencia Clarín. Son muchas las desilusiones de Leo con la «Albiceleste»; la única felicidad le llegó en los Juegos Olímpicos de Pekín. En la semifinal, Argentina anula, humilla y se burla de Brasil. Agüero, con dos goles y la participación en el tercero (le hicieron un penalti que transformó Riquelme), pone en evidencia la pobreza del equipo de Dunga y la decadencia de Ronaldinho. Leo, sin impresionar, gana el duelo con «Ronnie», su amigo, su mentor, su excompañero de equipo. Es feliz. Ronnie en cambio solo quiere esconderse, desaparecer de la faz de la Tierra. «Estoy triste, muy triste», dice después. Leo va a consolarlo y vuela hacia el oro. El 23 de agosto de 2008, en el Estadio Nacional de Pekín, el «Nido de Pájaro», Argentina gana a Nigeria con un gol de Ángel Di María, el exjugador del Rosario Central, hoy en las filas del Real Madrid. Messi, abrazado al «Kun» Agüero, festeja el sueño alcanzado. Un sueño que para Neymar se esfuma en los últimos noventa minutos. Durante los primeros cinco partidos del torneo olímpico de Londres 2012, el hoy número 11 del Barcelona ha estado imparable. Ha marcado tres goles, ha dado cuatro asistencias y es el segundo goleador del equipo, por detrás de Leandro Damião, que ha hecho diana en seis ocasiones. Neymar está satisfecho con su actuación hasta el momento, aunque se resta 53 mérito y afirma que su función es la misma que la de los demás: ayudar a conquistar el único título que le falta a Brasil: la selección más laureada del mundo nunca ha ganado en una Olimpiada la medalla de oro en fútbol. Lo han intentado sin éxito Ronaldo, Rivaldo, Bebeto y Ronaldinho. Parece que esta vez en Londres será la definitiva, pero, finalmente, llega la decepción. El 11 de agosto de 2012, México gana el oro y Brasil pierde su tercera final olímpica, como en 1984 contra Francia y en 1988 contra la Unión Soviética. Mientras los mexicanos lo celebran, Neymar llora desconsolado sobre el césped de Wembley. Al día siguiente, la prensa habla de rendimiento negativo del garoto de Mogi das Cruzes. Subraya el segundo fracaso del jugador tras la Copa América de 2011, cuando la selección brasileña es eliminada en cuartos de final por Paraguay en la tanda de penaltis. Y hay quien duda del número 11 de la «Canarinha» con vistas al Mundial de Brasil. Su trayectoria en la seleçao, que había empezado de manera fulgurante, parece haberse estancado. Las críticas de los medios y de los aficionados se intensifican en 2013. Ney lleva una racha negativa con la camiseta verde-amarela, no marca como suele hacer con el Santos. La gente comenta que está más pendiente de su peinado, de sus compromisos publicitarios o del fichaje con el FC Barcelona que de brillar con la selección nacional. Sin embargo, Neymar demuestra que todo eso es una falsedad en la Copa Confederaciones de 2013. El 15 de junio, en el primer partido contra Japón celebrado en Brasilia, Ney, con el número 10 en la espalda, marca su primer golazo a los tres minutos. Marcelo centra desde la izquierda, Fred la detiene con el pecho y Ney, mientras el balón todavía está en el aire, dispara con la derecha e introduce el esférico en la red, a noventa y ocho kilómetros por hora. Un gol que será candidato al Premio Ferenc Puskás de la FIFA. El 19 de junio de 2013, antes del segundo partido, el nuevo delantero del Barcelona respalda las protestas y manifestaciones que recorren todo Brasil. Escribe en su cuenta de Facebook: «Triste por todo lo que está ocurriendo en Brasil. Siempre he esperado que no fuera necesario llegar al punto de tener que salir a la calle para exigir mejores condiciones de transporte, salud, educación y seguridad. Todo es OBLIGACIÓN del Gobierno. Mis padres han trabajado mucho para darnos a mi hermana y a mí una mínima calidad de vida… Hoy, gracias al éxito con el que me honráis, esto puede sonar a demagogia, pero no lo es: alcemos las banderas a favor de las manifestacionesque están teniendo lugar en todo Brasil. ¡Soy BRASILEÑO y amo a mi país! Tengo familia y amigos que viven en Brasil. ¡Por eso yo también quiero un Brasil más justo, más seguro, más 54 sano y más HONESTO! La única forma en que puedo representar y defender a Brasil es jugando a fútbol. Pero, a partir de este partido contra México, saldré al campo inspirado por esta movilización popular». Está inspirado, no hay duda. Marca la diferencia y no solo contra México, sino también contra Italia y Uruguay. Lleva a Brasil a la final de Río de Janeiro. La que todos esperaban: Brasil contra España, campeona de Europa y del mundo. Minuto cuarenta y cuatro de la primera parte, Oscar y Neymar arman un contraataque fulminante y vertical. En el borde del área, Oscar se detiene con el balón, Neymar retrocede para no caer en fuera de juego y le pide la pelota a su compañero. Recibe en el extremo del área, prepara el disparo y con la izquierda suelta un cañonazo que penetra justo bajo el larguero de Iker Casillas. Es un gol sensacional, y el número 10 lo celebra arrojándose a los brazos de la torcida. Es su cuarto gol en la Copa Confederaciones y el mazazo que pone de rodillas a los campeones del mundo. 3-0 es el resultado final. Maracaná es una fiesta. Y Neymar, feliz, puede posar para la foto de recuerdo con la medalla de campeón y tres trofeos: la Copa Confederaciones, el Balón de Oro al mejor jugador y la Bota de Bronce al tercer máximo goleador del torneo. Ahora, avalado por aquel triunfo en la Copa Confederaciones, Brasil aspira a reencontrarse con un título que no gana desde Japón y Corea, hace ya once años, cuando en un mismo equipo coincidieron Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho. Es, sin duda, una de las grandes favoritas para el Mundial, y Neymar espera poder festejar en Río de Janeiro, el domingo 13 de julio de 2014, el título de hexacampeón del mundo. Pero quién sabe si antes tendrá que verse cara a cara con Cristiano Ronaldo o Lionel Messi. Los tres tienen alguna cuenta pendiente en sus respectivos equipos nacionales y, ahora, el Mundial de Brasil les ofrece una nueva oportunidad de resarcirse, de enterrar fantasmas del pasado y de demostrar por qué son los mejores. El camino hasta aquí no ha sido fácil para ninguno de ellos. Todos han vivido algún momento difícil con la camiseta nacional y han sido cuestionados por su juego, su actitud o su falta de gol. También todos han remontado, han llevado a sus selecciones a la victoria y han protagonizado momentos épicos. Pero necesitan más. Neymar deberá mostrar la misma determinación que el chaval que marcó en su debut con la «Canarinha», confirmar que sigue siendo el jugador de la Copa Confederaciones, que la polémica por su fichaje por el Barcelona no le ha pasado factura, que ha madurado. Messi y Cristiano están obligados a confirmar su valía como capitanes, a dar ejemplo, a no dejarse abatir por las circunstancias adversas como les ha sucedido en más de una ocasión en el pasado. Toda 55 la presión recae sobre ellos; todos los ojos, todas las cámaras analizarán cada uno de sus movimientos. Están acostumbrados, lo viven cada vez que juegan un partido con sus clubes, pero en la Copa del Mundo las expectativas se multiplican. Es el título más deseado, el único que le falta a Messi. Si lo consigue, el número 10 del Barça «se convertirá en una leyenda», en palabras de Ronaldo Luís Nazário de Lima. Los pronósticos y apuestas le son favorables al colocar a Argentina como una de las más firmes candidatas a alzarse con el trofeo de la FIFA. Lo mismo pasa con Brasil y Ney, quien afronta en casa su primer Mundial. Cristiano Ronaldo, sin embargo, llega con cierta desventaja. Tras clasificarse en la repesca, su selección no está incluida entre las favoritas; aunque, conociéndole, el jugador lo dará todo sobre el terreno de juego para que Portugal dé la sorpresa. 56 Estilo y virtudes Una línea recta, un zigzag, una elipsis. Con la geometría casi parece fácil definir, en una sola palabra, un estilo de juego. Tal y como decía el escritor Manuel Vicent, «Cristiano Ronaldo sigue la tesis de Euclides: la línea recta es el camino más corto entre dos puntos, que este jugador recorre a una velocidad uniformemente acelerada hasta que estallan juntos su cuerpo y el gol». Para llegar a la portería contraria, Lionel Messi dibuja una serie de líneas en el campo que forman alternativamente ángulos entrantes y salientes. Neymar, por su parte, es la ejemplificación de una elipsis. «Una curva simétrica, una figura retórica, un estilo de juego que consiste en crear formas no lineales, espacios imprevistos, empleando el regate como procedimiento decisivo. Tan pronto sirve para crear una penetración en el espacio del adversario como se convierte en puro valor estético», explica José Miguel Wisnik, músico, compositor y ensayista brasileño. Hablando de estética, Eduardo Gonçalves de Andrade, más conocido como Tostão, uno de los grandes de la historia futbolística brasileña, define el estilo de Neymar como «barroco», mientras que el de Messi lo califica de «minimalista». ¿Por qué? Porque Lionel «hace pocos gestos, solo los que son absolutamente necesarios para hacer algo extraordinario. Neymar es más teatral, más recargado, más decorado; busca siempre ofrecer espectáculo, se divierte demostrando su habilidad con el balón». Tostão compara Pelé a Messi y Maradona a Neymar: «“O Rei”, al igual que Leo, posee una increíble capacidad de síntesis de la que Neymar carece. Síntesis en el sentido de buscar el gol con pocos movimientos. Jamás he visto a Pelé hacer un regate de más. Se deshacía de los rivales con el único propósito de llegar a la portería, como Messi. Su juego era esencial. Maradona, al contrario, amaba exhibirse, mostrar su habilidad con el balón en los pies». ¿Y Cristiano? Por su búsqueda obsesiva de la perfección absoluta responde a los cánones estéticos del clasicismo. Sí, Cristiano ha ido depurando su estilo, ha eliminado gradualmente cualquier elemento antológico para llegar a la forma perfecta, a la más útil 57 en un terreno de juego, para ganar. Cristiano Ronaldo y Lionel Messi demuestran con su estilo ser un modelo futbolístico global. CR7 es el fruto de la evolución que el jugador ha vivido al pasar del Sporting al Manchester United, de una escuela lusitana a la anglosajona. Messi demuestra en cada momento su argentinidad y, al mismo tiempo, su pertenencia a una cultura y a un estilo de juego profundamente barcelonista. Neymar es el último representante (en sentido cronológico del término) de la gran tradición brasileña, de aquel fútbol que Pier Paolo Pasolini, director, escritor y gran apasionado del balón italiano, definía en un ensayo de 1971 como «fútbol de poesía», en oposición al «fútbol de prosa» practicado en Europa. Neymar es la fantasía, Messi es la magia, Cristiano es la fuerza aplicada a la técnica. Los tres comparten una virtud primordial, algo que en la dirección empresarial se llama el «efecto Gretzky». Wayne Gretzky, canadiense, ha sido uno de los mejores jugadores de hockey de todos los tiempos. Cuando se le preguntaba cuál era su secreto, respondía: «Es muy fácil. Patino hacia donde va a ir el puck, no hacia donde está ahora». Dicho con las palabras de Betinho, primer entrenador de Neymar: «Su mente veía lo que podía ocurrir antes que los demás. Siempre iba un paso por delante. Sabía adónde iba el balón y cómo reaccionaría el rival». Esto significa tener capacidad de anticipación, adelantarse al contrario, prever sus movimientos, impedir que llegue a su objetivo y marcar la diferencia. Algo fundamental, no solamente en el fútbol. Messi, Cristiano y Neymar lo hacen cada uno con sus virtudes particulares. Leo Messi tiene un control del balón impresionante, siempre pegado al pie izquierdo. Se mueve bien, con o sin pelota, en los espacios pequeños. Y se revuelve en un pañuelo. Nunca sabes adónde irá, si a la derecha o a la izquierda. «Es uno de los pocos jugadores del mundo que conduce la pelota sin mirarla y esto le permite ver al contrario,a los compañeros y dar el pase impensado. Esto puede hacerlo porque mira a la cancha y pasa. Y, además, tiene pensamiento corporal. Es mente y cuerpo. Todo a la vez. Tiene el mismo don que tenían Pelé, Maradona o Di Stéfano. Es la velocidad del orden, del cerebro a las piernas. Messi tiene una idea y ¡pic! ya está hecha», explica Roberto Perfumo, «el Mariscal», exzaguero del River, Racing y Cruzeiro, uno de los mejores defensas del fútbol argentino, comentarista y psicólogo social. Estas virtudes han llevado al médico holandés Pieter Medendorp, de la Universidad Radboud de Nimega, a estudiar el cerebro de Messi para comprender cómo se toman decisiones en fracciones de segundo. «Messi —comenta Medendorp— decide si correr, saltar o chutar en un instante 58 y queremos averiguar cómo hace esto su mente. ¿Qué hace que opte por una cosa y no por otra? En el campo, Messi sabe dónde se encuentran los demás y, en ese momento, decide no solo cómo zafarse de un marcaje o hacia dónde ir, sino también qué pie utilizar y qué hacer con el balón». Pensamiento corporal aparte, está la velocidad: Messi es muy preciso a máxima velocidad, cosa nada fácil ya que, muchas veces, la velocidad conduce al atropello. Arrancada explosiva, aceleración, velocidad punta en espacios reducidos, regate, giro eléctrico, asistencias, llegada, gol, capacidad de inventar siempre algo nuevo y de asociarse, de buscar apoyos y paredes, de jugar para el equipo. Algo que ha aprendido con el tiempo, porque nació individualista. Es el chico que en el campito de la escuela sabe que es bueno y a los compañeros les dice: «Dame el balón que quiero jugar, quiero divertirme». Lo mismo que hacía de pequeño Cristiano Ronaldo y que, algunas veces, sigue haciendo en el campo cuando reclama a voces y con gestos evidentes el pase del balón para resolver el partido. También hay que decir que el portugués ha madurado mucho desde los primeros tiempos en el Manchester United. Ahora se asocia mejor con el resto de compañeros, se compromete más en defensa y sabe leer mejor los partidos. Pero sus cualidades no han cambiado, solo se han incrementado. Físico portentoso, estructura muscular equiparable a la de un atleta de élite, velocidad que nada tiene que envidiar a un Usain Bolt, capacidad de elevación descomunal, potencia de tiro, disparo con las dos piernas en carrera, regate en corto y en largo y, sobre todo, un golpeo del balón terrible, que imprime a la pelota un efecto descomunal, no solo cuando tira faltas «versión tomahawk», sino también cuando dispara en un lance del partido y logra que el esférico describa una parábola muy complicada para un portero. Sí, Cristiano es un goleador maravilloso. Voraz, siempre hambriento, siempre dispuesto a mejorar, a empezar una y otra vez la pugna. «Para él no hay victorias ni derrotas eternas, todo comienza de nuevo después de un partido», afirma Álvaro Pereira, uno de sus entrenadores en la Academia del Sporting . Y añade: «Cristiano es cincuenta por ciento cerebro y cincuenta por ciento pasión por el entrenamiento, por el fútbol y por la profesión». Y de Neymar, ¿cuál es la virtud que más impresiona? Muricy Ramalho, exentrenador del Santos, no tiene dudas: «Su capacidad de hacer cosas que nadie imagina. En el fondo, un crack es justamente eso: la jugada inesperada, la improvisación, la inventiva. Cuando todo el mundo piensa que irá hacia un lado, él va hacia el otro; eso es lo que ocurre con Neymar y por eso es tan decisivo. El defensa está convencido de que tratará 59 de superarlo por la izquierda y él, en cambio, se inventa una vaselina. Improvisa, no sigue las normas establecidas. Es capaz de salir de situaciones difíciles cuando nadie daría nada por ello». De la misma opinión es José Miguel Wisnik. «Neymar —dice— posee un repertorio de regates formidable, un repertorio que sorprende por su inventiva, por su novedad. Algo inesperado, imprevisto. Además, posee una gran visión de juego, sirve pases certeros y tiene una gran capacidad para culminar. No es un simple regateador, no tiene una relación puramente retórica con el regate. Su estilo es tecnológicamente avanzado, ornamentado, pero fulminante». A todo eso hay que añadir la alegría de tocar a bola, del jogo bonito. Messi y Cristiano la comparten. Y es algo fundamental, es una característica de todos los grandes campeones del presente y del pasado. Sin pasión por el juego, sin la locura del balón, sin el amor por el fútbol, sin la capacidad de volver a ser niños emocionados con el juguete preferido incluso la profesión de futbolista se vuelve aburrida. 60 Claves del éxito Cuenta Rodrigo, el hermano de Leo, que «cuando tenía cinco o seis años no había otro regalo que pudiera hacerlo tan feliz como una redonda. Como todos los niños, Leo estaba loco por el fútbol. Todos los chiquillos quieren ser futbolistas, pero él ha sabido ser fiel a su pasión y ha buscado su sueño. Porque su felicidad pasaba y pasa por el fútbol. La diferencia conmigo, que era delantero, es que Leo tiene una cualidad que yo no tenía: mucha voluntad, ha trabajado mucho y ha hecho muchísimos sacrificios para llegar a ser lo que es». Dice Jorge Mendes, el representante de Cristiano desde que este tenía dieciséis años y jugaba en el Sporting de Lisboa, en una entrevista al periódico español ABC, que la vida del jugador «es un ejemplo de voluntad y de esfuerzo que deben conocer los niños que desean ser deportistas. Se levanta muy pronto y se marcha al entrenamiento. Después, come. Tiene una alimentación cuidada y equilibrada para rendir al máximo. Por la tarde dedica horas a estar con su hijo, Cristiano Júnior. Duerme la siesta con él. Luego se pone a nadar en la piscina, una o dos horas. Siempre haciendo ejercicio, cuidándose. Y tras cenar ligero, se va a dormir muy pronto, a las once. Es un enorme profesional. Nadie es más profesional que él. Pueden igualarle, pero nadie puede superarle en dedicación. Es admirable esa pasión y esa entrega. Es increíble su profesionalidad y su sacrificio. Nunca está conforme. Siempre quiere más, llegar más alto. No es de los que piensan: “Ya he llegado muy arriba, ya vale”. No. Se entrena diariamente para ser mejor futbolista». Recuerda Reginaldo Ferreira de Oliveira, conocido como Fino, entrenador de Neymar en la Portuguesa y en fútbol sala del Liceu, que «a Juninho le encantaba jugar y siempre ha querido ser el mejor. El mejor de la calle, del barrio, de la ciudad, luego del estado, después del país y ahora quiere ser el mejor del mundo. Cada día quiere más y esto ha sido así desde que era pequeño». En pocas palabras, Rodrigo Messi, Jorge Mendes y Fino explican las cualidades que, 61 talento aparte, se necesitan para llegar tan lejos. O, mejor dicho, las claves del éxito de tres campeones. Vamos a desglosarlas. En primer lugar, son fieles a una pasión. La pelota es el juguete preferido de Leo, Cristiano y Neymar; a los tres les encanta jugar, aman el fútbol pero, a diferencia de millones de niños, tienen ilusión por llegar a ser algún día profesionales. Y, todavía más importante, saben perseguir su sueño. Esto significa tener una gran fuerza de voluntad para superar etapas muy duras, como sucedió, en el caso de Messi, durante sus primeros años en España; o en el de Cristiano en sus inicios en Lisboa y a raíz de la muerte de su padre. Fuerza de voluntad y sacrificios. Uno de los más grandes, sin duda, ha sido renunciar a una adolescencia normal para dedicarse a entrenamientos y partidos. Decía tiempo atrás Celia Cuccittini: «Como madre, le pido a Dios que sea feliz, que viva la vida, porque Leo todavía no ha vivido. Se ha dedicado y se dedica al fútbol en cuerpo y alma. No ha podido hacer muchas cosas que hacen los jóvenes de su edad». Y llegamos al tema trabajo, mucho trabajo. «Para llegar a tener éxito hay que trabajar más que los otros», explicaba en 2009 Cristiano Ronaldo al recién llegado Karim Benzema. No hay duda de que CR7 se aplica a sí mismo este consejo. «Ronaldo es el futbolista con mayor talento y mayor capacidad detrabajo que he tenido la suerte de entrenar», declaraba sir Alex Ferguson, su entrenador en el Manchester United. Y no es el único, todos los técnicos del número 7 madridista se han dado cuenta de ello. El último, Carlo Ancelotti. Recién llegado a Madrid, el técnico italiano se ha quedado impresionado con la capacidad de esfuerzo y de trabajo diario del delantero. Cristiano es uno de los primeros en llegar a Valdebebas y es raro el día que no permanece un rato más tras el entrenamiento para perfeccionar algún aspecto de su juego. La misma seriedad aplica en recuperarse tras un partido. Gimnasio, fisio, sesiones de contraste de agua fría y caliente, criosauna y largos en su piscina. Todo para cuidar su físico, su musculatura y evitar lesiones. Pero no es algo nuevo. Cuando era un chaval se lo encontraban a la una de la madrugada en el gimnasio de la Academia del Sporting haciendo pesas sin autorización. En la habitación hacía abdominales y flexiones, y se entrenaba con pesas en los tobillos para fortalecerlos y mejorar su regate. Cuando sus compañeros se van a la ducha después del entrenamiento, él se queda en el campo ensayando libres directos contra una barrera de picas. Lo mismo cuenta Alcides Magri Júnior, entrenador de Neymar en el equipo de fútbol sala del Gremetal: «Me acuerdo de que cuando terminaba los entrenamientos, Neymar pasaba por la secretaría técnica y Edy 62 le decía: “Eh, garoto, vete a comer con los demás”, pero él no hacía caso y seguía peloteando por su cuenta». Trabajar duro para cumplir un sueño, para mejorar cada día, para aprender, para progresar, para ser el mejor del barrio, del equipo y del mundo, y para continuar siéndolo. Porque, como dice un anuncio protagonizado por el tenista suizo Roger Federer, para ser el mejor no basta con tener éxito, hay que demostrarlo una y otra vez. Y hay que mantenerse en la cumbre, allí arriba. Para hacerlo, lo más difícil: se necesita cabeza y gran profesionalidad. La profesionalidad que impone cuidar de tu cuerpo. Ronaldo, por ejemplo, no fuma, no bebe alcohol y su alimentación está rígidamente controlada. La profesionalidad que te hace dedicarte a tu trabajo sin que nada pueda desconcentrarte. En esto ayuda, y mucho, un entorno favorable: la familia, los buenos amigos, que te apoyen y te mantengan en el «buen camino». Que no siempre sean aduladores a cualquier precio. En definitiva: alguien que te permita mantener los pies bien anclados al suelo. ¿Cuántas veces ha repetido Cristiano Ronaldo que su familia es un pilar en su vida? Y Neymar añade: «No puedo prever el futuro pero sé que mi familia siempre estará conmigo». Y esto no es todo. Falta algo muy importante que marca la diferencia, lo que distingue a un gran campeón de un futbolista normal: el hambre de victoria, las ganas de ganar, siempre, en cualquier condición, contra cualquier adversario, en cualquier juego. «Ronaldo era decidido en todo lo que hacía —recuerda Leonel Pontes, tutor de Cristiano en la Academia del Sporting—. Quería ser el mejor en todo: ping-pong, tenis, billar, futbolín, dardos, atletismo, en el uno contra uno o en la velocidad. Su equipo siempre tenía que ganar. Y él tenía que ganar en cualquier deporte que practicara. Pienso que es una de las cosas que lo han llevado a donde está.» El mismo impulso y la misma determinación que han llevado a Messi y a Neymar a la cumbre. 63 Duelos El deporte, desde siempre, ha vivido y vive de los duelos. Los cara a cara son el pan de todos los días que apasiona y divide a los aficionados de medio mundo. Muhammad Ali versus Joe Frazier, Alain Prost vs. Ayrton Senna, Phil Mickelson vs. Tiger Woods, John McEnroe vs. Björn Borg, Magic Johnson vs. Larry Bird, Roger Federer vs. Rafa Nadal, Valentino Rossi vs. Max Biaggi, Carl Lewis vs. Ben Johnson, Serguéi Bubka vs. Thierry Vignerony esto por recordar tan solo algunos. La lista podría continuar. Pero en el fútbol nunca se ha dado el caso de que los más grandes tuvieran enfrente a quien pudiera hacerles sombra. Ni Pelé, ni Cruyff, ni Maradona, ni Di Stéfano han coincidido en la misma época. Ahora sí, ahora hay un duelo personal entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, dos superestrellas que compiten desde que han empezado a despuntar en los terrenos de juego. Un desafío por la corona mundial, por ser el número uno del mundo, que se ha transformado en un cuerpo a cuerpo desde que el delantero portugués aterrizó en la Liga española en 2009. «No, no se trata de un duelo personal con Leo, cada uno intenta hacer su trabajo y ofrecer lo mejor», dice el portugués. «Tiene razón, solo tratamos de hacerlo lo mejor posible para que ganen nuestros equipos», admite el argentino. Sí, los dos han repetido el mismo concepto muchas veces de forma diferente. Cristiano, por ejemplo, ha declarado: «Yo no compito con Messi, compito conmigo mismo y con todos los equipos de la Liga». Es verdad que Cristiano, ante todo, compite contra él mismo, pero no hay duda de que Leo es su obsesión, su talón de Aquiles. No es casualidad que desde las gradas de los estadios de España, de Chipre o de Bosnia los hinchas del equipo rival le griten: «¡Messi, Messi, Messi!». Saben tocar su fibra sensible. Para Cristiano, Leo es un rival, la comparación desde hace años, su adversario directo en la carrera para ser el mejor del mundo. Cristiano ha llegado a la cumbre antes que Messi. En 2008, el número 7 del Manchester United gana el Balón de Oro de France Football por delante del argentino. 64 Además, conquista la Bota de Oro como mejor realizador de las Ligas europeas. «Nadie podría discutir legítimamente que Ronaldo se ha convertido en el atacante más devastador del mundo», sentencia The Guardian en su balance de la temporada 2007- 2008; un curso que ha visto a CR7 ganar su primer duelo directo con «la Pulga». Es verdad que el 23 de abril de 2008, en la semifinal de la Champions League contra el Barça celebrada en el Camp Nou, Cristiano falla un penalti a los dos minutos de juego. Pero, aun así, los Red Devils, gracias a un solitario gol de Paul Scholes en el partido de vuelta, vuelan a Moscú para ganar la Liga de Campeones. La música cambia un año después. Messi pone su sello en la final de la Champions de Roma y para Cristiano empieza una travesía por el desierto. «La Pulga» le quita su posición de número uno. El argentino gana cuatro veces seguidas el Balón de Oro. De este modo supera a grandes figuras de la historia del fútbol como Johan Cruyff, Marco van Basten y Michel Platini, que lo han ganado tres veces. La frustración y el enfado de Cristiano son evidentes cuando, el 7 de febrero de 2013, Lionel Messi, vestido con un nada discreto esmoquin negro de lunares firmado por Dolce & Gabbana, sube al estrado para recibir su cuarto Balón de Oro de manos de Fabio Cannavaro. El número 10 del Barcelona se le ha adelantado otra vez, relegándolo a la segunda plaza. Dicho esto, es fácil comprender la emoción y las lágrimas de CR7 un año después, cuando el 13 de enero de 2014 reconquista el Santo Grial, el trofeo que le reconoce como mejor jugador del mundo. Deja atrás a Messi. Y lo hace a pesar de no haber conseguido ni un solo título en 2013. Gana el máximo galardón futbolístico solo gracias a su clase individual y a sus sesenta y nueve goles. Balón de Oro aparte, CR7 contra Messi ya es un clásico de la historia del fútbol, un duelo que en los últimos seis años ha ofrecido momentos inolvidables. Los dos han sido líderes de sus respectivos equipos, protagonistas absolutos de la Liga y del panorama futbolístico europeo. Temporada 2009-2010, la primera de Cristiano con el Madrid: Leo acaba la Liga con treinta y cuatro goles, es el Pichichi del torneo. Ronaldo es tercero con veintiséis tantos. Messi, con cuarenta y siete goles en todas las competiciones, gana también la Bota de Oro. En los dos clásicos es el argentino el que gana la partida, y el Barça se lleva la Liga. Temporada 2010-2011: con cuarenta dianas en treinta y cuatro partidos de campeonato, Cristiano Ronaldo se convierte en el Pichichi dela Liga, en el ganador de la Bota de Oro europea y en una máquina de golear. Ha marcado más goles que algunos equipos de la Primera División española. Supera los que han anotado el Sporting de 65 Gijón (treinta y cinco), el Deportivo de La Coruña (treinta y uno), el Hércules (treinta y seis) y el Almería (treinta y seis). Saliendo de España y comparando su actuación con otros campeonatos, las cifras de Ronaldo siguen siendo de otra galaxia. El portugués, por ejemplo, ha marcado dos goles menos que los que suman los dos futbolistas más anotadores de la Premier League: Berbatov (Manchester United) y Tévez (Manchester City), que han conseguido veintiún goles cada uno. Entre la Liga, la Copa del Rey y la Champions, el crack portugués ha anotado cincuenta y tres goles, el mismo número que Lionel Messi. Ambos han batido el récord de Puskás (cuarenta y nueve dianas en el curso 1959-1960) como máximos goleadores en una temporada. Y, por tercer año consecutivo, Messi ha sido, con doce tantos, el máximo goleador de la Liga de Campeones; además de llevarse a casa la Liga, la Champions y el Mundialito de Clubes. Cristiano se tiene que conformar con la Copa del Rey, su primer trofeo con la camiseta blanca. Seis veces se ven cara a cara Cristiano y Messi: en cinco clásicos (dos de la Liga, dos de las semifinales de la Champions y la final de la Copa del Rey) y en un amistoso disputado entre Portugal y Argentina. Resultado: tres victorias para Leo, una para Cristiano y dos empates. Temporada 2011-2012: «La Liga no es cosa de dos equipos, es cosa de dos jugadores», escribe Sport en su editorial en la víspera del Barcelona-Real Madrid del 21 de abril de 2012. El por qué se explica fácilmente: en los treinta y dos partidos de la Liga, Ronaldo y Messi han marcado cuarenta y un goles cada uno, ambos han igualado el récord histórico que estableció el luso en la temporada 2010-2011. El argentino llega a la cita con cinco hat-trick, un póquer y seis dobletes. El portugués ha logrado siete hat- trick y cinco dobletes. «Nunca se había visto nada igual. Jamás —concluye Sport— la Liga española había tenido dos fenómenos de esta categoría.» Dos fenómenos que se juegan la Liga en una noche. Hay que decir que Cristiano Ronaldo ha perdido el último clásico liguero el 10 de diciembre de 2011, día en que el Barça acaba bailando al equipo blanco (1-3) en el Bernabéu. Pero esta vez el luso será el ganador. Marca el 1-2 que vale la Liga. Cristiano acaba con tres años de sequía del Real, y, como escriben los periódicos de Madrid, «destrona» a Messi. El argentino, en todo caso, es el Pichichi de la Liga con cincuenta goles; supera el récord establecido por Ronaldo justo el año anterior y a final de temporada puede presumir de un total de setenta y tres tantos, que con el cierre del año serán noventa y uno. Cristiano marca «solo» sesenta goles, cuarenta y seis en la Liga. Es el primer futbolista de la historia en anotar cuarenta dianas, o más, en dos 66 temporadas consecutivas de la Liga y el único capaz de marcarles a todos los equipos a los cuales se ha enfrentado en este torneo. La temporada 2012-2013 se abre con otro clásico: esta vez es la Supercopa de España. La ida en el Camp Nou, el 23 de agosto de 2012, termina 3-2 a favor de los azulgrana. Cristiano abre el marcador con un cabezazo. Messi, de penalti, mete el segundo para los culés. Todo se decide seis días después en la vuelta en el Bernabéu. Ronaldo firma el 2-0 de los blancos, Messi aparece antes del descanso. Mete un gol de falta que, inesperadamente, reabre el partido. Pero el Madrid aguanta y atrapa el primer título de la temporada, dejando en la cuneta a Messi y el Barça. El 7 de octubre, tras la Supercopa, toca otro clásico. Esta vez es en partido de Liga en el Camp Nou. Cristiano llega a la cita con doce goles marcados, ocho de ellos en los últimos cuatro partidos, y con dos tripletes: contra el Ajax en la Champions y contra el Deportivo de La Coruña en la Liga. Leo Messi, su gran rival, suma diez goles en lo que va de temporada, pero en los últimos tres encuentros no ha marcado. Esta vez ambos son puntuales en la cita con el gol. CR7 y Messi marcan dos tantos cada uno y protagonizan un partido de gran fútbol, apasionante, de máxima intensidad, que no defrauda a una audiencia televisiva de cuatrocientos millones de espectadores. «De otro planeta», titula Marca y añade: «Messi y CR7 demuestran con sus dobletes por qué son los mejores del mundo». Al final de la temporada, después de otro clásico que el Real gana en el Bernabéu por primera vez desde la temporada 2007-2008, Cristiano alcanza los cincuenta y cinco goles en cincuenta y cinco partidos. Messi, por su parte, llega a sesenta dianas en cincuenta partidos. Con cuarenta y seis goles, el argentino gana su tercer trofeo Pichichi como máximo goleador de la Liga y consigue su tercera Bota de Oro, hecho insólito en la historia de este galardón. Cristiano y Leo, un duelo infinito que, sin duda, hace mejor al uno y al otro; o al menos así lo piensa CR7. «Messi y yo estamos en la misma competición, los dos queremos lo mejor y nos ayudamos a superarnos», confiesa a France Football después haber ganado su segundo Balón de Oro. Y para quitar hierro al asunto añade: «Por supuesto que la competencia me ayuda a ser mejor, pero no solo con Messi, también con otros grandes jugadores como Luis Suárez, Iniesta, Neymar, Gareth Bale, Diego Costa o Falcao. Su nivel de juego mejora y yo también voy a mejorar». Nadie discute que será verdad lo que dice el portugués, pero, por ahora, la competición y la rivalidad que hay entre Messi y Ronaldo, con el permiso de Neymar, continúa. Y es la que fascina al 67 mundo del fútbol, como nunca antes había pasado. ¿Quién ganará? El veredicto, en las próximas entregas. 68 La otra competición «En la vida hay cosas más importantes que el dinero. Es importante, sí, pero no la prioridad», dice Cristiano Ronaldo el día de la renovación de su contrato con el Real Madrid. Es su comentario ante la posibilidad de convertirse en el futbolista mejor pagado del planeta. Sí, porque la renovación que el portugués firma el 15 de septiembre de 2013 le otorga, según la lista que anualmente publica la revista francesa France Football, un sueldo cercano a los diecisiete millones de euros netos, más medio millón de euros de remuneración variable, por cada una de las próximas cinco temporadas (el contrato expira el 30 de junio de 2018) que disputará con los merengues. En un período de crisis donde los salarios bajan, Cristiano, al contrario del común de los mortales, consigue una subida de sus emolumentos. Diecisiete millones de salario que le valen el primer puesto entre los futbolistas mejor pagados de la Tierra. Con este nuevo contrato, Cristiano supera a Leo Messi, que en el Barcelona gana al año doce millones y medio (más dos y medio en concepto de primas). También hay que recordar que el argentino está pendiente de renovar su contrato y Josep Maria Bartomeu, presidente del FC Barcelona (tras la dimisión de Sandro Rosell), ya ha asumido que «el mejor jugador del mundo debe ser el mejor pagado». El portugués se distancia del tercer clasificado, el sueco Zlatan Ibrahimovic del PSG, que suma catorce millones y medio de euros, el mismo salario de Neymar. Y, siempre según France Football, Ronaldo, Messi y Neymar copan la lista 2014 de los veinte futbolistas mejor pagados del mundo. Por encima de todos, Lionel Messi: cuarenta y un millones de euros de beneficios, entre salario, primas y contratos publicitarios. Le sigue Cristiano Ronaldo con treinta y nueve millones y medio y Neymar con veintinueve. Messi es el quinto deportista con más ingresos en el mundo. Solo le superan el golfista Tiger Woods (cincuenta y tres millones), el tenista Roger Federer (cincuenta y uno y medio) y los jugadores de baloncesto de la NBA Kobe Bryant (cuarenta y seis y medio), y LeBron James (cuarenta y cuatro). 69 Sí, el dinero no lo es todo en la vida, pero ninguno de los tres bromea en este aspecto. Según larevista estadounidense Forbes, gracias al nuevo contrato con el Madrid, Cristiano Ronaldo, por ejemplo, se coloca en el octavo puesto de la lista de los deportistas de equipo mejor pagados, un ranking encabezado por Aaron Rodgers (quarterback de los Packers). Que Cristiano es un auténtico recordman en materia de dinero ya lo sabe el Manchester United. El 11 de junio de 2009 los Red Devils dicen «sí», en un comunicado en su página web oficial, a la oferta de noventa y cuatro millones de euros del club de Chamartín. El Manchester subraya que es una cifra de récord mundial. La más grande que se ha pagado nunca por un futbolista. Ronaldo pasa a liderar la lista de los fichajes más caros de la historia, por delante de Zinedine Zidane (setenta y cinco millones de euros por su traspaso en 2001 del Juventus al Real Madrid); por delante de Kaká (del Milan al Real Madrid por sesenta y cinco millones en 2009); y por delante de Luís Figo (del Barcelona al Real Madrid en 2000 por sesenta y uno). La cifra pagada por el club blanco causa un auténtico revuelo. Hay quien evalúa positivamente el traspaso y quien está en contra de un gasto tan disparatado. Gerry Sutcliffe, ministro de Deportes y Turismo del Gobierno británico, confiesa estar preocupado por la sostenibilidad de la industria del fútbol: «Hay grandes negocios y mucho dinero, pero debemos asegurarnos de que son viables porque no queremos ver a los clubes contra la pared». «Estos traspasos son un serio desafío a la idea de juego limpio y equilibrio financiero de la competición», declara Michel Platini, presidente de la UEFA, que considera excesiva la oferta del Real Madrid y «muy desconcertante en un momento en que el fútbol se enfrenta a problemas económicos cada vez peores». Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, al contrario, bendice estas operaciones: «Son magníficas inversiones porque la crisis es mundial, pero el fútbol sigue en alza». En España, Jaume Ferrer, vicepresidente del Barcelona y responsable del área de marketing, asegura que «ningún jugador del mundo vale noventa y cuatro millones de euros», y califica la cifra de irreal: «Está fuera del mercado. Cuando se pagan cantidades tan grandes hace que otros clubes también puedan pedir cantidades enormes. Puede haber una fuerte inflación del mercado». Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, cierra el debate proclamando: «Estos fichajes, que parecen los más caros, son luego los más baratos». Y Jorge Valdano, por aquel entonces director general del club, explica: «Cristiano es una postal futbolística. Pagamos lo que pagamos porque los vale, los 70 devuelve y con intereses. Son inversiones de un club que está en la industria del espectáculo. Tener a Cristiano Ronaldo nos permite convertir el mundo entero en un mercado y esto, en un momento de crisis, nos garantiza un potencial económico que de otra manera no podemos tener». Una opinión compartida ampliamente en el club blanco. Los directivos están convencidos de que los millones gastados en Ronaldo son una inversión que dará sus frutos gracias al sold out en el Bernabéu, a las giras veraniegas, a los derechos televisivos, al merchandising, a los patrocinadores. ¿Y qué dice CR7 a propósito de los noventa y cuatro millones de su fichaje? Comprende que a la gente le pueda llamar la atención este montón de dinero, pero añade: «A mí me hace sentir orgulloso ser el futbolista por el que más se ha pagado en la historia del fútbol». Cinco años después, Cristiano no es, al menos según fuentes extraoficiales, el futbolista más caro de la historia. El traspaso del galés Gareth Bale del Tottenham al Real Madrid en el verano de 2013 se acuerda en noventa y un millones de euros, según la versión oficial, es decir, la de los directivos de la Casa Blanca. Pero fuentes próximas al club inglés aseguran que la transferencia se cierra por 85,4 millones de libras esterlinas, es decir, más de cien millones de euros, pagadas al contado y en una sola vez. Una cantidad que supondría un récord absoluto en la historia de los traspasos deportivos, pero una cláusula de confidencialidad compromete a ambas instituciones a no dar las cifras de la compraventa. Sobre el fichaje de Neymar Júnior, el 3 de junio de 2013, Josep Maria Bartomeu, entonces todavía vicepresidente del club azulgrana, declara en la rueda de prensa de presentación del brasileño: «Neymar nos ha costado cincuenta y siete millones de euros, más de lo que habíamos establecido al decidir su fichaje [cuarenta millones]; ello se ha debido a la intromisión de otros clubs, lo cual ha encarecido el precio. También hay que tener en cuenta que el jugador ha llegado un año antes de lo previsto. La cifra se reparte entre cuatro empresas: DIS, Teisa, N&N y el Santos, sin pagos a agentes ni intermediarios, según nuestra costumbre». Bartomeu no da más datos. Acogiéndose a una cláusula de confidencialidad, no explica cuál es el reparto porcentual de esos cincuenta y siete millones; aunque, sea como fuere, la cifra sitúa a Neymar en segundo lugar, por detrás de Ibrahimovic, en la cuenta de gastos del club catalán. Solo dice que se han abonado diez millones de euros de adelanto y que el resto se pagará en tres años a las cuatro empresas titulares de los derechos federativos y económicos del crack. Las preguntas relativas a la cuestión pecuniaria no se hacen esperar, pero la respuesta es 71 siempre la misma. El tema da que hablar, y mucho, tanto en España como en Brasil. Fuentes cercanas a la operación sostienen que la suma del traspaso ha superado los setenta o setenta y cinco millones de euros, treinta y dos de los cuales habrían ido al Santos, sin contar los ingresos correspondientes a dos amistosos (uno en el Camp Nou y otro en Brasil) ni los ocho millones de euros pagados en concepto de opción de compra de otros tres muchachos del «Peixe»: Victor Andrade, Gabriel y Giva. Veinte millones habrían ido a parar a las arcas de N&N, la sociedad del padre de Neymar. El resto se habría repartido entre DIS y Teisa. Aunque ni siquiera estas cifras serían del todo ciertas, según Florentino Pérez. Pocos días antes de la presentación de Ney en el Camp Nou, el presidente del Real Madrid declara haber renunciado a adquirir al jugador brasileño porque le habría costado ciento cincuenta millones de euros al club blanco. Un auténtico rompecabezas que, unos meses después, se convierte en el «Neymargate». El 5 de diciembre Jordi Cases, socio del Barça, presenta una querella contra Sandro Rosell, presidente culé, por apropiación indebida en su modalidad de distracción en la contratación del delantero brasileño. Sostiene que el montante global que abonó el Barça por los servicios de Ney se eleva a 94,4 millones de euros y no los cincuenta y siete declarados oficialmente. Es decir, treinta y ocho millones de euros más. Y aporta la documentación para demostrar que parte de lo que en realidad es la ficha del jugador se oculta bajo distintos contratos simulados. El 10 de enero de 2014 el fiscal de la Audiencia Nacional apoya la admisión a trámite de la querella. Pide a la FIFA toda la documentación del fichaje de Neymar; al futbolista, el contrato firmado con N&N —la empresa que gestiona su padre—, y al Santos, los contratos de jugador. Tres días después, el Barcelona pide personarse en la causa y que no se admita a trámite la querella. No será así. El 22 de enero Pablo Ruz, juez de la Audiencia Nacional, admite la denuncia de Cases. Los nueve contratos distintos, desde noviembre de 2011 hasta septiembre de 2013, que ligan a Neymar con el FC Barcelona son materia de investigación. Un día después, el 23 de enero de 2014, Rosell, presidente del FC Barcelona, dimite de forma irrevocable por la «injusta y temeraria» querella por el fichaje del brasileño. Josep Maria Bartomeu, vicepresidente deportivo, asume la presidencia. Y le toca explicar y detallar las cifras del contrato de Neymar. Admite que el coste total de la operación es de 86,2 millones de euros y no de 57,1 millones, aunque cifra en esta cantidad la partida relativa altraspaso. El Barça ha pagado cuarenta millones a la empresa N&N y 17,1 millones al Santos por la cesión. El club también ha 72 firmado un acuerdo paralelo con el Santos por tener la opción preferencial sobre tres jugadores de la cantera. Valor: 7,9 millones. Y un nuevo contrato, con N&N, por el seguimiento diario de estos niños. Por ello, se pagan cuatrocientos mil euros anuales durante cinco años, lo que supone dos millones en total. El numero 11 azulgrana cobrará 56,7 millones en total, 11,3 millones por temporada. Sumando todos los números, salarios, comisiones, indemnización, se llega a un total de 86,2 millones, sin contar los posibles bonus. Una cifra que hace discutir sobre la burbuja del fútbol en tiempos de crisis. Unos contratos que todavía darán mucho que hablar. En resumen, un culebrón que reserva otras entregas. No hay problemas, al menos de este género, en el caso de Leo Messi. «La Pulga» entra en La Masía con solo trece años, es un valor del club culé frente a las voces alarmistas acerca de su posible salida o del salario elevado de Neymar. Pero ¿cuánto puede valer hoy en el mercado del fútbol el número 10 del Barça? Euromericas Sport Marketing, empresa de marketing deportivo, ha elaborado un informe sobre la «marca Messi» tras una investigación de mercado realizada en los últimos cinco años. La conclusión es impresionante: Messi vale cuatrocientos millones de euros. Gerardo Molina, especialista en marketing deportivo y CEO de Euromericas, lo explica diciendo que «el impacto mediático de Leo quintuplica el de Cristiano. Según diversos estudios, Cristiano vale entre ciento cincuenta y ciento sesenta millones». El eterno duelo continúa. Pero no lo es todo, según Molina «hay un club [el PSG] que tiene como patrocinador a un Gobierno que estaría dispuesto a pagar los cuatrocientos millones por Messi». Cifras desorbitantes que reflejan que la rivalidad por ser el número uno va más allá del terreno de juego. Cristiano afirma que el dinero no es lo más importante y, si les preguntáramos, seguramente Messi y Neymar estarían de acuerdo con el jugador portugués. Pero la realidad es que cada vez que uno de ellos firma o renueva un contrato, los números suman cada vez más ceros. Son máquinas de hacer goles y dinero, otro partido en el que todos aspiran a ser el Pichichi. También aquí hay que batir récords propios y ajenos. Y también aquí hay polémicas y claroscuros que ensombrecen sus actuaciones en el campo e, incluso, terminan pasando factura a su rendimiento deportivo. Ronaldo, Ney y Leo viven en una constante comparación y su sueldo no podía escapar a esta dinámica. ¿Valen realmente lo que se paga por ellos? Sus clubes y sus patrocinadores no tienen dudas. Son los jugadores más caros pero, según aseguran, 73 también los más rentables. Son más que fútbol; son, como afirma Jorge Valdano, espectáculo. Y poner un precio a los sueños parece imposible, al menos por ahora. 74 Modelos de negocio «Hoy Messi, Ronaldo o Neymar son empresas multinacionales en un mercado donde sus agentes buscan por y para ellos las mejores oportunidades económicas», dice Patrick Mignon, sociólogo del deporte en el Instituto Nacional de Deporte y Educación Física de París. «Un crack —añade Gunter Gebauer, profesor de Filosofía en el Institut für Sportwissenschaft de la Universidad de Hannover, Alemania— es como un bolso de Louis Vuitton o como un anillo de Cartier: un producto de lujo, una marca comercial personalizada.» No hay dudas de que Messi, Ronaldo y Neymar son un producto transversal que llega a todos los países y a todos los públicos. Son iconos publicitarios y brand ambassadors, embajadores de marca. Un sinfín de empresas los utilizan como reclamo en spots, promociones y campañas para lograr notoriedad y abrir nuevos mercados. Empezando por las marcas deportivas: Nike esponsoriza a Cristiano Ronaldo y a Neymar, Adidas patrocina a Messi. Vale la pena recordar que, tras una larga batalla judicial, el gigante alemán de prendas deportivas «robó» Messi a Nike, que lo apoyaba desde los catorce años, y llegó a tiempo para firmar un contrato muy lucrativo con el número 10 del Barcelona en 2006, justo antes del Mundial de Alemania. Y no se trata solo de zapatillas deportivas. El contrato de Cristiano Ronaldo con Nike incluye una línea de ropa y accesorios con el lema «Love to win, hate to lose». En esta guerra de marcas hay en juego millones y millones. Un ejemplo: Nike, que ha invertido en Cristiano como su abanderado en el Mundial de Brasil 2014, calculaba que la no calificación de Portugal y, como consecuencia, la ausencia de CR7 en la próxima Copa del Mundo tendría un impacto negativo en la imagen de la compañía estadounidense y supondría una pérdida de más de diez millones de euros. Televisión y videojuegos: Leo Messi es la portada de FIFA 2014, Cristiano la de PES (Pro Evolution Soccer) 2013, y Neymar es la imagen publicitaria de Panasonic en ciento 75 noventa y tres países hasta 2017. Takumi Kajisha, director ejecutivo de Panasonic, decía hace poco: «Nuestra marca ha experimentado un gran aumento de popularidad gracias a Neymar. Ha hecho mucho por nosotros en Brasil, y su aterrizaje en Barcelona puede beneficiarnos a escala global, porque el Barça es muy conocido en Asia y África. Neymar, en calidad de embajador nuestro, podrá lograr más de lo que ya ha logrado en estos mercados». Bebidas: Leo es la imagen «Live for now, football now», el eslogan de la última campaña global de Pepsi de cara al Mundial 2014. El argentino se deleita haciendo jueguitos con una lata de la bebida. Si Messi se atreve con Pepsi, CR7 jugaba con cubitos de hielo en la campaña de Coca-Cola destinada al mercado chino antes del Mundial 2006. Y ahora su imagen está asociada a Soccerade, bebida energética en tres sabores diferentes: lima, ice blue y fruit burst. Guaraná y Red Bull son patrocinadores de Neymar. Divertido es el spot de Guaraná Antarctica. En una playa de Brasil, Ney, cómodo en una tumbona, abre una lata de la bebida. Un amigo le pregunta: «¿Te vas para Europa?». «¿Europa?»… el futbolista reflexiona. Y a la cabeza le llegan imágenes de frío siberiano, de campos nevados, de playas desiertas y heladas con chiringuitos de fish & chips donde no saben ni lo que es Guaraná. «Ahora no. Mejor playa, sol y Guaraná», es la respuesta de Ney. Bancos: el primer gran patrocinador de Cristiano Ronaldo es el Banco Espírito Santo, entidad financiera portuguesa. Ronaldo es solo una promesa, tiene dieciocho años, y los premios y los trofeos todavía están por llegar, pero el banco portugués lo elige para sus campañas cuando falta poco menos de un año para la Eurocopa que se disputará en Portugal. Las razones las explicaba así Paulo Padrão, director de marketing de Banco Espírito Santo: «Creemos que la alegría del juego y el espectáculo es lo mejor del fútbol. Cristiano Ronaldo es un incomparable representante de este arte. Es un icono de la juventud portuguesa. Un ejemplo de que, cuando tienes talento y trabajas, ganas». Neymar es la imagen del Banco Santander en Brasil hasta finales de 2014. Un acuerdo —así lo define Emilio Botín, presidente de la entidad financiera— entre el mejor jugador brasileño de fútbol del momento y el mejor banco del mundo». «Una alianza que va a ser tan maravillosa para nosotros como para él», añade Marcial Portela, presidente del Santander Brasil. Moda: Leo Messi es imagen de Dolce & Gabbana, como así demuestran sus «famosos» trajes y esmóquines con los que se ha presentado en la gala de entrega del 76 Balón de Oro o en la de la Bota de Oro en 2013. Cristiano ha lucido su cuerpo en las campañas de Emporio Armani Underwear y Armani Jeans 2010-2011. Inolvidable «Housekeeping», el vídeo en blanco y negro donde Cristiano, durante un minuto y veinticinco segundos, busca su camiseta por la habitación de un hotel mientras la chica de la limpieza se la esconde para ver un rato más su torso desnudo. Y tras el éxito obtenido con su campaña de ropa interior para Emporio Armani, se ha decididoa lanzar su propia línea y marca: CR7 Underwear & Socks Collection. Cómo no, luciendo otra vez su silueta. Y no se queda atrás Neymar, quien se ha paseado en calzoncillos para la marca Lupo y ahora ha lanzado, junto a la marca Rock & Soda, una línea de pantalones y bermudas vaqueros destinados al público joven. Sí, Neymar, Ronaldo y Messi venden, y venden de todo: jeans, ropa deportiva, zapatillas, calzoncillos, coches, perfumes, caramelos, muñecos, teléfonos, televisores, líneas aéreas, relojes, cómics, champú, servicios de mensajería instantánea… Para darse cuenta, solo hay que echar un vistazo a la lista de patrocinadores: NEYMAR: Nike, Panasonic, la operadora Claro, Tenys Pé, Lupo, Guaraná Antarctica, Unilever, Volkswagen, Banco Santander, Heliar, Red Bull y Rock & Soda, a los que hay que añadir las campañas para la fragancia Drakkar Noir de L’Oréal y para Mentos. CRISTIANO RONALDO: Nike, PES, Herbalife, Banco Espírito Santo, Castrol, Toyota, Jacob & Co, Bimbo, Clear, Mobitto y Emporio Armani. MESSI: Adidas, Pepsi, Gatorade, Fifa14 EA, Turkish Airlines, Dolce & Gabbana, StorkMan, Samsung Galaxy, O Ooredoo, Audemars Piguet y Herbalife. Pero ¿qué valores representan las «marcas Neymar, Ronaldo y Messi»? ¿Qué imagen venden? ¿Qué cualidades funcionan en un mercado global? Neymar es sinónimo de audacia, de alegría, de velocidad. Es un chico joven, simpático, carismático, con sus extravagancias, como el pelo y los tatuajes, conectado a la tecnología, la música y la moda. Un garoto presente en redes sociales como Instagram, Facebook y Twitter. Estas son las cualidades, las características del personaje Ney que el marketing del Santos y NRJ, la sociedad de la familia Santos da Silva, han vendido a los patrocinadores a partir de 2010. Y, al parecer, ha funcionado muy bien. Tanto que, según la revista SportsPro, es el deportista más rentable y con mayor valor 77 comercial del mundo en términos de marketing. Por delante de figuras como el golfista Rory McIlroy, Lionel Messi y Usain Bolt. Torso y tableta, Cristiano como sex symbol masculino, ejemplo del ideal griego de kalos kai agathos, de la belleza y del bien. Y no solo eso. Las claves de la «marca Ronaldo» son también competitividad y trabajo, profesionalidad y rendimiento, ganas de ganar siempre e irreverencia. Todo esto sin hablar de la capacidad de comunicación del número 7 del Real Madrid. Ante las cámaras Ronaldo se encuentra muy cómodo. Ningún problema con las largas sesiones de fotos, con el maquillaje, con repetir una y otra vez un movimiento o con volver a hacer una toma. Cristiano se encuentra en su salsa, como un actor protagonista. Un set, para él, es la prolongación de un campo de fútbol, en donde siempre quiere ser el número uno. Es otra forma de espectáculo, distinta a la que ofrece todos los domingos. Y por eso pone la misma determinación, la misma profesionalidad en regatear que en anunciar unas zapatillas. ¿Y Messi? ¿Qué vende Leo? «Autenticidad», respondía tiempo atrás Fernando Solanas, Head of Sports Marketing de Adidas Iberia. Sí, pero ¿dónde está la atracción del personaje fuera de un campo de fútbol? «Está justo en su normalidad, en su sencillez, la de un chico que ama estar con su familia, con sus amigos, con su gente. Las estrellas del deporte parecen vivir demasiadas veces en un universo distinto, muy lejos de nosotros. Leo, con su timidez, es cercano a todos los aficionados al fútbol», decía el jefe de uno de los patrocinadores más importantes en el portafolio del argentino. No lo es todo. La imagen de Messi se ha vendido, sobre todo en los primeros años de su carrera de profesional de la pelota, como la de un chaval que, a pesar de su físico, de su talla, de sus problemas de crecimiento, ha sabido llegar a lo más alto. En este sentido es ejemplar la campaña publicitaria de Adidas, realizada en 2007, con el lema «Impossible is nothing». Con trabajo, con perseverancia, con voluntad, ha demostrado y sigue demostrando a los consumidores que nada es imposible. Es cierto que, delante de la cámara, Messi no tiene el mismo desparpajo, la misma soltura, el mismo porte, o la misma percha que Cristiano Ronaldo. Sin embargo, el spot publicitario que grabó con Kobe Bryant para Turkish Airlines en 2012 ha tenido más de ciento cinco millones de reproducciones en YouTube. Y el de 2013, donde el futbolista y el jugador de baloncesto protagonizan una competición para ver quién de los dos logra hacer más fotografías de sitios diferentes del mundo, parece ir en la misma dirección. Pero no son solo los «me gusta» de los 78 internautas los que confirman a Messi como un buen brand ambassador. El crack del Barcelona ha ingresado veintiséis millones de euros en contratos publicitarios, según «le salaire des stars» de France Football (2014). Adelanta a Cristiano Ronaldo (veintidós millones) y a Neymar (catorce millones). Al parecer, la controversia fiscal por evasión de impuestos en España no ha afectado la imagen de Messi; al contrario de Neymar que, después del escándalo generado en torno a su fichaje, podría ver cómo se alejan buenas ocasiones de negocios. Ya lo hemos visto. Cristiano es sinónimo de ambición y esfuerzo; Messi es el chico normal y la constancia; Ney simboliza la juventud y el buen rollo. Cada uno ha desarrollado su propio modelo de negocio, ha encontrado su sitio, su nicho de mercado. Son exitosos soportes publicitarios, estrellas también del marketing. Aunque no siempre se trata de vender por vender, o al menos así quedó patente en la discusión que protagonizaron en un entrenamiento Ronaldo y su compañero de equipo Xavi Alonso en torno a qué marca de botas de fútbol es mejor: Nike o Adidas, sus respectivos patrocinadores. Fue un tira y afloja privado captado por una cámara de televisión, pero con los mismos argumentos de un anuncio publicitario. Anécdotas aparte, entre Leo, Cristiano y Neymar se reparten los grandes contratos. En muy poco tiempo, el brasileño se ha puesto al nivel y compite en igualdad de condiciones. Porque, incluso aquí, siguen estando enfrentados. ¿Quién gana más en publicidad? ¿Quién es el más deseado por las marcas? ¿Quién es el que ofrece más valor añadido a los productos que promociona? Conseguir un premio como el Balón de Oro puede hacer que la balanza se incline hacia uno u otro lado. En 2013 el campeón de la publicidad fue Messi. Gran parte de los diarios deportivos recogieron la noticia como si se tratara de un nuevo logro deportivo del argentino y una derrota del portugués. En 2014 está por ver quién se alza con este título. 79 En el centro de la red Setenta y seis millones de seguidores en Facebook y veinticinco millones en Twitter: Cristiano Ronaldo es, sin duda, un rey de las redes sociales. Todavía no ha alcanzado las cifras de Rihanna y de Shakira, ochenta y seis millones de fans, en Facebook, pero el número 7 del Real Madrid ocupa holgadamente la posición número diez del top ten de esta social network. Y es el deportista más popular en las redes sociales. Según el estudio de Sportune, el portugués encabeza la lista de los deportistas que más seguidores sumaron en Twitter durante el año 2013, con ocho millones de nuevos fans. Detrás de él, y completando el podio, están Kobe Bryant, escolta de Los Angeles Lakers, y LeBron James, alero de los Miami Heat. Le siguen, por este orden, Neymar, Ronaldinho, David Villa, Xavi Alonso, Kevin Durant, Wayne Rooney y Gareth Bale, quien cierra la lista. Es cierto que los followers de Cristiano en Twitter no llegan a los cincuenta y un millones de Katy Perry, ni a los cincuenta de Justin Bieber o los cuarenta y dos de Obama, pero en la clasificación general de esta red de microblogging el crack luso también obtiene un gran resultado: es el número catorce. Y esto no es todo. En diciembre de 2013, Cristiano lanzó desde Funchal, su ciudad natal en Madeira, su propia red social: vivaronaldo.com, un sitio interactivo en inglés que permite a sus fans comunicarse entre ellos y seguir las últimas noticias sobre su ídolo. El sitio gratuitode internet, también disponible en forma de aplicación para teléfonos móviles, ofrece la posibilidad de seguir los partidos de Cristiano en directo y de participar en concursos para ganar camisetas firmadas o entradas para los encuentros del portugués. Los admiradores de Ronaldo podrán igualmente compartir fotos y vídeos de eventos exclusivos, conocer a nuevos amigos con intereses comunes e interactuar con el futbolista. «Es una experiencia única que ofrecemos a mis fans de todo el mundo», ha comentado Ronaldo, quien promete participar «de forma activa» en esta comunidad virtual. En este campo, Lionel Messi no gana el partido a su eterno rival. En Facebook suma 80 «solo» cincuenta y cuatro millones de fans. El número 10 del Barça ha sido el quinto jugador azulgrana en abrir un perfil en la red social más popular, por detrás de Gerard Piqué, Andrés Iniesta, Pedro y David Villa, que ahora juega en el Atlético de Madrid. El anuncio oficial de la apertura de la cuenta se hizo en abril de 2011 a través del perfil de Twitter del FC Barcelona y en pocas horas le llovieron seguidores a una velocidad raramente vista en esta red social. Un auténtico fenómeno en el mundo 2.0. Curiosamente, Messi no tiene todavía un perfil en Twitter. Muchas cuentas utilizan su nombre y su imagen, pero no son la cuenta oficial del argentino. De hecho, más de una vez su entorno ha tenido que rectificar. Como lo ha hecho su hermana Marisol, que en su Twitter ha publicado: «¡Les mando un mensaje de Leo! “Una vez más quiero aclarar que no poseo cuenta de Twitter y que por el momento no pretendo tenerla. Si así lo hiciera sería a través de mi Facebook donde lo presentaría. Con eso pretendo que la gente no se confunda con las diferentes cuentas que se hacen con mi nombre”». Quien sí tiene una cuenta en Twitter es Matías Messi, el hermano de Leo. Sus tuits han incendiado la red más de una vez, provocando auténticos revuelos entre los futboleros. En este sentido, en una ocasión colgó una foto comparativa de los títulos de su hermano desde el año 2009 frente a los de Cristiano durante el mismo período. Todo para defender a Leo y a la familia, según aseguraba. Sí, las redes sociales son también campo de batalla para los cracks del fútbol o, mejor dicho, para sus followers. La disputa es mundial y continua. Comienza antes de un partido, antes de un premio como el Balón de Oro de la FIFA, se radicaliza antes y después de un clásico, vuelan insultos y surgen apoyos incondicionales a uno u otro. Hay declaraciones de amor y de odio eterno. Comentarios, análisis, artículos, campañas a favor o en contra. La red es un espacio abierto donde todos pueden opinar, y el fútbol, que es sin duda el deporte rey en internet, arrasa y genera, como siempre ha hecho, pasiones extremas. Y por mucho que sea un deporte de equipo, en la red se encumbra a los cracks. Cristiano Ronaldo tiene más fans que el Real Madrid (cincuenta y cuatro millones en Facebook) y Messi pierde, aunque por muy poco margen, el partido con la página oficial del FC Barcelona (cincuenta y ocho millones en Facebook). Y en este combate, Neymar tampoco va por mal camino: dieciocho millones en Facebook; diez millones en Twitter, con un incremento en 2013 de 3,7 millones de followers; y, para terminar, cuatro millones en Instagram. Todo eso sin contar, como en el caso de Cristiano y de Leo, los fakes, los perfiles que utilizan su nombre pero no son 81 suyos. Su proliferación ha sido exponencial, hasta el punto de que, en octubre de 2013, Neymar decide uniformizar sus cuentas para que sus seguidores no se confundan con los falsos perfiles. Hay que añadir que Ney es hiperactivo en la red, donde continuamente está contando novedades sobre su vida o compartiendo versículos de la Biblia. Con una media de nueve tuits al día, su interacción es muy superior a la de otros usuarios. Y en Instagram no pasa un día sin que publique fotos con sus amigos, su padre, su novia, su hijo, sus compañeros, sacando la lengua, tocando el piano o saltando sobre su cama. Los cracks y sus asesores han encontrado en la red el modo de potenciar su imagen personal y su marca de una forma inmediata, económica y global. La clave del éxito es compartir momentos de sus vidas más allá de los partidos, de los entrenamientos, de la esfera pública. Son fotos, opiniones, mensajes que en pocos minutos son vistos, leídos, comentados y compartidos por millones de personas en todo el globo. Gracias a las redes sociales parecen eliminar la distancia abismal entre su mundo y el del común de los mortales, se acercan a su público, a sus fans. Cristiano Ronaldo por la mañana escribe un tuit para decir que está bien, que el Madrid va a ganar, o te cuenta que se va de vacaciones y sube una foto de su viaje. Así tienes la impresión de que te está hablando justo a ti y tú puedes responderle, seguirlo. Pero, en realidad, es una señal de la enorme distancia que existe entre tú y él porque su perfil y su comunicación están en realidad en manos de especialistas en marketing, que hacen del jugador una novela, un producto que se refuerza cada día más a través de la red. En un reportaje publicado a principios de 2014, el periódico El Mundo contaba que Neymar, Messi y Ronaldo forman parte de ese nutrido grupo de personajes famosos que han dejado la gestión de sus redes sociales en manos de profesionales. Detrás de sus perfiles hay estrategias de comunicación diseñadas minuciosamente. Nada de improvisación, nada se deja al azar. En este campo, los tres futbolistas empatan, aunque existen sutiles diferencias. Cristiano y Leo cuentan con más seguidores pero menos espontaneidad. Proyectan una imagen más profesional, mucho más neutra que la del garoto de Mogi. Al joven jugador del Barça le encanta mostrar su día a día en Instagram. Sus poses (muchas de ellas con Dani Alves), sus gorras de béisbol, sus abdominales… Neymar tiene bastante menos pudor que Ronaldo y Messi. Utiliza un lenguaje más directo y personal con el que conecta a la perfección con sus seguidores. Responde fielmente a su producto, más joven, mucho más moderno, festivo y despreocupado, pero que no siempre parece ser comprendido. Distintos medios españoles han resaltado que al 82 FC Barcelona no le hace gracia que el brasileño venda una imagen de sí mismo demasiado frívola, demasiado alegre, más aún cuando está, precisamente, en el punto de mira por el «Neymargate». Creen, siempre según estas fuentes, que el Ney de Instagram es irreal y no se corresponde con su estado anímico actual. Puede que se deba a un mal cálculo de sus asesores de imagen o a la falta de experiencia de un crack cuyo despegue está todavía demasiado cercano. Aún no está al nivel de Cristiano y Lionel, al menos en las redes sociales, pero cada vez le separan menos distancia y menos seguidores. 83 Los tres mejores del mundo Conversación con Vicente del Bosque y Luiz Felipe Scolari Uno es el seleccionador de «la Roja», el otro de la «Canarinha». Vicente es el único entrenador en la historia del fútbol que ha ganado el Mundial, la Eurocopa y la Champions League. Scolari ha conquistado con la seleçao la Copa del Mundo de Japón y Corea de 2002 y ahora espera repetir la hazaña en su país. Del Boque tiene sesenta y tres años, y «Felipão», sesenta y cinco; ambos tienen larguísimas trayectorias como futbolistas y como entrenadores. Desde el Real Madrid hasta la selección española, pasando por el Besiktas; desde el Caxias brasileño hasta el Grêmio de Porto Alegre; desde el Chelsea hasta el japonés Júbilo Iwata; y desde la selección de Portugal hasta la de Brasil. Los dos han tenido bajo su batuta a grandísimos futbolistas como Zidane, Ronaldo «O Fenômeno», Xavi, Iniesta, Cristiano Ronaldo y Neymar. Los dos serán protagonistas en el Mundial brasileño. Del Bosque sueña con repetir el título conquistado en 2010 en Sudáfrica; Scolari espera borrar de una vez por todas el recuerdo del «Maracanazo» de 1950 cuando, contra todo pronóstico, Brasil perdió en casa contra Uruguay la final del Mundial. Losdos están más que cualificados para opinar sobre tres campeones que conocen bien. PREGUNTA: ¿Qué opinan de Neymar? VDB: Me gusta, es un artista, uno de esos jugadores insólitos, de esos que cada vez se ven menos, un heredero de la tradición brasileña, que se estaba perdiendo. En el fútbol de hoy no es habitual encontrar un futbolista capaz de realizar acciones individuales, unos contra unos y regates vistosos y eficaces. Y, sin embargo, es un tipo de jugador muy importante, y hasta necesario, porque cuando un equipo se encuentra frente a una 84 defensa cerrada, repleta de jugadores, necesita a alguien que sepa resolver, alguien que no solo supere al rival y busque la conclusión, sino que cree situaciones de riesgo para el contrario, que busque faltas en la frontal, la superioridad numérica. Neymar encarna este modelo de jugador. Y, además, chuta bien el balón, es ambidiestro, es un goleador, sabe colocarse, se abre por la banda izquierda y tiene la capacidad de salvar las situaciones complicadas en esa posición. No digo que no pueda jugar en otra, pero seguramente ese es su lugar ideal. Como Messi, que empezó a jugar en la banda y poco a poco fue encontrando su lugar como «falso nueve». En eso consiste la labor del entrenador: podemos colocar a los jugadores en distintas posiciones, pero todos tienen un lugar ideal. LFS: Neymar es muy, muy buen jugador y extremadamente profesional. Siempre está dispuesto a esforzarse, siempre trabaja al límite, siempre trata de mejorar. Neymar quiere aprender, quiere evolucionar técnicamente y no se echa atrás, ni siquiera cuando se le pide que realice tareas defensivas. Para un jugador creativo como él, correr atrás y marcar a un adversario es difícil, pero lo hace y lo hace bien. Neymar siempre está dispuesto a incorporar algo nuevo a su bagaje técnico. Sus cualidades más increíbles son el regate, la improvisación, la fantasía. Son dones naturales, innatos. Lo que podemos hacer nosotros es fomentarle un sentido táctico que le ayude a desarrollarlos. Eso es lo que hizo Muricy [Ramalho] en el Santos, lo que hemos hecho nosotros en la selección y lo que está haciendo «el Tata» Martino en el Barcelona: hacerle entender que debe ser solidario, que debe poner todas sus cualidades individuales al servicio del equipo. Ese es el espíritu que queremos fomentar en él. Es algo que se aprende poco a poco, la vida te lo va enseñando, los entrenadores te aconsejan y los campeonatos y las competiciones que juegas te lo hacen entender. Neymar tiene una calidad de liderazgo muy grande. Es un jugador que será todavía mucho mejor dentro de dos, tres, cinco años, y, a partir de ahí, seguirá durante diez años más. P.: ¿Y qué opinan de Messi? VDB: Messi es la hostia. Jugaría bien en todas partes, tuviera a quien tuviera a su lado. Es el chaval de la calle, el que «burrea», como decíamos antes. Y yo no soy nostálgico del pasado. LFS: Messi es fantástico. Tiene unas habilidades individuales increíbles. Él solo puede decidir un partido, pero juega para el equipo. 85 P.: ¿Y Cristiano Ronaldo? VDB: Cristiano es una «bestia». Es todo potencia y velocidad, marca con la zurda y con la diestra, con la cabeza. Un fenómeno. LFS: Cristiano es aún más fantástico que Messi. P.: ¿Se pueden comparar Cristiano Ronaldo, Messi y Neymar? VDB: Los tres son distintos. Los tres son jugadores que cuando el resto del equipo no sabe qué hacer, les pasan el balón y ellos resuelven. Son futbolistas especiales. Lo único que tienen en común es el gol. Cristiano tiene menos fantasía que Neymar y Messi, es menos hábil en el regate cerrado, necesita espacio para jugar. No tiene un repertorio como el de Neymar, que es más ligero, más aéreo, pero es impresionante. Ronaldo vivió una etapa fundamental de aprendizaje en el Manchester United, y desde que llegó al Madrid siempre ha jugado a un nivel altísimo. Solo hay que ver cómo él y Messi han batido todos los récords en la Liga. Basta con decir que desde 2008 no ha habido otro ganador del Balón de Oro que no fuera Cristiano Ronaldo o Messi. Al contrario, la comparación entre Neymar y Messi es, por el momento, prematura, ya que el brasileño ha llegado hace poco al Barcelona. A Neymar lo conocemos por lo que ha hecho con el Santos y por la Copa Confederaciones, que es su máxima referencia. Messi es extraordinario y se halla en la cúspide de la jerarquía futbolística de los últimos años. Desde que debutó con el Barcelona, ya hace casi una década, ha tenido un rendimiento regular y progresivo. Todos los años suma récords y títulos. Desde el punto de vista personal, Messi y Neymar son muy ambiciosos. Saben que son capaces de resolver un partido, pero para ser los mejores necesitan a su lado un equipo bien organizado y que les permita liberar todo su potencial. En esto se parecen mucho. De todos modos, se necesitará tiempo para conocer al verdadero Neymar, para ver si se adaptará en el Barcelona al papel de coprotagonista o si querrá hacer historia, como Messi y Ronaldo, que son, indudablemente, un gran ejemplo para el fútbol. LFS: Tienen características distintas. Neymar se parece más a Messi que a Cristiano. Neymar juega en corto, se libra de los rivales en un espacio limitado. Messi igual, en cinco metros se sacude a dos defensas. Cristiano necesita algo más de terreno para utilizar su potencia. Pero en cualquier caso no hay discusión: actualmente son los tres mejores delanteros del mundo. Y eso a pesar de que Neymar es un híbrido: es un nueve, un once, un ocho, un siete, un diez. Estoy convencido de que Neymar aprenderá mucho 86 en materia de táctica y estrategia, que en Europa son cosas fundamentales. En Brasil impera un estilo distinto, el fútbol tiene otra connotación, es un juego más de improvisación. Y luego está la carga de trabajo y el número de encuentros que se disputan cada temporada. Estoy seguro de que, al lado de Messi, Neymar podrá aprender mucho. P.: Hablamos del Mundial 2014. Favoritos y posibilidades de los tres… VDB: Argentina lo está haciendo muy bien, tiene un gran potencial y jugadores con experiencia internacional, y tiene a Messi. Portugal puede hacer un gran Mundial y Cristiano ha demostrado de sobra en la repesca de lo que es capaz. El portugués no ha ganado nada con su selección y viene con hambre. Como Messi, que tantas veces ha dicho que su sueño es ganar el Mundial con Argentina. Pero, a mi juicio, los brasileños son los máximos favoritos. Por el ambiente y porque tienen un equipo más agresivo y compacto, con destellos de genialidad. Del mediocampo para atrás son muy fuertes y tienen dos laterales, Dani Alves y Marcelo, como los hay pocos en el mundo; dos centrales seguros y un centro del campo bien armado. Y delante tienen a dos bestias como Hulk y Fred. Y Neymar, que es el contrapunto perfecto. LFS: Hoy no podemos decir que Brasil sea el mejor equipo del mundo. No estamos un escalafón por encima de los demás, como hace veinte o treinta años. Este no es el Brasil de 1970. Hoy en día, el nivel del fútbol mundial está mucho más equilibrado. Ciertamente tendremos la ventaja de jugar en casa, ante nuestros hinchas, y esto seguramente es muy importante, pero en estos momentos no somos superiores a equipos como Argentina, Alemania o España. De todas formas, puedo añadir que en Brasil vemos las cosas a través de las estadísticas. Italia jugó en casa dos Mundiales; ganó uno y perdió el otro. Alemania jugó en casa dos Mundiales; ganó uno y perdió el otro. Nosotros jugamos uno y lo perdimos; ahora lo único que queremos es que se cumplan las estadísticas. P.: ¿Y qué le aportaría a Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar la victoria en el Mundial? VDB: Lo quieran o no, el éxito colectivo los hace mejores. Si gana Portugal, Cristiano será más fuerte, y Messi saldrá un poco debilitado. Si gana Argentina, ocurrirá lo contrario. Si gana Brasil, Neymar consolidará su estatus. Aunque no sé si Cristiano y Messi necesitan un Mundial para afirmarse. 87 Epílogo Llegados a este punto habrá quien ya haya sacado sus propiasconclusiones y decidido quién es, a su juicio, el mejor futbolista del momento. Cada cual tendrá su favorito, como le sucede a Pelé. El mítico exfutbolista se decanta por su compatriota: está convencido de que Neymar superará a Messi y CR7. El holandés Clarence Seedorf pide, sin embargo, calma. En su opinión, no es justo comparar al garoto de Mogi con jugadores que llevan mucho más tiempo al máximo nivel. Está claro que decantarse por uno de ellos no resulta sencillo, aquí no cuentan solo los números, los títulos y las estadísticas; también influyen, a veces incluso más, los sentimientos, lo que nos inspira cada uno de ellos y los colores que visten. A lo largo de este libro se han contrastado sus capacidades técnicas y físicas, sus distintas trayectorias, su actitud en el campo y hasta sus dotes como modelos publicitarios. Se han señalado sus diferencias, pero también se han encontrado similitudes. Estamos ante tres auténticos cracks del fútbol, tres jugadores admirables. El análisis de sus puntos fuertes y débiles sirve para conocerlos un poco mejor y para descubrir algunas de las cualidades que les han llevado hasta lo más alto. Jorge Valdano asegura que «todo juego de equipo convertido en espectáculo es un gran simulador de la vida». Aprendamos entonces de los mejores. Talento y esfuerzo Messi, Ney y Cristiano saben desde que eran unos niños cuál es su verdadero talento. Se dedican a lo que más les gusta y a lo que mejor se les da. Lo dan todo por alcanzar su sueño. Nunca se saltan un entrenamiento, siempre tratan de mejorar. No importa cuántos títulos hayan ganado, no bajan la guardia y siguen esforzándose por superar nuevos límites. Son el más claro ejemplo de que ninguna aptitud funciona por sí sola si no va 88 acompañada de trabajo. Centran todas sus energías en su objetivo. Sus triunfos son el resultado de la pasión y de muchas horas de entrenamiento. Oportunidades Los tres futbolistas no dudan en asumir riesgos. Lo demostraron en ese primer vuelo transoceánico y en muchas otras ocasiones a lo largo de su carrera. No desaprovechan ninguna oportunidad que pueda conducirles hacia sus metas, aunque esto suponga plantarle cara al miedo a lo desconocido. Puede ser difícil, como les resultó a Cristiano y a Leo, dejar a sus familias con apenas doce años, pero el deseo de triunfar siempre termina por imponerse. Ambición Lo anterior solo se explica cuando se posee una ambición sana y positiva como Lionel, Ronaldo y Ney. Es el motor que les hace esforzarse por avanzar, por seguir aprendiendo y creciendo como futbolistas. No se trata de ambición desmedida o patológica que solo conduce a la insatisfacción permanente, sino de todo lo contrario, de la que da sentido y equilibrio a sus vidas. Liderazgo Con o sin el brazalete de capitán, Cristiano, Neymar Júnior y Leo son líderes en el terreno de juego. Lo son por su conducta ejemplar, por la confianza en sí mismos. Contagian entusiasmo, anticipan las jugadas antes que el resto de futbolistas, soportan la presión, consiguen arrastrar a sus compañeros y son capaces de darle la vuelta a un partido. La experiencia les ha enseñado la necesidad de olvidarse de los egos y de pensar primero en el equipo, aunque esto no siempre sea fácil ni lo consigan por completo. En este sentido, Cristiano fue muy criticado en sus primeros tiempos en el Real Madrid por 89 ser demasiado individualista, un comportamiento que el portugués ha conseguido corregir. Diferenciación Para destacar sobre los demás, para distinguirse, hay que ser diferente. Ellos lo son dentro y fuera del campo. Cada uno tiene un estilo muy marcado: Ney, barroco y alegre; Leo, minimalista y tímido; Ronaldo, clásico e irreverente. De su estilo de juego y su personalidad han hecho una marca muy valorada y exportable. Nadie ofrece lo que ellos. Son rentables. Son creíbles. Son únicos. 90 Agradecimientos Gracias a Vicente del Bosque, Luiz Felipe Scolari, Carlos Martínez, Estela Celada, Laure Merle d’Aubigné y Roberto Domínguez. Dedicado a Olmo, Lorenzo, Elvira, Alda y Tullio. 91 Luca Caioli (Milán, 1958), periodista y escritor, ha seguido los grandes acontecimientos deportivos en medios de comunicación europeos de referencia. En Italia ha trabajado para Il Manifesto, L’Unità, La Repubblica, Corriere della Sera, La Gazzetta dello Sport, RAI 3 y Sky Tg24. En Inglaterra ha colaborado con Granada TV. En Francia, como jefe de deportes de Euronews TV, ha hecho un seguimiento de la actualidad deportiva internacional. Desde el año 2001 vive en España, donde ha colaborado con la Cadena Ser, Onda Cero, La Sexta, Cuatro y Marca, entre otros. Entre sus libros se encuentran: Ronaldinho, el futbolista feliz; Messi, el niño que no podía crecer; El doble desafío de Lance Armstrong; Vicente del Bosque: Mil gracias; Cristiano Ronaldo: Historia de una ambición sin límites; O Rei Neymar: El último poeta del balón y la novela Mañana. Sus libros han sido traducidos a treinta y cinco idiomas. 92 Edición en formato digital: mayo de 2014 © 2014, Luca Caioli © 2014, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U. Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona Adaptación del diseño de la cubierta de Iconbooks: Penguin Random House Grupo Editorial Fotografías de la cubierta: © Getty Images Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, así como el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. ISBN: 978-84-16029-15-0 Conversión a formato digital: M.I. maqueta, S.C.P. www.megustaleer.com 93 http://www.cedro.org http://www.megustaleer.com Índice Messi, Ronaldo, Neymar Introducción Una pasión desde niños El apoyo imprescindible La oportunidad aprovechada Liderazgo Una cuenta pendiente Estilo y virtudes Claves del éxito Duelos La otra competición Modelos de negocio En el centro de la red Los tres mejores del mundo. Conversación con Vicente del Bosque y Luiz Felipe Scolari Epílogo Agradecimientos Biografía Créditos 94 Índice Neymar, Ronaldo, Messi 2 Introducción 3 Una pasión desde niños 6 El apoyo imprescindible 12 La oportunidad aprovechada 19 Liderazgo 26 Una cuenta pendiente 45 Estilo y virtudes 57 Claves del éxito 61 Duelos 64 La otra competición 69 Modelos de negocio 75 En el centro de la red 80 Los tres mejores del mundo. «Conversación con Vicente del Bosque y Luiz Felipe Scolari» 84 Epílogo 88 Agradecimientos 91 Biografía 92 Créditos 93 95 Neymar, Ronaldo, Messi Introducción Una pasión desde niños El apoyo imprescindible La oportunidad aprovechada Liderazgo Una cuenta pendiente Estilo y virtudes Claves del éxito Duelos La otra competición Modelos de negocio En el centro de la red Los tres mejores del mundo. «Conversación con Vicente del Bosque y Luiz Felipe Scolari» Epílogo Agradecimientos Biografía Créditos